Peaches ©

Par wineink

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❝Si este es mi mundo ahora, a la primera persona que quiero en él... es a ti.❞ //CREADA EL 16 DE OCTUBRE DE 2... Plus

capítulo 1 ➵ entre versos
capítulo 2 ➵ nuestros caminos separados
capítulo 3 ➵ lluvia
capítulo 4 ➵ no quiero que te vayas
capítulo 5 ➵ ¿tal vez?
capítulo 6 ➵ el arcoíris
capítulo 7 ➵ ventrílocuos
capítulo 8 ➵ el bar
capítulo 9 ➵ ¿dejarla entrar o dejarla ir?
capítulo 10 ➵ recuerdos y encuentros
capítulo 11 ➵ la escribí para ti
capítulo 12 ➵ 24 horas
capítulo 14 ➵ abre tu corazón
capítulo 15 ➵ siempre has sido tú
capítulo 16 ➵ quiero respuestas, no excusas
capítulo 17 ➵ lo que ella no sabe... aún
capítulo 18 ➵ especial
capítulo 19 ➵ una vida sin ella
capítulo 20 ➵ hueles a sol
capítulo 21 ➵ herida abierta
capítulo 22 ➵ a propósito
capítulo 23 ➵ timbre
capítulo 24 ➵ juegos y vino
capítulo 25 ➵ familia
capítulo 26 ➵ nuestro secreto
capítulo 27 ➵ 5:30
capítulo 28 ➵ ella
capítulo 29 ➵ aléjate
capítulo 30 ➵ la trifulca
capítulo 31 ➵ yo no soy ella
capítulo 32 ➵ canción, cita y llamada
capítulo 33 ➵ hope
capítulo 34 ➵ tú das amor del bueno
capítulo 35 ➵ rompecabezas
capítulo 36 ➵ un salto de fe
capítulo 37 ➵ pendiendo de un hilo
capítulo 38 ➵ un segundo
capítulo 39 ➵ coincidencias y sorpresas
capítulo 40 ➵ nuestro mundo
capítulo 41 ➵ detrás de las cámaras
capítulo 42 ➵ premios
capítulo 43 ➵ ¿algo más?
capítulo 44 ➵ pila de ropa
capítulo 45 ➵ lugar seguro
capítulo 46 ➵ parejas
capítulo 47 ➵ un traspié tras otro
capítulo 48 ➵ octubre
capítulo 49 ➵ rompiendo las cadenas
capítulo 50 ➵ Rowbrina
capítulo 51 ➵ traidor
capítulo 52 ➵ privada, no secreta
capítulo 53 ➵ 25/1
capítulo 54 ➵ hogar dulce hogar
capítulo 55 ➵ no se lo digas
capítulo 56 ➵ ¿amiga?
capítulo 57 ➵ por favor
capítulo 58 ➵ entre conciertos y hoteles
capítulo 59 ➵ Francia
capítulo 60 ➵ Feliz Navidad

capítulo 13 ➵ te amo, ¿no te importa?

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Par wineink

       —No las quiero lejos del velero, ¿de acuerdo? No me importa si vieron una mantarraya o quieren mirar más allá del arrecife, no se alejen de la embarcación. Las corrientes cambian allí abajo, así que no quiero que busquen riesgos innecesarios —le indicó a la pareja sentada, lista para dejarse caer de espaldas al agua—. Esta soga que tienen aquí... es para que la tiren en caso de que las cosas se pongan complicadas, no para que se la quiten o la tiren cada dos segundos. —continúa, consciente de los conocimientos sobre el submarinismo que Rowan tenía, quien puso los ojos en blanco.

      — ¿Puedes ir ya a la parte "Puedes besar a la novia"? —se burló.

      —Eres una idiota impaciente. —resopló divertida de que las intenciones de Rowan para refutar en su contra se vieron interrumpidas cuando volvió a hablar: —Bueno. Ya habiendo dicho todo lo que necesitan saber y que estoy segura de que a las dos les quedó claro... —las apuntó a las dos—... ¡Espero que disfruten mucho esta experiencia juntas!

