EL GUARDAESPALDAS (segunda p...

Von miapetersw

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Mia está destrozada. John trata de sobrevivir. Miles de quilómetros les separan mientras la llama de su amor... Mehr

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Von miapetersw


Karen cubre mi cuerpo con una toalla. Inmediatamente después, el chico que me ha rescatado me coje en brazos. En un primer momento me hace sentir algo incómoda. En realidad estoy en  brazos de alguien a quién no conozco, y voy vestida con un escueto traje de baño...  Podría reposar mí cabeza sobre su hombro pero, a pesar de que estoy exhausta, la mantengo erguida. Sin embargo, él trata de tranquilizarme repitiendo una y otra vez: " todo saldrá bien".

Al llegar a mí casa, y ya tendida sobre mí cama, Karen me cubre con una manta. He comenzado a temblar. Parece que soy incapaz de regular la temperatura de mí cuerpo por mi misma. El chico permanece de pie junto a mí cama, con la ropa tan empapada, que esta empezando a mojar la moqueta. A pesar de ello no se aparta de mi lado.

- Debemos mantenerla bajo observación. Tras haberla sometido a maniobras de reanimación, y después de haber sufrido una leve hipoxia, puede presentar complicaciones hasta varios días después del incidente- asegura el chico.

-¿En serio? ¡No dejes que le pase nada a mí pobre niña!- le suplica Karen.

-Tan sólo hay que vigilar que no sufra disnea, cianosis o taquipnea,  tales cosas podrían provocar su muerte- añade.

El chico, con sus comentarios, consigue que Karen se asuste bastante y, finalmente, se echa a llorar desconsoladamente.

-¿Acaso eres médico?- le cuestiono a modo de protesta por haber provocado que Karen se disguste de esa manera.

-Cursé la carrera de medicina, aunque al terminar decidí que no era a lo que me quería dedicar- asegura el chico.

-¿Y además de título tienes nombre?- le pregunto indignada.

-Me llamo Levi, Levi Barnes- me responde.

-Pues estoy bien, Levi Barnes, así que deja de utilizar todas esas palabrejas médicas. Con ellas  sólo consigues que Karen se preocupe más de la cuenta- protesto de nuevo.

La verdad es que ahora mismo ya me encuentro mucho mejor. Y aunque no recuerdo el momento exacto en el que perdí el conocimiento, Levi me asegura que apenas he pasado unos instantes sumergida bajo el agua. Afortunadamente, él y mí padre acababan de salir al jardín cuando sucedió todo.

Cuando ya he recuperado un color saludable, y Karen me ha traído ropa seca, Levi rebela sus intenciones.

-Voy a bajar para cambiarme de ropa. Estaré de vuelta en unos minutos- me indica.

-¿Que vas a bajar a cambiarte? ¿A dónde?- le cuestiono sorprendida.

-A mí habitación- me responde cómo si tal cosa.

-¿Tú habitación?- repito sobresaltada.

-Vaya... por tu reacción deduzco que tú padre no te ha advertido de mí llegada. Me presentaré. Soy Levi Barnes. Soy tu nuevo guardaespaldas y soy gay- añade.

Yo, cómo es comprensible, casi me atraganto con mi propia saliva. ¿Mí padre ha contratado a un nuevo guardaespaldas para mí? ¿ Y cuando se ha presentado me ha revelado que es homosexual? Por un instante, y sin que sirva de precedente, me ha dejado sin palabras.

-Pues debe de haber habido un error... ¡Porque yo no necesito ningún guardaespaldas! ¡Sé cuidarme sola!- aseguro para instantes después añadir- ¿Sueles decir tu condición sexual cuando te presentas?

-No, no suelo hacerlo...- me responde con una sonrisa- ...pero en esta ocasión he hecho una excepción. Tú padre me ha obligado a hacerlo. Estaba entre las cláusulas del contrato que he firmado.

-Mi padre y sus cláusulas...- recalco con ironia.

Momentos después mi padre se adentra en la habitación acompañado por el doctor de confianza de la familia. Dicho doctor, el doctor Weaver, es el médico que cuida de la salud de toda la familia desde que nos trasladamos a Atlanta.

