PROHIBIDO tener citas

By ValeGarbo

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Abigail está cansada de que cada semana haya una nueva chica llorando porque Axel Cruz le rompió el corazón... More

Nerd: 1, Rompecorazones: 0
La visita de Gina
El tipo de chico que me conviene
Adicción a la adrenalina
La semana perfecta
Las mejores amigas
La nerd que se enamora del chico malo
Pie de limón
La familia perfecta
Punto para el rompecorazones
Tirar un dado
La periodista
Prólogo de peligro
Una amiga
Temeraria
Megan Fox en bolas
El pre-reportaje
La chica de ojos violeta
Juego de preguntas
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Feria de libros
Predecible
Algunas mujeres nunca crecen
Internet en el infierno
Beneficio de la duda
Una gota de honestidad
Charla nerd
Una flyer
Clases de feminismo
Ascender a cretino
Negación constante
El cuadro de honor
Modo Abogado
¿Suena convincente?
Epílogo

Ambigüedad

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By ValeGarbo

(Por: Abi)


Quería meter a Axel dentro de mi casa, y cerrarle la puerta en las narices a Fátima, pero estaba segura que ella encontraría la forma de convertirlo en un titular vergonzoso.

Dejamos que ella y la chica que la acompañaba se acercaran.

—Esto parece...una reconciliación —murmuró Fátima paseando la vista entre nosotros.

Su mirada aterrizó en el táper que Axel todavía tenía en sus manos y sus ojos se abrieron con sorpresa.

—¿O el festejo de un asesinato? —Sugirió la chica junto a ella.

Aunque la belleza de Fátima era deslumbrante, casi palidecía al lado de su acompañante. Hay mujeres capaces de hacer que tu autoestima caiga en picada solo con existir, y esta era una de ellas. ¡Llevaba un uniforme de colegio y se veía bien!

Axel soltó un pequeño gruñido.

—No estoy de humor para ninguna clase de entrevista.

—¿No es un poco exagerado hacer guardia frente a mi casa? —Le pregunté a Fátima.

—No lo hacía —se defendió ella—, Gigi iba a ver a Axel otra vez y simplemente lo siguió hasta aquí, yo me uní en el camino porque estaba cerca.

Empecé a entender la presencia de la nueva chica y su abrasadora belleza.

—¿Ella fue tu carnada para Axel? —Deduje. No pude evitar echarme a reír ante la cara que pusieron los tres.

Axel parecía ofendido, mientras Fátima enrojecía ligeramente. Gigi se encogió de hombros y se unió a mi carcajada.

—En su defensa, es un pez difícil de atrapar —le lanzó una mirada que no dejaba lugar a dudas sobre lo que haría con él si lo atrapaba.

Hola, alerta de virgen incómoda aquí.

Axel hizo la cosa más tonta que hacer en ese momento: la miró, me miró y luego miró al suelo con una mirada resignada.

—Oh, vamos, no me puedes negar que aquí hay algo —dijo Fátima con exasperación.

—Mira cómo lo niego —contesté con terquedad.

Gigi solo siguió riendo ante la mirada frustrada de Fátima.

—Nunca te había visto ser detenida de esa forma —parecía encantada con la situación—. De hecho, nos han detenido a las dos en simultáneo.

—¿De qué hablas? —Fátima la miró como si se hubiera vuelto loca.

—Creo que son el uno para el otro —declaro Gigi como si fuera obvio—. Eres una persona brillante, y mis seguidores en instagram me dejan en claro que belleza no es algo que me falte. Ellos todavía han logrado ser inmunes a nosotras combinadas, así que asumo mi derrota y los valoro como un buen equipo.

Le tomó como quince segundos procesarlo y poco a poco su expresión fue cayendo.

—Necesito sentarme.

Y entonces ella, literalmente, se sentó en medio de la calle. Gigi suspiró dramáticamente y también se dejó caer. Sus largas y esbeltas piernas contrastaban con las regordetas de Fátima.

—Ustedes van a arruinar mi historial periodístico —dijo desde el suelo—. Aunque siempre supe que no podría superar a Megara, al menos quería estar a su altura.

Gigi soltó un bufido y le dio algunas palmadas en la espalda.

—Megara también tuvo contratiempos. Y además, te odia muchísima menos gente que a ella.

—¿Megara? ¿La antigua directora de tu diario? —Preguntó Axel—. Pensé que era una leyenda en Delossi.

