TechnoWar (Saga Warlords #1)

By IRavenSadon

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La naturaleza del ser humano es destructiva, ¿lo serán sus creaciones? En los inicios del año 2030, los avanc... More

Introducción
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By IRavenSadon

Allison

El transporte cruzó una gran reja eléctrica custodiada por más de un guardia, dejándolos finalmente dentro de CyberTec.

—Te explicaré como van las cosas —comentó el rubio a su lado, buscando algo en sus bolsas —. Uno, obedece a tus superiores. Dos, soy tu superior. Tres, si vas a faltar alguna de las primeras dos reglas, más te vale estar dispuesta a cumplir con la penalización. Cuatro...

—Sé como tratar a mis superiores —interrumpió Allison.

Anteriormente y, como él ya sabía, había sido una oficial muy condecorada. No creía necesario que le explicaran todo eso.

—Cuatro, nunca interrumpas —Dakota hizo caso omiso a la réplica —. Y por último, preparate; este lugar no es nada parecido a lo que viviste algunos años en la academia.

La último dicho era una advertencia para ella. Para cuando llegaron a la entrada custodiada por más de un soldado que cumplía con su turno de guardia, Dakota presentó una identificación que también servía de acceso, y le explicó también al guardia quienes lo acompañaban y a dónde se dirigían. Una vez pasando por la primera puerta, los revisaron por precaución para finalmente dejarlos pasar.

Una vez ahí, una proyección de Gwisin los guió a sus respectivos lugares, llevando a los soldados y los reclutas hasta el hangar donde esperarían pacientemente por la llegada de Anne Clover.

Un robot con una gran maleta se acercó a ellos y se cuadró frente a Dakota.

—Bienvenidos a CyberTec —les dijo, estático en su mismo lugar —. Para mi es todo un honor que se me permita pelear a su lado, señor.

—En firmes, soldado —respondió Dakota mirando con más detalle al robot que se les había asignado sin previo aviso —. ¿Cuál es tu nombre?

—Soy un UAR, por sus siglas, Unidad de Ataque y Respuesta, pero también pueden llamarme Anthon si así lo prefieren —respondió al instante relajando su expresión corporal.

Sólo una risa fue escuchada del miembro al que menos se le podía tomar en serio en casi todas las ocasiones, y ese mismo era Acker.

—¿Un robot con nosotros? —cuestionó con una larga sonrisa en su rostro, como si todo eso fuera cosa de burla —. Realmente recuerdan qué fue lo que mató a muchos de nosotros, ¿verdad?

—Cállate, Acker —replicó la morena, fulminando al soldado con la mirada.

Anthon luego de ver el primero de más posibles rechazos, volvió a centrar su único ojo en el sargento del pelotón en el que sería integrado.

—Entiendo su preocupación, señor —le dijo, tomando sus cosas e irse a un lugar más retirado de ellos.

En su mismo lugar, tomó un libro guardado en su maleta verdosa y lo abrió en la página en la cual se había quedado la última vez. Sólo Allison, curiosa por lo que veía aunque también con una desconfianza por las mismas razones que Acker en su interior, se aproximó al robot.

—Bienvenido —le dijo tratando de ser amable, llamando la atención de Anthon.

Anthon dejó la lectura para alzar la vista a la chica que se le había acercado.

—Gracias —respondió el hombre de metal en un tono alegre.

—¿Realmente estás leyendo? —inquirió la mujer de cabello corto, con la misma curiosidad.

Anthon asintió.

—Es la quinta vez pero no me deja de gustar esta obra —confesó, extendiendo su mano a ella para saludarla formalmente —. Soy Anthon, un gusto.

Allison estrechó su mano, creando una sonrisa en su rostro por lo amigable que era el robot.

—Allison Black.

—Es un honor poder servir a su lado —comentó gustoso.

