Aizen.

Από PelirrosaDreams

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Es una historia romántica con mezcla de fantasía, trata de un chico que siempre ha crecido a la sombra de los... Περισσότερα

Capítulo 1 : -Y ASÍ EMPEZÓ TODO.-
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CAPÍTULO 2: Recuerdos.
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CAPÍTULO 3: Tara entra en escena.
NOTA IMPORTANTE
CAPITULO 5: La calma antes de la tempestad.
CAPITULO 6: Revelaciones, confidencias y acción.

Capítulo 4 : Lazos de Amistad

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Από PelirrosaDreams

Dos días habían pasado desde aquel incidente en el bosque y fue dos días después cuando las noticias le llegaron a Caroline. Toni había estado ese tiempo buscando las palabras adecuadas para contarle lo que había pasado ya que la conocía bien y sabía que ardería de ira y tomaría represalias y Toni esperaba que no fuesen contra él.

A las cinco de la tarde quedó con ella en una cafetería de la ciudad, en la calle mayor donde más gente había y más pasaría desapercibido ya que claro, era buscado por la policía por un par de robos. Pero gracias a Caroline había podido librarse debido a que su padre era abogado y uno de los mejores por cierto, pero aún así lo intentaban coger a toda costa por más incidentes.

Estaba disfrazado, llevaba una peluca de color marrón oscura que tapaba perfectamente su cabellera pelirroja, unas gafas de sol negras de marca y ropa de pijos, todo elegido y suministrado perfectamente por la pelirrosa, lo tenía todo controlado. Caroline iba con un alegre vestido de flores de colores que le llegaba por las rodillas a juego con unas sandalias planas de color negro. Llevaba el pelo suelto y sus ojos marrones y curiosos estaban clavados en los cristales tintados de las gafas de Toni.

-Hola Aaron, cuanto tiempo, ya pensaba que no vendrías – Caroline saludó a Toni con una amplia sonrisa indicándole que se sentara en la silla de enfrente.

- Lo siento, no encontraba aparcamiento Carol – le contestó este sentándose en la silla de metal. Estaban en la terraza de la cafetería Chers y Aaron era su nombre en "clave". Él se encontraba algo nervioso.

- Bueno, ¿qué quieres tomar? Yo invito – le dijo la pelirrosa con la misma sonrisa de antes. Esperaba buenas noticias.

-Em...una coca-cola estará bien, si. –sonrió jugando con sus dedos, hacía calor cada vez el verano estaba más cerca, el cielo estaba totalmente despejado.

Caroline asintió con la cabeza y alzó la mano cuando vio pasar cerca de ellos a una camarera. La chica tendría su misma edad, vestía con pantalones negros y una camisa azul lisa con el nombre de la cafetería atrás, era rubia de ojos marrones y llevaba su larga melena recogida en una pulcra cola de caballo. Enseguida se acercó a la mesa.

-Buenas tardes, ¿saben ya lo que quieren pedir? – les preguntó ella con buena cara y aire cantarín.

- Si, para mí un batido de chocolate con nata y para mi amigo una coca-cola, por favor – le contestó educadamente Carol.

La camarera asintió con una sonrisa después de apuntarlo en el comandero y se fue para dentro. Se había estado echando miraditas furtivas con Toni en esos momentos.

El gentío iba de un lado para otro absortos en sus propias conversaciones, de compras o sentados en las demás terrazas de los establecimientos agradecidos por el buen tiempo que estaba haciendo tras el duro invierno pasado. Todos se sentía un poco agotador aunque a su vez todos y digo absolutamente todos estaban llenos de energía, el sol realmente anima a las personas. La rubia no tardó en volver con una bandeja y en ella las bebidas y unas cuantas golosinas; chocolates variados. Era un pequeño regalo o bien una insinuación para Toni.

-Aquí tenéis, que os aproveche. – Sonrió y miró al chico de pelo oscuro y gafas de marca mientras jugaba con su coleta.

- Gracias –dijeron los dos al unimismo, acto seguido Caroline volvió a tener la palabra. - ¿Cuánto es?

- Dos setenta y cinto por favor. – Contestó la camarera un poco reacia al volverse hacia Carol, esperaba hablar con el chico. – Podéis pagar cuando terminéis, no te preocupes y no dudéis en llamarme si queréis algo más. – Esto último lo dijo mirando a Toni para luego guiñarle el ojo. Se alejó contoneando las caderas un tanto exageradas, la pelirrosa rió.

-Uis romero, romeo, estás hecho todo un rompe corazones eh – y volvió a reír de nuevo.

Toni la miró bajándose las gafas con un gesto de chulería.

-Ya sabes que yo solo tengo ojos para ti – Y en verdad era así, se volvió a colocar bien las gafas. Le encantaba la risa de Carol y él era un experto en provocarla.

Ella cogió el batido con las dos manos y le dio un largo trago, Toni hizo lo mismo con su coca-cola. El muchacho tenía la boca seca y más ahora que tenía que contarle todo.

Caroline la miraba atenta, hacía apenas un minuto que se acaba de encender un cigarro y Toni miraba como el humo salía con gracia de sus labios.

