Comencé a toser, ya no podía dar un solo golpe más, Christian se estaba divirtiendo, no cabe duda que estaba disfrutando cada segundo de mi dolor.
retrocedí a medida que pude, Christian me tomó del cabello y me arrodilló.
- así es como un falso rey reconoce el poder de uno que si lo es en realidad.
- podrás ser lo que tú quieras, pero nadie va a verte como su líder, porque se nace sabiendo cómo ganarse ese puesto, Christian, un puesto que no vas a conseguir en la tienda.
volvió a golpearme y de nuevo la cara contra el suelo.
- sabes, ha sido muy divertido jugar contigo, lo acepto, ha sido toda una maravilla.
- no lo hubieras logrado si no tuviera un equivocado en mi clan...
Christian volvió a levantarme y me azotó la espalda contra el muro.
- ¿hablas del que me llevó a la casa de tu amada?
- si, de ese...
tragué saliva mientras miré a Christian caminar de un lado a otro, obvio estaba golpeado, pero no tanto como yo.
- pues te diré, todo fue una maldita casualidad, hermosa casualidad... ¿quieres saber quién me llevó a la Casa de los Leones?
- ya que sientes que vas a matarme, tengo derecho a saberlo...
se inclinó para verme mejor.
- fuiste tú.
¿qué?
- no puede ser...
- si - asiente - fuiste tú, nosotros, pretendíamos asustar a la chica policía cuando mandé a mis hombres a buscar información sobre nuestras posiciones, pero no contábamos, con que Matías aparecería al rescate, y tampoco, que aparecerías tú, esperamos a que te movieras, y te seguimos hasta la Casa de los Leones... nunca fue Matías, siempre fuiste tú, y no sabes lo mucho que disfruté estar un paso adelante de ti...
- pero solo ha sido una vez, de innumerables que me ha tocado estar delante de ti, Christian.
- pues no más, vas a morir acá, y serás recordado como el Napoleón de la mafia... y después, iré por los tuyos, y a ese hijo tuyo, le cambiaré tanto la vida, que un día llegará a casa y me dirá papá, olvidándose totalmente de ti y de esa puta que lo parió.
me tomó del brazo y me puso de pie, apenas y podía sostenerme, o eso era lo que él creía.
se preparaba para darme el golpe final cuando me moví y lo dejé pasar de largo, entonces, le clavé mi cuchillo en la parte baja de la espalda.
- nunca olvides, que la lealtad salva vidas, Christian, si no hubieras cambiado tanto tal vez estarías conquistando el mundo junto con los míos, pero no, la envidia es un pecado, uno de lo más destructivos de éste mundo, es lo que hace al humano ser perverso, sin embargo, aquí, solo puede haber un rey, aquí, solo puede reinar un rey supremo, y ese seré yo, porque yo soy Isaac Palacios, líder de la Fraternidad y el 1° de La Firma, el imperio más grande jamás diseñado en todo la historia de la mafia, en la que 11° reyes, van a gobernar las calles más importantes de la tierra, todos, van a escuchar sobre el rey supremo, y todos le van a deber respeto, pero será algo que no podrás ver, porque la cacería, terminó.
lo arrodillé ante mi con un golpe y le corté el cuello, la sangre comenzó a brotarle de inmediato, y cayó de espalda sobre el suelo polvoroso del palenque más famoso de la mafia.
- seguro irás al infierno, donde vas a recordar todos los días quién fue el que te venció, porque nadie desafía a la Fraternidad sin recibir castigo, nadie desafía a la mafia, nadie me desafía a mi.
tomé su mano y la clavé en el suelo con mi cuchillo...
- alllah yughaffir, walakun lays almafia, 'iidha kan yurid, wasawf takhudh alrrieayat min ruhik, li'ann jismuk, 'ana mashghul nafsi.*
me levanté y después de unos segundos, exhaló.
salí del palenque más repuesto por el triunfo, pero lo que vi en la Gran Hacienda me dejó unos segundos sin aliento, tragué saliva y miré mi reloj, tengo poco tiempo para salir.
corrí hasta la Hacienda y trepé por el tejado, tenía que encontrar una forma óptima para salir de la Hacienda, pero primero, tenía que asegurarme de que todos los míos hubiéran salido.
parece que todo había llegado a su fin, trepé más arriba en los tejados y aunque derrapé un poco, no perdí el equilibrio, desde dónde me encontraba no vi a ninguno de los míos, por lo que salté a la parte más baja del tejado y corrí por toda la orilla esperando encontrar una forma de salir sin tener que quedarme a pelear con alguien, el tiempo se acababa.
iba corriendo por el tejado cuando, como en cámara lenta, sentí el momento exacto en el que algo atravesó mi pierna y me hizo resbalar, rodé por el tejado y caí encima de uno más bajo, volví a rodar y finalmente, caí al suelo y reboté como una pelota de tenis.
