Pov. Anastasia.
Estos han sido los mejores días de mi vida y la felicidad que siento por estar con el hombre que amo después de haber sobrepasado las pruebas que nos puso la vida. Lo mejor es dormir y amanecer en sus fuertes y cálidos brazos y daría lo que fuera porque este momento no se acabará. Siento como su nariz recorre mi piel desnuda haciendo que un exquisito hormigueo me haga jadear.
-Ha amanecido muy sensitiva esta mañana, señorita Steele. Ríe en mi cuello y su aliento envía descarga a mi entrepierna.
-Ese es el efecto que tiene usted sobre mi, señor Grey. Respondo. - sonríe y cuando va a decir algo más me apoderó de sus labios sorprendiéndolo aún más y solo se costo un momento para dejarse llevar lo que le estoy ofreciendo.
Sus fuertes manos me alzan para colocarme en su regazo y sin darme cuentas estamos volando sobre el mar de sensaciones que solo nosotros podemos crear. Sus embestidas son lentas pero precisas llevándome al borde de la locura y gritando, gimiendo por más de su poder.
-Así me gusta que seas libre y me entregues todo de ti, nena. Dice con los dientes apretados. Con son embestidas más mis paredes se contraen de una manera asombrosa. -Córrete para mí, nena. Gruñe.
-Chris.... Grito. -Mi cuerpo responde a su orden llevándome a ese lugar que solo él me ha enseñado.
-¡Por Dios! Nunca tendré suficiente de ti. Dice mientras su voz se apaga por las sacudidas de su liberación.
Después de recuperar nuestras respiraciones, besa el contorno de mi espalda repetidas veces.
-Eso he notado, señor insaciable. Digo riendo con mi rostro aprisionando con la almohada.
-Me alegra saber que la divierto, señorita. Dice mordiendo el lóbulo de mi oreja.
Cuando iba a responder empieza a sonar su teléfono por cuarta vez en la mañana.
-¡Joder! -Maldice por lo bajo cuando escucha que tocan la puerta.
-Debe ser importante ya que llevamos toda la mañana encerrados. Digo, colocándome una bata, mientras él se coloca su pantalón pijama.
-Espero que sea urgente por la insistencia del teléfono y ahora que toquen la maldita puerta y no respeten mi privacidad y la orden que di el no molestarme. Grita enojado.
Se encamina hacia la puerta y al abrir se encuentra con un Taylor con la mirada desencajada y su semblante preocupado.
-¡QUÉ MIERDA! Taylor es que no pueden acatar una maldita orden. Grita.
-Disculpe, señor Grey, pero lo que tengo que decirle es importante. Dice mirándolo a los ojos.
- ¡¿QUÉ PASA AHORA!? Gruñe. -Me acerco a él y acaricio su espalda al ver que lo que dirá Taylor no es nada bueno. Su cuerpo se relaja y me mira con dulzura. - ¿Qué ocurre, Jason? Dice más calmado.
-Señor... Lo veo dudar y algo en su mirada me da miedo. -Se trata de la señora Hoffman-Trevelyan. Dice.
-¿Qué pasa con mi abuela? Dice mientras sus músculos se tensan.
-Lo siento mucho, pero me acaban de informar su deceso. Dice con voz gruesa.
Llevo mis manos a mi boca y el cuerpo de Christian se estremece y siento cómo se tambalea y se agarra del marco de la puerta.
-Esto no puede estar pasando. Dice, regresando a la habitación en busca de su móvil. -Debe de ser una mala broma. Pasando la mano por su cabello.
-¿Cómo sucedió, Taylor? Pregunto mientras las lágrimas recorren mi rostro. Y mi mirada viaja donde se encuentra Christian hablando con alguien.
-Le dio un infarto mientras dormía. El señor Trevelyan notó extraño que la señora Hoffman-Trevelyan no se había despertado a las 9h cuando su costumbre era despertar a las 7h y prepararle el desayuno cuando el leía el periódico en el estudio.
-¡Oh Dios! Exclamo. -Prepara todo para salir de inmediato a Seattle, Christian no tendrá cabeza para ocuparse. Llama a Elliot y que se encargue todo lo relacionado con su sepelio. Le digo.
