MI BOSQUE

By Beasha

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¿Quién soy? Mi nombre es Yoselyn Smith, he pasado mi decimosexto cumpleaños y vivo en California junto con mi... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Epílogo
Agradecimiento
AVISOOO!

Capítulo 20

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By Beasha

Si tan solo estuvieras aquí.

El suicidio hoy está entre mis primeras opciones. Esa pequeña y frágil palabra significa algo tan grande y fuerte, mi propia vida. 

Muchos piensan que nosotros nos cortamos o intentamos suicidarnos para llamar la atención, por simple capricho, es más, hasta yo lo pensaba antes y estoy tan arrepentida de haber juzgado a aquellas personas sin conocer la razón de sus actos. La verdad es que no queremos morir, solo queremos dejar de sufrir. El dolor en nuestras almas es tan intenso que limita nuestros sentimientos hasta dejarlos en nada, nuestro acto de misericordia es liberarla de nuestro cuerpo, dejar que sean libres y que escapen de sus cárceles. El ser humano es tan idiota que a pesar de sufrir, sigue persiguiendo aquello que le duele.

Mucha gente nos ha comparado con ángeles que solo buscan volver al cielo, podría ser verdad, pero yo creo que son nuestras almas muy sensibles para un mundo lleno de tanta crueldad. 

<Labios rojos, heridas sin sangre, el dolor del alma no lo cura nadie> 

No, nadie lo cura. Y mi alma está muriendo agobiada con esta tristeza, y nadie puede hacer nada, nadie puede salvarla.

Por qué nadie entiende que lo único que quiero es estar con ella? Abrazarla, besarla y amarla toda la eternidad. 

A veces la vida nos arrebata momentos que nunca podremos disfrutar, y a mí, me ha arrebatado demasiados.

Sumergida en este abismo de tristezas, amargas decepciones y promesas rotas; no veo un mañana.

Agarro la pistola de papá, está tan fría entre mis manos. Acurrucada en la esquina del baño, derramando mi última lágrima en vida. Sujeto el arma con más fuerza y lentamente la llevo a mi boca. Respiro hondo, pensando que de aquí no pasaré. Es triste pensar en lo que dejo, pero realmente que me queda? Pongo mi dedo índice sobre el gatillo, y realmente espero que el dolor colapse.

Disparo.

Un limpio y directo disparo en mi boca. 

Siento la bala atravesar mi garganta e inmediatamente el dolor se propaga por todo mi cuerpo. Es terrible cuanto dolor siento, me desmayaré en cualquier momento a causa del dolor. 

Mi cuerpo cae al suelo y queda tendido como un disfraz viejo. La sangre se escurre de mi cuello. Y finalmente la oscuridad me consume, sin embargo, el dolor sigue tan latente como desde un principio.

Abro lo ojos y suelto un horrible grito.

Solo fue una pesadilla.

Miro a mi alrededor y solo hay arboles, y una fresca brisa que se esparce por toda mi piel. Estoy en mi bosque.

Ojalá Jaden estuviera aquí, para estrecharme en sus brazos, oír los latidos de su corazón y que me diga que todo estará bien. Sin embargo, ahora me encuentro sola.

Él nunca volverá a estar. 

"Estoy perdidamente enamorado de ti" sus palabras se repiten constantemente en mi cabeza, y es tan difícil soportarlo.

Mis lágrimas empiezan a correr nuevamente y escondo mi rostro entre mis rodillas, mientras sollozo inconsolablemente. Hasta que me sobresalta una mano en mi hombro.

-Jaden?! -volteo inmediatamente.

Sin embargo me encuentro con la tierna y consoladora figura de mamá. 

-Soy yo, cariño. -me sonríe con tristeza.

-Estás aquí! -exclamo y corro a sus brazos.

-Estoy aquí -afirma.

Me fundo en sus brazos y me deleito con el aroma a rosas de su piel. Sus frágiles brazos me sirven de consuelo, sin embargo, no escucho a su corazón latir.

Sollozo un tiempo en sus brazos, sin molestarme en decir una palabra más. Es ella quien rompe mis sollozos con su tierna voz.

-Quieres hablar? -me pregunta con dulzura.

Hablar con mamá. Siempre esperé que llegara ese momento en mi adolescencia en el cual hablaría con ella de chicos. Nunca llegó, no nos dio tiempo.

Asiento con la cabeza e intento dejar de sollozar.

-Es que... No sé que me pasa con él. Me siento... feliz, cuando estoy con él. Siento paz y seguridad, y me encanta poder ser yo misma frente a él. -bajo la mirada y las lágrimas vuelven a correr de manera desenfrenada -Pero lo vi. Se besaron, y vi como lo disfrutaban.

Ella acaricia mi cabello y me da un beso en él.

-Dejaste que te lo explique? -pregunta con mucha calma.

Siento que mi corazón se contrae y una chispa de luz se enciende en mi interior. Podría tener una explicación, pero, le creería? Sería cierto? 

-No -susurro.

-Deja que te lo explique -me aconseja -Él es un buen chico.

Tiene razón, todos merecemos la oportunidad de dar una explicación, todos merecemos el beneficio de la duda.

Alzo la mirada para besar a mamá, pero se ha convertido en una fresca niebla.

-Gracias -susurro y mi limito a volver a casa.

La luna alumbra esta fría noche, y las estrellas hacen compañía a tanta oscuridad.

Abro la puerta de casa y al entrar me encuentro con papá.

-Pensé que ya no vivías aquí -espeto con ironía.

Cierro la puerta y me dirijo hacia el comedor, donde él está sentado. Tomo una manzana del bol y le doy un mordisco.

-Dónde estabas? -espeta de forma neutral.

Lo miro y veo que está enfadado. Me encojo de hombros y me dirijo hacia las escaleras.

