Cuando aquel chico aun con rasgos de niño que decía llamarse Joseph Gleen terminó de contarme su asombrosa historia me quede mudo, más que mudo, quede petrificado, no sabía hasta qué punto me estaba diciendo la verdad o si quizás me estaba mintiendo, aunque por otro lado, en su voz firme y segura se notaba una increíble veracidad. El me conocía demasiado bien, sin embargo, la parte más racional de mí, me susurraba que no lo escuchara más.
Este chico adolescente venía a destruir la relativa paz que gobernó durante tres años mi hogar. De hecho, esa era la razón de haber elegido los bosques canadienses como mi nueva morada. Sin embargo, algo extraño le ocurría a aquel muchacho y es que cada una de sus palabras estaban llenas de una gran energía e indescriptibles tonos culpa, de odio y de venganza.
Otra cuestión importantísima a verificar era saber ¿quiénes diablos eran esos dos sujetos de los que Joseph hablaba y sobre todo por qué podían viajar en el tiempo? ¿Un asiático y un hombre de color de más de dos metros de estatura? ¿Qué demonios estaba ocurriendo en el futuro? El solo imaginarlo me ponía la piel de gallina, era demasiada descabellada la sola idea de que algo así estuviese ocurriendo en el futuro, en lo personal, yo estaba en paz con el destino, entonces... ¿Qué más quería de mí? debía de ir con calma para asimilar todo.
Después de que Joseph se desmayara en mis brazos a la entrada de mi cabaña, volvió en si más lucido, no obstante la historia que me contó posteriormente, me hacía pensar por momentos en su capacidad cognitiva, todo su relato me sonaba más a un lapsus de heroína o quizás a algún guión de película fantástica. Una parte de mi se negaba a creerle, simplemente era asombroso, aunque, por otro lado, sabía que todo era posible a estas alturas. Tú y yo ya habíamos vivido esa clase de aventuras, ¿recuerdas?... Había un detalle en especial que me hacía dudar del chico, yo llevaba tres años que no sabía nada de Kym, aunque si, aun en mi memoria guardaba con mucho cariño el último encuentro que tuve con ella:
Fue aquella vez hace 3 años, justamente el 16 de junio del 2014, ella abordaba un taxi. Ese día ella dejo caer una moneda de 10 centavos por accidente, una moneda que ahora yo guardaba con mucho aprecio y cariño, uno que le profesaba devotamente y del que ella no sabía absolutamente nada, la idea de que ella existía en algún lugar de Manhattan y saber que no debía acercarme a ella me destrozaba el alma.
Era por eso mismo que yo prefería desviar cualquier pensamiento relacionado a ella hacia otra dirección. El volver a hablar de Kym hacía que todos mis sentimientos se mezclaran en un huracán de emociones.
¡Dios, mi Kym!... Mientras escribo estas palabras reflexiono sobre ella. Tenía tanto que no hablaba de Kym Stwart con nadie y ahora eme aquí charlando sobre esto con un casi niño de 17 años y que además decía ser mi hijo venido del futuro.
La Kym de ahora, es decir, la de mi línea de tiempo, ni siquiera sabe que existo. Seguro en este mismo instante ella aún trabaja en la empresa de bienes raíces con el jefe Soyer. Había algunos cabos sueltos en el relato del muchacho, si, pero, ¿y el brillo azuloso que irradio antes de desmayarse en mi puerta y que además parecía reaccionar conmigo? Cosa que ya no debería de ser así, no a estas alturas. Yo había elegido eliminar ese instante en mi historia, y lo había hecho pagando el precio más alto, sacrificando todos mis momentos felices al lado de ella, había decidido jamás conocer a Kym y se supone que tampoco visité nunca a Mike, por lo tanto, no pude haber estado en contacto con aquel líquido azul causante de tantos males, e incluso yo mismo evité que el rayo golpeara a Jonh Gleen 1, ¡Oh dios!... como olvidar aquella noche del lunes 26 de octubre del 2015 y por difícil que parezca de creer, sentía un poco de nostalgia por no haber escuchado más las órdenes del lame botas oficiales de la empresa, habló de Steve, si lo se soy un masoquista del tiempo o quizás un romántico tonto, tal vez ambas cosas. En fin, tantos y tantos recuerdos que tengo clavados en mi memoria, la mayoría son buenos recuerdos, como aquel beso bajo la lluvia con Kym, un recuerdo que por lo menos para ella nunca ocurrió, pero que en mi caso llevaría clavado en el alma hasta el fin de mis días y es que es muy difícil olvidar cada uno de esos sucesos que fueron los causantes de un presente tan distópico del que ahora ya no formo parte. Me había alejado de la gran ciudad de Manhattan por propia elección y de todo lo relacionado con esa realidad donde Kym moría de cualquier forma posible en cualquier línea temporal sin importar lo que yo hiciera, hasta que por fin pude solucionarlo, aunque fuera a base de sacrificar todo lo que había construido con ella.