—¡Atención! —Dakota alzó la voz, haciendo que todo aquel soldado que lo escuchara dejara de hacer lo que estuviera haciendo para colocarse en posición de firmes ante la presencia de Anne Clover.

Anne, feliz de que Anthon ya se haya presentando con sus nuevos compañeros, dirigió la vista hacia el sargento del pelotón.

—En descanso —su orden fue cumplida al instante —. Por su comodidad hemos decidido mantener el nombre de su pelotón intacto y además dejarles al mando una cara conocida, por lo que Dakota ahora será su sargento —anunció después.

Los amigos de Dakota aplaudieron. El ascenso lo tenía más que merecido después de los tantos años de servicio a su nación y su desempeño durante ese tiempo.

—CyberTec aprecia mucho que estén con nosotros. Sin duda haremos del mundo un lugar mejor —mencionó por último, solicitando la presencia de Gwisin con sólo pensarlo —. Por favor, lleva a nuestros soldados a su lugar de descanso.

La mujer holográfica asintió.

—Por aquí, por favor —pidió.

Gwisin se había encargado de organizar los lugares y las barracas de los soldados, separando a las mujeres de los hombres para que cada grupo pidiera tener su espacio personal y no hubiera quejas respecto a ello.

—Cabo Black, Anne Clover solicita su presencia —anunció poco después de que la mujer se asentuara en su pequeño espacio.

Allison asintió, dejando sus cosas atrás y caminando detrás de aquella proyección de luz naranja hasta llegar a la oficina en la que la joven solía trabajar la mayor parte del tiempo. En cuanto tuvo a Anne de frente, se colocó en posición de firmes e hizo un rápido saludo militar.

—Por favor, pasa y ponte cómoda —pidió la joven innovadora —. Prometo que será rápido.

La cabo se sentó frente al escritorio de la señorita Clover, intentando adivinar para qué había sido llamada ahí si recién acababa de llegar.

—Voy a mostrarte una serie de imágenes, y me gustaría que pudieras confirmar si lo viste en... aquel día —la voz de Clover se había tornado seria mientras que sus ojos delataban que deseaba escuchar muchos detalles.

—Claro —respondió Allison entrelazando sus manos.

La primera imagen fue proyectada frente a ella, revelando a un soldado de armadura especial con tecnología avanzada. No había tardado en reconocerlo, pues muchas cosas de las que había visto en ese día le era casi imposible olvidarlas.

—Cuando fui tomada rehén junto a mi padre y Dakota, ese soldado salió de la nada y se deshizo de nuestra captora sin mucha oposición.

Anne juntó el entrecejo.

—¿Te refieres a esa tal "Morrigan"?

La cabo asintió sucesivamente con un silencioso saliendo de su boca.

—Bueno, ahora, ¿qué hay de esto? —la joven continuó, mostrando todavía más imágenes de soldados terroristas que habían sido capturados con vida.

A partir de ahí, Allison no pudo reconocer nada más. Lo que sólo la llevó a negar con la cabeza cada vez que una nueva imagen era presentada.

—Me temo que no puedo ayudarla más —habló serena y a la vez algo decepcionada por no ser de más ayuda.

Anne rió con amabilidad.

—No te preocupes. Hiciste suficiente —su sonrisa se extendió todavía más —. Ya puedes volver con tu pelotón. No quiero robarte más tiempo.

La soldado se alzó de su lugar e hizo otro saludo militar justo antes de marcharse.

En su camino de regreso, Allison escuchó a lo lejos las órdenes dadas por otros superiores a sus subordinados. Tal parecía que se encontraban en medio de un entrenamiento, y pronto se les uniría. El sargento se encontraba supervisando a sus compañeros, pero eso no fue impedimento para que pudiera girar su cabeza en torno a la mujer que recién llegaba.

—¿Todo en orden? —preguntó Dakota lleno de curiosidad de saber a qué había sido llamada, pero con la poca confianza de preguntarle directamente.