Sabrina puso su mano sobre la pierna de Rowan y enterró sus dedos. Ella no conocía el mar lo suficiente como para confiar en él y tirarse de espaldas. Rowan tomó su mano y le dio un casto beso en el dorso que la sacó de sus pensamientos.

      —Lo haremos al mismo tiempo, ¿te parece?

Ella tarda un poco en aceptar, pero lo hace con un lento asentimiento.

      —Yo les haré la cuenta regresiva en voz alta. —mencionó Amandla, ganándose la atención de la pareja y ella medio sonriendo agrega: —Todo lo que ustedes tienen que hacer es confiar la una en la otra.

Sabrina suspiró pesado. Esas palabras sonaban tan simples y calaban tan profundo. Asintió vagamente y se preparó mentalmente para lo siguiente que harían. Confiar la una en la otra. Rowan le apuntó el snorkel, recordándole que no era buceo libre y que necesitaban el snorkel si iban sumergirse más abajo de lo que sus pulmones podían tolerar.

Amandla comprobó que las dos tuvieran el snorkel puestos y, sin poder ocultar su sonrisa al verlas con las manos tomadas, comenzó a hacer la cuenta regresiva, la cual, no alcanzó a terminar del todo cuando las dos jóvenes se dejaron caer de espaldas contra el agua.

La experiencia de sumergirse bajo el agua fue algo tan mágico y especial. Más porque la mano de Rowan no soltó la suya. A través de los goggles podía ver el arrecife a un metro y nadó hacia abajo junto a Rowan cuando ésta le dio un ligero tirón. Frente a sus ojos, se encontró el arrecife de coral repleto de pececitos. Reconoció algunos como el pez sapo, el pez mandarín, el pez napoleón y el que más captó su atención fue el pez payaso.

Inevitablemente pensó en Buscando a Nemo. Ella tuvo la tentación de reír cuando se dio cuenta que no había olvidado del lugar al que se habían llevado a Nemo. 

Rowan agarró a Sabrina por la cintura cuando ella hizo un mal movimiento en el que —por muy poco— casi logra tirar la cuerda. Llama su atención moviendo una de sus manos delante de sus ojos y luego apunta hacia sus pies que se impulsaban a un ritmo distinto del exagerado movimiento que Sabrina hacía. La joven apegó a la rubia a su costado mientras se afirmaba de una roca que estaba cerca del arrecife y Sabrina, sin perder de vista el movimiento que su acompañante hacía con los pies, poco a poco aprendió cómo hacerlo.

Ya no tenía miedo de hundirse o de hacer algún mal movimiento porque ella estaba ahí. Sabrina acercó su dedo al arrecife y un pez se cruzó en su camino, rozándole el dedo con su cola, causando que ella sintiese más feliz de lo que ya se había comenzado a sentir.

Rowan vio la interacción y sintió algo trepidar en su pecho. No era miedo ni ansiedad. Ver que Sabrina realmente estaba disfrutando toda esa experiencia, era todo lo que realmente quería para ella en ese pequeño día juntas. Ella lo único que quería era hacerla y verla feliz, aunque solo durase un minuto, porque verla a ella feliz, es todo lo que necesita.

Irónicamente, ambas eran conscientes de lo peligroso que podía ser el mar, pero ellas se sintieron a salvo. ¿Cómo es posible que ellas se sientan seguras estando bajo el agua? Eso es bastante simple. Allí no había nadie que pudiera descubrirlas ni nadie que las obligara a hacer algo que no quisieran hacer. 

Sabrina volteó a ver a Rowan y se quitó el snorkel, sin embargo, antes de que la chica de ojos cafés pudiese reaccionar, Sabrina la besó. Fue un beso corto, torpe y divertido ante el pequeño choque que hubo entre sus goggles. Las burbujas que salieron de ellas fue lo que delató sus risas y, ante la falta de oxígeno que eso les provocó, volvieron a poner el snorkel devuelta a su lugar. 

Rowan le mostró la cámara que había sumergido y la invitó a acercarse para poder capturar ese momento. No supieron cuántas fotografías se sacaron juntas y separadas, pero no les importó. Ellas solo no querían que ese día quedase en el olvido porque ese estaba siendo el mejor día que han podido tener en un largo tiempo.