Esa es la razón de mi vida de ermitaño, por eso elegí tres años de paz y armonía en un bosque a las afueras de Vancouver, Canadá y es que en un mundo donde la mayoría de la gente se contenta por sentir el calor del ser amado, yo había renunciado a todo con tal de que ella viviera, pero ahora Joseph venía a poner patas arriba todo mi pequeño mundo.
Lo que si era un hecho es que Joseph (si es que en realidad se llama así) tenía mucha, demasiada información y venía a mi propio hogar a inquietarme aún más de lo que ya estaba por todo lo que viví en su momento, sobre todo ¿Con qué derecho lo hacía? Esa idea comenzaba a molestarme.
Tarde bastante en olvidar a Kym Stwart, en realidad apenas lo estaba consiguiendo, poco a poco durante estos tres largos años me hacía a la idea de que yo moriría sin volver a verla una vez más, sin que siquiera ella me hubiese conocido, sin que por lo menos me obsequiara una sola mirada. Si, lo sé, quizás te puedo engañar a ti, pero no puedo engañar a mi corazón, deseaba con todas mis fuerzas volver a ver su precioso rostro de nerd sexy, y si el destino estaba de buenas y me lo permitía, volver a estar entre sus cálidos brazos, pero claro, solo eran sueños, sueños de un pobre desahuciado y sentenciado por su destino a vivir una vida sin ella.
- Basta Jonh, no titubes, debes de ser fuerte, ten valor. – Me decía constantemente cuando la flaqueza se apoderaba de mí ser.
Yo había decidido cambiar la melodía de mi vida, pero volver a ver a Kym era una canción que ardía en deseos revivir de nuevo, con aquel chico sentado frente a mí en mi cabaña la idea se multiplicaba por dos.
De pronto Joseph y yo permanecimos callados por varios minutos. Afuera quizás estuviéramos a – 5°, el ambiente estaba totalmente en silencio en el interior, excepto por la agitada respiración del muchacho y el crujir de un delicioso y acogedor fuego con ligero olor a pino quemado ardía en mi pequeña pero efectiva chimenea. Al mismo tiempo un rico café con canela ya se preparaba en la estufa. Esta vez desde hace mucho tiempo eran dos tazas sobre la mesa. Observaba la moneda que Kym dejó caer accidentalmente aquel bendito ultimo día de hace tres años. Estaba allí, enmarcada en mi muro, protegida solo por una pequeña mica de plástico transparente, como tributo a un amor que nunca fue pero que pudo haber sido.
Actualmente era mi único vínculo con Kym, quizás la moneda solo era de 10 centavos, pero para mí tenía el valor sentimental de 100 millones de dólares.
No sabía que pensar. Una parte de mi quería ayudar al muchacho, pero otra parte no quería que se rompiera esa calma en la que he vivido estos casi espirituales tres años. Tuve que ser duro con él, tenía que regresarlo a la dura realidad aunque él estuviera diciendo la verdad.
