Zona de guerra (Nick Robinson)

By mxnicastilinski

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Melissa ha vivido un infierno los últimos seis años y cree que volver a su casa natal de Long Island le ayuda... More

CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO FINAL

CAPÍTULO 25

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By mxnicastilinski

- Voy a pasar esta semana que viene en casa de una amiga del instituto.

- ¿No tienes clase? - pregunta John.

- Sí, pero me ha dicho que sus padres van a estar fuera por cosas de trabajo y que no quiere quedarse sola en casa los siete días.

- ¿Cómo se llama?

- Jennifer.

- ¿Y no sería más lógico que ella viniera aquí?

- No veo el porqué. Además, así podrás estar tranquilo sin tener que cuidarme y cualquier día puedes traer a tu novio - añado guiñándole un ojo.

- No sé yo... - duda.

- No te preocupes, ya sé yo por ti - me apresuro a decir -. Cojo mi mochila y me marcho.

- ¿Tan convencida estabas de que iba a ceder?

- Siempre lo haces, hoy no iba a ser una excepción.

- ¿A que te quedas en casa por bocazas? - me amenaza.

- Vale, vale. Está bien. Olvida lo que he dicho - subo corriendo a mi habitación a recoger mis cosas y bajo otra vez -. Adiós, nos vemos el próximo domingo - le estampo un beso en la mejilla y salgo por la puerta.

Llego hasta un parque y me siento en un banco a esperar. Precisamente, es Jennifer la que no está en casa. Aunque no mentí acerca de los padres. Los tres se han ido de viaje a las Maldivas durante una semana. Nick me ha pedido que le soltara esa trola a mi hermano para que me dejara ir a su casa. No por nada, sino que a las cinco de la mañana sale el avión hacia Alaska. ¿Estoy nerviosa? Sí. ¿Me siento a punto de vomitar de lo revuelto que tengo el estómago? Puede. Pero intento ser optimista y confío en la experiencia de Nick y su equipo. Él me ha pedido también que quedásemos antes para repasar el plan. El chirrido de los frenos de un coche interrumpe mis pensamientos. Me levanto como un resorte y entro en él.

- ¿Ha sido fácil convencerlo? - me saluda.

- Pan comido.

- Bien, vamos - y arranca el coche.

- Por cierto, hemos visto el vídeo de tu padre y lo hemos estudiado, pero no encontramos nada fuera de lugar.

- Ya me lo esperaba.

El trayecto transcurre en silencio oyéndose únicamente la música de la radio. Después de 17 minutos de camino, Nick conduce por el garaje de su edificio y aparca en su plaza. Subimos en el ascensor hasta la 3ª planta, piso B. La entrada se encuentra en penumbra por que la luz que entra por la ventana empieza a ser escasa. Cuando le da al interruptor, las bombillas iluminan el acogedor salón. Dos sofás colocados en ángulo recto, una mesita de cristal encima de una enorme alfombra en el centro, un mueble con estanterías repletas de libros y objetos personales varios más una televisión en el medio son los elementos que lo componen. A mi derecha hay una pared con armarios empotrados para los abrigos. Siguiendo en la misma dirección, hay una pequeña cocina con varios platos apilados en el fregadero y una isla en el centro para las comidas.

- Creo que el arte de fregar todavía no lo has puesto en práctica. - añado, haciéndole sonrojar.

- He estado muy liado últimamente.

- Seguro que sí.

Nos adentramos por un largo pasillo donde se dejan ver cuatro puertas: dos darán a la habitación de ambos hermanos respectivamente, otra a la de los padres y la última, al baño. Entramos en la que se encuentra más alejada. Las paredes azul claro están adornadas con cuadros de paisajes polares, montañosos o de animales.

- Así que te gusta la naturaleza, ¿eh? - destaco.

- Sí. Creo que es lo más puro de este planeta y, muy seguro, dentro de unos cuantos años, solo en las fotos y vídeos quedará el recuerdo de lo que fue. El ser humano la está jodiendo bien.

