La Hija del Diablo

By Brisa1144

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-No soy un monstruo, Daniel. -su voz salió fuerte y clara, quería asegurarse de que todos la escucharan. En c... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25

Capítulo 9

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By Brisa1144


Capítulo 9

FUEGO CONTRA FUEGO

La muchacha de vestido verde se movía con ligereza por el pasillo. Los tacones de color verde, con adornos dorados, llamaban la atención tanto por su apariencia como por el sonido que emitían, que destacaba en los silenciosos pasillos por los que ningún alumno circulaba.

Doblaron por cuarta vez y entraron en un pasillo de paredes blancas y suelos con diferentes diseños en tonos amarillos y marrones. A lo largo de las paredes habían varios pilares, parecidos entre sí, en los que se apoyaban diferentes objetos de tonos oscuros: esferas con extraños símbolos, relojes, e incluso le pareció ver una estrella. Por un momento, Luci se preguntó si esos objetos tenían alguna importancia o poder sobrenatural o si solo eran meras decoraciones. 

Al final del pasillo, había una puerta de madera oscura con forma arqueada en la punta. Los cerrojos y manijas negras eran bastante visibles a la distancia.

La chica de ojos gatunos se paró abruptamente frente a la puerta. Se dio vuelta habló:

—Toca y pasa. La directora está dentro. Te está esperando —dijo con vos monótona.

Luci sonrió falsamente y se acercó a la puerta. Nunca le habían caído bien las hadas, sin embargo, reconocía que su astucia e inteligencia podían ser muy útiles en varias situaciones.

El hada se sentó detrás de un escritorio que estaba cerca de la puerta y pronto se sumió en la escritura y lectura de unos cuantos pergaminos que estaban desparramados por la mesa.

Tocó dos veces la puerta y esperó, impacientemente, a que alguna voz le diera permiso de pasar.

—Creo haberte dicho que pasaras directamente después de tocar —resaltó el hada sin mirarla, su atención estaba completamente dedicada a los pergaminos.

Luci la ignoró, abrió la puerta y entró.

La habitación era grande, mucho más grande que el cuarto donde estaba el director de inscripciones. Las paredes blancas destacaban, pero poco podían ser vistas: el lugar estaba lleno de de gigantescas bibliotecas llenas de libros. Al final del salón, una pared destacaba por ser la única hecha en madera y piedra. Un jardín con plantas llamativas, en tonos fluorescentes y formas extrañas, abarcaba, en ancho, toda la pared y algunas enredaderas llegaban, al menos, hasta la mitad de la misma. Dedujo al instante, por todas las características llamativas, que aquellas plantas pertenecían al Jardín de las Hadas.

—Si, provienen del Jardín de las Hadas, como me imagino estarás pensando —dijo una voz potente que provenía del otro lado del salón.

Eso probablemente explicaba la presencia del hada en el Instituto: las hadas podían estar en un lugar, ajeno a su hogar, por mero servicio o generosidad o incluso por aprecio a una persona u objeto. Sin embargo, en la mayoría de los casos, estaban atadas a algo dentro del lugar en el que se establecían y, por lo tanto, debían asentarse allí les gustara o no. Probablemente el hada de ojos gatunos estaba atada a aquel Jardín. Era una posibilidad muy fuerte, debido a que aquella hada tenía, no solo la esencia característica de su especie, sino, además, un olor extra a rosas y jazmín —característico de las Hadas de Tierra—

Luci se enderezó y se dirigió al lugar del cual provenía la voz, analizando en el camino todo a su alrededor como acostumbraba a hacer. La mujer que había hablado era la misma que los había recibido en el comedor al comenzar las clases y la misma que los había aburrido a morir con el discurso de bienvenida. La mujer la miraba fijamente, sus ojos avellana la analizaban de la misma forma que Luci a ella. Un extraño aroma comenzó a inundarla, a medida que se acercaba al gigantesco escritorio lleno de papeles, tras el cual estaba la directora. Sin embargo, lo ignoró. Aún no necesitaba saber qué era eso.

