Superhero [Larry Stylinson AU]

By timetofernanda

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Harry podría considerar su vida como una llena de sinsabores y muy poco convencional. Hasta que conoce al atr... More

Prefacio
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
MENSAJE DE ANNELICE

Capítulo 1

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By timetofernanda

TODOS LOS CREDITOS A ANNELICE~~

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Disclaimer: Los personajes de mi historia son personas de carne y hueso. No tengo contacto alguno con ellos, ni sé cómo piensan y realmente ni idea de cómo son realmente.

Summary: Harry podría considerar su vida como una llena de sinsabores y muy poco convencional. Hasta que conoce al atractivo y joven novio de su hermanastra. Cuando parece que sus sentimientos son correspondidos, diversos sucesos los harán darse cuenta que no siempre las almas gemelas están destinadas a estar juntas.

Superhero

Capítulo I

”You Found Me, Parte I”

Estaba cansado. Su cuerpo dolía; la sangre que corría por sus venas quemaba… Todo en él era un desastre. Esos rizos más alborotados de lo normal, esos ojos inyectados de un color rojizo atardecer resaltando sus iris verdes. Harold era la viva imagen de un chico de dieciséis años consumido por las drogas.

Entró a su casa con los pies arrastrando y el mundo girando a su alrededor. A sus fosas nasales llegó ese aroma dulzón que era tan agradablemente familiar. Levantó su rostro hacia el triste de su hermanastra que lo recibió con un abrazo y acarició sus rizos intentando acomodarlos en su lugar. Eleanor era un ángel con él.

―Prometiste que no lo harías de nuevo, Harry ―susurró, con voz pesada―. Te he dicho que dejes de ver al Grimshaw.

Harry se apartó de ella, molesto. Observó como lo miraba asustada, arrepintiéndose de inmediato de su reacción tan agresiva e intentó acercarse de nuevo a ella, pero Eleanor retrocedió, asustada de que esta faceta del menor pudiera lastimarla. Sonrió tristemente.

―Él es mi único amigo.

Y sin más, subió las escaleras hasta su habitación y se encerró. Un sollozó se escapó de sus labios, anunciando el llanto que estaba por venir. Se sentía solo y sin vida; perdido, sin dirección, sin futuro. Era un muchacho joven, con una vida por delante aunque todo lo que hiciera pareciera estar mal ante los ojos de los demás. Empezando por su familia.

Su adorable madre había contraído matrimonio con el padre de Eleanor cuando él tenía nueve años. La castaña recién cumplía sus diecisiete primaveras y era una belleza andante con su largo y ondulado cabello hasta la cintura y sus curiosos ojos enmarcados de pestañas negras. Harry tuvo un pequeño enamoramiento con ella hasta que cayó en la cuenta que jamás podría a llegar a ser más que su hermanastro.

Recordaba vagamente a su padre, pues recuerdos tristes como esos, su cerebro los reprimía para ocultarlos y no hacerlo sufrir más de lo necesario. Anne, su mamá, le contó que estaba enfermo del corazón y fue eso lo que lo mató. Ella solía compararlo a cada rato con su papá, diciendo que su rostro le brindaba cálidos recuerdos sobre él.

Pero desde que se había casado con el señor Calder y cambiado el Styles por ese apellido, las cosas cambiaron tan radicalmente que Harry quiso huir. El hombre se presentó como la salvación para ellos: estaban a punto de quitarles la casa por falta de pagos y no podían seguir pagando la colegiatura de él. Se los llevó hacia el norte donde empezaron de nuevo… Él dejaba en claro que su adoración era su pequeña hija y la consentía en muchas cosas, dejando a un lado a Harry. Cada vez que Anne trataba de hacer que ese hombre también le prestara atención a su pequeño, él le daba una mirada aterradora que la hacía callar de inmediato.

Harry adoraba a morir a Eleanor. Al contrario de su manipulador y frío padre, ella se preocupaba por él y trataba de ayudarlo en lo que podía. Siempre fueron muy unidos a pesar de la diferencia de edades, y por eso cuando ella tuvo que partir a la Universidad años atrás, él fue el que más sufrió.