Deja sus cosas encima del escritorio de madera repleto de papeles, varios lapiceros y un ordenador portátil. Se pone a ordenarlo un poco. La cama está pegada a la pared y a su lado hay una pequeña mesita de noche en la que reposa una lámpara y tres libros apilados. Cojo el primero de ellos que supongo que es el que está leyendo por el marcapáginas que sobresale.

- La sombra del viento - leo en voz alta el título.

- ¿Lo leíste? - me pregunta.

- Sí.

- ¿Y te gustó?

- No - respondo dejándolo otra vez en su sitio.

- ¿Por qué no? - se da la vuelta para mirarme.

- No sé, es muy lento y la trama me aburre. Estuve a punto de dejarlo a medias, pero quise esperar y seguir leyendo por si mejoraba. Pero no fue así - digo, metiéndome el pelo detrás de la oreja.

- Pues a mí sí que me está gustando.

- Mejor para ti. Así no será tiempo malgastado.

Camino por la habitación hasta llegar a una estantería con más libros. Paseo el dedo por el lomo de cada uno ojeando los títulos. La cama chirría cuando Nick se apoya en ella estendiendo unos papeles en el suelo. Me siento a su lado.

- Estos son unos planos de la zona de Alaska donde se encuentra la base de Dorian Walker...

NIck habla sobre sistemas de seguridad, estrategias, planes de acción... Estamos los dos solos, en su habitación, y a mí lo último que me apetece hacer es estudiarme unos papeles llenos de números y líneas. Observo su cara: tiene el ceño fruncido y aprieta la mandíbula cada vez que hace una pausa entre frase y frase. Un mechón de pelo le cae sobre la frente.

-... podríamos dividirnos en esta zona para distraer a los guardias - para de hablar cuando le cojo la cara con las manos y le beso. Después con una de ellas empiezo a  acariciarle el muslo. Se separa para añadir:

- Melissa, tienes que concentrarte - le beso otra vez.

- No puedo - respondo.

- ¿No puedes o no quieres? - se aparta de nuevo.

- Mmmm... no quiero.

Ahora él me devuelve el beso. Me siento a horcajadas encima de él e introduzco y me abro paso con la lengua para llegar a la suya mientras enredo mis dedos en su pelo. Nick me acaricia debajo de las costillas y aumenta la intensidad. Comienzo a darle suaves besos en el cuello y vuelvo a sus labios. Después de un rato empiezo a notar que algo hace presión debajo de mí.

- Quiero hacerlo - digo con la respiración agitada. A Nick se le iluminan las facciones.

- ¿Estás segura? - pregunta nervioso.

- Completamente. - respondo a la vez que tiro de su camiseta para deshacerme de ella. Él repite el gesto y me quita la mía. Se levanta y me coge para tumbarme de espaldas en la cama. Se echa encima de mí y me besa intensamente. A continuación, me da besos en el cuello y va bajando en línea recta hasta llegar a mi abdomen y debajo del ombligo. Pasea los dedos por la tira de mis pantalones y los empuja por mis piernas quitándomelos por completo. Me quedo en ropa interior. Regresa a mi boca mientras su mano me acaricia por la cadera. Coloco mis manos en su pecho y lo empujo para darle la vuelta y posicionarme yo encima. Comienzo a desabrochar su pantalón y procedo a quitárselo. Su calzoncillo contiene a la bestia que suplica ser liberada. Me siento encima del bulto y empiezo a moverme suavemente sobre él mientras voy dejando besos por el pecho de Nick. Le escucho gemir y cómo su respiración se agita cada vez más. Movido por la impaciencia, me desabrocha el sujetador y se deshace de mis bragas, dejándome expuesta. No estaba mentalmente preparada para eso y siento calor en las mejillas de la vergüenza. Luego pienso que lo que estamos haciendo es lo que yo quería y me dejo llevar. Él mismo se priva de la última prenda que llevaba puesta y su pene sale hacia arriba como un muelle. Abro mucho los ojos porque nunca había visto uno tan de cerca y menos rozándome la pierna. Nick se las apaña para colocarme de espaldas encima de su pecho. Su mano derecha empieza a recorrer mi barriga en dirección a la zona que nunca antes había sido tocada por un hombre. Trago saliva y el corazón se me acelera. Llega a donde me nace el vello púbico hasta tocarme el clítoris, el cual acaricia con sus dedos provocándome un escalofrío y un cosquilleo que se instala en mi columna vertebral. A la vez, con la otra mano, me masajea uno de mis pechos. Arqueo la espalda. Tanteo por su cuerpo en busca de su miembro. Cuando lo encuentro, lo rodeo con los dedos y comienzo a deslizar mi mano de arriba a abajo, primero despacio y después aumentando la velocidad. Nick suelta suspiros prolongados cerca de mi oreja. Noto cómo uno de los dedos de Nick se separa del resto para acercarse a mi entrada y finalmente se introduce en ella. Me tenso instintivamente a la vez que ceso el movimiento de mi mano en su pene.