—Sí, me di cuenta. Flores así de exóticas no se consiguen en cualquier parte —dijo Luci con su habitual tono de diversión—. Pero, si me disculpa, me gustaría mantener mis pensamientos para mí.

Una sonrisa se formó en el rostro de la directora:

—Solo lo imaginé. Al ver cuánta atención le ponía a las flores, supuso que estarían pensando en su origen. No leí sus pensamientos en ningún momento, si eso es lo que estás pensando.

Una mujer tan poderosa como usted, no adivina —pensó Luci—. Leer mentes es un talento que seguramente ya debe tener incorporado a la perfección. 

Un minúsculo cambio en la expresión de la directora la hizo sonreír internamente. La había atrapado.

—Siéntese, por favor. —la mujer señaló a una de las dos sillas que estaban frente al escritorio. Luci avanzó y se sentó. Se quedó un momento en silencio, esperando a que la mujer hablara. Esta, no demoró en hacerlo—. Señorita Hell, ¿sabe usted por qué está aquí?

—Tengo una pequeña idea —respondió sin vacilar—. Sin embargo, ¿podría decirme usted? Tengo entendido que su presencia y tiempo son valiosos. Por lo cual, no veo razón para demorarnos con simples conjeturas adelantadas.

La directora volvió a sonreír y asintió. Justo como ella lo esperaba, la muchacha tenía confianza en sus palabras. 

—Vera, todos los resultados e informes de las pruebas pasan primero por mi escritorio antes de ser oficializados los niveles de cada estudiante. Formalidades, simplemente. Ayer he recibido el informe de su prueba con su respectivo resultado, y, debo admitir, que estoy impresionada con lo que he leído. Romper un símbolo de contención tan grande no es una tarea fácil, tampoco lo es volver a cerrarlo. Debe de haber requerido de mucha fuerza y estoy intrigada, ¿cómo lo hizo?

Luci quiso reír motivada por el tono de voz de la directora. Sin duda este dejaba en claro que su amabilidad no era más que una mera actuación.

—Usando mi poder —contestó Luci dejando su peso recaer en el respaldo de la silla.

—¿Y que poder tiene usted exactamente, señorita Hell?

Luci arqueó una ceja. Ya sabía a dónde se dirigía esa conversación. Las piezas del puzle seguían en posición, y, poco a poco, reafirmaban su lugar.

El rostro de la directora se llenó de una expresión de desentendimiento.

—Mire. —Luci pasó la palma de su mano por un sector del escritorio que estaba libre de papeles y objetos. Un humo negro se desprendió de esta y cayó en el escritorio. Este sector comenzó a ennegrecerse rápidamente y unas líneas anaranjadas se marcaron. Era como si la madera se hubiera quemado, sin embargo, no emitía calor alguno. El humo avanzaba lentamente por el escritorio, dejando a su paso la madera y los pergaminos sobre ella ennegrecidos y quemados. Sus ojos luchaban por mantenerse normales cada vez que el brillo rojo aparecía.

La directora chasqueó los dedos, esperando a que el humo desapareciera, sin embargo, este siguió avanzando. Luci negó con la cabeza, pasó su palma por los lugares por los cuales el humo pasaba y este desapareció.

—Oh, Pinus longaeva. Interesante elección de madera para un escritorio. ¡Valla sorpresa! Este escritorio está hecho con partes de Prometeo... un escritorio de más de cinco mil años de edad. Creí que el árbol había sido talado.

La mujer la miró sorprendida:

—Lo fue, pero la persona que hizo este escritorio, lo fabricó cuando el árbol recién iba por los cuatro mil años... —explicó rápidamente—. Me interesa saber ¿cómo lo supo?

—Usted leyó el informe, creo que ya conoce la respuesta... —Luci se cruzó de brazos y la miró divertida.

