Insoportable [Sin editar]

By Erikadcgm

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¿Cómo podría describir a Zack Cleveland? Fácil: Idiota. Popular. Fastidioso. Egocéntrico. Orgulloso. El mayo... More

Insoportable.
1. Primer día.
2. Dos palabras: mala suerte.
3. ¡NO FUE UN SUEÑO!
4. Tutoría.
5. Y esto me pasa por ser amable.
6. Sed de venganza.
7. Fiesta de pijamas.
8. ¿Fantasmas?
9. Daniel, la reina del drama.
10. El final de la lista negra.
11. Visita a la enfermería.
12. Sustos casi mortales.
13. ¡Debo tener algo mal!
14. Traicinada de la peor manera.
15. Malas ideas.
16. ¿Qué demonios?
17. Algunos contratiempos.
18. Salida con James
19. Bipolaridad nivel Cleveland.
20. Misterios, dudas y reencuentros.
22. "20 de abril": día del baile de primavera.
23. ¿Qué demonios me está pasando?
24. Tiempo.
25. Veamos qué resulta.
26. Cena, los Cleveland y películas de terror.
27. Nuevos descubrimientos y sorpresas.
28. Día de playa.
29. Mucha acción.
30. Graduación.
Epílogo.
Capítulo extra: toda historia tiene su propio comienzo.
Capítulo extra: ver My Little Pony hace a las personas especiales.
Capítulo extra: el aire londinense no cambia mucho a las personas.
Capítulo extra final: el reencuentro.

21. Y más sorpresas a la vida de Isabel.

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By Erikadcgm

–No, nada de eso. –comenté un poco incómoda, mientras mi encogía ligeramente en el asiento de copiloto.

Vi como ensanchaba su sonrisa, radiantemente.

– ¿Nadie te ha invitado? –curioseó.

Solté un suspiro, un poco cansada.

–No es eso. –admití. –No me gustan ese tipo de cosas, es todo.

Rio, ligeramente.

–Vaya, vaya, ¿estás segura de que eres chica? –bromeó.

Yo abrí la boca un poco indignada.

­–No. –comenté, con sarcasmo. –Soy un travesti.

Esta vez, rio con ganas.

–Oh, Isabel, eres todo un caso.

No pude evitar esbozar una sonrisa, y negar con la cabeza.

–Pero, en serio, ¿no irás? ¿No tienes ni siquiera un poquito de ganas de hacerlo?

Chasqueé la lengua.

–Si tuviese ganas, ya estuviese haciendo preparativos, ¿no crees? –pregunté retóricamente.

Asintió, de acuerdo con mis palabras.

–Tienes razón, entonces, ¿qué harás ese día?

Me encogí de hombros.

–No sé, probablemente, pase el día en pijama, vea televisión, coma porquerías hasta que mi estómago explote, y luego me vaya a dormir.

Soltó un silbido.

–Claro, eso debe ser más divertido. –dijo burlón, aunque percibí una pizca de ironía en su voz.

–De hecho, sí lo es.

– ¿Ese no es tu vecino? –preguntó, mientras aparcaba el auto en la entrada de mi casa.

Busqué con la mirada el punto que estaba indicando la suya, y en efecto, se trataba, nada más y nada menos, del imbécil de Cleveland.

Y no estaba solo...

... Estaba con la zorra de Melany.

Un sentimiento horrible, que no supe identificar, se instaló en mi estómago.

El solo hecho de verla, me hizo apretar los dientes, y volver mis manos puños.

Pero no estaba enojada solo con ella, también estaba enojada con su "compañero".

¿Cómo llegaba a ser tan estúpido?

¿Cómo la soportaba a ella?

¿Y por qué a mí me trataba de lo peor, y a ella la miraba con simpatía?

Dios, quería arrancarle los ojos, y metérselos por...

–Oye, ¿estás bien? –interrogó mi acompañante.

Me giré en su dirección, me miraba alarmado, y hasta podría decirse que estaba asustado.

Respiré hondo, intentando tranquilizar mis instintos asesinos.

–Claro. –solté forzadamente.

Estaba segura de que debería parecer un toro a punto de emboscar a su presa.

–Bien... –dijo, alejándose ligeramente de mí, y abriendo la puerta.