-Esta vez no te vas a escapar de mí. Quiero la verdad, Yos -dice mientras se levanta de su silla. 

Se acerca a mí, y cuando empiezo a subir las escaleras, me sujeta muy fuerte del brazo y me obliga a descender nuevamente los escalones. 

-Dime! -exclama.

Su mirada está llena de suplica, y al instante se forman nudos en mi estómago y me tenso de inmediato.

-Ella... -susurro.

-Ella? -pregunta papá, aún sosteniéndome con fuerza.

-Mamá está en el bosque -susurro mirándole a los ojos.

Inmediatamente abre los ojos como platos y me suelta.

-De qué hablas? -me pregunta.

Si le digo la verdad creerá que estoy totalmente loca e intentará encerrarme en un psiquiátrico.

-Su alma sigue allí -digo con los ojos llorosos.

Él se acerca a la mesa del comedor y en un movimiento hecha todas las cosas que están encima, al suelo.

-Ella está muerta! -exclama -Sé que es difícil para ti, pero debes de aceptarlo! -suspira -Te estás enfermando.

<Piensa que estás loca> espeta mi mente.

-No estoy loca! -grito.

-Lo sé -contesta -Solo la extrañas mucho, y ya han pasado cuatro meses, es difícil para ti, tanto como para mí.

Tiene razón, la extraño tanto. Extraño que me despierte por las mañanas, extraño la exquisita comida que siempre preparaba y hasta extraño sus sermones diarios.

Me siento en la escalera y empiezo a llorar.

-No sé que hacer -espeto entre lágrimas.

Papá se acerca a mí, se agacha y me rodea con sus brazos.

-Al amanecer te llevaré al cementerio. Ahí podrás conversar con ella. -me asegura.

Pero ella no está ahí, ella está en mi bosque. Sin embargo, asiento.

Nos quedamos un tiempo llorando y poco a poco mis párpados se van cerrando. Aunque estoy sumergida en un estado de bloqueo mental por el sueño, siento como papá me carga en sus brazos y me deposita con ternura en mi cama.

Oh, papá! Realmente te estás esforzando, y no sabes cuanto te lo agradezco. Sabes? No te lo he dicho, pero mi alma ha empezado a perdonarte.

En la oscuridad, veo la silueta de un hombre acercándose a mí. 

-Eres una zorra! -exclama el hombre e inmediatamente reconozco su vos. Will Sky.

Cada vez se acerca más, trato de correr pero mis piernas no responden, trato de gritar pero mi voz queda atorada en mi garganta. Will empieza a correr y llega rápidamente hasta mí. Veo sus manos y me dan náuseas. Con un rápido movimiento me atrae hasta él y pone sus manos en mis nalgas.

-Eres mía -susurra en mi oído.

Abro los ojos sobresaltada y me cuerpo se agita mientras grito.

-Jaden!

Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy en mi habitación. 

Papá entra a toda prisa y es evidente el alivio que siente al verme bien.

-Solo fue una pesadilla -le informo.

-Lista para ir al cementerio? -me pregunta y trata de sonreír.

Asiento y le informo que bajaré en unos minutos.

Entro a darme a una ducha y me quedo un tiempo bajo el agua  caliente. Hace un poco más de cuatro meses, todo era tan cálido en mi vida. Y de ahí para acá, todo se ha desmoronado. Es increíble como pueden cambiar las cosas en solo un abrir y cerrar de ojos.

Salgo de la ducha y opto por mis jeans negros y un jersey bordo. A última hora decido ponerme una gorra de béisbol negro e inmediatamente bajo a desayunar.

En un parpadeo, ya estamos en el auto, de camino al cementerio. Ambos guardamos silencio, hasta que yo lo interrumpo.

-La extrañas? 

-Con cada respiro que doy -contesta.

Seguimos el reto del camino en silencio, hasta que nos bajamos frente al cementerio.

-Puedo ir sola? -le pregunto.

-Está bien. Estaré aquí por si me necesitas. -contesta.

Las puertas del cementerio son extremadamente grandes, y hay infinitas lápidas por todo el lugar. Sin embargo, no me resulta un lugar triste.

Entro con pasos lentos, sé donde está la de mamá. Me voy adentrando y a veces me fijo en algunos nombres que están escritas por las lápidas.

"Diana Miller. Bruno Briel. Alessandro Scott" 

Me pregunto si estas personas tendrán familiares que los siguen llorando.

Sigo mi camino hasta la lápida de mamá. Es tan bonita. 

Un hombre se encuentra visitando los restos de alguien más a mi lado, sin embargo, lo ignoro.

Me arrodillo frente a la tierna lápida de mamá, decorada con flores.

-Sé que tú no estás aquí -susurro hacia la lápida.

Me quedo un momento jugueteando con las flores del vaso, hasta que escucho al hombre de a lado dirigirme la palabra.

-Hola... -espeta.

Levanto la mirada para verlo.

Es un hombre rubio y de ojos cafés. Alto y muy guapo, aparenta unos veintiséis años, tiene las mejillas rosáceas y sus largas pestañas deslumbran sus ojos.

-Hola? -contesto.

-Tú... eres familiar de esa mujer? -me pregunta señalando la lápida de mi mamá. 

Sus ojos están temerosos, pero expectantes ante mi respuesta.

-Sí -me levanto -Por qué? La conocías? -lo interrogo.

-Mi nombre es Georlia -me informa.

-La conoces? -insisto elevando un poco la voz.

El baja la mirada con tristeza, mientras suspira dramáticamente. Sin embargo, al instante logra mantenerme la mirada.

-Yo... -me mira con más intensidad -Estuve implicado en el accidente en el cual murió esa mujer. 

El corazón se me para ante sus palabras.



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