Allison asintió. Había tenido un pequeña junta bastante corta, pero de alguna forma importante para Anne.

Un hombre alto con más de una cana presente en su cabellera, se acercó a ellos. Su rostro llenó de seriedad y poca expresión facial por unos momentos llegó a intimidar a la recién llegada.

—Teniente Simons —saludó Dakota colocando su mano derecha con firmeza a un lado de la sien, y la otra mano estática al costado de su pantalón.

Allison al escuchar el rango de la que gozaba aquel hombre, también se colocó en la misma postura.

—En firmes —el teniente les concedió un descanso —. Sargento, el Mayor lo está buscando. No lo deje más a la espera —indicó con la misma voz autoritaria.

—Sí, señor —acató el rubio, volviendo a hacer brevemente el saludo y después dar media vuelta para acudir al llamado.

Simons miró fijamente a la mujer frente a él por más de un minuto como si quisiera saber qué era lo que pensaba justo en ese momento. Y lo que Allison pensaba realmente, no era más que un anhelo por poder retirarse de ahí y así evitar sentirse tan nerviosa frente al teniente.

—Soldado Black, ¿por qué no va a buscar su uniforme, y después de las cinco vueltas a todo el hangar me busca? —inquirió con seriedad, cumpliendo con el deseo de la mujer de poder salir de aquella situación.

—¡Sí, señor! —afirmó ella en un alto volumen de voz.

Una sonrisa rompió la fachada sería que llevaba el teniente, dando a entender que realmente le agradó el hecho de que la primera contestación dada por Black fuese digna de su apellido. A punto de que Allison diera la vuelta y se perdiera en el proceso, Simons llamó a un soldado para que la guiara hacia donde los uniformes les había sido dados.

—Mack, indicale el camino —ordenó al otro hombre más alto que ella de un cabello oscuro y rapado como si fuera un novato —. Los quiero con los demás en siete minutos.

—Señor —saludó el convocado viendo como Simons se retiraba de ahí.

Sin más demora, caminó hasta Allison para cumplir con su orden de guiarla a la pequeña estación donde debía estar el uniforme de la mujer. Lo cual no les tomó mucho más de un par de minutos.

—Espero ser el primero en darte la bienvenida al pelotón, si es que el sargento no lo haya hecho —mencionó hablando más amable de lo esperado.

—Supongo que es lo mejor que recibí a comparación del teniente —respondió ella ingresando a los pasillos y observando los espacios que correspondían a los comedores y después de eso los dormitorios.

—No te preocupes por él —habló su compañero con un rostro sonriente.

Mack le cedió el paso en cuanto entraban a las camaretas. Éstas no tenían puerta alguna en la entrada, eso para que los superiores entraran sin problema al complejo.

—Deberías preocuparte por los hijos de puta que te acompañarán en el pelotón, incluyéndome —aconsejó con la misma sonrisa burlona presente.

Ambos buscaron la litera en la que descansaría Allison. Después de un rápido vistazo, por fin dieron con el lugar de descanso de Black. La cabo dejó su uniformes en una de las literas al fondo de la camaretas.

Lo que llevaría puesto era uniforme táctico, con el camuflaje perfecto para desiertos, bosques, e inclusive de uso urbano; gracias a que utilizaba sólo tres colores: canela, verde grisáceo y verde. El mismo conjunto con el que solía ver a su padre, aunque en algunas ocasiones cambiaba el patrón del camuflaje. Eso dependiendo de la zona y los climas de donde provenía para verla.

—Cuatro minutos para volver —anunció Mack, observando la hora desde un reloj posicionado en su muñeca derecha.

Allison recogió el uniforme pieza por pieza con sus manos, pronto mirando a su compañero con un rostro de confusión.

—¿Acaso debo cambiarme aquí? —inquirió juntando el entrecejo.

Él asintió.