A los poco segundos, se encontraba a mi lado, abriendo la mía, y extiendo su mano, para ayudarme a salir.

Acepté su ayuda, ya que de lo contrario, terminaría en la cárcel por asesinato.

Oh... si las miradas matasen...

En este instante, él y su zorra estarían bajo tierra.

¿Por qué me alteraba tanto?

La respuesta, esta vez, estaba clara: porque el muy hijo de puta se la ha pasado actuando como un imbécil estos días, y ahora llega a actuar de lo más normal con mi archienemiga a muerte.

Sí, creo que esa es una razón lo suficientemente razonable.

¿Y no habrá otras razones ocultas?

¿Por qué siempre apareces en situaciones que involucran a Cleveland? Le pregunté a mi voz interior, jamás aparecía cuando estaba sola, ni tampoco cuando no estaba con el estúpido gilipollas de Zack.

No me dio respuestas, y por primera vez, se quedó callada voluntariamente.

¿Se quedó callada? Pensé para mí misma. Realmente tengo graves problemas mentales, debería considerar la idea de ir a un psicólogo, o internarme en un manicomio.

James me tomó por la cintura, haciéndome volver a la realidad.

Me giré hacia él, en tiempo record.

Había olvidado por completo que él se encontraba ahí conmigo, y que seguíamos frente a mi casa.

Yo miré su mano, que aún se hallaba en mi cintura, y levanté mi vista hacia él, enmarcando una ceja.

Él se limitó a sonreír misteriosamente, y guiñarme un ojo.

Supongo que parecía una boba mirando con odio hacia mi "vecino", y su "compañera".

–Vamos. –me alentó. –Esa ventana no se reparará sola.

Asentí.

Debía arreglar esa mierda antes de que mamá llegase, o de lo contrario iba a estar completamente jodida.

De repente, una simple frase hizo que me detuviese en seco, cuando había llegado a la mitad de mi camino.

– ¿Quieres ir al baile conmigo?

Se me heló la sangre por unos instantes.

No sé si había desarrollado poderes súper-auditivos, o Zack había hablado lo suficientemente alto como para que yo lo escuchase.

Mis ojos viajaron disimuladamente hacia ellos.

Y entonces, todo pareció ir en cámara lenta.

Ella se abalanzó en sus brazos, y éste le devolvió el abrazo.

No.

– ¡Claro que quiero ir contigo! –gritó, la descerebrada eufórica.

Entonces, él hizo algo que jamás en toma mi maldita existencia creí que se atrevería a hacer.

La tomó de la nuca y la besó.

Estaba segura de que, si fuese posible, mi boca ya estaría en el otro extremo del planeta.

Me giré hacia James, que lucía igual de asombrado que yo.

Entonces, se percató de mi mirada, y ambos nos miramos atónitos por unos segundos.

Sin mediar palabra, volvimos la vista hasta la entrada, continuamos nuestro camino.

Una vez adentro, nos dirigimos a la cocina.

–Oye, ¿es... estás bien? –habló, un poco inseguro de su pregunta.

–Claro, todo está perfecto, ¿por qué no debería estarlo? –dije, aunque una parte de mí sentía que estaba mintiendo, pero no era una mentira, era cierto ¿por qué debería importarme lo que haga o deje de hacer Zack?

Al fin y al cabo, es su vida, y él puede hacer lo que se le dé la puta gana.

¿Cierto?

James me miró algo inseguro, pero sólo se limitó a asentir con la cabeza.

–Vaya que tienes fuerza, imagínate que le hubieses dado a Daniel, de seguro le habrías atravesado el cráneo. –bromeó, tratando de aligerar el ambiente, que no sé en qué maldito momento se había vuelto un poco incómodo.

Yo reí.

–Ese imbécil siempre se las apaña para esquivar todo lo que le lanzo. –confesé.

–Si no lo hiciera, ya no estaría en este mundo. –chistó.

–Probablemente, hubiese muerto hace tiempo. –dije, siguiéndole el juego.

–Recuérdame no hacerte cabrear nunca, aún soy muy joven para morir.

Esta vez, solté una sonora carcajada.

Dios, James Zaccadeli era la mejor persona para hacerte olvidar un mal momento.

Aunque no era un mal momento, no debería serlo.

¿O sí?

