Haylin: A través de tu piel |...

De YustinR24

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Saga Haylin #1 Basada en el video "Dangerously" de Charlie Puth. Haylin Cooper es una mujer temerosa e ins... Mais

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21/ Parte 1
Capítulo 21/ Parte 2
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo
Noticias
Booktrailer
PUBLICACIÓN EN FÍSICO

Capítulo 5

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De YustinR24

Haylin

Camino con pesadez sobre Central Park. Mis ánimos están por los suelos. Anoche no logré pegar ojo después de aquella horrible pesadilla. Nata estuvo conmigo después de ello. Tuve que contarle la razón por la que reaccioné así estando con Kerian y también le hablé de mi extraña pesadilla. Nata me dijo que sospechaba de lo sucedido ayer. En cuanto a lo de la pesadilla me dijo que no le prestara mucha atención, que no me atormentara por ello. Luego de hablarle de esto, le pregunté qué tal le había ido en la cita con Anton. Su respuesta nunca llegó, y creo que no fue necesario porque su cara me lo dijo todo: le había ido pésimo. Después me expresó con cara de frustración que el tal Anton era casado y tenía un hijo. ¡Vaya! ¡Pobre de Nata! Tanto que le había costado intentar salir con él y luego ahora resulta que el muy cabrón le sale con que es casado.

Hoy me he levantado más temprano de lo normal y lo único que he probado ha sido un delicioso cereal de chocolate. Es mi favorito y ni siquiera lo comí con ganas. Amanecí tan abrumada y traumada por la pesadilla, que no tenía apetito de nada. Sólo había pasado una vez antes de venir a New York, específicamente en Atlanta, cuando lo tenía en mi cabeza, tan reciente y claro. Cuando desperté, Nata ya se había ido a su turno de doce horas como enfermera en un hospital cercano de Manhattan. No sé por qué se lo toma tan a pecho. Debería tomárselo con calma. Aunque explica que lo hace por ganar más dinero. Sólo por esa razón no la juzgo; cualquiera lo haría.

Resoplo con hastío, espero que el día de hoy no esté tan cargado de citas. "Espero que lo de ayer no me afecte" pienso y una sonrisa de vergüenza se extiende por mi rostro. Kerian... Cuando comienzo a pensar en él me entra de todo. ¿Cómo logra provocarme eso si apenas le conozco? Me pregunto vagamente qué estará haciendo en estos momentos. Mientras imagino lo que puede estar haciendo, mi mal humor desaparece y de repente siento todo el ánimo del mundo para ir a trabajar.

***

-Buenos días Gina, ¿cómo has amanecido? -le pregunto sonriente mientras entro al edificio.

-Bien doctora Cooper. Gracias -responde afable y levanta una ceja al ver mi cara iluminada. Sé que quiere preguntar el porqué de mi sonrisa, pero no lo hace. Hoy Gina va muy bonita: su cabello castaño va suelto y le cae en suaves ondas por los hombros. Lleva una blusa blanca de manga larga con una falda plisada en negro, igual que la mía. Sólo diferimos en la blusa: la mía es lila y de manga corta.

-¿Hay algún cambio para hoy Gina? -pregunto mientras saco mi libreta de apuntes.

-Sí doctora. Como hoy sólo tenía dos citas por la mañana, decidí reprogramar las tres que canceló ayer para la tarde de hoy, ya le he avisado a cada uno del cambio con antelación, de eso me encargué ayer y, además, agregué de imprevisto una más para las cuatro de la tarde porque parecía urgente y como por la tarde casi no tiene citas -murmura mirando con atención su ordenador. Se inclina más y frunce el ceño -, esta última que agregué es de un joven discapacitado que, al parecer, sufre de una seria depresión... su nombre es Kerian Grayson-me explica-. ¿Está de acuerdo con los cambios doctora? -dice mirándome con cautela.

Antes de continuar apuntando los cambios, frunzo el ceño y me detengo de golpe al escuchar su nombre. Mi corazón se detiene y dejo de respirar. ¡Mierda! ¿Kerian? ¿Por qué no me dijo que iría a un psicólogo? "Haylin, lo conoces desde ayer, no te iba contar sus planes a una desconocida" dice sarcástico mi subconsciente. Ahora, mi estado de ánimo ha caído por completo. Lo que siento en estos momentos son unas ganas tremendas de desaparecer. ¿Cómo reaccionará al darse cuenta de que la persona que le ayudó y que le confió una parte delicada de su vida ayer es una psicóloga? ¿Pensará que le ayudé sólo porque era mi deber? Pensar en eso me deprime. La que habló ayer con Kerian lo hizo con el corazón, porque quería; de eso estoy totalmente segura. En estos instantes, no sé cómo reaccionará ante lo que soy y si nuestra naciente amistad continuará.

