La Hija del Diablo

By Brisa1144

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-No soy un monstruo, Daniel. -su voz salió fuerte y clara, quería asegurarse de que todos la escucharan. En c... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25

Capítulo 12

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By Brisa1144

N/A: ¡Gracias por los 9K leídos! ¡Son l@s mejores!

Capítulo 12

SUEÑOS

Alexa dio por enésima vez una vuelta en la cama. Aquella noche se había alargado demasiado, el tiempo parecía pasar mucho más lento y no lo soportaba. Sus ojos volvieron a abrirse, ya acostumbrados a la oscuridad de la habitación, y no lo costó poder ver todo en el lugar como si todas las luces del cuarto estuvieran prendidas. Volvió a cerrar los ojos y los presionó con fuerza, esperando que eso le provocara un poco de sueño. Sin embargo, resultó ser inútil. Levantó su cabeza en el aire y la bajó bruscamente, haciéndola chocar contra la almohada de su cama. Repitió ese movimiento varias veces hasta que algo la detuvo, una voz.

Alexa... —La voz era gruesa y pertenecía a un hombre. Se escuchaba como un susurro, un escalofriante susurro muy distorsionado.

Habiendo crecido como la hija de un Demonio de la Noche, la oscuridad no le asustaba, las voces y los monstruos de los armarios a los que los chicos les temían, habían perdido toda importancia desde que había cumplido los seis años y había entendido que, tarde o temprano, su tarea seria parecida. Sin embargo, aquella voz le infundada miedo. Desde que había visto a aquella extraña figura negra en el espejo dos días atrás, sentía que el cansancio y la fatiga se habían aliado para jugarle malas pasadas a su cabeza, ya que el menor ruido provocaba que se alertaran sus cinco sentidos.

Alexa... —La voz volvió a hablar—. ¡Despierta! —Ordenó.

Alexa se levantó rápidamente y abrió los ojos. Aún estaba en la habitación, sin embargo algo había cambiado. Registró la habitación y se detuvo en cuanto su mirada se cruzó con las camas vacías de sus compañeras. Frunció el seño y se acercó a estas lentamente. Aquello no podía ser. Cinco minutos atrás, cuando había abierto los ojos, ellas aún estaban en la cama.

Escuchó un ruido detrás de ella, algo moviéndose a una gran velocidad. Se dio vuelta y vio que la puerta de la habitación estaba abierta.

Después de pensarlo unos segundos, se dirigió hacia la puerta y miró en los pasillos. No había nada. Se dio vuelta para volver a la habitación, pero una ráfaga de aire muy veloz la hizo cambiar de opinión. Vio a una figura negra correr por todo el pasillo y bajar las escaleras al final de este. Tratando de alejar al miedo que intentaba apoderarse de ella y soltando varias maldiciones, siguió a la figura negra.

Tras una larga caminata que la había llevado por todo el Instituto, había conseguido alcanzar a aquella figura oscura. Sin embargo, antes de poder tocarla o decir algo, esta volvió a moverse, atravesando una puerta de madera vieja que jamás había visto en los meses que llevaba en aquel lugar. Abrió la puerta y bajó por las largas escaleras de piedra que llevaban a unos pasillos subterráneos, similares a los cuales había pasado cuando había hecho las Pruebas.

Finalmente llegó a un salón hecho completamente de piedra en el cual la figura se había detenido completamente. Se acercó a paso lento a la misteriosa figura y se detuvo abruptamente cuando esta se volteó. Patas de caballo, cuerpo de humano y cabeza sin rostro. Era la misma figura que había visto en el espejo días atrás. 

Quiso gritar, pero no pudo. Caminó hacía atrás dispuesta a irse, pero, una vez más, se detuvo cuando la figura se agachó y se arrodilló frente a ella.

Señora —Dijo. Su voz gruesa se había vuelta más clara y fácil de entender, sin embargo, seguía siendo aterradora—. Me presentó ante usted como Vlad. Seré su fiel sirviente y es mi deber de cumplir su voluntad.