Eventualmente, regresaron a la superficie y nadaron hasta la escalera del velero que estaba detenido. Sabrina subió primero la escalera.

      — ¿Cómo te sientes? —le preguntó Rowan, afirmándose de la escalera cuando una ola amenazó con llevársela y comenzó a subir poco después.

      —No lo sé. Esto es... espera...—hizo una pausa para que ambas estuvieran de pie—... Aquí. Siente mi corazón —le indicó tomándole la mano de imprevisto—. ¿Puedes sentir mi corazón?

      —Late fuerte —mencionó, frunciendo el ceño—. ¿Estás bien? 

      — ¡Más que bien! —chilló—. No me había sentido así hace mucho. Bajaremos de nuevo, ¿verdad? —Rowan no respondió, pero sí sonrió al verla feliz.

Sabrina sonrió de vuelta. Ahora entendía por qué Rowan venía tanto. ¡Es una experiencia maravillosa! Además de bastante terapéutica. Y tal vez —al igual que Rowan— también le estaba pillando el gusto a bucear. Amandla rápidamente se acercó a ellas, sonriendo y las ayudó para quitarse gran parte del equipo.

      — ¿Qué te pareció? —le preguntó a Sabrina, a quien la sonrisa no la abandonaba—. ¿Lo harías de nuevo?

      —Estuvo increíble —admitió—. Me gustaría mucho hacerlo de nuevo, pero con un poco más de experiencia. 

      —Deberíamos hacerlo de nuevo algún otro día —animó—. ¿Qué dices?

Sabrina miró por encima de su hombro hacia la chica que se apartaba de ellas.

      —Podría ser. —asintió.

Rowan se sentó en la orilla del velero y meció sus piernas algo nerviosa por la conversación que ocurría a metros lejos de ella. Le inquietaba la idea de que Amandla hablase demás y le dijese la verdad. Sobre lo que había pasado tiempo atrás o lo que pasaría al terminar el día. 

Sabrina, que había terminado su plática con Amandla, decidió darle cierto espacio a Rowan e ir a buscar una botella de agua. Le causaba curiosidad el que ella se hubiese apartado, pero también, no quería ser entrometida. Amandla y List habían dejado bastante en claro que la chica pasaba por muchas cosas y temía que preguntar fuese un detonante para ella.

Tomó un gran sorbo antes de agarrar otra botella y unirse a Rowan.

      —Toma. —le habló a la morena, extendiéndole la botella de agua cerrada.

      —Gracias.

      — ¿Estás pensando en el perro que te botó? —intentó bromear.

Rowan mostró una pequeña sonrisa y rodó los ojos con diversión.

      —Ya supéralo.

      —Jamás —negó de buen humor—. Él realmente se merece algo bueno.

      — ¿Cómo qué? —pregunta, abriendo la botella para tomar agua.

      —Deberíamos adoptarlo.

Rowan se atoró con el agua cuando la escuchó. ¿Había escuchado mal? Sí. Probablemente tenía que ser una broma. Sabrina le sobó la espalda mientras la chica trataba de recomponerse.

      — ¿Estás bien? —preguntó la joven asiente y carraspea suavemente—. ¿Qué pasó? ¿Olvidaste cómo tomar agua? —bromeó una vez que ella se recuperó.

      —No, no. El agua es... —hizo una pequeña pausa—... Es estúpida.

      — ¿El agua o tú?

      —Las dos.

      —Eres adorable —se rio suavemente, dándole un suave empujoncito con su hombro—. ¿De verdad estás bien?

      —Si me besas, lo estaré.

      —No seas molesta.

      —No estoy molestando, es una petición justa.

      —Justa según...

      —Me besaste bajo el agua, Sabrina —recordó mordiéndose el labio—. Es justo que repitamos el beso aquí ya que no corremos riesgo de ahogarnos.

      —Discrepo en eso.

      —No. Espera un minuto... —dijo—... ¿Estamos en algún tipo de acuerdo en el que tú puedes besarme cuando quieras y yo tengo que preguntar?

      —Exactamente.

      —Discrepo en eso. —la imitó.

Sabrina soltó una pequeña risa.

      — ¡Tramposa! —exclamó, risueña—. No funciona así.