—Megara es una persona que consigue lo que quiere, y no tiene miedo de hacer las cosas necesarias para ello —dijo Gigi—. Ese tipo de personas consiguen enemigos. A veces por envidia, a veces porque ella no midió los límites. De hecho, yo no estaba el año pasado en el diario porque le tenía miedo.

—Debe ser muy duro tener tanta gente que te odia —dijo Axel.

Le di una mirada de reproche: la expresión en su cara se asemejaba muchísimo a la compasión. Si íbamos a sucumbir a la presión mediática, no iba a ser culpa mía. Aunque quizás exageraba un poco.

—Lo es —dijo Fátima con una sonrisa cansada—, pero todo buen periodista hace una lista de enemigos. ¿No viste lo que publicaron el año pasado?

Me bastó una mirada a la cara intrigada de Axel para saber que tampoco sabía de qué hablaban.

—Hicieron todo un Facebook en su contra —explicó Fátima—. Hizo molestar a una chica popular de la escuela y nos puso en una pequeña guerra civil. Megara solo ganó porque Dalia lo hizo todo sin planear. Eso fue un error. Los periodistas hacemos molestar a mucha gente, y reunir a nuestros enemigos no requiere gran esfuerzo, simplemente que ganamos esa batalla y Dalia no continuó porque el novio de Megara es su hermano. En el fondo, creo que paró por él, le quiere muchísimo. No podríamos haber ganado una guerra.

—Eso no puedes saberlo —intentó animarla Gigi.

—Sobrevivimos a un ataque frontal en internet, y ahora todo se va a ir al diablo por un rumor de una escuela que ni siquiera es la nuestra.

—Creo que estás siendo un poco melodramática —observó Gigi con calma.

—Ella tiene razón —intervine—. Eso es ridículo. ¿Por qué tendría que ser tan importante? El noventa por ciento de las parejas terminan después de la escuela, la gente cambia demasiado, o se van lejos. No seremos más que un recuerdo borroso en un par de meses.

—Es por la típica historia del playboy que deja de serlo al encontrar el amor. Sucedió en nuestra escuela y fueron un hit. Todas quieren creer que es real, y tú muestras una oportunidad bastante decente.

—Y siempre es adorable cuando un chico tiene novia y me mira a la cara para hablarme. Me hace sentir que hay esperanza de buenos hombres en este mundo —añadió Gigi.

—No somos novios —exclamé indignada. La parte mala de esto fue que Axel dijo exactamente lo mismo, al mismo tiempo que yo.

Fátima y Gigi soltaron una risita.

—No estás ayudando —le gruñí.

—¿Oops?

—¿Así que no crees en el amor después de la secundaria? —preguntó Fátima, todavía con la mirada puesta en Axel.

Me encogí de hombros y tomé asiento junto a ellas. Felizmente solo llevaba un buzo viejo para andar por mi casa.

—Puede existir, claro, pero son cosas rarísimas. ¿Cuántos matrimonios conocen de gente que haya estado junta desde el colegio?

—Ya sé, ya sé. Pero tengo que tener algo en la sección de espectáculos —le echó una mirada al taper ensangrentado—, y debo decir que ustedes ofrecen uno de los mejores que he visto.

—¿Así que ahora estamos en terapia grupal? —Dijo Axel tomando asiendo y dejando el taper frente a él.

El ojo rodó ligeramente hacia un lado y Gigi apartó la mirada.

—No debí publicarlos la primera vez, ese es el problema. Podría simplemente ignorarlos, pero dejé que se publicara el pre-reportaje, y eso significa que tengo que publicar un reportaje.

—Todos creímos que iba a ser bastante simple —rebatió Gigi.

—Publica la verdad —sugerí— Axel y Abi son amigos, simplemente amigos y nada más que amigos.

Fátima le echó un vistazo al ojo.

—Explica eso —exigió—, y el abrazo.

Me encogí de hombros.

—Nos pidieron un ojo de vaca en una clase, y estamos en el mismo grupo, que conste que los grupos los eligió la profesora. Nos estuvimos rompiendo la cabeza por dónde diablos conseguirlo, y de repente aparece Axel en mi casa con la solución. Fue un impulso.

Puse mi mejor cara de póquer, pero no sirvió de nada: Fátima miraba a Axel. Afortunadamente, tantos años siendo un mentiroso incorregible rindieron sus frutos.

De hecho, fue lo mejor que pudo pasar, así ninguna de ellas se percataba de mi expresión al notar un pequeño defecto en mi historia: Axel y yo habíamos hablado al menos cinco minutos antes de que lo abrazara, así que no se podía llamar a eso un "impulso".

—¿Dónde lo conseguiste?