- Relájate. Sino te dolerá - susurra en mi oído.

Hago lo que me sugiere y los dos retomamos lo que estábamos haciendo. Mueve su dedo dentro de mí a un ritmo constante para después meter uno más. Con la excitación, aumento la velocidad de fricción de mi mano contra su miembro. Los gemidos de ambos terminan formando uno solo y yo me siento increíble en este momento. Como si todos los problemas del mundo exterior y los míos propios estuvieran en un segundo plano. Después de unos minutos, Nick se levanta y se acerca a un cajón de la cómoda. Coge un sobrecito, lo abre y saca un condón que se pone con pulso firme. En seguida sube a la cama otra vez. Mentiría si dijera que no estoy algo asustada y nerviosa. Él se muerde el labio inferior para a continuación besarme en la boca. Coloca su pene encima de mi clítoris y comienza a restregarse para estimularme sin dejar de besarme y manosearme.

- ¿Estás lista? - me pregunta a un centímetro de mi boca.

- Sí. - Respondo apenas en un susurro.

- Recuerda lo que te dije antes.

Me coge las piernas por debajo de las rodillas para abrírmelas más. Después, se agarra el pene para colocarlo justo en mi entrada a la vez que va introduciéndolo poco a poco. La presión de algo metiéndose en mi interior, que hasta el momento solo había acogido tampones, hace que me duela levemente. Trato de relajarme para poder disfrutarlo. Antes de que me dé cuenta, Nick ya ha llegado hasta el final. Se echa sobre mí apoyándose con las manos en el colchón y empieza a deslizarse hacia dentro y fuera de mí suavemente. Pero constante. Al principio suelto gemidos por lo bajo y algunos se ven sofocados por los labios de Nick. A medida que pasa el tiempo, Nick aumenta el ritmo de las embestidas, sacándome gemidos más fuertes. EL chocar de sus muslos en cada penetración contra mí hace un sonido como de palmas. Inconscientemente, le estoy dejando la espalda a Nick cubierta de arañazos. Le doy un empujón en el pecho para cambiar de posiciones. Me inclino para dejarle un breve beso en los labios. Cojo su pene para volver a colocarlo en la dirección adecuada y me deslizo sobre él aumentando el ritmo paulatinamente. Las manos de Nick en mi cadera me acompañan en el movimiento. Después de seis minutos, por mi garganta comienza a brotar el orgasmo definitivo y la expresión de Nick me indica que le falta poco para correrse. Cuando llega a su clímax, yo dejo salir el orgasmo. Me quito de encima para echarme en la cama. Se quita el condón, lo tira en la papelera y se acuesta a mi lado, mirándome todavía con la respiración agitada.

- ¿Qué tal tu primera vez?

- Ha sido alucinante. ¿Cómo sabes que es mi primera vez? - pregunto extrañada. No recuerdo habérselo mencionado.

- No ha sido fácil meterla - ríe.

- ¡Oye! - le doy una bofetada en el brazo. Se disculpa con un beso. Coge las sábanas para taparnos.

- Ahora a dormir. Mañana nos espera un largo día. Buenas noches. - Me besa la punta de la nariz.

- Buenas noches. - Me giro para darle la espalda. Él me coge de la cintura y tira de mí para apretar su ahora flácido pene contra mi trasero desnudo. Mítico cliché de la posición de la cuchara.

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