—Interesante... —murmuró la mujer—. ¿Cómo lo controla?, si puedo preguntar, ¿por medio de amuletos o hechizos? —el tono de la directora se volvió más curioso.

Luci volvió a reír miró a la directora fijamente y seriamente.

"Basta de juegos, discutamos en serio"

Pensó.

—No —dijo.

—¿No? —preguntó en un murmuro de tono serio. Había leído los pensamientos de Luci.

—No, no servirá —dijo y se acercó más al escritorio—. Seamos sinceras de un principio y ahorrémonos las idas y vueltas. Sé porqué me llamó y sé que trata de obtener.

La directora se apoyó en el respaldo de su asiento y esperó atenta las palabras de la muchacha cuando formuló su pregunta:

—Y dígame, ¿por qué la llamé?

—Usted sabe quién soy, pero no que puedo hacer. Lo que hice en la prueba definitivamente asustó a más de un profesor, pude verlo. No la asusta a usted, no. Es demasiado poderosa para tener miedo, sin embargo, sí le interesa saber cómo controlarme. Un gran poder viene con un gran riesgo, y sé que usted no quiere correrlo.

<< Todo encajó a la perfección cuando su secretaria, asumo que es, me llamó. No había recibido la carta que me notificaba en que nivel había quedado y eso había sido a propósito. Necesitaba una excusa válida para llamarme, por eso no me la entregó, la respuesta perfecta si yo o alguien más hacia preguntas y la tapadera ideal para lo que realmente quería saber. >>

La directora sonrió y dio un pequeño aplauso irónico:

Bravo —dijo y se levantó—. Tiene razón, pero le faltan detalles. Su prueba me impresionó y las piezas encajaron en cuanto leí su informe. Debo admitir que me sorprendí, no todos los días aparece alguien tan especial como usted. Sin embargo, su poder también puede ser peligroso. Imagino que no es la única habilidad que posee pero sí la más poderosa ¿verdad? —Luci asintió y ella continuó—. Como sabrá, no podía arriesgarme a tener un poder tan grande sin controlar. Claro que nunca supe de un don así, por lo cual, no tenía referencias. Y aunque pueda parecerle que es nada, su poder es pura maldad. Espero no ofenderle —dijo con un tono cortés que no era más que una formalidad.

—Al contrario, me halaga —dijo Luci, acomodándose en el lugar, esperando a que la directora continuara la charla.

—No solo quería averiguar más de usted, sino también, advertirla: puede que tenga un gran poder, pero aquí no es más que ningún alumno. A lo largo del año no quiero que use su futuro Don y este poder para espantar a ningún alumno o para sentirse superior, ¿he sido clara?, no quiero heridos ni amenazas mientras este aquí y lo que dure el año escolar. No me importa su jerarquía, ni la de nadie, un mal comportamiento es algo que no toleraré. Además, si usted ingreso a este Instituto con la intención de obtener o hacer algo, quiero que lo olvide. Solo lo diré una vez, señorita Hell: No quiero problemas, y yo no soy alguien con quien quiera jugar, créame. —su voz se puso seria de repente, y Luci supo que ese era en ansiado punto al que deseaba llegar—. Tome. —buscó en un cajón del escritorio algo y sacó un sobre dorado que decía "Luci Hell" en cursiva y letra negra. Estaba sellado con un círculo uniforme de cera roja. Era igual al que habían recibido Izzy y Dalia en la mañana.

—Felicidades, su prueba a sido exitosa —dijo con un tono más calmado y sentándose devuelta en su lugar—. Han habido ciertos inconvenientes, pero a quedado en el nivel tres.

Luci tomó el sobre y se levantó sin hablar. Dio media vuelta y se dirigió hacia la salida, sin embargo, a medida que se alejaba, aquel extraño aroma volvió a abrumarla. En cuanto se dio cuenta de que era, supo que tenía varias cartas a su favor. Después de todo, parecía que no era la única especial en el Instituto.