Después de que Levi y el doctor Weaver intercambien jerga médica incomprensible para el resto de los mortales, mi padre exige al doctor que me practique todo tipo de pruebas médicas que, sin duda, van más allá de un simple chequeo.

-Doctor Weaver, quiero que traslade a Mia al hospital y le haga análisis de sangre, radiografías y, si es preciso, un Tac. Necesito asegurarme de qué no ha sufrido ningún daño- le ordena.

Yo, tras escuchar sus palabras, empalidezco en el acto. ¡Si me hacen un análisis de sangre descubrirán que estoy embarazada! ¡No lo puedo permitir!

-No hace falta, papá... ¡me encuentro bien!- aseguro tratando de zafarme así de las dichosas pruebas médicas.

- Vas a hacerte una revisión completa, Mia- insiste mí padre.

-¡De eso nada!- exclamo- Es más... ¡no pienso salir de casa!

-Disculpe, señor Smith...- nos interrumpe el doctor Weaver- si Mia lo prefiere puedo hacerle alguna de esas pruebas aquí mismo- sugiere el doctor.

-¡No! ¡Nadie va a tocarme ni un pelo!- grito alterada.

 En ese instante Levi, al observar el estado de nervios en el que me encuentro, decide intervenir.

-Señor Smith, parece que Mía necesita descansar antes de acudir al hospital. Le recuerdo que yo también soy médico... tal vez podría revisar sus constantes vitales durante las próximas horas. Sólo hasta que esté preparada para la visita con el doctor Weaver- le propone Levi.

Tras la propuesta de Levi espero expectante a que mí padre entre en razón.  Cómo último recurso le pongo carita de pena, cosa que con él siempre parece funcionar.

-Está bien, Levi. Dejaré a mí hija bajo tú supervisión- claudica finalmente.

Acto seguido todos los presentes abandonan mí habitación. Todos excepto Levi. Me ha echado un buen cable... ¡Ahora ya me cae mejor! Aunque, ¡esta vez me he librado por los pelos!

Cuando ya nos quedamos a solas Levi trata de averiguar el motivo por el cual me he alterado tanto tras escuchar las intenciones de mí padre de someterme a un rutinario análisis de sangre. Voy a tener que poner a trabajar mí imaginación en cuestión de segundos. Levi no parece de esas personas que se contentan con una  simple respuesta esquiva.

-¿Qué te pasa, Mia? ¿Acaso te dan miedo las agujas?- me cuestiona.

-Eeee... ¡Si! ¡Eso es! Las agujas me dan pánico...- aseguro dándome la vuelta para acabar dándole la espalda. Pero me giro con tan mala suerte que sin darme cuenta dejo al descubierto mí tatuaje. Y parece que Levi se da cuenta, por lo que mí excusa barata se desmorona al instante.

-Con que te dan miedo las agujas, ¿eh?... ¿Y cómo fuiste capaz de hacerte ese tatuaje?- me cuestiona levantando una ceja.

-¡No es asunto tuyo!- le replico al sentirme acorralada.

-¿Quién es John?- me pregunta tras leer su nombre en mí piel.

-¡Nadie!- exclamo. Y antes de acabar de pronunciar dicha palabra dos amargos lagrimones ya se deslizan por mí rostro.

Levi, aunque por su posición no puede ver mí reacción con sus propios ojos, logra intuir que estoy llorando. Pero ya es demasiado tarde. No hay nada que él pueda hacer para detener mí llanto.

-Mia... yo... lo siento... no pretendía entristecerte- se disculpa.

-¡Lárgate de aquí!- le exijo entre lágrimas.

Él se dispone a abandonar la estancia en el acto pero, cuando está a punto de hacerlo, le ruego que se detenga. Y es que de repente me siento hambrienta...

-¡Espera! ¿Podrías traerme algo de comer? Un sándwich de mantequilla de cacahuete y unas aceitunas rellenas de anchoa. También una bolsa de doritos, de esos que te dejan los dedos naranjas... y un batido de fresa. ¡Que sea extra grande, por favor!

Levi se marcha camino de la casa principal asegurándome que estará de vuelta en unos minutos.

