A través del Cristal

By MarianaAnderson

4.7K 573 187

¿Alguna vez te preguntaste, como seria vivir dentro de una pecera, una jaula, o incluso dentro de una caja? Y... More

0. Claustrofobia.
1 - Un día no tan común.
2. Una Tarde Caótica
3. Del otro lado
4. El niño a través del cristal.
5. Restos de un pasado lejano
6. Exaltado.
7. Tempestad Existencial.
8. Despertar.
9. Al igual que tu.
10. Susurro.
11. Consejo.
12. Si tenemos suerte.
13. Un Incentivo.
14. Juegos del Pasado.
15. Entre espasmos y lágrimas.
16. Sin piedad.
17. El tercer motivo.
18. Número de Ciudadano.
19. La vie en Rose
20. Claro de Luna Artificial.
21. En la mira.
22. Descontrol.
23. Encerrado.
24. Tu idea de Misericordia.
25. Quiebre Suicida.
26. Lo primero y lo último.
27. Miriam.
28. Y ¿Quién es...?
29. El llanto del Caos.
30. Salida de Emergencia.
31. El Consuelo de la Luz Roja.
32. El Escape.
33. Realidad o Sueño. (1/2)
34. Realidad o Sueño (2/2)
36. Roto

35. Expediente.

54 8 4
By MarianaAnderson



El sonido de la radio lo despertó de repente. Encerrado en la comodidad de aquella gran camioneta que el departamento de seguridad les facilitaba a sus trabajadores para así patrullar con mayor eficacia, Eduardo abrió los ojos, sumamente molesto, mientras dejaba escapar el último ronquido de esa gratificante siesta que tanto bien le hizo.

Con un gran bostezo partiendo de su boca, analizó su entorno olvidado por el mundo del sueño y realizó unos cuantos estiramientos para desperezarse. Mientras tanto, la mujer al otro lado de la radio solicitaba refuerzos para la zona B; dictando las coordenadas y las posibles rutas a tomar en caso de que se toparan con un derrumbe con su mecánica y fría voz, en la que se había perdido todo resto de humanidad. Resultaba molesto escucharla, y en parte, escalofriante.

Para cuando termino él comunicado, al cual apenas y prestó atención, no pasó ni medio minuto cuando se solicitó refuerzos en la zona C, D, E y F, donde, según explicó lacónicamente, los ciudadanos llevaban un comportamiento lo suficientemente extraño como para considerarlo peligroso. «Muy bien. Esto es serio» pensó Eduardo, mirando con desdén el radio que estaba adherida a la camioneta. —Favor de reportarse lo antes posible. — pidió la mujer finalmente, mientras dejaba tras de sí, un ligero sonido de interferencia que hacía de su voz la más despreocupada e inhumana de todas. Eduardo tomó aire con fuerza y lo dejó escapar en un suspiro. Abrió la guantera de la parte derecha y de ella, sujetó un sobre amarillo. Lo miró por unos instantes y chasqueó la lengua, inconforme, recordando aquella charla en la que, horas atrás, se le había encomendado ese tedioso trabajo.

Se vio a sí mismo en la oficina de su jefe, donde la atmósfera, minuto a minuto, se sentía aun pesada e insoportable, mientras, sentado en una silla giratoria forrada en cuero negro, su superior le daba la espalda, ajeno a todos los modales impuestos desde su infancia. Sobre su escritorio, casi vacío de no ser por un pequeño calendario y un pisa papeles de figura indescifrable, un sobre amarillo esperaba cómicamente a mitad de la mesa de lustrosa madera.

La poca luz mañanera del día de la catástrofe apenas e iluminaba la habitación. Sin un sonido que aligerara el ambiente, Eduardo no podía hacer más que aguantar aquella incomodidad y buscar algún sonido lejano que escapase a la guardia de aquellas cuatro paredes, ya que ni siquiera el zumbido del aire acondicionado, aquel que tanto detestaba, se encontraba presente. Solo a lo lejos, y aguzando la oreja, alcanzó a escuchar el alboroto que provenía del piso de abajo; los trabajadores perdían la cabeza, corriendo de un lado a otro, y hechos un lio por la falta de electricidad que habían padecido, buscaban reagrupar los equipos de reconocimiento faltantes, vociferando a los cuatro vientos sus órdenes, que eran contestadas de igual manera.

« ¿Qué rayos hago aquí?» se preguntaba molesto y ansioso, esperando que su jefe se dignara a girarse para abrir la boca.

Había sido llamado de improvisto, minutos antes de llevar a cabo su rutinaria y ahora, necesaria, inspección.

Durante esos minutos de eterna duración para quien espera, más de una vez, se vio tentado a abrir la boca para acelerar las cosas. Porque después de todo ¿Qué podría pasar? Para su suerte, llevaba una buena relación con su superior. Siempre bromeaban y se saludaban con gran gusto y felicidad, se hablaban de frente y no había ningún cuidado en las palabras que empleaban. Sin embargo, muy a pesar de la buena relación que tenían, la atmósfera que se respiraba entonces, le advirtió guardar silencio.

—Lamento haberte llamado tan repentinamente, Eduardo...— comenzó a hablar su superior, por fin, aunque sin girarse a él. — ¿Te dirigías a realizar tu inspección, no es así? Bien, me temo que alguien deberá suplirte esta vez. Te necesito en otra labor. Pero primero, la carpeta sobre la mesa; ábrela. Eduardo siguió la orden al momento.

Abrió la carpeta. Y al sacar el bonche de hojas que lo esperaba adentro, se topó con el expediente de un joven ciudadano; De cabellos castaños fijados hacia atrás, mirada seria y casi vacía; Semblante pétreo y solemne, el chico en la fotografía no solo era dueño de una presentación pulcra, sino que, su expediente resultaba ser un ejemplar de irreal excelencia.