—Si aquí es donde duermes, imagino que sí. Puedo girarme para darte algo de privacidad —dijo dando la vuelta para seguir observando la hora en su muñeca, en la espera de que la acción de su compañera fuese rápida.

Allison trató de vestirse lo más ágil posible. Aunque aún así se demoró tres minutos más al atar las cintas de aquellas botas tácticas militares de un tono oscuro.

—Muy bien —habló Allison con poco entusiasmo.

—El teniente no estará contento —Mack bajó los hombros con levedad al mismo instante en el que ambos, y con apuro, corrieron al campo.

En el camino se encontraron con los demás integrantes del pelotón y los nuevos recientemente incorporados. Ya era tarde para ellos.

—«... si vas a faltar alguna de las primeras dos reglas, más te vale estar dispuesta a cumplir con la penalización...»—, Allison recordó la tercera indicación que le había dado el sargento antes de entrar a la instalación. Sin duda alguna había iniciado mal en los primeros quince minutos presente en el lugar.

El teniente aguardaba estático a plena luz del mediodía, incluso después de terminar de entrenar a sus hombres. Una excusa perfecta para penalizarlos.

—Mas vale que comiences a hacer tus vueltas —aconsejó Mack.

El hombre siguió su curso hacía el teniente, mientras que Allison dobló a la derecha para empezar su trote. En el proceso se enfocó en mantener su respiración controlada para evitar fatigarse a medio camino. En una sola ocasión miró atrás, viendo como el teniente colgaba al pobre hombre que la había ayudado. Al volver a mirar al frente, se percató de que estaba por chocar contra Dakota. En un rápido acto de reflejos, el sargento logró evadir a la trotadora errante.

—Nunca mires atrás —más que un consejo simbólico, la trataba de ayudar para evitar alguna penalización por distraerse.

Allison asintió, comenzando a cansarse sin siquiera haber llegado a la mitad de su primera vuelta. Eso la hizo recordar lo que era ejercitarse y sin duda alguna, ella tenía que volver a ponerse en forma. Pocos minutos de trote posiblemente en el camino equivocado, Mack le hizo compañía en cuanto se acercó a ella a una gran velocidad.

—Después de entrenar con el teniente no venía nada mal correr un poco —comentó manteniendo el mismo paso que la novata de reducido cabello.

—Lamento haberte puesto aquí —se disculpó ella tratando de no ceder al cansancio.

—No hay problema. Sirve que conozco el lugar en buena compañía —aclaró sonriente —. Creo que no nos hemos presentado. Soy Mack Wray, soldado de primera clase.

Mack hablaba con tanta tranquilidad a pesar de mantener un trote constante.

—Allison Black —contestó ella con una respiración aumentada, aún así estaba decidida a seguir su curso hasta terminar su penalización como era debido, y al menos no fallarle al sargento.

—Muy bien, Allison. ¿Qué te parece si acortamos un poco el trayecto? —la invitó entrando entre pequeñas carpas donde se almacenaba comida empaquetada y una que otra caja con munición de todo tipo.

Allison lo siguió hasta llegar justo a la orilla del hangar. Durante todo ese largo camino vieron mucho más de aquel lugar e incluso compartieron pequeñas anécdotas para mantener su curso más entretenido.

La charla siguió hasta acabar de dar todas las vueltas como había sido ordenado con anterioridad, y Mack amablemente la siguió acompañándola hasta el comedor donde se encontraba en teniente Simons teniendo una pequeña merienda con otros suboficiales y tenientes de distintos pelotones e inclusive compañías. Sólo tuvo que aguardar en la entrada para no entrar en problemas por aparecerse ahí sin algún motivo, o al menos ninguno válido para Simons.

Allison aún con todo el sudor marcado en sus ropas, se acercó y saludó de forma disciplinada a cada uno de sus superiores.

—Una nueva cara —dijo algo sorprendido otro de los tenientes —. ¿Cuál es su nombre, soldado?

—Allison Black, señor —respondió ella manteniendo su postura.