- No sé quien seas chico, en verdad me gustaría ayudarte pero no puedo. Te lo pondré de esta manera, no preguntare como llegaste aquí ni sobre esa extraña luz, solamente ¡regresa a casa por donde viniste! Yo no soy tu padre, eso es imposible, quizás lo mejor será que te vayas a casa, no quiero tener problemas con nadie, ya no por favor.
- No digas eso te lo ruego - Dijo el muchacho al tiempo que se le quebraba su voz y se lanzaba a mis brazos.
Lo abrace y acaricie su cabeza. - Tranquilo amigo. - Le dije.
Cuando lo abrace ocurrió algo extraño, la misma sensación cuando abrace a mi padre en el parque cuando viaje al pasado, una sensación cálida y extraña, rara pero revitalizante se sentía también en el ambiente. Entonces ocurrió de nuevo, mis manos comenzaron a brillar en color azul rey mientras que el chico lo hacía en un tono más claro. Era el destino que me había alcanzado, mire hacia el techo de mi casa y suspire.
- No llores por favor. No sé cómo sabes tanto de mí y no lo quiero averiguar, pero te diré que ya no soy quien tú piensa.
El chico inmediatamente se hizo hacia atrás dando por finalizado aquel abrazo.
- ¿Quieres decir que no eres Jonh Gleen? – Pregunto extrañado.
- No me refiero a eso, a mi nombre, soy Jonh Gleen, pero hay un pequeño gran detalle. Ya no puedo viajar en el tiempo, ni tu tampoco creo que solo estas confundido. Siento que hayas viajado en vano de donde sea que hayas venido.
Aquel muchacho comenzó a toser sangre, demasiada sangre, una horrible tos de perro, un perro moribundo, temí lo peor por el chico.
- Te sientes bien amigo.
El chico levanto la vista y sonrió.
- ¿Así que no me crees?
Debo de confesar que su sonrisa tan confiada daba un poco de escalofrió. ¿Qué se traía entre manos? El chico avanzo hacia el muro donde tenía la moneda de 10 centavos que adornaba mi pared. Alargo su mano derecha y retiro el marco del clavo que la custodiaba – Uoo, uoo, uoo ¿Qué diablos haces con eso? – Pregunte para ser ignorado por el muchacho, acto seguido lo estrello en el piso partiendo en mil pedazos la mica protectora, con su mano derecha tomo la moneda de 10 centavos.
- ¿Qué dem, que te sucede?, no toques eso por favor o yo voy a
- Tranquilo, ¿es la moneda que mamá dejo caer hace 3 años cierto? quizás con esto me creerás.
Acto seguido de su mochila saco otra moneda idéntica de 10 centavos camino hacia la mesa en donde tenía las tazas de café aun vacías y deposito ambas monedas en una de las tazas.
Las monedas comenzaron a elevarse en el aire y un resplandor azul rey las envolvía, era exactamente lo mismo que ya había presenciado pero en aquella ocasión fue con mis llaves hace ya tantas lunas. Comprendí que no era que el chico tuviera una moneda parecida, ambas ¡eran la misma moneda! solo que de distintos tiempos.
Zoooom, zooom, zooom. Ese ruido que comenzó a escucharse acompañado de una danza entre ambas monedad acercándose y alejándose una y otra vez me llevo a un recuerdo que ya casi había desaparecido de mi cabeza, y como hace tres años, una especie de mini agujero negro se abrió en medio de mi mesa, era muy pequeño, apenas del tamaño de un tomate pero por supuesto muy muy peligroso, incluso sentía la presión que ejercía hacia su dirección, una pequeña pelusa que flotaba fue absorbida rápidamente por el pequeño monstruo negro, de pronto pufff. Las monedas estaban a punto de fusionarse en una sola pero segundos antes de ello, Josh a pesar de estar malherido, con la agilidad de un felino tomo la taza vacía que estaba en la mesa y atrapo la moneda justo antes de que aquel mini portal se cerrara para siempre.
- ¿Qué hiciste? – Cuestione a pesar de que ya sabía la respuesta.