Tendría unos doce años y trató de no llorar, pero fue inútil. Eleanor era la única que lo hacía sentir cálido y lleno de vida. Hacerlo sentir que su vida tenía sentido.

Unos meses después de que partió, sus compañeros comenzaron a molestarlo en la escuela. Que si su cabello era muy rizado y largo; que si su nariz era muy ancha; encontraban cada pequeño defecto y lo usaban contra él haciéndole creer que era una criatura horrible que no merecía vivir en el mismo planeta que ellos. Nadie defendía al pequeño y él no le contaba sus penas a nadie. Su rostro lucía tan apagado que con el pasar de los días, su madre se dio cuenta por fin.

En su cumpleaños número trece, como deseo, pidió que dejaran de molestarlo en la escuela, pero las cosas empeoraron. Ya no bastaba sólo con ofenderlo y burlarse de él, llegaron al punto de golpearlo incontables veces en lugares no visibles. Y Harry, como la criatura inocente que era, se acurrucaba en su cama y lloraba contra su almohada, solo.

Eleanor lo llamaba constantemente para preguntarle cómo iban las cosas, respondiendo vagamente y ella, al estar tan ocupada, no notaba ese tono triste en su voz. Fue a los quince años que empezó por cortarse. Era la manera de sacar ese dolor que lo carcomía poco a poco. Vestía ropa de manga larga y cuellos altos para que la gente no notara esos rasguños que se provocaba en la garganta.

Quizás si no hubiera conocido a Nick Grimshaw jamás hubiera entrado al mundo de la drogadicción y se hubiera suicidado, y ahora todo parecía tan lejano y tan lleno de mierda que no podía creer que ese fuera él.

La castaña tocó la puerta de su habitación para recordarle que esa tarde los visitaría su novio. Se encontraba muy entusiasmada con la idea de que la familia conociera al único hombre que le había robado el corazón después de muchos años de estar soltera. Harry estaba feliz por ella, ¿cómo no estarlo? Era el hecho que no podía seguir ocultando que su vida marchaba bien y que no se sumía en la depresión de ser tratado como basura en su escuela a pesar de nunca haber hecho algo contra nadie.

El efecto de la cocaína bajó radicalmente hasta que se sintió más deshecho de lo que estaba. Aire, pensó, le sentaría de maravilla. Una ducha tampoco haría demasiado daño. Pesadamente se levantó del suelo y corrió hasta el baño. Unas arcadas lo recorrieron espasmódicamente por todo su abdomen y vomitó su alimento ingerido esa misma mañana. Algunas lagrimillas se escaparon y su boca tenía un sabor agrio. ¿Así se sentía estar enfermo y acabado? Suspiró profundamente y se metió bajo el chorro de agua fría.

Debía estar presentable para las ocho de la noche o su hermanastra se enfadaría de por vida con él. No recordaba cuando se había metido esa droga durante el día, pero sentía mucha pesadez en su cuerpo como si ya necesitase otra dosis. Sabía que no debía… Era que lo quería tan endemoniadamente a morir para salir de su dolor.

Pasó sus dedos por algunas de sus viejas cicatrices y se vio dentro de unos años… Un futuro triste se pintaba para él. Empuñó sus manos y salió de la ducha, listo para vestirse. Cogió un pantalón caqui, una camiseta blanca de manga larga a juego con un chaleco azul que lo hacía lucir más joven de lo que realmente era.

Su madre pellizcó su mejilla al verlo bajar por las escaleras y le dio una de esas sonrisas maternales que le partían el corazón a Harry. De vez en cuando ella le daba una de esas…

Con una falsa sonrisa le informó que saldría y que estaría puntual para recibir al novio de Eleanor. Ella negó con la cabeza, terminando por aceptar el hecho que no podría hacer nada para detenerlo y como favor le pidió que pasara por una lata de espinacas. Harry le volvió a regalar otra de esas sonrisas y se marchó.