El joven le detalló de Pe a Pa todo lo ocurrido y según iba hablando veía en el rostro de la pelirrosa como sus facciones seguían inmóviles y firmes. Cuando acabó de hablar esta le dio otro trago al batido después de haberse acabado el cigarro, ahora disponía de una información muy valiosa. Sin embargo Toni estaba ya preparado para la guillotina, como quién dice. Se mordía el labio inquieto esperando a que Carol dijera algo, la impaciencia le comía por dentro, a veces el silencio es peor que las palabras.

-Aaron, - le dijo mirándolo seriamente aunque su tono no era tan duro- tendrás que tener unas palabritas con Rick y Matt, ¿eso lo sabes, no?

Él asintió.

-Estupendo, estupendo para empezar ya tengo más que suficiente, -hizo una pausa- Eso si, en cuanto se sepa algo mas me avisas, ¿vale?

-Claro...-Toni soltó un gran suspiro de alivio, se había quitado un peso de encima y además había podido ayudar a su princesa, así la llamaba a ella en su cabeza. Eso le hizo sonreír.

Caroline se puso de pie y le dio un gran beso sonoro en la mejilla ,lo que ruborizó a Toni que no se lo esperaba e hizo enfurecer a la camarera que justamente iba hacia ellos para cobrarles. Nuestra querida pelirrosa soltó una carcajada, dejó un billete de cinco euros pillado con la copa vacía de su batido y se alejó sin decir nada más. Toni se deleitó viéndola caminar, viendo el vuelo de su vestido de flores danzando con sus pasos y simplemente con eso ya se sintió una persona realmente feliz, luego cogió aire y volvió a la cruda realidad donde ella en verdad solo le veía como un buen amigo. Se fue él también.

El reloj marcaba las cinco de la tarde y Aizen estaba yendo a las clases particulares que tanto odiaba, todavía llevaba el uniforme escolar. De camino masticaba palabras y demás juramentos del disgusto que llevaba encima; hoy había discutido con sus padres y cómo no otra vez acerca de su futuro, en el instituto habían doblado las horas Inglés una de las asignaturas que más odiaba y no solo porque la profesora le tenía manía y para colmo los de la academia se había puesto en contacto con sus padres para avisarles de que Aizen estaba faltando mucho.

-Si es que no se puede tener más mala suerte que yo...-se decía a si mismo cabizbajo llevando desganado la mochila. Estaba a punto de subir las escaleras para ir al piso donde daba las clases cuando el móvil le empezó a sonar. "¿Y ahora qué?" pensó.

-¡AIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIZEEEEEEEEEEEEEN! – Gritó animada su interlocutora, si era Caroline. Él se separó de inmediato el móvil de la oreja.

-¡¿POR QUÉ GRITAS TANTO?! – contestó este con el teléfono pegado a la boca respondiéndole de igual manera aunque con un tono molesto.

- Ey, no hace falta que te pongas así...-Carol dudó en seguir hablando algo disgustada, pero entonces Aizen continuó.

-Lo siento, no quería gritarte, solo que hoy no tengo un buen día ¿vale?, estoy a punto de entrar en clases ¿necesitas algo? – sonaba derrotista y como si un dementor hubiera salido del libro de Harry Potter y le habría succionado hasta el alma.

- N-no...no pasa nada en realidad...- El tono de Aizen le había dejado un poco fuera de combate pero enseguida recordó lo que le iba a decir, si eso seguro que le levantará el ánimo se dijo.- En realidad...envíame la dirección de tu academia por mensaje, tengo información fresca sobre Tara. – Colgó.

Aizen se quedó confuso y al mismo tiempo sentía como volvía a recuperar el entusiasmo y veía como ese día de mierda iba a acabar bien. El corazón le latía con fuerza ,no podía esperar hasta que Carol llegara, hacía como cinco minutos que le había enviado el mensaje al móvil y le parecía que llevaba esperando una eternidad.

Se apoyó contra la pared de aquel edificio color crema de ladrillo y hormigón que había consumido tantas tardes de su vida sin necesidad académica alguna. Lo detestaba y sin embargo seguía obligado a ir dos veces por semana después de clase. En fin que dura la vida del estudiante. Tenía la mochila en el suelo y mientras él mataba el tiempo de espera enredándose un mechón de su flequillo negro. El sol aún alto en el cielo se reflejaba en sus ojos grises dejándolo sin visión en algún momento determinado. Llegado a ese punto se colocó los auriculares y le dio al play en el móvil para ver si se distraía un poco aunque sea. En sus oídos resonaba un poco de Reggie para relajarse un poco:

Cerró por un momento los ojos y pudo ver de nuevo aunque algo más borrosa que la última vez el rostro de Tara, el tono de su melodiosa voz de mezclaba con la canción y el sol dándole en la cara era lo más parecido a la calidez de su mano. Abrió los ojos de nuevo y vio a la pelirrosa acercarse con aspecto cansado; se había perdido, e iba acompañada por una anciana del brazo. Aizen guardó la compostura.

-Muchas gracias por acompañarme Sra. Abuela. – sonrió.

-No hay de qué, querida, adiós, - por un momento miró a Aizen y le dijo.- La próxima vez ve a buscarla jovencito- y se marchó.