—Ya puede relajarse, soldado Black —ordenó el teniente Simons sin mostrar algo de interés en su aparición —. Es bueno saber que has cumplido. Ahora vuelve y busca al sargento Dakota para que te explique a fondo nuestro sistema —el teniente había abandonado su vista de un pequeño libro de bolsillo que tenían entre sus manos justo en esos momentos, así mostrando indiferencia a la recién llegada —. Y por el amor de Dios, date un baño. Estás sudando como un puerco.

—«Si tan sólo los puercos sudaran... »—, contestó mentalmente.

—Sí, señor —finalmente hizo uso de su voz, dando la vuelta para regresar por donde había venido.

Su nuevo "amigo" esperó afuera pacientemente para luego apresurarla en caso de ser necesario y que no fuese penalizada otra vez por demorarse mucho. El hombre la guió hasta la ducha, más de ahí no pasó. Allison dejó la ropa sucia dentro de un gran cesto. Posterior a eso abrió ambas llaves de la regadera de su pequeño espacio que disponía para ducharse, y dejó que el agua cayera sólo unos instantes antes de que finalmente tuviera contacto con el agua. El líquido recorrió todo su cuerpo y agarrotados músculos, dando un pequeño alivio a ser.

Habían muchas cosas pasando por su mente, como por ejemplo el mal comienzo que había tenido. Pero pensándolo mejor, su mala suerte fue desde que el teniente estaba presente; era como una señal de mal augurio cada vez que se le veía cerca, siendo lo más seguro que tendría más mala sierte más a menudo.

Su pequeño placer y meditación no se prolongó por más tiempo, hasta que alarmada por otras voces que se aproximaban al lugar. Rápidamente abandonó la ducha tomando otras prendas limpias. Se las colocó, y luego salió con la misma velocidad observando en su camino como otras mujeres entraban para ducharse también. Por suerte fue la primera en salir.

—¿Intentas espiarnos, Mack? —inquirió una mujer morena de cabello rizado con unos cuantos mechones rojizos.

La mujer de mayor edad a Black por un par de años, se encontraba en la entrada hablando de forma amistosa con el mencionado anteriormente.

—Esta no es la ocasión, Sade —respondió su compañero con tono de burla.

—Curioso. ¿A quién esperas? —cuestionó nuevamente, pronto observando la salida de Allison —. Oh, la hija del sargento.

La morena la examinó por completo antes de por fin dar su nombre a cambio.

—Soy Sade —inclinó la cabeza brevemente hacía abajo y volvió a su postura original segundos después.

—¿Sólo Sade? —preguntó Allison curiosa.

—Bueno, querida, si quieres saber mi nombre primero deberás invitarme a una cena —bromeó la chica, pronto despidiéndose con la mano y entrar al edificio para también relajarse.

—Sí que es muy agradable —pensó Allison en voz alta.

Mack rió con su comentario. ¿Quién no creería que Sade es lo mismo de agradable que letal?

—Recuerdo haber escuchado que debías buscar al sargento —mencionó Mack empezando otra caminata para llevarla hasta él y así finalmente cumplir con la orden dada por el teniente.

Ella asintió, continuando una nueva marcha para recorrer una vez más la instalación en su búsqueda. Por suerte, y en poco tiempo, les fue posible encontrar a Dakota haciendo unas cuantas lagartijas en un lugar apartado por la zona de carga. Un punto donde las personas no usaban de camino.

—Sargento —interrumpió Mack saludando brevemente, sintiendo la mirada pesada de parte del mismo.

—Es bueno que vengan. Mack busca a todos y reunelos en el campo, asegúrate de que todas sus cosas —indicó sin dejar de hacer lagartijas en una rutina que había sido empezada incluso antes de que ellos dos llegaran.

Mack asintió, prosiguiendo a cumplir la nueva orden.