—Toma asiento, por favor. — le pidió su superior. —Quiero que hojees cada página. Sin que falte una sola.— Ante esta orden disfrazada de súplica, Eduardo se vio obligado a llevar a cabo la tarea, muy a pesar de que no era un ávido lector y hacer aquello, le resultaba de lo más aburrido que le podrían haber pedido hacer. Suspiró y se dejó caer ante la silla frente al escritorio. Y con la mirada de un niño obligado por su estricto padre, se dispuso a leer.


****


De calificaciones perfectas. Conducta excelente. Modales ''encantadores'' hacia los compañeros y maestros. Y una vida social, curiosamente, normal. Básicamente, parecía ser el tipo de estudiante que levantaría aún más el prestigio de esa ciudad ante los ojos de cualquiera. Provenía de la zona más baja en el listado; más había casos en los que un habitante de las zonas inferiores, podía acceder a lo más alto de la sociedad si en sus manos poseía tales antecedentes. Con esta poca información que aparecía en las dos primeras páginas, en la mente de Eduardo, poco a poco, se fue haciendo un esquema en el que, la conducta, y por lo tanto, el contenido de aquellas dos primeras páginas en las que se relataba específicamente la vida de aquel ciudadano, sería el mismo tema. «Las personas como él tienen los más aburridos expedientes que puedes leer, en la vida. Una rutina bastante sosa, predecible y esquemática; aunque no es de sorprender, teniendo en cuenta que está a un paso de pertenecer a la élite.» pensaba Eduardo con indiferencia mientras leía lo más rápido posible y se saltaba las palabras que ya había visto repetidas en renglones anteriores.

Sin embargo, cuando dio vuelta a lo que creyó que sería solo una copia más de las hojas anteriores, notó entonces algo fuera de lo común en aquel tipo de persona.

«Tiene una beca. Y aparentemente, al ser un menor de edad huérfano, un...subsidio. Algo normal con ciudadanos que pierden a sus padres a edad temprana por enfermedad no tratada a tiempo, muerte por accidente o causa natural...así que, además de aspirar a la élite, eres un niño abandonado.» pensó, como si le hablase al joven que comenzaba a conocer. «... no existe registro alguno de su procedencia. ¿De dónde viene?» Eduardo dio la vuelta a la hoja con repentino interés «Su número de ciudadano es el ZFCV0062975...parece ser un numero bastante común...debería pertenecer a una de las familias de categoría estándar...pero, su nombre no figura en tal selección...que raro. »

Eduardo levantó la vista hacia su superior, quien ahora miraba con atención su rostro. Y después de intercambiar miradas, se volvió al expediente, confundido. «CV0062975...» Repitió el número en sus adentros. «Nueve, siete, cinco...» y entonces, haciendo un recuento de las diferentes secciones en las que la ciudadanía estaba organizada, como si un rayo bajase del cielo e iluminara con su esplendor su ceguera, encontró aquello que creía, era el motivo por el cual un chico de semejante estatus meta-cognitivo estaba siendo especialmente enfocado por los directivos del departamento de seguridad.

—Por tu expresión diría que ya te has percatado de la anomalía...— se aventuró entonces su superior.

—Su número de ciudadanía ha expirado. Que digo...se ha vencido desde hace décadas. — Observó Eduardo— Nuestros registros solo llegan a abarcar los dígitos novecientos setenta y cuatro. Pero, Cómo es posible que este muchacho lleve el número de...

— ¿Un muerto?

Y sintiendo el mismo nudo en la boca de su estomagó que se le formó aquel momento, Eduardo escuchó que alguien golpeteaba el vidrio del auto, sacándolo repentinamente de aquella conversación. Al ver el rostro a medio cubrir al otro lado, Eduardo abrió la puerta contigua mientras la persona que lo sacó de sus cavilaciones rodeaba el auto y entraba en él. Envuelto en una gabardina blanca, con una bufanda envuelta en el cuello y en parte de su rostro, el nuevo inquilino se despojó de los bultos de nieve que tenía adheridos tanto en la ropa como en el sombrero de copa baja que traía. — ¡Que clima! ¡Qué clima!— exclamó con ronca voz, mientras se frotaba los brazos con insistencia.

— ¿Qué? ¿Apoco ya terminaste?— le preguntó Eduardo, incrédulo.

— ¿Dudas de mí? Por favor. Si me apresuré en hacerlo. No quería estar bajo este frío ni un segundo más. ¿Qué hay de ti? Por lo visto, ni has empezado.

—El muchacho no está.

— ¿Todavía no vuelve? Pues qué fue a hacer con este frio. Muchachos locos. — Dijo el de la gabardina mientras se despojaba de la bufanda —entonces, supongo que no iremos a ayudar a ninguna de las zonas señaladas.

—Ve tú si quieres. Si agarras ese camino, todo derecho, llegarás en...hora y media, teniendo en cuenta tú evidente entumecimiento.

—Eres tan chistoso como siempre, señor Enano. — observó su nuevo acompañante con sarcasmo.


—Y tú tan amargado como siempre, Nariz Grande.






Continue Reading

You'll Also Like

59.4K 1.9K 104
Como bien lo dice el titulo, aquí encontraran pensamiento hechos por mi que cada día me vienen a la mente.
90.9K 4.5K 22
T/N llegó dentro del mundo digital mucho antes que pomni, tn se lleva bien con todos menos con Jax.
6.7K 903 14
__________________♢♢♢___________________ Prólogo _¿Cómo puedes sonreir de esa manera?_preguntó con voz tranquila y expre...
44.3K 5.5K 54
Ellos tratan, tratan tanto, de brillar una vez más.