PROHIBIDO tener citas

By ValeGarbo

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Abigail está cansada de que cada semana haya una nueva chica llorando porque Axel Cruz le rompió el corazón... More

Nerd: 1, Rompecorazones: 0
La visita de Gina
El tipo de chico que me conviene
Adicción a la adrenalina
La semana perfecta
Las mejores amigas
La nerd que se enamora del chico malo
Pie de limón
La familia perfecta
Punto para el rompecorazones
Tirar un dado
La periodista
Prólogo de peligro
Una amiga
Temeraria
Megan Fox en bolas
El pre-reportaje
La chica de ojos violeta
Juego de preguntas
Discovery Channel
Predecible
Algunas mujeres nunca crecen
Internet en el infierno
Beneficio de la duda
Una gota de honestidad
Charla nerd
Una flyer
Clases de feminismo
Ascender a cretino
Ambigüedad
Negación constante
El cuadro de honor
Modo Abogado
¿Suena convincente?
Epílogo

Feria de libros

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By ValeGarbo



(Por: Abi)

—Esto es probablemente una de las cosas más deliciosas que he probado nunca.

Acabábamos de terminar el tour por la exhibición en el museo y nos habían entregado gratis dos brochetas con anticuchos. Era bueno que esto no fuera una cita real o estaría avergonzada de la forma en que estaba devorándolos. Daenerys Targaryen no sabía lo que se había perdido por no freír ese corazón antes de comérselo.

—Empiezo a temer que te matan de hambre en tu casa, Lester.

Tenía una réplica ingeniosa en la punta de la lengua, pero mi boca estaba demasiado ocupada terminando el último pedazo que me habían dado en la brocheta.

—¿Podemos hacer nuevamente todo el tour?

No pude culparlo por reírse de mi tono de emoción.

—No. Prometí una feria del libro y es eso lo que vas a tener. Si te dejo cancelarla, pensarás que puedes salirte con la tuya, y eso sí que no puedo arriesgarlo —me imitó.

—Eres un amargado —le gruñí.

Sin embargo, media hora después quería tener cinco cabezas más para poder mirar todo. Lo único que me detenía de acabar con mis ahorros era que Axel quería saber si había leído cualquier libro al azar en el que lograba poner sus manos y eso nos quitaba tiempo.

Todo empezó con Kody Keplinger.

—¿Qué clase de libro es este? —Lo escuché decir mientras admiraba una edición en tapa dura de Animales Fantásticos y dónde encontrarlos—. Duff suena algo muy horrible que llamar a alguien.

—Es porque no has leído el libro. Es uno de los mejores libros de todos los tiempos. Grandes protagonistas, noventa por ciento libre de clichés, un sentido del humor insuperable...

—Creo que estás dejando que tu amor por este libro te ciegue —me cortó Axel, arruinando mi emoción y colocándolo de vuelta en el estante.

—Es una pena que no te interese, porque te pareces al protagonista. Y ese libro incluye una buena lección sobre ser una Duff.

—¿Cómo puedes tener una lección sobre ser la designada amiga fea y gorda?

Intentando ser dramática, le sostuve la mirada y saqué el libro a ciegas para colocarlo en sus manos.

—Lo sabrás si lo lees. Dale una oportunidad

Ambos miramos el libro que tenía en las manos y empezamos a reír: había terminado sacando una copia de Crepúsculo.

—¿Esta novela sigue siendo impresa? —Preguntó Axel incrédulo.

—Por supuesto que sí. Crepúsculo todavía tiene muchos fans repartidos por el mundo.

—¿Lo has leído? —Soltó Axel como si le acabara de decir que tenía diarrea.

—¿No lo has leído? —Devolví en respuesta. En un tono mucho más normal, por supuesto.

—Soy un chico, por supuesto que no lo he leído.

—No sabía que te daban puntos de masculinidad por no leerlo.

—Pero diría que sí te quitan puntos de inteligencia.

—Estás loco. Es una historia de lo mejor. Si hubiera tenido mejores protagonistas, hubiera sido un éxito rotundo.

—¿No fue un éxito? —Preguntó Axel—, todas las chicas hablaban de esto hace unos años.

—Quiero decir que no habría sido tan criticada por todo el mundo. Los personajes secundarios eran devastadoramente interesantes.

—¿Por qué? ¿Porque tenían mejores abdominales?

Solo por fastidiarlo, empecé una cátedra sobre las historias de cada miembro de la familia Cullen (y quizás, solo quizás, exageré algunas cosas para hacerlos más interesantes).

—Vale, vale, deja de hablar. Me lo llevaré —sacó The Duff del estante—, y este también. Vayamos al siguiente stand antes de que me convenzas de leer esta copia de 50 sombras de Grey.

—Ew, no, eso nunca.

—Es bueno saber que tienes límites —rió divertido—. Así que resultaste ser una puritana.

Me cubrí los oídos mientras él intentaba leerme fragmentos del libro en voz alta, hasta que la gente empezó a mirarnos y me siguió hasta una nueva sección en silencio.