No le dio tiempo a reaccionar era una escena un tanto rara, Aizen miró a Caroline y rompió a carcajadas.

-¿Quieres que te regale un GPS?- dijo socarrón.

- Já, já, já, qué gracioso eres –ella le miró con los ojos entornados y sonrojada ante la evidencia de su mala orientación terminó riendo con él.

-En fin...-ahora ya calmado clavó sus ojos grises ceniza en los marrones avellana de la pelirrosa.- Habla, necesito saber que has averiguado...-tragó saliva.

-Tranquilo, coge tu mochila y demos una vuelta –contestó ella sonriendo y posicionándose delante de él.

-Bien, -cogió su mochila del suelo y se la cargó al hombro derecho, pesaba poco.

Aizen avanzó hasta ponerse al lado de Caroline, era más alto pese a ser más joven.

-Bueno...¡habla ya mujer que sino me va a dar algo! – y en efecto el joven tenía los nervios a flor de piel, le miraba al andar.

-Pues verás, Tara ha sido vista en el bosque de las afueras de la ciudad.-miró a Aizen y sonrió leyendo en su mirada lo extraño que resultaba, puede ser cualquier otra chica, eso decían los ojos ceniza.- Estaba con Ron, o por lo menos así coincidensiosamente llamó a su boxer atigrado.

- Primero, no sé que podría hacer ella sola allí – le miró- segundo "coincidenciosamente" no existe, y tercero...-se mordió el labio inferior ordenando las palabras en su cabeza, estaba alegre. Después de semanas por fin sabía algo de ella.- ¡ Ah, tengo muchas ganas de verla!

Ambos rieron con ganas. Que raro resulta el hecho de que unas palabras puedan hacer feliz a un persona, si las palabras se las lleva el viento y solo los hechos prevalecen a través de los tiempos.

Juntos se dirigieron a un inmenso jardín sin parar de charlar, conectaban perfectamente y poco a poco su amistad se iba fortaleciendo. Tanto el uno como el otro eran atractivos y de edades parecidas pero entre ellos no se había encendido la llama, ni siquiera una pequeña chispa de amor sino todo lo contrario. Lejos de enamorarse se conocían mejor era una conexión rara y especial. Estaban ya sentados sobre la mullida hierba a la sombra de un pino.

Caroline echó su larga melena pelirrosa toda hacia adelante y se cruzó de piernas, Aizen la imitó sentándose del mismo modo. El joven se sentía plenamente feliz, con la poca información que nuevamente tenía podía seguir alimentando su ilusión y no perder la esperanza de volver a verla. Se conformaba con eso, con saber que estaba allí con la posibilidad de ignorar el destino y crear él mismo el camino que le condujese junto a la chica que le había cautivado el corazón. Carol parecía leer sus pensamientos y se sentía feliz a su vez por su amigo, por ayudarlo aunque mínimamente y ver esa estúpida sonrisa en su cara.

-Oye Carol...-Aizen alzó un poco su voz esta vez más tranquilo y con aire profundo.- gracias, no sé cómo lo has hecho y tampoco quiero saberlo –rió suave- pero gracias.

Ella a su vez le dio un cariñoso golpecito en el hombro.

-No tiene por qué darlas, idiota. –le miró a los ojos con una fina sonrisa sincera.- Somos amigos ¿ no?

Aizen se la quedó mirado un poco atónito. Claro que eran amigos a qué venía eso? Daba un poco de vergüenza –pensó- e instantáneamente sonrió de la misma forma mientras asentía con la cabeza.

-Pues claro, mira que eres moñas eh, pelirrosa – dijo a la vez que le revolvía el flequillo con la mano derecha.

-Serás...-reía ella con ganas mientras se recolocaba el pelo. Lo miró y sintió algo extraño dentro de ella, pero lo que más la desconcertó fue imaginar que era Toni quién estaba enfrente suyo y no Aizen y según le vino eso a la mente lo dijo en alto para descartar esa idea al segundo. - ¿Toni? – negó con la cabeza con una mueca fea.

-¿Cómo que Toni? – preguntó el pelinegro con una sonrisa maliciosa listo para picarla un rato. Le tocó con el dedo índice la mejilla para llamar su atención. - ¿es tú novio? – movió las cejas de arriba hacia abajo insinuantemente.

-¡¿Qué dices?! Oh, no por dios, Toni no es mi novio – gruñó ella sin saber que se le habían encendido ligeramente las mejillas.

-¡NO LO NIEGUES, TE HAS SONROJADO! – Aizen echó a reír señalándola con el mismo dedo con el que un minuto antes le había tocado la mejilla.

- Es sólo un amigo,¡IDIOTAAAAAAAAAAAAAA! – le miró ahora mas roja simplemente por el hecho a que no estaba acostumbrada a este tipo de situaciones, además ella no sentía nada romántico por Toni, no que ella supiese todavía.- Y no me señales, es de mala educación.

Oh sí, Caroline estaba irritada y molesta. No sabía por qué que le dijese eso le afectaba tanto, ella lo achacó a que era vergonzosa y eso le había pillado tan desprevenida que no había podido reaccionar de otra forma.