—¿Mi...? ¿Mi voluntad? —Dijo ella confundida. El miedo poco a poco iba desapareciendo y era reemplazado por la duda.

Como usted, puedo saltar de dimensión en dimensión, y, además, puedo cambiar mi forma y convertirme en la peor de las criaturas, alimentándome del miedo de las victimas. Sin embargo, no puedo hacerlo sin su permiso y orden. Es mi deber atormentar a aquellos que usted me indique.

En ese momento Alexa entendió de que trataba todo. En algún punto de su vida, ella había oído palabras similares salir de la boca de su madre y su padre. Ellos le habían dicho que su poder sin duda seria extraordinario pero a la vez complicado de manejar. También le habían dicho que debía aprender a controlarlo y dominarlo completamente antes de utilizarlo.

Y ella se había tomado muy enserio aquellas frases. No porque le molestara el caos y el desorden, sino porque sabía que todos los Demonios de la Noche —o sus descendientes— estaban bajo una estricta observación de demonios poderosos de la segunda jerarquía, y, el menor fallo o descontrol, tendría severas consecuencias.

Concentrándose en la criatura que tenía enfrente, continuó hablando:

—Eres una consecuencia de mi Don..., sin embargo aún no lo he recibido, no tengo diecisiete aún...

Lo has recibido —Dijo la criatura—. Es un regalo de aquel que domina la oscuridad...

—¡N-No! No estoy lista aún y no me arriesgaré por lo que podría ser nada más que un sueño. ¡Te ordeno que te retires y que no aparezcas ante mi, si yo no te lo permito u ordeno! —Gritó aquello último.

La criatura no pudo responder, pues Alexa se despertó sobresaltada. Estaba en su cama, toda sudada. La habitación estaba a oscuras pero ella podía distinguir perfectamente cada objeto. Sus compañeras de cuarto estaban cada una en su cama y, a diferencia de ella, dormían plácidamente.

Se dejó caer en la cama y cerró los ojos apoyándose fuertemente contra la almohada.

***

—Lo veo pero no lo creo —Dijo Amara, caminando a paso rápido para alcanzar a Alexa—. No creí que fueras a venir a clase hoy, y menos que fueras a sobrevivir la primera parte del día.

Maira a su lado asintió entre pequeñas y disimuladas risas, mientras que Alexa hacía caso omiso a sus comentarios. Se sentía a punto de explotar, por alguna razón todo parecía molestarla, hasta el mínimo comentario. Había tratado de ignorarlo todo, los comentarios de sus compañeras, las risas en clase, e inclusive los pocos comentarios que Miriam le había lanzado en el día. Estaba tratando a toda costa de mantener su inexplicable ira a raya, pero cada vez parecía más difícil.

Aceleró el paso, perdiéndose en un mar de alumnos y dejando a sus compañeras atrás. Entró en el comedor lo más rápido que pudo y se sentó en la mesa más alejada, no quería estar cerca de nadie. Ignoró el plato de comida que tenía en frente y tomó una mandarina del plato de frutas. La comió rápidamente y se dedicó a mirar a la nada los siguientes treinta minutos, mientras pensaba que le estaría ocurriendo, y si aquello tendría alguna relación con su extraño sueño y aquella criatura que había anunciado que cumpliría todas sus ordenes. El timbre que indicaba el fin del receso sonó, y aún no había encontrado una respuesta que le gustara.

"Atormentar a aquellos que usted me indique..."

No iba a mentirse a si misma, le gustaría darle una lección a Miriam Aida y a su grupo de seguidoras, que no hacían más que tratar de humillarla durante aquellos cuatro meses que habían pasado. Seguía molesta por lo ocurrido cuatro meses atrás y se había empeñado en devolverle eso y más.

Sin darse cuenta, había cerrado su palma en forma de puños y había empezado a hacer una gran presión con ellos, clavándose las uñas en la piel. Su seño estaba fruncido y una gran ira había empezado a crecer en ella.