No era un secreto que ambas habían extrañado eso. No importaba cuántas veces huyesen la una de la otra porque ―de alguna extraña y escalofriante manera― siempre terminaban encontrando el camino de vuelta a la otra.

Su madre tenía razón cuando le dijo que tenía que ser honesta y dejar de huir de lo que sentía. Ella entendía la preocupación y quería tomar el consejo de su madre, pero era complicado. Su madre no tenía idea de las cosas que era capaz de hacerle la industria. Y no iba a contárselo. Ella no iba a poner en riesgo a su familia por culpa de sus decisiones.

Sabrina acercó su cuerpo y Rowan no movió un solo músculo. Ella no sabía si hacerlo. Después de lo ocurrido en la orilla de la playa y bajo el agua, ella realmente no quería acercarse a Sabrina. No quería ser empujada —otra vez— como si ella tuviese algún tipo de enfermedad contagiosa.

El suspiro de la chica junto a ella atrajo su atención.

      —Row... —pronunció con una voz extraña. 

Algo no andaba bien.

      — ¿Qué pasa? —preguntó, pero ella se mantuvo callada—. ¿Te sientes bien? ¿Te duele algo? —ella sigue en silencio y Rowan la mira, preocupada—. Hey...

Sabrina no dijo nada, pero las lágrimas que escaparon de sus ojos fueron suficientes. Rowan repentinamente se puso de pie y le ofreció su mano.

      —Ven —le dijo, la chica sin dejar de llorar la mira y luego mira su mano, algo confundida—. Está bien. Ven.

En lo que Sabrina se ponía de pie, le hizo una seña a Amandla para que las llevara de regreso. Sabrina puso su mano cerca de la de Rowan, sin saber si tomarla. Rowan le dio una sonrisa triste, agitando suavemente su mano hasta que la chica la aceptó. Antes de ingresar a la cabina, se quitaron los trajes de buceo y luego caminaron hasta la habitación del fondo. 

Sabrina esperó que Rowan volviera con el bolso donde guardaron su ropa. Sin mucho que hacer allí, echó un vistazo a su alrededor. En la mitad de la pequeña habitación había una cama sobre la que caía una luz y encontró el tragaluz en mitad del techo. Encima de la cama había un libro y al bajar más su mirada, pilló una cajonera bajo la cama. 

Antes de poder espiar lo que había, Rowan regresó y dejó el bolso en la cama.

      —Sabes que me puedes decir lo que sea, ¿verdad? —rompió el silencio, volteándose a ver a la pared como si fuera lo más interesante que jamás haya visto mientras ambas se vestían—. Si algo no te está gustando, si algo te molestó, si... te sientes incómoda conmigo. 

      —No es nada de eso. —pudo decir.

      — ¿Entonces qué es? —preguntó— ¿Te duele algo?

      —El corazón cada vez que te miro. 

Ella no supo qué decir al respecto.

      —Estoy bien —aclaró, carraspeando para que su voz dejara de sonar vulnerable—. Solo... es esto. Todo esto me está gustando demasiado. —reveló.

Rowan parpadeó confusa.

      — ¿Qué?

      —Esto, Row —señaló—. Lo que estamos haciendo ahora.

Rowan se dio la vuelta, ignorando el hecho de que las dos estaban a medio vestir. Sabrina volteó, pero sus mejillas rápidamente tomaron un color rojo al ver el cuerpo de la morena. 

      — ¿Te pone triste estar disfrutando esto?

      —Sí, ¿a ti no?

      — ¿Por qué tendría que ponerme triste?

      —Porque todo esto... lo que sea que estamos haciendo, terminará —admitió—. ¿No se te ha pasado eso por la cabeza? Estamos-

Rowan dio un paso hacia ella y sorpresivamente la abrazó. No le importó que ninguna hubiera terminado de vestirse o si la chica la empujaría de nuevo. Solo la abrazó porque sabía que eso era lo que ella necesitaba y que no sabía cómo pedirlo. Sabrina inmediatamente la abrazó de vuelta, como si abrazarla fuese a reparar algo en ella o en su vida.

