Gary Holt despertó al sentir frío. Frunciendo el ceño, se dió vuelta en la cama, y la encontró vacía. No sabía por qué, pero tenía la sensación de haber dormido con alguien la noche anterior
Sin embargo, no pudo recordar quién era. Al parecer, había tomado bastante, porque casi de inmediato le comenzó a doler la cabeza y una sed atroz lo atacó. Miró la hora en su reloj, y vio que eran las doce. Decidió que lo mejor era levantarse, así se podría ir a hidratar, y tal vez nadar un rato en la piscina. Pero antes, entró a su baño para darse una ducha rápida.
Por mientras, Dave Lombardo estaba sentado en la cocina, en uno de los taburetes, bebiéndose un café, para poder empezar el día como correspondía. Además, aún recordaba con pesar la noche anterior, y quizás aquél líquido le recompondría el ánimo.
No es que hubiera sido la peor noche de su vida, claro que no. Había besado al chico que le gustaba, eso era algo bueno. Lo malo es que no lo recordaría, porque Dave se había encargado de que bebiera lo suficiente para lograr aquello. Y realmente se sentía estúpido por eso.
Pero no había otra manera. No cabía en su cabeza que pudiera existir otra forma que no fuera con alcohol (o drogas) de por medio. Y eso lo ponía triste.
Su semblante pensativo y triste mutó rápidamente al ver a Gary parado frente a él. Se enderezó y le regaló una cálida sonrisa. Gary, por su parte, se la devolvió, sin pasar por alto el cambio de ánimo del cubano, pero decidió dejarlo estar.
—Gary —amplió aun más su sonrisa, al pronunciar el nombre de quien amaba. —Buenos días.
—Buenas tardes, querrás decir —le corrigió Holt.
—¿En serio? ¿Qué hora es?
—Deben ser las doce y tanto.
—Dios mío —dijo ésta vez en español. —¿Tan rápido pasa la hora? Si me desperté como a las nueve.
—¿Estuviste nadando? —preguntó Gary al ver que tenía el cabello mojado.
—Oh, sí —sonrió tocándose el pelo. —Espero que no te haya molestado —se disculpó nervioso.
—Para nada, Dave. Sabes que mientras estés en mi casa, todo lo que es mío, es también tuyo.
—Y... ¿te gustó el regalo que te di ayer? —preguntó Lombardo, luego de un silencio.
—¿Qué regalo? —preguntó Gary extrañado.
—El que te puse anoche.
Gary puso una expresión aún más confundida.
—En tu cuello, tonto —rió el cubano.
Holt se metió la mano dentro de la polera, y sacó hacia afuera el colmillo que había recibido como presente.
—Oh, cierto. Ahora me acuerdo —dijo riéndose. Caminó hasta el fregadero y se sirvió un vaso con agua, el cual se bebió en tres sorbos. —Pero luego de eso, no puedo recordar qué pasó, ¿sabes?
—Yo, hm, tampoco me acuerdo mucho —soltó una risa nerviosa, algo falsa, que fue percibida por Gary, pero no dijo nada. —Sin embargo, tengo la sensación de que estabas muy cansado, así que te ayudé a acostarte y me fui de tu habitación.
Holt mantenía el entrecejo fruncido; sabía que Dave mentía porque en realidad sí que recordaba la noche anterior, pero se limitó a asentir. Quizás las cosas estaban mejor así.
Gary se quitó la polera ante la mirada atenta de Dave, quien aprovechaba cada segundo para contemplar al ser más perfecto que había conocido. Y, aunque el castaño notaba la intensa mirada del latino sobre él, hizo caso omiso.
—Bien, voy a nadar —anunció. Por toda respuesta, Dave asintió.
Gary salió al patio, donde el sol ya quemaba la acera. Presuroso, corrió a la orilla de la piscina, en donde metió un pie para probar qué tan fría estaba el agua, y descubrió, para su sorpresa, que estaba bastante agradable.
Entró de nuevo a la cocina, para buscar a Dave.
—Oye, ¿por qué no vienes a nadar conmigo un ra...? —se interrumpió al no verlo por ninguna parte. Seguramente había subido al segundo piso, pero no dejaba de pensar en lo extraño que estaba su comportamiento. Ya tendría ocasión más tarde de averiguar qué le pasaba.
Luego de nadar unos quince o veinte minutos, decidió que ya era hora de despertar a los demás, porque de otra forma, no se moverían.
Se secó un poco al sol, y subió a la planta alta, en donde partió por la pieza de Hetfield y Mustaine.