Allison observó su ida, después se centró en Dakota. Era fácil adivinar que no estaba de acuerdo con algo, por ello el excesivo ejercicio. Lo más probable fue que después de hablar con el teniente se tragó sus palabras, retirándose después a un lugar apartado como en el que se encontraban.

—¿Mal día, sargento? —inquirió aunque no le correspondiera hacerlo.

Dakota la miró de reojo, ignorando su pregunta. Estaba tan ocupado sacando toda su ira en aquellas lagartijas. La mujer se dispuso a bajar al suelo y cargar su propio peso en aquel ejercicio. El sargento observó su acción, después suspirando al hacer otra lagartija.

—Lo mismo iba a preguntarte. Te vi correr... con Mack —replicó llevando su vista al frente y mantenerla ahí completamente fija —. ¿Qué fue lo que hiciste, cabo Black?

—Me demoré atando las botas —aclaró ella bajando su pecho al suelo con un poco más de lentitud que él.

—¿Hace cuanto no habías hecho lagartijas? —el sargento repentinamente había cambiado de tema al verla hacer el ejercicio lento pero bien hecho.

El sudor apenas bajaba desde su sien hasta llegar al suelo.

—No lo sé —respondió girando su cabeza a él.

Dakota la miró al instante no tan convencido con aquella respuesta. La mujer tuvo que ceder nuevamente a la pregunta con algo más claro que eso.

—Le estimo unos dos años. Nunca me entusiasmó mucho hacerlo —confesó subiendo y bajando cada vez con un poco más de velocidad y esfuerzo por mantener su espalda totalmente recta.

—Es demasiado tiempo —comentó su compañero —. Otra razón para que te esfuerces aún más.

—Haré lo mejor que pueda —contestó ella deteniendo unos momentos su acción debido al cansancio.

Después de eso, Allison prefirió callar y escuchar lo que Dakota tenía que decirle. De algún modo aquel hombre le recordaba a su padre cuando algo no le parecía bien y no podía hacer nada al respecto. Él buscaba una forma de liberar coraje, pero sobre todo le encantaba hablarlo con alguien mientras lo acompañaban.

—No habrá mucha oportunidad para los recién llegados. Los entrenamientos serán más duros que antes y cortos —comentó preocupado —. Le he hecho una promesa a tu padre, y lo único que te pido es que no nos falles.

—¿Cuál es el problema en realidad? —cuestionó ella ya que por lo que escuchaba, el inconveniente no sería el corto entrenamiento y acondicionamiento que tendrían, si no otra cosa.

—Al teniente no le importará quien se quede atrás o la razón de ello. Si no te ve capaz te dejará —respondió escuchándose molesto con tan sólo mencionar eso.

Allison procesó aquellas palabras recordando muchas cosas de antaño, así como una conversación de hace cinco años con su padre. Ella se quejaba de uno de sus superiores que creía en la ley del más fuerte; una en la que nadie debía ver atrás, ni siquiera por sus compañeros. Su padre simplemente la escuchaba comprendiendo cada palabra que ella pronunciaba.

—Entiendo —susurró Allison volviendo a la actualidad en cuestión de segundos después de interpretar las palabras de Dakota.

—Me parece bien. Ahora ve por lo más importante. Te veo en el campo en una hora —se despidió el sargento tomando un breve descanso de aquellas lagartijas.

Allison inclinó la cabeza en un asentimiento. Se alzó del suelo alzó sacudiendo sus manos en el proceso, para luego retirarse a realizar lo pedido. Durante su curso se mantuvo pensativa. Aún había muchas cosas más que pensar. Sobre todo en el teniente Simons que se tenía a sí mismo en la cúspide de una pirámide. Mack se interpuso en su camino, entrenándole a su compañera un pequeño artefacto holográfico que servía para seguir en contacto con sus seres queridos.

—Los repartieron hace poco —le dijo.

—Gracias —replicó Allison al instante, ya teniendo una idea de a quién llamar primero.