—Los ojos de vaca se consiguen en los camales —aclaró Axel—. Basta con ir al mercado y pedirle a un vendedor de carne que traiga uno para el día siguiente. Hice algunos pequeños cursos de preparación para la universidad, y ya nos habían pedido uno antes.

Gigi alzó las cejas, y su boca se abrió lentamente en sorpresa.

—¿Un ojo de vaca? —Repitió—. Solo se me ocurre un curso de preparación que solicite un bisturí y un ojo de vaca...¿piensas estudiar medicina?

—¿Cómo sabes eso?

Gigi se encogió de hombros.

—Mi mamá dicta cursos de verano en las pre-universitarias. Ojos de vaca para disecciones y patas de cerdo para practicar suturas son una constante en mi refrigeradora.

—Así que piensas ser un médico —dijo Fátima—. Y tomas cursos de preparación, lo que me lleva a pensar que realmente te interesa. Eso es nuevo.

Axel se encogió de hombros.

—Trato de alcanzar el éxito en todo lo que me propongo.

Rodé los ojos.

—No le hagas caso, es su frase favorita.

—¿Así que ustedes también irán juntos a la facultad de medicina? —Preguntó Fátima con una sonrisa taimada.

—Nah, yo quiero ser abogada, la sangre y el salvar vidas, no van conmigo.

La sonrisa de Fátima cayó.

—Listo, me rindo. Que pase lo que tenga que pasar, para cuando logre encontrar algo comprometedor, la gente ya nos habrá sepultado.

Gigi soltó un bufido.

—El diario tampoco es lo más importante del mundo. Tenemos exámenes finales, y lamentablemente, en este sistema son los que van a decidir el futuro.

—Ya sé —respondió Fátima, aunque dejó caer la cabeza entre sus manos.

—¿No podrían fingir salir durante unas semanas para ayudarnos? —Dijo Gigi en tono bromista, al tiempo que le dirigía una mirada preocupada a Fátima.

—No.

Axel, en serio tienes que dejar de decir lo mismo que yo al mismo tiempo que yo.

—Vámonos, o voy a cometer un asesinato doble —murmuró Fátima.

—Podría tener una solución a tu drama.

Gigi y Fátima se detuvieron, intercambiaron una mirada y volvieron a sentarse.

—Te escucho.

—Ya te lo he dicho, el colegio terminará y la gente se olvidará de nosotros. Sucede todo el tiempo. Lo que necesitas es hacer que la gente crea lo que quiere creer.

—¿Lo puedes explicar en español? —Sugirió Axel.

—Tu titular podría ser: "Abi y Axel todavía son amigos...por ahora". La gente asumirá que estamos en algo, que va a suceder pronto, o lo que sea, y eso calmará su ansiedad hasta que el colegio termine.

—No es una mala idea —murmuró Gigi.

—¿Y qué se supone que vamos a decir? —Replicó Fátima, todavía escéptica.

—Creo que Axel es un idiota, pero tiene algunos puntos a favor de ser un buen amigo. Podrías centrarte en que realmente nos entendemos bien, y dar la impresión de que estás segura de que algo pasará, pero que soy una amargada y probablemente no pase hasta que se acabe el año.

—¿Vas a aceptar que eres una amargada? —Preguntó Axel con una sonrisa burlona.

—Y si se cumple, ya no sería nuestro problema. No es culpa nuestra que estén llevando las cosas lento —comprendió Gigi—. La verdad es que sí podría funcionar.

—Jugar con la ambigüedad —murmuró Fátima—, y hacer un trato por un reportaje casi casi fraudulento. Parece que sí voy a superar a Megara en algo, ¿huh?

—Fátima, eres la mejor, deja de traerte a ti misma abajo. Si tienes miedo, le preguntaré personalmente a Megara Muttini si alguna vez inventó un reportaje. Seguro que sí, estuvo años en el diario.

—Seguro que no.

—Seguro que sí.

Mientras seguían discutiendo, Axel me dio una mirada curiosa.

—¿Cuánto te ha tomado salir con ese plan?

—Un día o dos.

—Nada mal, Lester. Vas a ser una abogada de temer.

—Puedes llamarme cuando mates a tu primer paciente. Me aseguraré que no te den cadena perpetua.

—Creo que me quedaré con mi papá.

Iba a responder, pero Fátima y Gigi decidieron que esperarían a la llamada a su ex-directora para saber quién ganaba.

—Trato hecho —dijo Fátima sacando una libreta de su mochila—. ¿Por dónde empezamos?

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