—Estás completamente loco, Cruz.

—Los locos son los que hicieron esto. Este libro tiene la peor portada en la historia de las portadas —dijo Axel después de sacar un libro al azar—. Parece algo salido de un juego en línea de los 90s.

—No te atrevas a insultar este libro, Axel Cruz.

—¿Conoces cada libro en esta feria? —Dijo con incredulidad.

—¡Being Jamie Baker es un clásico!

Axel pasó la mirada del libro a mí.

—¿Lo es?

—Kelly Oram es una diosa. No ha escrito un solo libro que no sea absoluta, total y decididamente fascinante.

—¿También me parezco al protagonista?

—No le llegas ni a los talones.

—¿Disculpa?

—Estás disculpado, pero no lo vuelvas a hacer. Cómo te atreves a compararte con Ryan.

—Así que se llama Ryan —dijo él con voz insinuante—, y yo que pensé que tenías un corazón de piedra.

—Déjame en paz —dije intentado quitarle el libro

—No, me llevaré una copia también —replicó, negándose a dejarlo ir—. Me da curiosidad saber qué clase de chico es capaz de conmover a Abigail Lester.

—Eres insoportable...y ese libro tiene una mejor portada en algún lado.

—Nunca juzgues un libro por su portada, ¿eh?

—Ay, mira, esta es una linda copia de La Odisea —dije ignorándolo.

Axel no se dejó amilanar.

—Por fin algo que encaja con tu imagen.

—Tú también lo has leído —reclamé, dejándolo de vuelta en su lugar después de ver el precio—, dimos examen sobre este libro.

—¿Y quién dice que tuve que leerlo? Internet es increíble.

Me crucé de brazos y le lancé mi mejor sonrisa burlona.

—No lo digo yo, lo dice tu puesto al borde del cuadro de honor. Y el hecho de que eres suficientemente inteligente para mantenerte justo ahí.

—Eso es un golpe bajo —reclamó.

—Debes ser el único chico en existencia que encuentra un insulto en ser llamado inteligente.

—Y tú la única que me mira mal cuando te digo que eres linda cuando te molestas.

Me volví a tapar los oídos. Odiaba cuando me ponía su sonrisa de sabelotodo, porque todas las alarmas se disparaban en mí.

Axel alzó el libro como si fuera algo venenoso y lo colocó en la pila que estaba reuniendo.

—¿Lo vas a comprar?

—Así tengo un regalo de emergencia por si te hago molestar y necesito ponerte de buen humor.

—¡Está carísimo!

—Es más barato que los quinientos kilos de chocolate que se necesitan para ponerte de buen humor.

Su ridícula explicación me hizo reír.

—La Odisea es una de las primeras novelas que recuerdo haber leído —confesé—. Cuando tenía nueve años papá compró una versión novelada de doscientas páginas y me enamoré sin remedio. Jamás la devolví a su biblioteca.

—Así que ya eras rara desde pequeña —dijo Axel—, no me sorprende para nada, Lester.

—Así que ya vuelves a ser el mismo de siempre. Será mejor que vayamos al siguiente stand. ¿De verdad comprarás todos esos libros?

—Solo para probar que tu cabeza es una locura —aseguró—. No puedes poner a Homero y a Crepúsculo en el mismo estante. Sencillamente no puedes. Seguro hay leyes contra eso en alguna parte.

—Solo en las cabezas de los elitistas de la literatura.

Para mi sorpresa, Axel realmente se compró todos los libros. Incluso se atrevió a lanzarle una sonrisa cautivadora a la cajera cuando ella vio qué era exactamente lo que se estaba llevando. Antes de que empezaran una discusión sobre si era team Edward o team Jacob, lo saqué de ahí.

Seguimos viendo stands durante un buen rato, mientras Axel seguía sacando libros al azar para saber si los había leído.

—Ya déjalo —murmuré una hora después, cansada de que me usara como su diccionario de sinopsis—. Puedes leer de qué trata el libro en la parte de atrás.

—Pero no obtengo ninguna idea de si es bueno o malo.

—¿Podemos hacer otra cosa? Si hay alguien capaz de arruinar una feria de libros, ese eres tú.

No lo decía en serio, pero la sonrisa de Axel dudó unos segundos sobre su rostro.

—Bueno, es una feria de libros pero también hay cosas que no son aburridas.

—¡Oye!

Axel soltó una risita ante mi tono de indignación.

—Hay algunos juegos en la parte de atrás. Y creo que pequeños talleres de cosas raras, como microcuentos, origami o escritura japonesa. Incluso vi algo sobre un concurso de llenar crucigramas.

—Cualquier cosa con tal de hacerte callar.

—Pero antes tienes que decirme de qué trata....este libro —dijo alcanzando una copia de Memorias de Idhún.

De repente, un sonido me llamó la atención sobre las conversaciones de los demás. Un chico estaba unos metros delante de nosotros con una cámara apuntando en nuestra dirección.

Maldita sea.

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