Sonrió al ver a Dave en la cama, y a Janes en el suelo junto a ésta, ambos durmiendo con la boca semi abierta.
—¡Chicos! —gritó asustándolos a ambos, que despertaron de golpe, y ésto provocó que James se pegara rn la frente con la mesita de noche.
—¡Holt! —gritó enojado. —¡Qué demonios! —dijo sobándose.
—Ya es casi la una, así que levántense, par de flojos —dijo saliendo de la habitación.
La siguiente habitación a la que entró, fue en la que, se suponía, estaba Lars, pero se arrepintió de haber entrado una vez que ya lo había hecho.
No se había equivocado: Lars dormía plácidamente sin polera en la cama. Pero no estaba solo. Junto a él, pudo reconocer perfectamente la hermosa espalda morena y bronceada de Kirk, quien también dormía.
No fue capaz de despertarlos, por lo que se retiró en silencio, y cerró la puerta tras de sí.
Tragó saliva con fuerza para hacer que bajara ese horrendo nudo que lo asfixiaba. Luego tomó aire exhalándolo lentamente, y se dirigió a la última pieza que faltaba.
Como lo suponía, tanto Jason como Tom y Kerry, seguían dormidos. Con su mejor sonrisa se agachó junto a la cama del bajista castaño, y le habló.
—Jase —dijo suave. —Hey amigo, despierta —dijo moviéndolo lo más sutil que pudo.
—Hm —respondió apenas, removiéndose en la cama. —¿Qué pasa? —preguntó sin llegar a abrir completamente los ojos.
—Es tarde, y se deben levantar —explicó. —Además, necesito que me hagas un favor.
Jason se incorporó con somnolencia, y le prestó atención.
—Necesito que vayas a despertar a Kirk y a Lars, para que yo vaya a preparar el desayuno, ¿si?
Jason asintió, y se levantó de la cama, sin ponerse la polera, pero antes de salir de la habitación, fue detenido por Holt.
—Necesito también que durante el día hables con Dave...
—¿Mustaine? —preguntó Jason casi horrorizado.
—...Lombardo —terminó de decir Gary. —Y que intentes averiguar qué es lo que le pasa. Está extraño hoy. Pero no le digas que yo te envié.
Jason le dijo que lo haría y, mientras Gary terminaba de despertar a Tom y a Kerry, se dirigió a la pieza de Lars.
Estaba a punto de girar la perilla, cuando unas manos lo abrazaron por detrás, acariciando su abdomen. Suspiró al sentir como sus labios se posaron en su cuello, y lo besaron allí. En ese punto que tanto le fascinaba. Dio un respingo cuando sintió cómo pellizcó una de sus tetillas.
—Hm —habló James en su cuello. —Adoro tu olor y lo suave que es tu piel —sin previo aviso, agarró el elástico de los shorts de Jason, y miró dentro para luego soltarlo. —Y también me encanta lo rápido que te pones con sólo sentirme cerca —dicho ésto, le dio una nalgada, y bajó las escaleras.
—Sí, buenos días para tí también, Hetfield —dijo ruborizado, tratando de controlar su respiración.
En el mismo instante en que ocurría toda esa escena erótica entre Jason y James, e incluso un poco más antes, Lars comenzó a despertarse.
Poco a poco, volvió en sí, y al hacerlo, descubrió que junto a él reposaba apacible el chico del que gustaba. Una sonrisa apareció en su rostro al poder apreciar mejor lo hermoso que era Kirk.
Retiró uno de sus cuantos rizos oscuros de su rostro, para poder observarlo mejor. Al sentir la mano de Lars acariciando su rostro y su espalda desnuda con ternura, Kirk despertó. Miró al danés, y le dio un pequeño beso en la boca. Luego apoyó su cabeza en su pecho, cerrando sus ojos para poder seguir disfrutando de aquello.
—Buenos días —susurró Lars acariciando su cabellera.
—Buenos días —respondió meloso el filipino, con una sonrisa.
Estuvieron unos segundos contemplándose el uno al otro, cuando Ulrich decidió interrumpir ese momento.
—¿Qué tal si bajamos a ver lo que los chicos hacen? —inmediatamente recibió una respuesta de afirmación por parte del moreno. —Bien.
Y así lo hicieron. Se vistieron con calma y se dirigieron al comedor donde esperaban encontrarlos, sin embargo, en aquel lugar de la casa no había nadie. En la cara de Lars surgió una mueca de confusión, al tiempo que comenzaba a preguntarse en dónde demonios se encontraban los otros. Pero la respuesta fue evidente al escuchar música proveniente del patio. Sonaban low Misfits a todo volumen.