—¿Puedo preguntar algo? —dijo. La mujer asintió sentada en el escritorio—. Verá, yo creía que los cazadores, demonios, incluso ángeles... habían extinguido a todos los Mestizos en la tierra. —el rostro de la directora se deformó en una mueca de nerviosismo. Sus labios se separaron ligeramente—. Entonces, ¿cómo es posible que este viendo uno justo ahora?

Con aquella frase Luci demostró una sonrisa malévola que decía "te atrapé" en mayúsculas.

—¿De que habla, señorita Hell? —preguntó. Trataba de ocultar su nerviosismo pero era tarde.

—Es fácil —avanzó unos pasos hacia adelante—. Hay un extraño aroma aquí, una esencia, pero no cualquiera. Delfinio y Anturio. Una esencia muy antigua y rara... indica la presencia de un mestizo, en este caso, alguien que es mitad ángel y mitad demonio... —dijo cada palabra con un tono divertido. La directora estaba callada—. No trate de jugar con fuego porque es mi juego favorito. Y, definitivamente, no seré yo la que me queme. A pesar de todo, le prometo que trataré de no causar problemas, y guardaré su secreto. Después de todo, en cierto modo la admiro. —empezó a alejarse en dirección a la puerta—. Creo que hemos tenido una charla muy productiva y que nos servirá a ambas, sin duda he aprendido algo.

Luci soltó una pequeña risa y se retiró de la habitación.

La directora se apoyó sobre sus manos. Luci Hell era la personificación de las actitudes que odiaba, pero no podía culparla a ella, no. Sin duda la chica sabía como desafiar a la gente y confiaba demasiado en sí misma. Sabía que debía mantenerla controlada, puesto que en el momento en el que recibiera su Don las cosas se complicarían aún más.

Pero, para eso quedaba tiempo. En ese momento estaba interesada en algo más, responder una pregunta:

¿Por qué Luci Hell no había revelado quién era en realidad?

Sin duda debía averiguarlo. Había visto que Luci disfrutaba teniendo la ventaja en las situaciones a las que se enfrentaba y, si no la tenía, buscaba la forma de conseguirla. Sin duda, decir quién era ella podría otorgarle una ventaja ante todos durante el resto del año, y aún así, no lo había hecho.

Una idea surgió de repente y llamó al su secretaría:

—¡Natalia!

El hada entró al instante y, como una ráfaga de viento, llegó en apenas unos segundos al escritorio de la directora.

—¿Sí? —preguntó Natalia.

—Llamé a Ana Sky, ángel, de tercer nivel. Necesito hablar con ella.

—Entendido, Señora. —Natalia se dio vuelta dispuesta a irse, pero antes, preguntó—. ¿Puedo saber por qué?

La mujer la miró atentamente, dudó, pero al final habló, sabía que, aunque lo quisiera, ella no podría decir nada: lo había jurado.

—Voy a extender indefinidamente su papel como guía de las señoritas Amel, Ashes y Hell.

—¿Alguna razón en particular? —preguntó con una cejar arqueada—, ¿preocupada por algo?

—No. Pero quiero estar segura. Esas chicas se traen algo en mano. Los pensamientos de la señorita Hell están muy bien ordenados, y ocultos también. Hay algo que ella sabe, un pensamiento en particular, sin embargo, su padre le enseñó bien como esconder esos pensamientos. Necesito que la señorita Sky las vigile, al menos, para asegurarme que no harán nada aquí. Además, quiero que vigile su control y progreso. Las cosas se pueden poner muy feas si esa muchachita no controla bien su Don cuando llegue.

Natalia asintió y abandonó el salón.

La directora se levantó, tomó una carpeta de su escritorio y la guardó dentro de un archivo. Una nota cayó al suelo, la levantó, la observó por última vez y la guardó en la carpeta correspondiente.

"—Cuidado con Luci Hell.

Atte. Director de Inscripciones"

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