Él soltó un suspiro, haciendo que tranquilizara un poco mi risa, y comenzara a tomar ligeras respiraciones para tranquilizarme.

Él me miraba como si estuviese viendo algo realmente interesante.

– ¿Qué? –pregunté, interesada por saber qué le resultaba tan interesante.

Entonces, sonrió, y comenzó a negar con la cabeza aun sonriendo, como saliendo de su ensoñación.

Lo miré un poco más interesada.

¿Qué estaría pensando?

–Nada, es sólo que... ¿sabes? Te va parecer algo un poco estúpido pero... –hizo una pausa, y rió para sí mismo. Yo lo miraba expectante, estaba realmente interesada. –Es que tienes una risa hermosa, lo siento, no pude evitar quedarme embobado cuando te he escuchado reír de esa manera.

Un calor abrasador comenzó a hacer posesión de mi rostro, y podría apostar de que en este momento, mis mejillas deberían parecer primas cercanas de los tomates.

–Gracias. –no supe qué más podía decir, creo que habrán notado hace tiempo que no soy muy buena aceptando cumplidos. Me aclaré la garganta. – ¿Qué tal va la ventana? –solté, tratando de no volver tenso el ambiente.

Él esbozó una sonrisa, y volvió su mirada a la ventana que estaba reparando antes de que yo riera como demente.

¿Mi risa era hermosa?

Tenía un millón de palabras para describirla, y "hermosa" no formaba parte de ellas.

Más bien creí que parecía una desquiciada con problemas vocales.

–Ya está casi lista, es una suerte que sepa hacer estas cosas, he tenido que arreglar muchas veces las ventanas de cuando vivía con mis padres.

– ¿Varias veces? –pregunté.

–Sí, digamos que mi hermana era muy... intranquila, cuando de balones se trataba. –contestó.

Abrí los ojos de par en par.

Yo creía que era hijo único.

– ¿Tienes hermana?

Él asintió, y aunque aún estaba un poco de espaldas a mí, pude ver que sonreía.

–Una hermana mayor, aficionada al soccer, y los deportes en general. –contó.

Comencé a pensar en lo que había dicho.

–James... –le llamé, sin estar segura de preguntar lo que tenía en mente, o no hacerlo. – ¿Por qué no vives con tus padres?

Se volvió hacia mí, y sonrió con algo de melancolía.

–Ellos viven en Londres, pero yo quería experimentar cosas nuevas y decidí mudarme a otra ciudad; o, bueno, otro país. –admitió. –No es que no tuviese buena relación con ellos, o no me gustase donde vivía, es sólo que quería ver cosas nuevas, ellos no se opusieron, y aún tenemos una buena relación, ellos vienen a visitarme de vez en cuando, y yo a ellos cuando tengo oportunidad. –continuó. –Los extraño mucho, y a veces considero volver a casa con ellos, pero jamás lo he hecho, y... –se giró unos segundos hacia mí, clavando sus ojos azul cielo en los míos. –no me arrepiento de haber tomado esa decisión.

Asentí, procesando todas sus palabras.

Conociendo a James, debía de ser de esos chicos que son muy apegados a sus padres, y debió haberle costado muchísimo haberse mudado a otro país, prácticamente solo.

Era un chico muy valiente, yo no sé si alguna vez sería capaz de hacer algo así.

Aunque sabía que, en algún momento de mi vida, tendría que partir del nido, y hacer mi propia vida.

–Listo. –anunció, haciéndome salir de mis pensamientos.

–Gracias James, en serio, no sabía qué hubiese sido de mí si no me hubieses ayudado. –confesé. –Posiblemente, habrías tenido que irme a visitar, al cementerio. –bromeé.

–No fue nada. –se encogió de hombros. –Además, jamás dejaría que te asesinaran, después, ¿quién me ayudaría a hacer locuras? Porque Daniel siempre se va de conquistador.

Reí.

– ¿Te quedas a cenar? –pregunté, viendo que ya comenzaba a ocultarse el sol.

–No estoy muy seguro de...

–Te quedarás a cenar. –afirmé. –Lo menos que puedo hacer, por ayudarme, es invitarte a cenar, así que eso es precisamente lo que harás: te quedarás a cenar.

Él levantó las manos a la altura de sus hombros.