- ¿a dónde vas con tanta prisa?
la voz de Karen era inconfundible, ya no me pude mover mucho, comencé a toser y a jadear... ella ocupó su pie para mirarme y dejarme boca arriba.
- no vas a ganar Karen, ésta batalla la perdiste desde que decidiste medirte conmigo.
- creo que esa partida si te la gané, y de alguna forma, habíamos quedado a mano por todo lo que me hiciste, pero no, tenías que asesinar a Edgar de la forma más grotesca que pudiste... pero ahora es tú turno.
- no te enaltezcas, yo no volví a nacer el día que me salvé de ese accidente, volví a nacer el día en el que conocí a Victoria...
me pateó.
- cállate, tu forma cobarde de ocultar tus sentimientos frustrados por lo nuestro no va a funcionar.
- te dejé de amar al segundo minuto que supe de tu traición, y al tercero me dejaste de importa, no vale nada de lo que hagas ahora, Karen, no va a cambiar las cosas, mi corazón es de Victoria, en mi ya no habitas desde hace mucho, dispara, nada lo va a cambiar, he sido muy feliz amando a una mujer que me corresponde, tengo un hermoso hijo, un verdadero fruto de nuestro amor, gané Karen, te guste o no.
le quitó el seguro al arma y la miré fijamente a los ojos, estaba a nada de cerrarlos voluntariamente, pero no lo hice, mi pizca de honor restante no me lo permitió.
pero solo fue un intento, porque alguien empujó con tanta fuerza a Karen que salió volando por un costado, apenas y logró caer con estilo.
- ALÉJATE DE MI MARIDO, PUTA.
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Me puse frente a Isaac, si Karen quería hacerle daño, tendría que ajustar su factura conmigo, le quité su arma de un golpe con el látigo y comenzamos a pelear.
- eres una puta muy oportuna.
- eso pasa cuando estás conectada con alguien, putita, si lo hubieras estado con Edgar, probablemente hubieras llegado antes a salvarlo, pero no... porque al igual que él, no sabían amar, tal para cual, Isaac siempre fue demasiado para ti.
volvió a arremeter en mi contra y la esperé paciente, le di varios golpes en la cara y la rematé con un latigazo.
- perra...
- perra tú, yo soy la Mamba Negra...
volví a castigarla con golpes en la espalda y las piernas, estaba enardecida con ella que podría castigarla hasta que muerda de dolor, pero no es el objetivo.
me golpeó la pierna y en el movimiento, la tomé del cuello y la azoté en el suelo.
me pateó el vientre y retrocedí unos pasos...
aproveché para jugar con el látigo y aprisionarle el cuello... tiré fuerte de el y Karen cayó al suelo, le di una patada para que se volteara a verme.
- creo que fue la última vez que te acercaste a mi marido de esa forma... no volverás a hacerlo... perra... no sabes cuánto te odio...
pisé su pecho y tiré fuerte del látigo para asfixiarla... intentaba liberarse, pero no podía, no la dejaría escaparse, éste era su fin, éste era el fin de toda la Dinastía, ahora era nuestro turno.
tiré con más y más fuerza mientras ella luchaba por respirar... la miré con tanto odio como no había visto a nadie en toda mi vida... jadeó por último y dejó de moverse después de unos segundos...
- VICTORIA...
Magdalena y María corrían hacía mi mientras yo me acercaba a Isaac...
- amor... vamos... ya terminó...
- cuándo no respetas los tratos, pasan cosas como éstas, señora Palacios... - un hombre blanco con acento ruso salió de la penumbra con un dispositivo en la mano... - tragué saliva... volví a mirar a Isaac, tenía los ojos abiertos... entré en pánico... sollocé tan fuerte como nunca y abracé a Isaac - tratos son tratos, señora Palacios... su marido es la prueba de lo que sucede cuando fallan.
me lanzó el dispositivo, abracé a Isaac y sentí un arma en su espalda, le quité el seguro sin dudarlo.
- y la Fraternidad no descansa hasta cobrarlo...
sollocé antes de apuntarle en la cabeza y dispararle... las lágrimas me escurrían por las mejillas mientras lo vi caer... pero ya era tarde... volví a mirar a Isaac... y lo besé....
- ¿por qué me haces ésto?
María y Magda se acercaron y tiraron fuerte de mis brazos...
- vamonos, la policía está acá, tu bebé te necesita...
Franco y Max aparecieron, uno de ellos tuvo que cargarme...
- no voy a dejarlo ahí...
- no podemos hacer nada...
lloré y grité desesperada...
y fue así como me sacaron del lugar.
***
*Dios perdona, pero la mafia no, si él lo ve bueno a sus ojos, que se encargue de tu alma, porque de tu cuerpo, me he ocupado yo.