-Todo está listo, señorita y solo esperamos por ustedes. Dice asiento y sale dejándonos solos.
Pov. Christian.
Obligando a mis músculos a responder y usando todo el control que he manejado por tantos años para sobrellevar este dolor. Llamo a Carrick para que me dijera que esta es una maldita pesadilla y que mi reina está como siempre regando sus flores en el inmenso jardín de nuestra casa.
-Padre, dime que esto no es cierto. Suplico.
-Hijo... Me encantaría decirte que es una mentira, pero es verdad y lamentablemente nuestra reina ya no está con nosotros. Dice con voz entrecortada.
Cierro los ojos para no permitir que vean mi debilidad y que mis lágrimas no salgan. Respiro profundo.
-¿Cómo está mi madre? ¿Cómo fue? Digo con tono seco. Me cuenta que esta devastada y que todo sucedió mientras dormía y que no sufrió. Al menos ese consuelo me queda.
Termino la llamada y me volteo para ver a Anastasia con un traje negro en las manos y con sus hermosos ojos cristalizados. Coloca el traje en el sillón y corre a mis brazos y la envuelvo en abrazo necesitado y que es un bálsamo ante este desgarrador dolor. Escondo mi rostro en su cuello y su cálida piel me hace mantenerme en la realidad.
-Vamos a darte un baño para salir a Seattle en unas horas. Dice, -Taylor, tiene todo listo y solo esperan por nosotros. Me toma de la mano para llevarme al cuarto de baño y no pongo resistencia. Con paciencia se deshace de mi pantalón pijama y me guía al agua tibia. Sus suaves manos lavan mi pecho mientras mis ojos la miran buscando un poco de consuelo.
-Nena, ¡Cómo duele esta mierda! Digo, apretándola contra mi pecho dejando que todo el dolor salga. Lloro como aquel niño que lloraba en los brazos de su abuela cuando una terrible pesadilla lo despertaba por las noches y los brazos que calmaban ese miedo eran los de mi reina. Los pequeños brazos de mi nena me cobijan y con tiernos besos en mi cabeza llevan a un letargo el dolor. Me vistió y salimos rumbo al aeropuerto y en todo camino no soltó mi mano y solo se dedicó a estar a mi lado en un silencio que nos consumía.
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El vuelo ha sido terriblemente largo y a mi mente llegan mi madre y Mia. Maldiciéndome mil veces por no estar con ellas, pero sé que mi padre y Elliot están cuidándolas y brindándoles el consuelo que necesitan. Mi mayor preocupación es mi abuelo, porque mi abuela es todo para él y al saberla perdida debe estar destruido.
La brisa fresca de la noche golpea mi cara al llegar a Seattle y en mi corazón se instala un frío que hiela mis hueso. Respiro profundo y me encamino al coche para ir donde se encuentra mi familia.
Recuerdo las veces que me aconsejó acerca del amor y que siempre tuviera la mente abierta.
Christian, el día que encuentres al amor de tu vida lo vas a descubrir con solo mirarla a los ojos y cuando sus cuerpos se unan será una entrega que te dejara marcado porque después de ese momento dependerán el uno del otro y esa unión no será solo de piel con piel, sino será de alma con alma...
Lo único que te puedo pedir es que tengas los ojos bien abiertos y te entregues sin reservas y te aferres a el como tu tabla de salvación. Y el día que la encuentres quiero ser la primera en darles mi bendición.
Levanto la mirada para ver a mi nena. - Gracias por estar a mi lado y ser mi soporte. Le digo, llevando su mano a mis labios y besando sus nudillos.
-Siempre estaré aquí y si sientes que vas a caer yo te sostendré y no permitiré que caigas. Te amo, Christian.
-Te amo más, nena. Respondo, atrayéndola a mi regazo. -No sabría cómo llevar este momento si no te tuviera a mi lado. Digo hundiendo mi rostro en su cuello.
Hellooo!
Nenas he regresado y me declaro culpable de todo lo que me culpen...
Aquí les dejo un capítulo mas...
Disfrutenlo...
Nos leemos en la semana.
Las quiero ♡♡♡♡
Yo!!!