–Lo que usted diga, general. –bromeó, haciendo un saludo militar. –Además, no puedo negarme a una oferta como esa.

–Si quieres, puedes ir a hacer algo con Daniel mientras esperas. –dije, sacando un cuchillo de una de las gavetas. –Yo cocinaré.

Él se levantó de donde estaba sentado, y caminó en mi dirección.

Me quitó el cuchillo de las manos.

– ¡Oye! –protesté.

–Nada de eso, yo seré el que cocine. –afirmó él.

– ¡No! –negué. –Yo cocinaré, tú ve a hacer cualquier cosa, yo lo haré.

Negó fervientemente con la cabeza.

–El trato era que me quedaría a cenar, ­jamás dijiste que no podría cocinar yo.

Abrí mi boca, intentando buscar algo coherente para decir en su contra.

Pero, tenía razón, el muy maldito me había ganado en mi propio juego.

–Bien, puedes cocinar. –me rendí finalmente. –Pero yo lo haré contigo.

No iba a darme por vencida tan fácilmente, por lo menos, no del todo.

–No creo que...

–Silencio. –le interrumpí. –Ahora, ¿qué vamos a preparar?

*******************************

– ¡Al fin! –exclamamos ambos, al mismo tiempo, cuando el horno hizo un sonido, indicando que ya todo estaba listo.

Verán, James y yo después de pasar horas debatiendo qué demonios íbamos a preparar, nos decidimos por la estúpidamente deliciosa, pizza.

Sí, lo sé, hubiese sido más fácil comprarla, pero habíamos dicho que íbamos a cocinar, y resulta que somos jodidamente tercos.

Además, la entrega de pizza, no viene con pelea de harina incluida.

Sí, también habíamos comenzado a lanzarnos harina como unos completos idiotas.

Una vez tuvimos la pizza frente a nosotros, comenzamos a comer.

Bueno, James comenzó a comer, yo más bien parecía estar poseída por un caníbal.

–Estaba deliciosa. –opiné, una vez ambos hubimos terminado.

–Sí, somos un gran equipo. –respaldó él.

–Sí, sí lo somos. –concordé.

–Bien, ya debo irme, gracias por hacer mi tarde entretenida. –se despidió.

– ¿Arreglar el vidrio de una chica con instintos asesinas hacia su hermano, y con mala puntería, además de ser una jodida terca orgullosa es divertido para ti? –interrogué, medio en broma, medio en serio.

Se encogió de hombros.

–Arreglar el vidrio de una chica graciosa, divertida y orgullosa, en mi opinión, es algo realmente divertido. –corrigió, haciendo que me atragantara con mi propia saliva.

No me esperaba esa respuesta.

–Bien, entonces deberías ir a un bar con chicas borrachas, he escuchado que tienen complejos de tirar botellas y objetos a los vidrios de su casa. –chisté, sin darle mucha importancia a su comentario anterior.

Él rio, y me despeino el cabello al momento que se levantaba.

–Eres todo un caso, Isabel.

–No puedes opinar mucho al respecto, James. –comenté, al momento que le abría la puerta.

–Realmente fue una buena tarde, gracias por llamarme. –confesó, esta vez con expresión seria.

–También me divertí mucho.

Él se acercó, y depositó un beso en mi mejilla.

–Adiós, Clarkson.

–Adiós, Zaccadeli.

Una vez se hubo marchado, cerré la puerta, y procedí a limpiar el desastre de harina que habíamos dejado en la cocina.

Cuando ya había terminado mi tarea, subí a mi habitación, y me metí en el baño al instante.

Me dieron ganas de darle un buen golpe a James cuando comencé a quitarme la harina del cabello.

Aunque yo había sido la que inició la guerra de harina.

No pude evitar reír ante el recuerdo.

Él estaba concentrado cortando algunos ingredientes, y al verlo tan sumido en su trabajo, tomé un puño de harina y se la arrojé al rostro, haciendo que se volteara en mi dirección anonadado, y comenzara a tirarme harina a mí, luego yo a él, de nuevo; y así sucesivamente.

Ya vestida, me tiré en mi cama sin importarme tener el cabello mojado.

Aún debía ser temprano.

Me giré hacia mi reloj, y en efecto, apenas eran las ocho menos diez de la noche.

Pero por alguna extraña razón, me sentía cansadísima.