Seguro que no le debo haber causado muy buena impresión. Tal vez piense de mí que soy una niña consentida, antipática y caprichosa. O simplemente una loca. Para ser sinceros yo ya no sé que pensar sobre mí misma. Parece que  tengo una bomba de relojería en el pecho que está siempre a punto de estallar. ¡Y esta vez tan sólo me ha echo falta escuchar el nombre de John para activar su cuenta atrás! Dentro de mí corazón late una mezcla de ira, dolor y desolación que parece que vaya a paralizarlo de un momento a otro. Pero, en el último instante, y cómo por arte de magia, el amor que siento por John le devuelve el latido de nuevo.

¿Por qué, y a pesar de que me haya abandonado de una manera tan cruel, puedo seguir queriéndole de esta manera? ¿Por qué? ¡Lo que siento por él es del todo irracional y desgarrador!

Cuando me aseguro de que Levi se ha alejado lo suficiente me adentro sigilosamente en su habitación. Hasta el momento no había reunido el valor suficiente para volver a poner un pie en ella. Todavía no puedo creer que sea otra persona la que se aloje en ella. ¡Esta es la habitación de John y para mí siempre lo será!

Cargada de ira, revuelvo cada cajón para acabar vaciándolo esparciendo su contenido por el suelo. Después deshago la cama ansiando encontrar el reconfortante aroma de John en la almohada, pero ya no lo encuentro. ¡Se ha esfumado! ¡Ha desaparecido por completo!

Presa por la desesperación más absoluta derribo todo lo que encuentro a mí paso y arranco las cortinas. Acto seguido, y cómo última parada en mí tortuoso camino, me cuelo en el cuarto de baño. Ese baño dónde John y yo dábamos rienda suelta a nuestra pasión, dónde redescubríamos a diario nuestros cuerpos. Lo que descubro al mirarme al espejo me deja perpleja. Me cuesta reconocerme en la imagen que se refleja en él. Estoy pálida, tengo unas ojeras horribles y la melena más asilvestrada que nunca. Por no hablar de lo hinchados que tengo los ojos después de tanto llorar.

Cómo quiero quitarme de encima todo este dolor sólo se me ocurre desnudarme para tratar de lavar mí pena bajo el chorro de la ducha. Y de nuevo busco refugio en el agua, pero estoy tan débil que necesito sentarme en el plato de cerámica. Está frio. El agua también está fría, pero no me importa. Ya no puedo sentir nada, y creo que jamás podré volver a sentir nada. John me ha roto el corazón.


En la cocina de la casa principal Levi le recita a Karen la estrambótica lista de alimentos que le he pedido. Y ella, aunque algo extrañada, trata de satisfacer todos mis caprichos. Hace bastantes días que no como con normalidad y le alegra que vuelva a tener apetito. Antes de volver a casa con la comida se le ocurre preguntarle a Karen quién es John. 

-Disculpe, Karen... ¿podría decirme quién es John?- le cuestiona con curiosidad.

-¡Tsssss! ¡Baja la voz! ¡El señor Smith podría oírte!- le recrimina ella.

-Esta bien...- susurra Levi- Pero, ¿ quién es John?- insiste Levi.

-John era el anterior guardaespaldas de Mia- cuchichea Karen- Él y Mia mantuvieron una relación en secreto. Incluso se fugaron juntos. Pero al final, el muy sinvergüenza, acabó abandonándola. ¿Cómo puede alguien despreciar así a mí niña?- se pregunta Karen con un evidente gesto de enfado plasmado en el rostro.

Tras escuchar las palabras de Karen, Levi ata cabos. Finalmente comprende el porqué de mis cambios de humor y mi variable  estado de ánimo. Instantes después se apresura para volver a casa cuanto antes. Ya no le parece tan buena idea el haberme dejado sola.

Cuando Levi accede a la vivienda y se percata de qué el agua de la ducha de su cuarto de baño está encendida, se adentra en la habitación en el acto. Y a pesar de qué el panorama que descubre allí es desolador, el desorden no le inquieta lo más mínimo. Ante todo me busca con impaciencia. Cómo se temía, soy yo la que está bajo la ducha. Me abrazo a mis rodillas echa un ovillo. Pido auxilio en silencio. He perdido totalmente el mundo de vista y necesito que alguien me eche una mano.




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