-Venga Caroline no te enfades, sabes que es todo broma – entornó los ojos aún de forma burlona, luego le dio un golpe en la espalda.- anda cambia esa cara...o....-hizo una pausa mientras se acercaba con cara de planear algo, Carol reconoció esa mirada: cosquillas. Se alejó rodando por el césped.- ¡NO HUYAS!

-No huyo, ruedo –contestó con la voz temblorosa al girar y girar.

-Sabes que en este césped cagan perros.... ¿no? –Aizen rió ante la inminente reacción de su amiga, de un brinco se puso sentada mirando a su alrededor con la cara entre mareada y...y...y no puedo describirla bien, pero era tan graciosa. Tenía todo el pelo enmarañado, el vestido blanco de flores manchado de verde hierba y se le había salido una sandalia.

- Aizen....estoy hecha un cuadro...- le dijo mientras ponía pucheritos con una voz de pena tremenda pero cómo no, enseguida le salió la risa, si esa risa aguda que contagió a Aizen enseguida. Se acercó a ella y le tendió la mano para ayudarle a levantarse, y así lo hizo.

-Señorita, si me pegmite yo encontgagé su sapatilla – Sonrió poniendo acento francés mientras pronunciaba esa frase.

-Ouii, Oui, pog favog encuéntgela, mi píe siente fgío...- le respondió ella a su vez entre risas con el mismo acento.

No tardó en dar con la sandalia, estaba bien a la vista más no se la puso ni mucho menos sino que se la lanzó y se tumbó a su lado.

-Estoy feliz, muy feliz...ah que pena que tenga que volver a casa, no me apetece nada.- Su mirada estaba perdida en el cielo azul que ya iba adquiriendo algún tono que otro más oscuro o bien dorado.

-Puedes quedarte a cenar, mis padres no están y no sé ,me apetece pizza pero es muy triste comer pizza una sola ¿te apuntas? – Caroline también tenía la mirada fija en el cielo, le encantaba cuando quedaba poco para el atardecer, los colores que se mezclaban ahí arriba eran preciosos.

-Por mi bien, si.-giró un poco la cabeza para mirarla y añadió- Aunque solo si me prometes que no me violarás ahí...-Cuando dijo eso se encontró con la mirada de la pelirrosa y las risas vinieron solas.

-Claro que te lo prometo, ni en broma, seguro que se me pegaría tu idiotez –reían más aún.

Caroline se incorporó al igual que Aizen, la casa de ella quedaba un poco lejos de ahí pero no importaba, aún tenían todo el tiempo del mundo y así de paso irían haciendo hambre. Había comenzado a refrescar y no era nada extraño ya que aún era primavera y en cuanto se iba un poco el sol el viento aprovechaba para soplar frío y Aizen lo notó al ver a su amiga como caminaba algo encorvada y con los brazos en cruz, su pelo se agitaba. Sin mediar palabra Aizen se quitó la americana del uniforme y se la puso por los hombros a Carol, ella lo miró y sonrió.

-Espero que no intentes nada vaquero, esto es un truco muy viejo – saltó casi al momento con una sonrisa burlona.

-Uy si, me has pillado – le miró sonriendo de lado- Muñeca –guiñó el ojo exageradamente y Carol soltó unas carcajadas.

Desde fuera se veían como una pareja, solo les faltaba ir cogidos de la mano y decirse cosas pastelosas. Tardaron unos quince o veinte minutos en llegar a casa de Caroline, tampoco era tanto pero hacer el loco de camino cansaba y las tripas ya les habían empezado a rugir.

El barrio en el que ella vivía estaba lleno de chalets grandes todos muy parecidos, si Aizen hubiera tenido que venir solo seguro que se habría perdido acabando en la casa de algún vecino. Todas las fachadas eran blancas o color crema de tejados naranjas con vallas de césped artificial cubriendo las intimidades de las entradas y jardines principales y sus garajes simétricos. Pero lo que el muchacho no se esperaba era que doblando la esquina estaba la casa de Carol, diferente, más grande y azul, si, la fachada era igual que el de las casas costeras de al final de la isla. Tenía un muro bien alto de piedra que parecía la entrada a un castillo sino fuera por ese peculiar color.

La pelirrosa sacó las llaves de dios sabe dónde y abrió la puerta empotrada en el muro, era grande y de madera antigua. Había un precioso y cuidado jardín en la entrada lleno de girasoles, Carol le dijo que era su flor favorita. Un pequeño porche asomaba tímidamente. En los laterales de la puerta había dos estatuas preciosas y detalladas de dos hadas y en medio un felpudo que daba la bienvenida. Abrió también la puerta blanca y un aroma dulzón a mandarina les envolvió a ambos.

-Ah, hogar dulce hogar.- Caroline estaba más relajada que nunca.

Era la primera vez que Aizen iba a casa de una chica y también la primera vez que iba a casa de un amigo. Eso le hizo feliz independientemente de la felicidad que ya sentía por saber algo más sobre Tara. La casa era aún más grande por dentro de lo que le pareció en un principio por fuera. Carol se desenvolvía con soltura y nada mas entrar ya le dijo a Aizen que su casa era también la suya. Se respiraba un ambiente acogedor aunque no estuvieran los padres de ella, mirara por donde mirara veía fotos de Carol de pequeña con ellos en diferentes partes del mundo.