—Estoy casi seguro de que James puso la música —fue lo primero que dijo cuando llegó al borde de la piscina.
—¿Por qué mejor no te vienes a tirar un chapuzón, enano? El agua está jodidamente buena —le respondió el aludido, mientras le tiraba agua a Kerry y a Tom, quienes intentaban hundirlo hace ya varios minutos.
El danés sin pensarlo dos veces, se quitó la playera, y se arrojó a la piscina, justo a un lado del cubano, provocando que tragara agua.
🔽🔽🔽🔽🔽
Luego de almuerzo, y durante la tarde, Jason pudo comprobar que Lombardo se estaba comportando de manera extraña. Más bien parecía triste, como si lo hubieran botado (terminado). Decidió hablar con él, cuando todos estaban en la piscina, y él estaba caminando por el pasto con cara de meditación y ensimismamiento.
—Eh, Dave —dijo acercándosele con una sonrisa.
—Jase —dijo sonriéndole de vuelta, casi como una acción de reflejo.
—¿Qué hay? ¿Qué cuentas amigo?
—No sé, la verdad —suspiró. —Supongo que nada relevante.
—¿Seguro? —inquirió Jason. —Te noto algo raro, Dave. Puedes contármelo, si quieres.
—No te preocupes, Jase. En serio. No es como si valiera la pena aburrirte o abrumarte con mis estúpidos problemas —le sonrió, pero detrás de esa sonrisa, Jason descubrió su tristeza.
—No digas estupideces, Lombardo —lo cortó. —Cada cosa que te ocurre es importante. Y todo menos estúpido.
—Es que Jason, no creo que sea buena idea...
—Mira —dijo tomando aire, dispuesto a no rendirse. —Sé que te conozco hace apenas unos días, pero me gusta ayudar, ¿bien? Y me caes bien, y quizás no le pueda buscar una solución a lo que tanto te atormenta pero, ¿sabes?, a veces sólo necesitamos a alguien que nos escuche, y que nos haga saber que está ahí para nosotros.
Lombardo esbozó una sonrisa, pero ésta vez real.
—Gracias, Jase. Creo que me siento mejor. Pero si quieres que te cuente la historia, entonces deberíamos sentarnos, porque es larga —rió.
James, quien los estaba observando hace varios minutos, al sentir cómo era comido por los celos, se apresuró en interrumpir en cuanto vió cómo se abrazaban.
—¿Qué crees que haces? —encaró a Dave, luego de separarlos bruscamente. —¿Eh?
—Nada, James —contestó Jason. —Sólo estábamos...
—No hables, Newsted —le interrumpió por sobre su hombro, sin mirarlo siquiera.
—Bien, nos estábamos abrazando, James —respondió Dave sonriendo. —¿Por qué?
—Parecía más que eso —sonrió Hetfield con ironía. —¿Te gusta Jason? ¿hm?
Dave soltó una buena carcajada.
—¿Y de qué mierda te ríes? —preguntó el rubio enojado.
Lombardo no paraba de reír, y Newsted estaba rojo, sin entender el por qué de su risa. Nunca era bueno reírse cuando James estaba malhumorado.
—Joder... —decía intentando calmar su risa.
—¿Qué te pasa? ¿Es eso? Es que te gusta Jason, ¿no?
—James... —intentó decir Dave.
—En serio, Dave. Será mejor que me digas si sientes algo por él.
—James...
—Lo que sea. Lo voy a aceptar, pero tienes que entender que nuestra amistad se acaba aquí porque...
—¡James! —exclamó el cubano, pasándose las manos por la cara. —Me gusta Gary, ¿bien?
Tanto James como Jason se quedaron atónitos y en completo silencio.
—Yo... —Dave suspiró. —Sólo, no le digan. Por favor.
—Mierda, viejo. Lo siento —se disculpó el del bigote, bastante apenado. —Tranquilo, no le diremos nada.
Jason asintió, dándole la razón. Luego miró mal a James. Ya hablarían más tarde sobre sus estúpidos celos.
Mientras tanto, Lars conversaba con Kirk en la piscina. Estaban en una de las esquinas, y Lars tenía prácticamente acorralado al moreno en un rincón. Cualquiera que los mirara de cerca, se daría cuenta del rubor que adornaba las mejillas del pelinegro. Y, claro, Gary sí que lo había notado, razón por la cual le dijo a Mustaine, Araya y King que lo siguieran.