El centro comercial estaba abarrotado de gente y se preguntó qué hacía ahí. ¿Qué demonios estaba haciendo de su vida? ¿Por qué seguía vivo si no tenía un propósito por el cual estarlo? Al padre de Eleanor le daría igual si desapareciera; su madre lloraría unos meses pero lo superaría como lo había hecho con su papá y Eleanor, a él se le partía el corazón de pensar que sufriría, aunque sabía que era lo mejor. Nadie le echaría de menos jamás.

―Hey.

Se sobresaltó al escuchar una dulce voz hablándole. Buscó con sus ojos a la persona que se había molestado en reparar en su existencia, notando a un hombre de veinte y tantos con una sonrisa de oreja a oreja.

― ¿Estás bien?

¿Quién le había hecho esa pregunta preocupándose realmente por él? Bajó la cabeza, evitando esa mirada azulada que lo mareaba y respondió con un tímido ‘sí’, aún con esos pensamientos suicidas en su cabeza.

―Eres un chico muy guapo ―prosiguió ese extraño, haciendo sonrojar a Harry―. Pero esos ojos tristes te hacen ver horrible. ―rió―. Deberías sonreír.

―Lo hago ―sonrió con falsedad para alejar de una vez a ese extraño que le hablaba en el pasillo de comestibles.

―Que horrible sonrisa, joven ―replicó.

―Bueno, es mi sonrisa.

―No lo es.

―No veo por qué deba importarle ―dijo, molesto―. Es mi sonrisa. Y con todo respeto, debo marcharme a una cena familiar en la cual no quiero estar. Con permiso ―concluyó, rodeando al hombre para ir hacia las cajas a pagar.

―Espera… ―lo llamó, sujetando su brazo―. Mi intención nunca fue incomodarte, y perdona mi atrevimiento, es sólo que llevo rato observándote y parecías ido, confuso y deprimido.

― ¿Va usted por el mundo fijándose en los estados de ánimo de personas desconocidas? ―inquirió extrañado y sintiendo como quemaba la parte de su anatomía de donde lo tenía sujetado.

―Sólo de los que realmente me llaman la atención.

Ahí estaba él, en medio de una extraña conversación con un apuesto desconocido. A Harry nunca le había llamado la tención alguna chica y ciertamente tampoco un chico; y es que no es como si tuviera tiempo de fijarse en alguien puesto que por seguro lo iban a tratar con la punta del pie… ¿Por qué ese extraño hacía que su corazón se acelerara con tan sólo mirarlo fijamente?

―Déjame invitarte un helado y hablamos sobre ti.

El Styles no estaba muy seguro de querer ir con él, sin embargo, cedió con un suspiro de resignación y después de pagar la lata de espinacas caminaron hasta la heladería más cercana donde pidieron unos conos de vainilla. Estaba aún reacio a contarle sobre lo que pensaba antes de conocerle, aunque llegó a la conclusión que si no se desahogaba con alguien, explotaría y seguiría cargando con ese peso sobre sus hombros.

Relató toda su vida en más de hora y media. El joven de ojos azules jamás lo interrumpió y escuchaba atentamente su historia, sin juzgar y sin verlo sin lastima. Eso hizo que Harry se sintiera mucho más cómodo a su alrededor y confesara:

―Si no fuera porque me has hablado, ahorita no estaría tomando este helado contigo.

―Entonces me alegro de haberme acercado a ti, Harry.

―Me alegro que lo hayas hecho… ―y después de años, sonrió de verdad, sólo que sin que la sonrisa llegara a sus ojos―. ¿Puedo conocer tu nombre? Aparentemente te he contado mi vida entera, y sabes mi nombre, pero quiero saber a quién le he dado lástima.

―Al contrario. Lástima es lo menos que me has provocado ―besó su mejilla juguetonamente, manchando de helado en ese lugar. Era tan abiertamente gay que dolía, pensó Harry―. Soy Louis Tomlinson.

N/A: Se aceptan tomatazos y eso. Espero que les gustara, pues me hace feliz escribir algo diferente. Muchas, muchas gracias por leerme, son los mejores del mundo mundial. xx. :) 

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