(...)

—Conozco muy bien a Simons pero, ¿tú cómo lo consideras? —consultó su padre al otro lado de la llamada con su hija

—Bueno, no es que me haya dado buena impresión —contestó ella, recargada en la pared más cercana para poder charlar con mayor tranquilidad —. Incluso podría decir que es un patán.

—Puede que estés en lo cierto. Pero cuando entrenan, ¿qué es lo que él hace? —su padre parecía indagar aún más en el tema.

—Nos lidera —respondió tratando de ocultar su molestia —. Me guste o no, tengo que obedecer sus órdenes.

Si su padre estuviera ahí, claramente habría visto la desaprobación de su padre.

—¿Sabes la diferencia entre un jefe y un líder, Allison? —inquirió con calma, atrayendo toda atención de su hija al mencionar su nombre.

—Ambos dan órdenes, ¿no? —pensó en voz alta.

No veía tal diferencia.

—Un jefe ordena sin importarle las dificultades que tengas o los obstáculos que estén en tu camino. No le importará dejarte si no le sirves en lo absoluto —su padre habló —. En cambio un líder te acompañará, te guiará y te extenderá la mano cuando la necesites.

Allison grabó la palabras que Robert recitaba con completa serenidad. Sabía que su padre quería que entendiera esos dos conceptos.

—Ya has lidiado con ese tipo de personas, pero me temo que lo tendrás que hacer otra vez —finalmente terminó.

Mack pasó la mano frente a los ojos de la chica para llamar su atención.

—Ya es hora para lo que sea que vayamos a hacer —anunció, también entregándole su maleta —. También espero que te haya ido bien con el sargento.

—Maldición, lo había olvidado —se quejó ella, sintiéndose como un imán de problemas para ella y quien estuviese cerca —. No tenías porqué hacer mi maleta.

El soldado levantó ambas manos en señal de rendición.

—No fui el único responsable, también Sade estuvo involucrada —alegó con una sonrisa —. Además, ya eres parte de nosotros. Lo que significa que somos como una familia ahora.

Allison sonrió con levedad. Posteriormente se despidió de su padre y recogió sus pertenencias.

Ambos caminaron juntos hasta llegar al punto de encuentro y se integraron en una de las dos filas presentes en el lugar.

—Ya veo que tampoco te podrás deshacer del fastidioso Mack —se burló Sade al verlos llegar juntos, posicionadas un lugar más adelante de ellos —. Lo creas o no, ahora estoy llena de sobrinos gracias a él.

Dakota llegó poco después en compañía del teniente. Éste último le echó una mirada a su compañero para que procediera a una indicación dada tiempo atrás. Él asintió y con una sencilla señal de mano, ejecutando una simple orden a las dos filas para iniciar un trote parejo; uno en el que el paso era marcado a la perfección, donde todos se convertían en un sólo sonido que retumbaba a cada segundo hasta llegar a cierto punto. Todos se detuvieron frente a varias aeronaves que les servirían de transporte a un lugar que ellos aún desconocían.

—Tomen sus cosas y suban ordenadamente —indicó Dakota dándoles el pase libre para cumplir con su orden.

Ninguno se paró a preguntar, sólo se limitaron a obedecer. En cuanto todos subieron y tomaron sus respectivos lugares, su transporte ascendió.

A la par de unas cuantas horas arribaron a una base oculta entre las montañas de Nevada, mayormente conocida entre los veteranos de cada grupo como Golden Chapel. Era de los pocos lugares que aún se mantenían en secreto, y seguramente se dedicaban especialmente a entrenar unidades de infantería.

Sade le dio un golpe amistoso a Mack para que viera por una pantalla que transmitía el exterior cual era su destino.

—Creí que no volvería a ver este lugar —mencionó el castaño.

Otros de sus compañeros mostraron una sonrisa, mientras que los recién llagados no tenían ni la más mínima idea de que ese lugar existiera.

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