Esta se disipó momentáneamente cuando sintió como su cara golpeaba el suelo y un liquido frío le recorría la nuca, espalda y cabeza. Vio las gotas anaranjadas de un jugo caer al suelo a través de su pelo, y, detrás de ella, oyó las inconfundibles risas e insultos de Miriam Aida, de su hermana Mónica y su grupo de seguidoras.

La ira volvió a crecer, esta vez superando todos los límites que ella había impuesto para controlarse. Sus iris se tornaron naranjas, y sus uñas hicieron lo posible para clavarse al suelo. Giró su cabeza rápidamente para darle una última mirada a aquel grupo, memorizando cada rostro y nombre. Se levantó del suelo y salió corriendo del salón, chocando con algunas paredes en su camino, veía todo borroso, un brillo naranja.

Llegó a donde quería en cuestión de minutos, bajó cada uno de los escalones con mucha rapidez y se metió en lo profundo de aquel lugar en cuestión de segundos. Se colocó en el centro del salón y juntó sus palmas. Susurró unas palabras como si las hubiera sabido desde siempre y una bola de fuego apareció en su mano. La lanzó hacia adelante y, al instante, la habitación se cubrió de un brillo anaranjado, que parecía haber sido producto de una explosión.

Unos segundos después, un líquido negro y espeso se esparció por el suelo y fue levantándose de este. Tomó, poco a poco, la forma de la criatura que, anteriormente, había aparecido en su sueño. Alexa sonrió.

¿Llamó usted? —Preguntó.

—Te daré tus instrucciones —Dijo sin vacilar—. Y esta noche, empezarás con tu tarea.

La criatura hizo una reverencia, y al mismo tiempo, un brillo dorado recorría toda la piel de Alexa.

Algo había tomado el control de ella, algo que solo aumentaba sus deseos de venganza y de odio. Ya no era ella misma...

Y las posibilidades de que volviera a serlo eran muy bajas.

***

La habitación, perfectamente decorada en colores celestes y blancos, estaba sumida en silencio. La oscuridad de la noche había acaparado cada sector de la habitación y la luna estaba cubierta por las nubes aquella noche. Cuatro camas estaban colocadas perfectamente una al lado de la otra, dejando una gran cantidad de espacio que había sido ocupado por caballetes con lienzos, armarios de ropa y un mini-living que contaba con cuatro sillones individuales.

Las cortinas del cuarto se agitaron cuando un viento fuerte pasó cerca de ellas. La ventana estaba cerrada, por lo cual, el frío aire de la noche era incapaz de pasar por ella. Entonces... ¿de dónde venía aquel viento?

La poca luz que asaba por debajo de la puerta, que provenía del pasillo, se extinguió en cuanto un líquido negro usó aquel pequeño espacio para ingresar a la habitación.

Una de las cuatro muchachas, rodó sobre la cama, y abrió sus ojos en cuanto sintió como el frío aire presente en la habitación la envolvía. Se sentó sobre la cama, sentía que algo no estaba bien, sentía algo oscuro en la habitación. Como ángel guardián, ella podía sentir las oscuras presencias del mal y, en aquel momento, sentía como se acercaba a ella.

Una gigantesca serpiente de dos cabezas se elevó de debajo de su cama. El pánico se apoderó de su rostro y de cada uno de sus músculos. Su primer instinto fue correr, sin embargo, apenas puso un pie en el suelo, la gigantesca víbora la atrapó. La estaba estrujando, y veía los filosos colmillos de la bestia acercándose hacia ella, abrió la boca tratando de gritar, de librar el mínimo sonido que alertara a sus compañeras de lo que ocurría, pero ellas no despertaban, pues no conseguía emitir ningún sonido: el pánico había suprimido su voz.

Sintió como el aire se escapaba de sus pulmones, como los colmillos de la bestia rozaban su piel y, finalmente, como todo se sumía en una profunda oscuridad. 

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