CAPÍTULO 3: Tara entra en escena.

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Mientras tanto Caroline ya había empezado a hacer sus investigaciones teniendo en cuenta la escasa información que tenía llegó a unas conclusiones: La 1º- que Tara no era una niña bien, es decir era de clase media, por lo general la gente adinerada tiene su propio jardín y no sacan a sus perros, la 2º- Que una chica tan bonita no pasaría desapercibido si es que Aizen no ha exagerado claro está, pensó ella y la tercera que con un poco de suerte sería de esa ciudad o de un pueblo cercano. Eso no reducía mucho la lista pero algo es algo.

La pelirrosa sacó su móvil del bolsillo y se sentó en un banco de la calle, se había cansado de andar y el sol de la tarde era realmente agradable. Enseguida le atendieron la llamada.

-¿Si? – preguntó la otra voz a través del teléfono.

-¿ Cómo qué si? Idiota ya sabes quién soy –contestó ella con un tono inquisitivo mientras se acomodaba en el banco con una sonrisa socarrona en los labios.

-Caroline como no –rió esa persona. - ¡¿Qué necesita mi pelirrosa favorita?!

-Necesito de tú magia Toni, ando un poco perdida y espero que tú me puedas ayudar. –Su voz era suave y algo más sería por esos momentos se había desprendido de la impaciencia y la hiperactividad que le caracterizaba.

-Pues tú dirás princesa, ya saber que no hay nada que se me escape – Su voz era muy masculina y segura de si misma.

-Eso espero, verás ¿Tienes algo a mano para apuntar?.

-Ummm….si,- Se escucharon unos ruidos de fondo duraron poco lo que tardó en coger un bolígrafo y un papel.- dime.

-Tara Hernández, buen cuerpo, pelo negro largo y rizado, profundos ojos verdes, tiene un Boxer atigrado, ¿ Lo tienes? – preguntó ella.

-Si…¿pero para q…..? –Antes de terminar la frase Caroline se le adelantó.

-Encuéntrala, es muy importante, se qué es poco pero aún no he terminado.

-Espero que me des algo más porque no sabes la cantidad de personas que conozco así –dice él con un tono algo derrotista.

-Si, si escucha por lo que he podido deducir lo más seguro es que sea de esta ciudad o del pueblo más cercano, no es una niña bien y bueno con la descripción que te he dado alguien la ha tenido que ver, un amigo me ha dicho que esos ojos son difíciles de olvidar.

-Oye ¿y tú amigo no sabe algo más? – preguntó él terminando de escribir eso último.

-Querido si te estoy pidiendo ayuda es por algo, ¿no crees? –contestó ella algo tosca, a veces le estresaba un poco. – Además solo confío en ti para esto, por eso te he llamado.- repuso con un tono mas cálido incluso dulce.

-Está bien, no te preocupes  en cuanto tenga algo te llamo ¿Vale? – Que predecible era Toni, en cuanto se le halagaba un poco volvía a caer rendido.

-Gracias Toni eres el mejor, Bye bye. – Dicho esto ella  colgó.

Cuando hubo terminado de hablar se levantó de ese asiento aún tenía mucho por hacer aunque ella aún no sabía el qué. Sus padres no estarían en casa hasta el viernes así que la tenía para ella sola, claro está que no iría aún, se paseó un rato más por la ciudad dispuesta a atar los cabos que ahora mismo estaban desvalijados por su cabeza.

Deambulaba por Dichimburg como un alma en pena, distante de todo lo que la rodeaba y no es que le diera muchas vueltas a la cabeza sino que se aburría soberanamente, mira que hacía un tiempo magnífico pero ella no encontraba consuelo ni en el sol. Odiaba que sus padres trabajasen tanto fuera de casa y odiaba también no saber con qué entretenerse, en cima había hecho una promesa y lo único que podía hacer de momento era esperar la llamada e Tony con suerte averiguaría algo de provecho pero eso ahora estaba muy lejos de ocurrir, tenía que darle tiempo a que encontrara algo.

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