-Doctora, ¿le parece bien? -pregunta nuevamente Gina, sacándome de mis cavilaciones.

-Sí, Gina. Gracias -le respondo tratando de recomponerme ante la noticia.

Sin previo aviso, a comienzo a caminar más rápido de lo normal hacia el consultorio; casi corriendo. Mis tacones pujan con fuerza contra la cerámica. Siento la mirada confundida de Gina detrás de mí. No me importa. Abro la puerta, la cierro de golpe, me recuesto sobre ella y expulso el aire que llevaba conteniendo. ¿Ahora qué hago? ¿Qué le digo? Y, sobre todo, ¿cómo reaccionará él? Un tremendo dolor de cabeza comienza a punzarme y, desde ese momento mis nervios incrementan al punto máximo de acabar con mi cordura.

***

Pasa el primer paciente, Lucas, un hombre de mediana edad que trata de superar la ruptura de su matrimonio. A las diez de la mañana, llega la segunda, Marta, una mujer que siente culpabilidad por haberle sido infiel a su marido. Resoplo con pesadez después de que se va. Qué pesado se está poniendo el día hoy y eso que el clima afuera es fresco y soleado. No logro apartar de mis pensamientos a Kerian y su posible reacción. ¿Se enojará? Por supuesto, quien no. Y después de esta cita, ¿volverá? Todo eso me preocupa y agobia a la vez.

Llega la hora del almuerzo y estoy que muero de hambre. Mi nervio y preocupación no han mermado ni un poco. Gina ya ha llegado de su media hora libre y he decido ir comprarme algo para comer. Camino con paso acelerado hacia un Starbucks cerca de la zona. Al llegar, el servicio es lento y comienza a fatigarme. Después de unos minutos, una amable pelirroja de ojos castaños nota mi fatiga y me atiende. Pido un capuchino de Caramel Macchiato con extra de caramelo y cuatro panecillos cubiertos de vainilla, dos para comer y dos para llevar. Pago mi pedido y segundos después llega. Como despacio y sin prisa, sin embargo, los nervios y los mismos pensamientos se agolpan en mi mente una y otra vez. No logro terminar el segundo panecillo y lo guardo en la bolsa de papel para comerlo más tarde.

En la tarde, cuando el penúltimo paciente se ha ido, mi corazón comienza a bullir con fuerza contra el pecho; sé que después de ese llegará Kerian. Siento nervios, expectación y un sinfín de sensaciones. Miro el móvil; faltan diez minutos para las cuatro. Me quito las gafas. Tarareo con los dedos sobre el escritorio de caoba. Trato de perderme en el azul cielo que cubre las paredes del consultorio. Observo el sillón reclinable de color marrón frente a mí. Miro las exquisitas flores silvestres que adornan la estancia en cada esquina del lugar. Es un ambiente relajado y agradable. "Quizá sólo para mis pacientes, porque a mí no me calma en lo absoluto" pienso con amargura.

Cierro mis ojos, inspiro y exhalo. Repito el proceso una y otra vez. "Vamos Haylin, no te pongas nerviosa" me apoyo mentalmente. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Quizá porque es Kerian, te lo comes con la mirada cada cinco minutos y, además, es super tierno e intrigante... Exhalo por última vez y creo sentirme tranquilizada.

Tocan la puerta. ¡Mierda! Comienzo a rascarme el cuero cabelludo con nerviosismo. Aflojo un poco la coleta en el proceso. Me quito los pequeños anteojos y froto mis manos. Vamos Haylin, tú puedes...

-¡Pase adelante! -mi voz es un manojo de nervios. Siento el corazón en la garganta cuando veo la puerta abrirse.

Es entonces cuando le veo a él; con su bastón delante, tan atractivo... Lleva una sudadera negra sin capucha, camisa blanca, unos vaqueros azules que le quedan de infarto y unas converse en blanco. Su cabello marrón es una maraña desordenada. Se ve tan guapo e irresistible... Y pensar que es mi nuevo paciente... Eso no ocurre muy a menudo.

De pronto, su profunda voz irrumpe en la sala:

-Buenas tardes... doctora Cooper. -Esto último lo pronuncia con más contundencia. Y allí me doy cuenta de que está muy enfadado.

-Kerian... Eh... Yo... -no sé qué decir. Mi mente no formula palabra alguna.