Cariñosamente acarició la espalda de la chica. Sabrina ante el gesto cerró los ojos y, por primera vez en el día, se permitió llorar. Necesitaba descansar de su mente, de las emociones excesivas y exhaustivas que estaba experimentando. Ella odiaba no poder controlar lo que pasaba en su mente. Odiaba no poder controlar lo que sentía. Y odiaba enormemente ser incapaz de admitir en voz alta que estaba cayendo por ella de nuevo. 

Para Rowan por supuesto que se le había pasado por la cabeza que todo terminaría. Más de veces de las que quisiera admitir. Pero no iba a decirle eso a ella. Lo que menos quería era aumentar su angustia, así que la apretó más a su cuerpo mientras lloraba. Sabrina hundió su rostro en el cuello de Rowan.

      —Peyton está enamorada de ti, ¿sabes? —habló Sabrina.

      —No puedo creer que la hayas- ¿Qué tiene que ver ella con esto?

      —Mucho. Tienes que hablar con ella, Row —le dijo, notando la molestia en la morena—. No tienes que ser cruel con ella. Ella merece que tú seas honesta con ella en un buen modo.

Rowan no dijo nada. Ella ya se lo había dicho de muchas formas y no iba a cambiar, a menos que ella lo quisiera así. Ambas lo sabían. Pero Sabrina tenía fe en que las cosas seguirían cambiando para ajustarse a ella y Rowan.

      —Tienes que hablarlo bien con ella —insistió—. El día que fue a mi casa para pedirme que me alejara de ti, había algo en ella... algo extraño.

      — ¿Qué cosa?

      —Tú no eres la única a quien la industria ha jodido —respondió, llevando su mano a la mejilla de ella—. También la ha jodido a ella. Y si tú eres cruel con ella, solo logras que todo sea peor.

      —Pero si soy amable confundirá las cosas.

      —Eso ya no será tu culpa.

      —No lo haré sola.

      —Rowan, tienes que-

      —No. Tú tienes que estar ahí. —le interrumpió—Necesito que estés ahí.

      —No puedo —soltó  su mano, sentándose en la cama con pesar—. Tú tienes que hablar con ella porque es tu novia. 

      —No lo es.

      —Lo es, Rowan, y el mundo entero lo sabe —enfatizó—. Tú mejor que nadie.

Rowan se sentó a su lado y se recostó.

      —Deja de hacer eso —le pidió—. Estoy consciente de que es mi novia públicamente, no tienes que recordármelo cada vez que discutimos el mismo tema, ¿de acuerdo? 

Sabrina se mantuvo quieta. Usar la palabra "novia" para referirse a Peyton había sido la única barrera que podía sostener sin miedo a que Rowan la derrumbase de imprevisto. En el fondo, le seguía afectando lo ocurrido y no podía evitar soltar esa estúpida palabra cada vez que conversaba con ella.

      —Lo siento. —murmuró.

Rowan no habló. No sabía realmente qué decirle. Ella era consciente de que Sabrina estaba pensando su decisión y no iba a presionarla. Especialmente cuando ni ella sabía si el siguiente paso que darían sería en falso o no.

Sabrina se puso de pie y terminó de vestirse antes de volver a sentarse en la cama. Se recostó junto a Rowan y juntas miraron por el tragaluz de cristal. Sabrina arrastró ligeramente su mano, extendiendo su meñique para enlazarlo al de Rowan y suspiró cuando la chica evitó el contacto al sentarse en la cama.

      —No tienes que aceptarme de vuelta si no quieres, ¿sabes? —susurró, tocando el puente de su nariz con su índice—. Creo que el rechazarme sería lo más lógico tú que podrías hacer.

Cautelosamente, la joven tomó asiento para mirarla y Rowan le correspondió la mirada al instante. Ante la pequeña competencia de miradas, Sabrina no pudo evitar desviar su mirada hacia sus labios. Ella mordió su labio inferior, tentada a inclinarse y besarla.

Rowan suspiró ante lo que ese simple gesto generó en ella. Cada vez que esos ojos azules encontraban el camino para unirse a los suyos, un nuevo caos se desataba en su interior que le impedía razonar. Por lo que, antes de que pudiera notarlo, soltó un pensamiento en voz alta.

      —Te amo... —musitó—, ¿no te importa?

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