- Sabes lo que hice, era necesario para que me creyeras. Toma tu moneda, la necesitaras en algún punto para repetir el ciclo.
- ¿Cómo que repetir el ciclo?
- Se lo mismo que tu, pero lo que sí es un hecho es que estas destinado a reencontrarte con mamá y a entregarle la moneda para no romper la continuidad de las cosas, es decir para que podamos llegar a este mismo punto, justo a este mismo evento ahora mismo.
- ¿Y que si no la hago?, o ¿qué pasaría si decido arrojar la moneda por el retrete o arrojarla al río? ¿Y si decido darla a un pordiosero como limosna? – Pregunte
- No lo harás, la prueba es que yo te la acabo de entregar en este instante por eso se que esto ocurrirá así, es un bucle. Mamá me la da a mí, para yo entregártela a ti y tú ahora se la entregaras a mamá e algún momento de su existencia.
Estaba harto de que el destino quisiera que yo volviera a ser su marioneta o su sirviente. Me aleje de todo para evitar que este tipo de cosas ocurrieran y ahora una vez más el destino quería escupirme en el rostro mientras se burlaba de mi, estaba harto de eso, esta vez no se lo permitiría, quería mi calma, necesitaba mis noches tranquilas, mis tardes acogedoras en el bosque canadiense.
- ¿Un bucle dices? – Pregunte retadoramente - De acuerdo, aprende esta lección Joseph, cada cambio que hagamos tiene el potencial de cambiar el futuro y romper los bucles.
- Si lo sé, créeme, estoy consciente de ello pero son difíciles de romper.
- Te equivocas, no me estas entendiendo nada. - Dije.
- ¿Qué quiere decir señor Gleen? – Pregunto preocupado el chico.
- Lo que quiero que entiendas es que cada cambio por más mínimo que hagamos tiene el potencial de cambiar absolutamente todo el futuro. Tu bucle tiene una falla y te lo demostrare. Le llamaremos "bucle imperfecto"
- ¿Qué... qué harás, de que está hablando? por favor no haga una tontería señor Jonh.
- ¿Si decido ponerle fin al bucle aquí y ahora justo en este instante que consecuencias traería? ¿Qué ocurrirá si me deshago de esta moneda ahora mismo? Yo, yo te lo diré muchacho... Kym, tu madre nunca la recibiría por lo tanto nunca te la podría dar ella a ti y a su vez yo no la tendría porque en teoría jamás la recibí. Bucle imperfecto, eso es romper el ciclo. Alterar un hecho tan pequeño como este puede desatar consecuencias catastróficas.
Comencé a avanzar hacia el baño con la moneda en mi mano, Joseph abrió los ojos tanto como pudo.
- No señor Jonh, por favor no lo haga.
Lo escuche pero no me importo, no quería que todo se repitiera, no quería volver a empezar, además ya no tenía mi habilidad quería mi paz y mi tranquilidad. Joseph prácticamente se me había colgado de la pierna implorándome que lo recapacitara. Sentí lastima por el chico pero esta vez yo no sería el conejillo de indias del destino
- Llegue a la taza del escusado, estire la mano hacia el centro de esta, dispuesto a soltarla sin ningún titubeo y a jalar la palanca.
- ¡No por favor, no lo hagaaa, se lo suplico! -
- Joseph, te demostrare que tan monumentales pueden ser las leyes de la física cuando se rompen. - Dije al tiempo que soltaba la moneda.
Me disponía a jalar la palanca pero justo medio segundo antes de hacerlo Joseph comenzó a sacar de su mochila una hoja de papel y un cilindro metálico
- Maestro del Tempo. - Dijo Joseph mientras comenzaba a toser sangre nuevamente, esta vez de forma más abundante.
Detuve mi mano por inercia al escucharlo llamarme así, hacía tres años que no oía ese sobre nombre, oh dios, cuantas noches escuche a Kym llamándome así en mis sueños. Ella me lo había puesto. Cerré mis ojos, presione mis puños – Maldita sea – Dije al percatarme de que no podía hacerlo, no podía simplemente deshacerme de algo que pertenecía a Kym.