Instintivamente, miré hacia mi ventana, y no pude evitar que el recuerdo de lo que había pasado con Cleveland me atacara nuevamente.

¿Realmente había invitado a Melany?

Seguía sin poder creérmelo.

De repente, varios Flash back comenzaron a llenarme la cabeza.

El primero, de cuando tenía trece años.

–Hey, nena, tú y yo, el baile, ¿qué dices?

Rodé los ojos con fastidio.

–Deberías ir de casanovas con otra, Cleveland.

Luego, un año más tarde, cuando tenía catorce.

–Ve preparando tu vestido, linda, este sexy chico te llevará al baile.

Reí con sarcasmo.

–En tus sueños solamente, idiota.

Cuando tenía quince.

–Oye, ¿quieres ir al baile conmigo?

–No. –me limité a contestar, y seguí mi camino por el pasillo del instituto.

Bien, ese había sido la invitación más normal de todas.

Y, finalmente, recordé la invitación de hace un año.

Estábamos en el teatro del el instituto, haciendo las pruebas de una obra que teníamos que representar a final de curso.

Todos estábamos concentrados, leyendo nuestras líneas, mientras esperábamos a que la profesora iniciase la clase.

De repente, una voz hizo que volviésemos la vista al escenario.

–Oh, –había comenzado a decir Cleveland en voz alta, se había subido al escenario y se había puesto una corona de príncipe que lo hacía lucir como el completo idiota, que ya de por sí era. –, querida, querida Isabel, eres el sol que ilumina todas mis mañanas, la alegría de todos mis días, la razón de todas mis sonrisas, –dramatizó, yo me crucé de brazos y fruncí el ceño. –oh, hermosa Isabel Clarkson, ¿le concederías a este humilde caballero, el placer de llevarte al baile?

Oí como algunas chicas suspiraban como idiotas, mirando a Zack con admiración.

Rodé los ojos y solté un bufido.

–Oh, imbécil subido en el escenario. –comencé, contestando a su pregunta. –Eres tan idiota que das pena ajena, eres el causante de mi dolor de cabeza, solo con verte me dan ganas de arrancarte la cabeza, y te invito a irte a la mierda.

Reí ante ese último recuerdo, recuerdo haber creído que se sentiría ofendido o algo por el estilo, pero lo único que hizo fue bajar del escenario y sonreír como idiota.

También se había limitado a decir:

"–El próximo año sé que aceptarás ser mi pareja."

A lo que yo había reído sarcásticamente.

Sin embargo, ese momento jamás llegó.

Este año por el contrario de los otros, no me había invitado al baile.

Ni siquiera se había preocupado por lanzar indirectas, o algo.

Simplemente había ido hacia Melany.

Debería estar feliz, estar saltando en un pie, haciendo una fiesta, celebrando a lo grande.

Pero, no me sentía para nada así.

De hecho, sentía un ligero dolor amargo en mi estómago.

Y no tenía ni idea a qué se debía.

¿Por qué la había invitado a ella?

¿Y por qué la había besado voluntariamente?

En las otras ocasiones, ella solía tirársele encima, no al revés.

¿Por qué me sentía tan...?

Ni siquiera sé cómo mierda me sentía.

De repente, entre tantos pensamientos, me quedé profundamente dormida.

Nota de la autora:

¡Sorpresa!

Aquí les traigo un capítulo sorpresa.

Bueno, digamos que tenía un poco de tiempo libre, y pensé: "Hey, ¿por qué no subir un capitulo para mis sexys lectores?"

Además, quería darles una sorpresa.

Me llegó un momento de inspiración, y bueno, aquí está el capítulo.

¿Cuántos murieron con los halagos de James, e sus indirectas hacia Isabel?

*-*/ aquí una.

¿Quién quiso darle una patada en las pelotas a Zack por hacer semejante barbaridad?

Sí, pues yo quise darle varias patadas ahí.

Les agradezco todos sus votos y comentarios, me he dedicado a leer y responder todos y cada uno de ellos, la verdad me alegra mucho que les guste, y me entusiasma mucho que lean y comente.

Bien, sin más nada que decir me despido.

No se olviden de votar y comentar si les gustó el capítulo.

¡Un beso!

Xoxoxoxoxoxo.

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