No vio mucho de la casa, básicamente la sala de estar. Las paredes eran de lisas y de color naranja atardecer, la ventana del salón daba al jardín y era muy grande, de ella colgaban unas cortinas largas. Dos sofás y tres sillones de cuero negro, una mesita baja de madera con bordados dorados que sujetaba el mando a distancia y un recipiente con caramelos y gominolas, y en la pared de enfrente de los sofás una enorme televisión. En las paredes había varios cuadros extravagantes y coloridos y en las estanterías más fotos aún.

Caroline se había quitado las sandalias y correteaba de un lado para otro descalza, estaba buscando el teléfono fijo para llamar a la pizzería Luggi . Una vez lo encontró se tiró en uno de los sofás como un peso muerto y miró a Aizen que aún permanecía de píe con la mochila en la mano.

-Puedes sentarte, o tumbarte o lo que quieras, estás en tu casa ya te lo he dicho antes – miró hacia la tele pensativa y luego volvió la cara hacia él.- He dejado tu chaqueta en el perchero de la entrada.

Él se limitó a asentir con la cabeza y se sentó en el sofá contiguo al de ella. Le cogió el teléfono de entre las manos y la miró.

-Tendré que llamar yo, porque como tenga que esperar a que tú te decidas la llevamos clara –bromeó.

-Míralo qué rápido coge confianzas –asintió tres veces con la cabeza. Aizen ya había marcado el número de la pizzería, le pasó el teléfono inalámbrico a Carol,ésta ordenó por los dos; una pizza mediana la mitad de cuatro quesos y la otra mitad de jamón y queso, más una pizza familiar de Barbacoa. De camino a casa ya habían acordado lo que pedir. Además dos coca-colas grandes más una caja de alitas de pollo, la dirección es calle Morina número 47.

No echaban nada interesante en la tele, las noticias como siempre narraban las desgracias mundiales plagadas de mentiras y exageraciones, culebrones para mujeres cincuentonas, dibujos animados sin ningún aliciente ni valor moral para los niños y series para adolescentes que ya habían enganchado más de media población joven haciendo estragos en sus personalidades. Apagaron la caja boba.

Repentinamente el móvil de Caroline empezó a sonar incesablemente, fue Aizen quién se percató de ello.

-Carol te suena el móvil ¿no? –le lanzó un cojín azul.

-¡Ah! – se le quedó mirando con una sonrisa de malicia lista para contra atacar cuando ella también lo escuchó, no debió dejárselo en la cocina. De un salto y patinando sobre el suelo de parqué se deslizó a la cocina y cogió el aparato pero antes de poder contestar colgaron. Tenía seis llamadas perdidas de Toni, eso le preocupó.

El muchacho de mirada gris se acercó a ella por detrás con sigilo dispuesto a darle un susto pero cuando vio la cara de su amiga notó algo inquietante.

¿Pasa algo? – su tono era serio, muy serio y sonaba más adulto.

-No lo sé, espera. – con el móvil en la oreja se llevó el dedo índice a los labios para indicarle que se callara un momentos, la voz de Toni sobrecogió a Carol derribando su serenidad, apenas hablaba con un fino hilo de voz.- ¿T-Toni?

-¿p...puedes...v-venir a buscarme?-Toni se encontraba en grandes dificultades, lo habían pillado por banda unos cinco miembros de los Criktockein en los callejones menos transitados de la ciudad, en la avenida Lisinton con Weith.- estoy...donde el callejón de...Weith...

-¡TONI! ¡¿Toni?....por el amor de Dios TONI! – Carol estaba al borde de un ataque de nervios, Toni no contestaba. La pelirrosa se volvió con el rostro desencajado hacia Aizen. –Necesito tu ayuda.

-Bien, ¿a dónde tenemos que ir? –Sonrió de medio lado, sabía que volvería tarde a casa pero se la sudaba, así de claro era más importante ayudarla a sí le devolvería mínimamente el favor.

-Al centro de la ciudad. –contestó ella con las manos temblorosas, se cogió una chaqueta y guardó ahí el móvil. Aizen llamaba desde su teléfono a un Taxi.

Los dos esperaba fuera de casa, Carol se fumaba con caladas cortas y rápidas su cigarrillo para matar el tiempo hasta que apareciera el taxi, Aizen la imitaba pero tomándoselo con más calma. El repartidor de pizza aún no había llegado, y esa noche no entregaría su pedido.

El taxi llegó en diez minutos, un hombre rechoncho y con aspecto de roedor les invitó a subir al vehículo con una sonrisa ladina en los labios y un puro a medio fumar en el cenicero del auto.

-Adelante, no seáis tímidos, el contador corre.- Les dijo, en verdad no tenían tiempo que perder.

-Vamos – Dijo Caroline casi ordenándolo. Aizen no replicó, podía ver la preocupación reflejada en su cara blancucha.- Arranque por Dios, a la Avenida Weith. ¡YA! – Ella era muy autoritaria.