- Es así como te nombro ella, Maestro del Tiempo ¿cierto? y también tengo un mensaje, un mensaje del futuro para ti, ella me pidió que te dijera que ¡te ama!
Las lagrimas inundaron mis ojos, era algo que creí ya había superado.
- Maldición muchacho ¿qué quieres de mi, mejor dicho qué esperas de mi? Ya había terminado con todo esto. - Dije mientras sentía como toda la sangre me fluía a la cabeza, estaba furioso con el destino y con el chico. ¿Por qué no me dejaban en paz ambos?
- Entiende Jospeh ya ni siquiera puedo viajar en el tiempo, hace tiempo que decidí renunciar a todo, no te puedo ayudar.
- Le propongo algo señor Jonh, lea esta nota que mi madre me dio para usted y mire el cilindro, si después de eso sigue dudando de mí, yo, yo... simplemente me marchare.
Era un trato justo, no le respondí aunque inmediatamente desdoble la hoja, quería saber qué era eso que Kym me había enviado del futuro y sobre todo ¿cómo sabia que todo esto ocurriría así? ¡Era mi letra!
Leí la nota en voz alta, quería que el chico escuchara, incluso era capaz de mentirle con tal de que se largara, pero al leer todo mi plan se vino abajo, la nota decía:
Vancouver Canadá 16 de Noviembre de 2017. - ¡Ese día es hoy! – Dije, al tiempo que Joseph afirmaba con la cabeza. Pero había algo más en la carta - Mount Seymour # 23, afueras de Vancouver.
"Cuando te quites un poco de ese peso de aquello que te lastima tanto verás como terminas por aceptar tu propio destino y de demostrarte quien realmente puedes llegar a ser"
Atte: Jonh Gleen "El Maestro del Tiempo".
La nota terminaba con una firma, ¡mi firma! y el sobre-nombre que creí que nunca volvería a escuchar.
De inmediato tome el cilindro, que Joseph me había entregado, necesitaba saber más, el artefacto era hueco por dentro y en su interior había algo, vacíe sobre mi mano el contenido. ¡Era una memoria USB!
Por la cara que puso, Joseph pareció impresionarse igual que yo.
- Acompáñeme, por acá tengo una computadora. - Le dije.
Mientras conectaba la memoria USB al puerto me percate de que el chico realmente estaba grave. Poco a poco y cada tanto iba palideciendo más y más, también comenzaba a sudar copiosamente, esto sin contar las gotas de sangre que iba dejando por toda la casa, su respiración era cada vez más entrecortada.
- ¿Te sientes bien? - Pregunté
- No se preocupe Jonh, solo déjeme ver el contenido de esa memoria. - Pidió mientras tocia un poco de sangre.
Con gran sorpresa descubrí que la memoria, tenía un archivo de vídeo. Inmediatamente le reproduje. Mi corazón y mis nervios no estaban preparados para lo que estaba a punto de mirar. Las lágrimas salieron sin previo aviso, mire a Joseph, quien compartía el mismo sentimiento que yo, también comenzó a llorar.
¡Eraun mensaje, era un video del futuro de parte de Kym! ...
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¿Que les va pareciendo este nuevo libro? El destino está aferrado a Jonh Gleen, quizás esta vez sí pueda quedarse con Kym ¿Que opinan, le damos una oportunidad o dejamos que el destino sea quien decida?
Les dire algo, ya me emocione con esta historia, hay mucho material todavía en mi cabeza, les había dicho que este seria el ultimo capitulo pero ok, les dare un bono extra solo por que este libro ya está en la posición 148 con tan solo 4 capitulos...
Próxima semana nuevo capítulo titulado ¿EL MENSAJE DE KYM?
Si te gusta el libro no dejes de recomendarme, compartir y regalarme una estrellita
Al mismo tiempo el libro "Tu Mi Obsesion" esta llegando a las 500 lecturas y 100 votos, gracias y no dejen de darle una oportunidad también.
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Nos seguimos leyendo.