-No te molestes en explicarte. -Murmura mientras entra y cierra la puerta. Se dirige con paciencia hacia el sofá. Yo me quedo absorta mirándole-. Responde sólo una cosa -musita serio-. ¿Quién habló ayer, Haylin la que aparentaba ser mi nueva amiga o... Haylin, la muy reconocida psicóloga? -pregunta con evidente enfado-. De seguro la psicóloga, ¿no? De seguro te sentiste tan poco profesional insultándome que, retractarte conmigo fue la mejor alternativa para aplacar la culpabilidad que sentías contigo misma, ¿no es así?, ¿eh? -su voz se tiñe de ironía.

-No es así Kerian...-trato de justificarme-, yo me disculpé no por mí, sino por ti, sentía que te debía una disculpa. En realidad lo de querer entablar una amistad contigo nació de corazón; no es mentira. Por eso te invité a desayunar. Y en ningún momento actué como...

-Sí claro... -me interrumpe-. ¿En qué mundo vives para pensar que voy a tragarme todo lo que dices? ¿Eh? -eleva un poco la voz-. Haylin, no tengas miedo de sincerarte conmigo. Créeme, llevo más de un año acostumbrado a que las personas ni siquiera se me acerquen o que, si se acercan a mí, no puedan evitar soltar algún que otro comentario ofensivo. ¿Y sabes? -prosigue-, no creo que me duela si afirmaras que te disculpaste conmigo sólo porque sentiste que no era parte de tu ética como psicóloga insultar a un discapacitado. -Su voz se va tiñendo de amargura.

-¿Un insulto de Jennifer sí te dolería? -¡Mierda Haylin! ¿Por qué no conectas tu boca con el cerebro antes de soltar alguna estupidez?

Kerian no responde; se pone pálido. En su rostro se refleja la sorpresa porque yo lo sepa, y el dolor porque... ¿acaso le sigue afectando esa estúpida? Por su rostro parece ser que sí. Y por extraño que parezca, eso no me agrada en lo más mínimo. No después de cómo le insultó. De repente, soy consciente de que Kerian se levanta furioso y tropieza con el respaldar del sillón. Cae de rodillas al suelo, pero su bastón le ayuda a ponerse de pie. Es entonces cuando me percato de que se dirige a la salida. Oh no Kerian... Esta vez no lo harás, de eso me encargo yo.

Me levanto de un salto y le alcanzo. Lo tomo del brazo.

-Suéltame Haylin... -dice en un tono amenazante a modo de advertencia. En sus ojos logro vislumbrar furia y dolor.

-Ni lo sueñes Kerian...-le advierto-, esta vez tampoco lo harás. Tienes que enfrentar y superar lo que quiera que sea que te haya hecho esa mala mujer. No debes dejar que las palabras de esa mujer sin escrúpulos te afecten. -Siento que se me va el aire de los pulmones. Y no de estarlo enfrentando, no, sino de estar tocando su brazo. A través de la tela puedo sentir su dureza; el calor que transmite. Un fugaz pensamiento se cruza en mi mente: como deseo sentir el calor de sus brazos rodear mi cuerpo nuevamente.

-¿Cómo sabes lo de...

-La escuché Kerian -le interrumpo-, y lo que le oí decir no me agradó.

Intenta zafarse de mi agarre, pero le detengo.

-¿Sigues pensando en irte? -pregunto susurrante.

-Sí.

Niego casi rendida. ¿Qué hago para detenerle y que no se vaya? Otro pensamiento se hace presente en mi mente. "No lo hagas Haylin, no otra vez" me repite mi subconsciente. ¡No! Esta vez no es aquella, en esta ocasión es por un motivo sencillamente diferente. Y lo que diferencia a uno de otro es que: en este momento sí deseo hacerlo. Lo anhelo con todas mis fuerzas desde el primer momento cuando le vi: con los vaqueros oscuros y la camisa gris en la entrada del edificio, el calor de su pecho en mis manos, su cabello revuelto, la cicatriz de su ceja, el ámbar vacío de sus ojos, la sonrisa torcida que en pocas ocasiones emerge de sus labios; esos labios... De repente, soy toda impulsos.

-Kerian, perdóname por no decirte en un principio quién era, no lo creí necesario y escúchame por favor, no cometas ninguna tontería. -Mi voz tiembla y el corazón comienza palpitarme con fuerza. Mi mano comienza a temblar en su brazo. El gira la cabeza y yo ya no soy capaz de pensar con claridad; soy toda impulsos. Sé que no es correcto, pero en estos momentos me importa un carajo. He de detenerle de la manera que sea. Atrapo sus labios en un sólo movimiento; estos me reciben sorprendidos. Sin embargo, no protestan y se dejan llevar. Su boca comienza a danzar cadenciosamente con la mía, coloco mis manos alrededor de su cuello y poco a poco las voy subiendo y enredando en su cabello. Con el pasar de los segundos, el beso se hace más profundo, cada vez más intenso y embriagador.

Un último capítulo más...

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