-Tranquila Carol, enseguida llegamos. – Pero fue decir esas palabras y empezó a llover y no de una manera suave sino todo lo contrario era una señora tormenta de verano, de esas que descargan como si no hubiera mañana. El viento soplaba desafiante lo que le hizo reducir la velocidad al Taxista. Ella miraba por la ventanilla al a vez que desempañaba con la manga de su chaqueta el cristal.

Era una situación muy extraña, tensa y casi me aventuraría a decir absurda. Carol había visto a Toni ese mismo día, y ahora...¿ahora qué? Se preguntaba ella misma aún sabiendo que no tenía esa respuesta, miró a Aizen pero esto solo pudo sostener su mirada intensa un par de segundos.

Por lo menos no había mucho tráfico, y no tardaron en llegar a la dirección indicada, Carol casi se bajó en marcha mientras que Aizen esperó a que el automóvil se detuviera por completo, tenía el dinero preparado, pagó y se lanzó a la carrera tras la pelirrosa. Llovía a mares y Aizen se arrepentía de no haber cogido un paraguas. Carol lanzaba juramentos y maldiciones entre dientes con cara de amargura mirando en todas direcciones. La lluvia era tan densa que la visión era borrosa, Aizen la alcanzó.

-El callejón....el callejón...-dijo en voz baja casi entre susurros que por suerte Aizen pudo escuchar. Ella estaba tan nerviosa que no se situaba, no sabía qué sitio le había indicado Toni, solo sabía que el corazón le latía fuerte y lo sentía en la garganta haciéndole un nudo horrible que le impedía tragar saliva. Sintió como su amigo le zarandeaba despertándola de su aturdimiento.

-¡CAROLINE! – Aizen le miraba con fijeza, sus manos eran firmes, y los brazos de la muchacha tardaron unos segundos en recuperarse.- Tú sabes que callejón, tú sabes donde es, espabila tú colega está en apuros.

Carol apretó los labios a la vez que asentía con la cabeza, parecía como si ese movimiento le hubiera hecho desprenderse de los pensamientos negativos que le nublaban el entendimiento, cogió a Aizen de la mano y tiró de él a paso rápido, casi corriendo. Dejaron atrás la seguridad y el cobijo de las calles transitadas y atestadas de cafeterías y porches donde la gente se resguardaba de la tormenta. Ya habían penetrado en el callejón de Weith, estaba oscuro y daba la impresión que ahí llovía el doble, los objetos que había se difuminaban , predominaba el ruido constante de las gotas cayendo a mansalva sin dar tregua y chocando contra el suelo formando grandes charcos y empapando todo a su paso. Era un sonido ensordecedor.

-¿¡TONIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!? –gritó Carol con todas sus fuerzas. La lluvia amortiguaba su voz convirtiéndola en un eco lejano. Volvió a gritar una y otra vez sin éxito alguno. Exacto nadie contestaba y sus peores pensamientos estaban al borde de materializarse, le temblaban las manos.

Toni estaba medio inconsciente, y en el caso que tuviera consciencia dudo que hubiera podido decir nada. Se encontraba en el suelo junto a un cubo de basura volcado y unas cuantas cajas maltrechas igual que su cuerpo golpeado y ensangrentado, lo habían derrotado. Hay veces que el destino marca un camino y los que intentan cambiar de rumbo son pagados con la misma moneda desagradecida. Respiraba con dificultad, la lluvia le escocía y sentía como los pies y las manos se le estaban entumeciendo, tenía frío y le pesaban los párpados. Aizen se encontraba impotente, Carol al borde de un ataque de ansiedad y Toni medio moribundo.

Aizen era de sangre fría...o eso intentaba en situaciones delicadas. Tuvo una idea, sin pedirlo y sin dificultad le arrebató a Carol el móvil de sus manos temblorosas y puso la lista de llamadas recientes: Toni. En cuestión de segundos el teléfono del chico se escuchaba débilmente a unos cuantos metros de ellos, los ojos de Aizen adquirieron un gris vivo, Carol corrió en la dirección en la que sonaba la melodía con la esperanza grabada en sus pupilas.

-Toni...Toni...-repetía una y otra vez con dos fuertes ríos de lágrimas saladas cayéndole por las mejillas, se había agachado y lo movía con miedo de poder romperlo en mil pedazos, las gotas azuladas de su cara se habían mezclado con la lluvia que parecía dispuesta a no concederles tregua alguna.

-¿Cómo...está? – al segundo de decir aquellas palabras se arrepintió, qué absurdo, le acaban de dar una paliza monumental, estaba amoratado por todos lados y no decía nada, obvio que bien no iba a estar.

Ella le miró con aire algo más tranquilo y sonrió.

-Está vivo.

Cuando el joven por fin abrió los ojos se encontró en un escenario muy diferente al que vio por última vez antes de perder la consciencia. Recostado en un cómodo sofá negro, se miró las manos; estaban vendadas, le dolía todo el cuerpo pero de algún modo el olor que se respira en esa habitación le era familiar, volvió a echar otro vistazo a la habitación, a su lado en una de las butacas negras vio a Carol, estaba dormida, y al otro lado había un chico de pelo negro que no había visto en su vida, él le miraba y sonrió aliviado, Toni no entendía.