Se comenzaron a tirar chapuzones muy cerca de ellos, para que tragaran agua. Lars trataba de defender a Kirk, sin éxito, y por eso mismo, cuando ya se habían tirado una decena de veces, Gary "rescató" a Hammett, sacándolo por los brazos hacia arriba, mientras los demás seguían molestando a Lars.
—Gracias por, hm salvarme. Creo —medio rió el moreno, rascándose la nuca.
—No te preocupes Kirk —le guiñó el ojo. —Cuando quieras.
Hubo un momento de silencio incómodo, en el que ninguno de los dos supo qué decir.
—¿Y bien? —preguntó Gary. —¿Cómo te la estás pasando aquí?
—Excelente, Gary. En serio, gracias por invitarme. Me encanta tu casa...
—Me alegro —lo cortó un poco brusco. —Es decir, qué bien que estés a gusto —se apresuró a corregirse, poniéndose cada vez más nervioso. —Hm, ¿quieres un vaso de whiskey?
—Bueno —le sonrió Kirk. —No veo por qué no.
Ambos entraron a la cocina, siendo vistos por Lars y Dave Lombardo. Gary decidió que haría como Lars: iría lento y tomándose su tiempo, para no asustar ni perturbar a Kirk.
Le sirvió el vaso con el líquido alcoholizado, y volvieron al patio. Gary se disculpó con el moreno, quien se fue a dormir, y se sentó en una toalla en el pasto junto a Lars. Después de conversar animadamente, se habían dispuesto para dormir un rato bajo el agradable sol, cuando se les acercó Tom y Kerry.
—Oigan chicos —les habló Araya con amabilidad.
—Muévanse del sol, idiotas. Se van a calcinar vivos, y en la noche las sábanas se les van a pegar a las heridas abiertas, y gritarán como perras, porque eso sí que duele como la mierda —explicó Kerry lo más pedagógicamente que pudo.
—Lo que Kerry quiso decir —habló Tom. —Es que se van a insolar si no se echan bloqueador solar aunque sea.
—Estamos bien —dijo Gary. —Será sólo un rato.
—Bien, como quieran. Vamonos, Tom —casi le ordenó Kerry.
—Recuerden que se los digo por experiencia propia, chicos. En Chile, cuando me quedaba dormido, mis amigos me dibujaban penes con bloqueador en la espalda, y dejaban que me insolara.
—Sí, como sea. Será apenas un momento —dijo Gary.
Dos horas más tarde, ya sólo se encontraban cuatro de las nueve personas en el patio. Unos eran los dos individuos que aún dormían bajo el sol, y los otros dos eran nada más y nada menos que Jason y James, que se encontraban en la terraza conversando de sus vidas, mientras ligaban descaradamente.
—Vamos, Jase —decía Hetfield acariciándole la mejilla al ruliento. —Duerme conmigo ésta noche.
—No lo sé, James —el rojo bañaba sus mejillas. —No estoy listo para... —un beso por parte del rubio lo silenció.
—No vamos a hacer nada que tú no quieras, ¿bien? Así que tranquilo —le dijo sonriendo.
Jason le devolvió la sonrisa, y se estaba acercando al ojiazul para besarlo, cuando sus ojos se concentraron en un punto en el patio, más allá de donde estaban ellos.
—Dios... —dijo deteniéndose.
—¿Qué? —preguntó James frustrado. Se volteó para ver qué o quién había interrumpido su momento, hasta que su vista se encontró con un Lars y un Gary que parecían jaibas de lo rojos que estaban. —Oh, mierda —dijo comenzando a reírse.
Jason se encargó de ir a despertarlos, mientras James entraba a la casa a buscar a los demás para que lo ayudaran a entrar al par de imprudentes. Ambos se habían quedado dormidos boca abajo, así que su espalda fue la que más sufrió.
El resto de la tarde, se la pasaron entre llantos y quejidos de ambos, y risas y burlas por parte de sus amigos. Sin contar los "se los dije" de Tom, y el baño con jugo de tomates que se tuvieron que dar.
🍃🍃🍃🍃🍃🍃🍃🍃
wena jjj <3 perdón por la tardanza.
espero que les haya gustado, ya quedan como dos días para que sea el cumpleaños de Geri (al fin), y ahí van a pasar hartas cosas interesantes. también necesito que averigüen qué es la escondida china ((si es que no lo saben)), porque tienen que saberlo para el próximo capítulo:$
ah, & también quería aprovechar de agradecer los 1.5k, y los más de 300 votosss, juro que los amo):
gracias por leer, votar y comentar <3 mnkntan por su paciencia
cjau.