Aizen se acercó a él desperezándose un poco, con un gesto le dio a entender que guardara silencio y cuando se levantó tapó a Carol con una manta que había a los pies de ella, en la otra mano tenía una botella de agua que le ofreció al tullido.

-¿Cómo te encuentras, tío? – Preguntó Aizen con un leve susurro,- Carol ha estado toda la noche cuidándote – le guiñó un ojo cómplice- está agotada.

-B-bien...supongo...es como si estuviera de resaca solo que doliéndome todo el maldito cuerpo –contestó aún algo confuso, y a la vez un tanto molesto de ver a ese "tío" en la casa de Caroline.-¿ Quién eres tú? –le dijo con su voz tosca.

-Me llamo Aizen –contestó este con una sonrisa amigable- Tranquilo, solo somos amigos –dijo leyendo entre líneas mirando a Toni, hizo el amago de soltar una carcajada pero la reprimió por respeto a la pelirrosa que dormía.

-Tsk...-Toni chasqueó la lengua acompañando a su cara en una mueca hinchada con varios morados.- No se a qué te quieres referir con eso – dijo, acto seguido sonrió y aceptó la botella de agua, estaba preparada sin el tapón y con una pajita, tanto mejor pensó, puesto que aún le dolían los labios agrietados. Bebió. Él nombre de ese chaval le sonaba...

-Te han dado una buena... ¿Qué has hecho? – Preguntó Aizen sin mas preámbulos, sin rodeos y directo al grano.

-Decirle cuatro cosas a unos gilipollas- repuso éste complacido, al recordar lo sucedido esbozando una sonrisa de satisfacción y algo de amargura.

-Ya...pues que sepas que tenías a la Srta. Tarta de fresa muy preocupada, casi le da algo – cejitas, cejitas y sonrisa burlona. Suspiró y con una mano se acarició su cuello entumecido, le miró con sus ojos plomizos.- Que sepas que pesas una barbaridad...

- ¿T-tarta de fresa....? –Se llevó una mano al pecho mientras reía sonoramente sujetándose las costillas, a Aizen se le contagió esa risa ronca. Ambos intercambiaron unas miradas cómplices mientras escuchaban el suave bostezo de Caroline que se había despertado.

- Idiotas, dejaos de ñoñerías que estaba durmiendo....-tenía las ojeras bien marcadas y su melena larga alborotada, parpadeó y sus ojos avellana volvieron a adquirir ese brillo especial y lleno de vitalidad. De un salto se lanzó a abrazar a Toni.- Eres gilipollas, Toni...

- Shh....venga, venga ¿ a qué viene todo esto, princesa? –dijo Toni a la vez que miraba hacia otro lado intentando ocultar el rubor de su cara maltrecha.

Aizen observaba la escena como si se tratase de una película con una sensación agradable en el estómago y otra que le decía que sobraba. Se incorporó pretendiendo dejar que disfrutasen de ese momento pero cuando se levantó sintió que una mano le cogía de los pantalones y tiraba hacia abajo, cuando miró Caroline ya no estaba abrazando a Toni y tenía una sonrisa maliciosa.

-¿ A dónde vas tú si se puede saber? –levantó una ceja.

-Yo...bueno, pensé...- miró hacia los lados ciertamente incómodo- que mis padres estarían preocupados por mi ya sabes...-uff, buena excusa se dijo.

-Venga Tío, no puedes irte, aún no hemos desayunado, además sigo "enfermito"...no puedes abandonarme...-río Toni, Carol le secundó con su risa y Aizen no tuvo más remedio que quedarse.

Una vez que ya todos se habían desprendido de la modorra Carol y Aizen se dirigieron a la cocina, Toni permanecía en el sofá sobre un cúmulo de cojines dispuestos alrededor de él para su perfecto confort. La pelirrosa había sacado tres platos blancos, tres vasos largos de cristal y un kilo de naranjas frescas. Como era habitual en ella tomó el mando.

-Aizen abre ese armario y saca el pan bimbo – ordenó mientras cortaba por la mitad las naranjas, le hizo un leve movimiento indicador con el cuchillo, este obedeció sumiso.- Ahí está la tostadora, ya sabes lo que te toca –le guiñó un ojo y sonrió. Mientras ella exprimía las naranjas.

Aizen asintió, pero antes de ponerse a faenar fue directo al baño. Se confundió dos veces abriendo puertas de habitaciones deshabitadas o bien de invitados hasta que al fondo dio con el lavabo. Se miró al espejo, tenía el pelo revuelto y ojeras, no tantas como Carol pero tenía. Abrió el grifo y lo dejó correr hasta que el agua había alcanzado su máxima frescura. A continuación con las manos en cazo recogió agua y se lavó la cara. Las gotas resbalaban por su rostro como lo había hecho la lluvia la noche anterior. Se encontraba inquieto. Sacó el móvil de su bolsillo y lo encendió; tenía 14 llamadas perdidas tanto del móvil de su madre como del de su padre. Dios lo que le esperaba en casa al volver, no quería ni pensarlo, lo castigarían de por vida, pero había sido por una buena causa, al menos le quedaba ese consuelo. Se secó la cara con una toalla morada y salió del baño.

Al pasar por el comedor vio a Toni incorporado tocándose el labio con un dedo mientras fruncía el ceño.

-Seguro que te queda marca...-dijo Aizen con una voz animada.

-Calla, calla, no quiero ni pensarlo. – Ambos rieron.

Fue a la cocina tras eso y ayudó a Carol a terminar de preparar el desayuno. Todo estaba ya dispuesto encima de la mesa de la cocina.

Los tres muchachos comieron casi hasta reventar, estaban cansados y ese espléndido desayuno les sentó de perlas. Toda la casa estaba aromatizada de café y tostadas con mermeladas recién hechas y el olor ácido de las naranjas.

-Bueno ¿qué hiciste ayer para acabar de esas maneras? – Preguntó Caroline, seria mientras sacaba un cigarrillo del paquete que había encima de la mesa.

Aizen permaneció callado, expectante.

-¡Eran unos hijos de puta! –empezó diciendo Toni.

-Al grano. –Replicó Carol.

- Esto...-Toni dudó unos segundos, no sabía bien cómo seguir. –El otro día puede que le pegara unos empujones a Ricky...ya sabes por lo que paso con la chica esa...

-¿Con Tara? –dijo Carol, Aizen pegó un respingo en la silla y abrió mucho los ojos mirando a Toni, abrió la boca sin decir nada.

Aizen dejó de respirar por unos segundos.

-Si, por esa. Ya sabes lo que opino de los chavales así –Miró un momento a su nuevo amigo y volvió a posar los ojos en la pelirrosa.

Carol asintió mientras echaba el humo. Le hizo un gesto para que continuara.

-Bueno pues la cosa es qué ese puto chaval llamó a su hermano mayor y ese vino con unos amigos y me pillaron por banda. Y claro no me iba a achantar tsk...-Tragó saliva y le cogió un cigarro.

-Hiciste bien pero...idiota tienes que saber cuando cerrar esa bocaza que tienes... ¿Sabes lo mal qué lo he pasado?

A decir verdad a Toni le gustaba saber que Carol se preocupaba por él, de alguna forma le reconfortaba bastante saber que la tenía a ella. Se produjo un silencio algo tenso entre los tres, nadie añadió nada más hasta que Aizen puso en orden sus ideas.

- Toni...eh...esto...¿sabes algo de Tara? –le miró con sus intensos ojos grises cargados de angustia y esperanza por dar con ella.

Toni se encogió de hombros. Carol sabía la respuesta: nada de nada.

-Que va tío...-se encogió de hombros- Pero sé en qué sitio la vieron.

-Podríamos empezar a buscarla por ahí –sugirió la pelirrosa - ¿Os parece bien? , ¿Esta misma tarde?

-¡ Si, claro que sí! – Dijo Aizen, entusiasmado, pero entonces le vino a la cabeza todo el tiempo que llevaba fuera de casa, sin duda sus padres lo matarían, se pasaría un buen tiempo sin ver la calle. Suspiró. – Dios....creo que me va a ser imposible –miró el reloj de la cocina, marcaba las 12 del mediodía.

- Joder Aizen...me siento responsable –comentó ella sabiendo lo que su amigo pensaba- Tus padres....Pffff....lo siento, ¿quieres que te acompañemos y le expliquemos lo que ha pasado?

-No, creo que esta batalla debo librarla yo solo, sino mi madre llamará a los tuyos y les cantará las cuarenta –cerró los ojos por un momento, resignado, la búsqueda de Tara debería esperar.

-No creo que sea para tanto ¿No? –preguntó con absoluta inocencia Toni.

-Tú no conoces a mis padres...-suspiró- Será mejor que me vaya ya, antes de que sea haga más tarde.

-Está bien, te llamaré luego ¿vale? – Caroline sonrió intentando reprimir la frustración que sentía. Toni asintió.

-Bueno Aizen, ha sido un placer conocerte, y gracias por la ayuda –sonrió estrechándole la mano.

-Toni, parece que te estás despidiendo de mí para siempre...-sonrió para que su marcha no pareciera tan melodramática. – No os preocupéis, sobreviviré –sentenció con un tono solmene y decidido.

-Claro que lo harás, idiota –añadió la pelirrosa.

Aizen se despidió de ellos. Tenía tiempo para ordenar sus valores y organizar sus ideas y todo lo que sabía hasta ahora.

Cuando llegó a su casa estaba vacía, pero como siempre una nota reposaba encima de la mesa, esta vez encima de la mesa del salón:

" ¡Aizen, cuando volvamos más vale que estés en casa, que sepas que de esta no te libras, estamos my disgustados con tu comportamiento, despídete de salir

Margaret."

Suspiró relajado. Eso significaba que tendría tiempo de inventar alguna excusa que resultara factible, poco descabellada y perfectamente aceptable para que le creyese  su madre, de momento su mayor de los problemas. Margaret siempre ha sido muy inteligente y fría, no resultaría fácil engañarla, por eso debía de elegir bien sus palabras. Por su padre no se preocupaba tanto, él más que nada era...cómo decirlo...un títere a las órdenes de la mujer.

Subió a su cuarto para darse una ducha, necesitaba despejarse.

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