Estoy sentada en el sillón cuando Diego viene hacia mí con dos vasos de jugo —natural, recién preparado por él— y me lo entrega. Se sienta a mi lado pero guardando las distancias, como si hace unos minutos no hubiese roto ninguna barrera cuando nos besamos.
—Antes de comenzar necesito que me prometas algo —pide y en sus ojos veo angustia. Ni aunque quisiera podría decirle que no. No ahora.
—¿Qué cosa?
—Que no odiarás a tu hermano —suelta y se comienza a formar un nudo en mi garganta, si Adam tiene algo que ver con esto dudo que pueda perdonarlo algún—. Tal vez se equivocó y yo no lo entendía en ese entonces, pero ahora sí lo hago. Él solo quería lo mejor para ti y estaba claro que yo no lo era.
—No sé si pueda prometer eso. Además, ya estoy peleada con él, así que si sigo enojada con él no será tu culpa.
Eso último parece terminar de convencerlo y toma una gran bocanada de aire antes de continuar.
—Debes recordar cuando Adam nos descubrió besándonos en tu habitación —asiento solo moviendo la cabeza para no interrumpirlo—, bueno, también sabes que me sacó volando de tu casa y que no me habló en semanas; pero la verdad no fue tan así. Esa misma noche fue a mi casa, me llevé un buen golpe en el ojo y luego me obligó a elegir entre él y tú.
—¿Lo elegiste a él?
—No —suelta un suspiro y siento un par de mariposas revoloteando dentro de mí—, le dije que no elegiría nunca entre mi mejor amigo y mi novia porque ambos eran importantes para mí, aunque creo que decir que eras mi novia fue una mala idea porque se volvió loco y comenzó a golpearme hasta que mi cara quedó cubierta de sangre; estaba un poco desorientado cuando lo apartaron de mí, no sé si fue papá o uno de los choferes. Luego de eso, no volvió a hablar conmigo por más de un mes.
Lo miro horrorizada luego de escuchar eso, no puedo creer todo eso y me quedo paralizada al recordar algo.
—Cuando nos volvimos a ver tenías la cara destrozada, fue por... —me quedo callada en medio de la frase, él solo asiente—. ¡Dios! Diego, me dijiste que te habían asaltado en la calle.
—¿Qué más te iba a decir? No quería ponerte en contra de tu hermano.
—¿Estás bromeando? Vi como quedaste luego de eso, Diego. Es un animal, deberías haberlo denunciado.
—No creí que fuera necesario, no quise crear más problemas.
—¿Qué más hizo? Si no te alejaste de mí después de la paliza que te dio, algo peor debió haber hecho.
—También amenazó con denunciarme por ser mayor de edad y tú menor, pero luego abandonó la idea porque era casi imposible que tú declararas en contra mío y no había ninguna prueba de que yo te hubiese obligado a algo. Fue ahí, cuando se le ocurrió una idea mejor; él sabía que yo no dejaría que te pasara nada así que fue por ese lado.
—¿Qué hizo? —pregunto impaciente, no creo que nada pueda hacerme sentir más odio del que le tengo a mi hermano ahora.
—Le iba a contar a tu papá todo lo que pasaba para que te mandara a Estados Unidos a vivir con tus abuelos o al internado de Nueva York.
—¿Qué?
—Todos sabemos cómo se habría puesto tu papá, Effie. Tendrías suerte de haber vuelto al país varios años después y solo por un par de días. Tu vida completa estaba aquí y no quería que lo perdieras todo por mi culpa, nunca fue mi intención que te enfermaras y cayeras en depresión. Te juro que hasta el día de hoy es algo que no me puedo perdonar.
—¿Hiciste eso por mí? —la voz se me quiebra en la última palabra.
—¿Qué más podía hacer? Yo solo quería que estuvieras bien, no quería alejarte de tu familia. Pero al final conseguí todo lo contrario e intentaste terminar con tu vida varias veces.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Dispara.
—Una de esas veces, cuando lo intenté cortándome los brazos en forma vertical. Me tuvieron casi una semana internada, estaba un poco drogada con todos los medicamentos que me daban para evitar que volviera a intentarlo y te vi, dime por favor que de verdad te vi, que fuiste y que no lo soñé como me he estado convenciendo por todos estos años.
—De verdad me viste, la enfermera era amiga de mi mamá así que hizo una excepción y me dejó entrar a verte a pesar de que ya no era horario y tampoco tenías permitidas las visitas que no fueran de tu familia.
—Me besaste.
—Te besé.
—Y yo recién me entero.
Ninguno dice nada más por unos minutos, acorto la distancia que hay entre los dos y poso mi mano encima de la suya. Siento que se estremece un poco ante el contacto y antes de darle tiempo para reaccionar pego mis labios a los suyos. Es un beso pequeño, un leve roce que podría parecer una estupidez pero igual hace que las mariposas en mi estómago comiencen a despertar.
—Gracias —digo cuando me aparto, mirándolo fijamente a los ojos—, por no dejar que me enviaran lejos y por decirme la verdad ahora, supongo que cada cosa tiene su tiempo y este era el momento en que debía enterarme.
—Siento como si me hubiese sacado un gran peso de encima.
Ahora es él quien me besa, haciéndome olvidar todo lo que acaba de contarme, todo lo horrible de la situación. En estos momentos, solo puedo concentrarme en sus labios haciendo presión contra los míos; en su lengua buscando la mía, en las sensaciones que creí jamás volvería a experimentar.
Sin pensar en nada más que en el deseo que siento por él me siento a horcajadas sobre su regazo y con mis dedos jugueteo con su cabello sin cortar el beso. Una de sus manos se va directo a mi cintura y la otra recorre mi espalda, provocando un par de escalofríos que me recorren completamente la columna.
Desenredo mis dedos de su cabello y comienzo a recorrer con ellos su pecho y su abdomen por encima de la camiseta que lleva puesta, me aparto un poco de su boca y enseguida siento que me falta algo por lo que lo vuelvo a besar sin detenerme a pensar en nada. Sé que él me desea tanto como yo a él, puedo sentirlo. Deslizo mis manos por debajo de su camiseta sin poder resistirme y comienzo a levantarla hasta que con un poco de su ayuda se la quito por completo, antes de que pueda volver a besarlo apoya ambas manos en mi cara y nos quedamos mirando a los ojos; veo duda en los suyos, como si no supiera qué hacer ahora.
—Hazme el amor, Diego —le pido y noto que el brillo de sus ojos se intensifica—. Hazme el amor como antes.
No es necesario que diga nada más, Diego se levanta del sillón conmigo en brazos como si no pesara nada, enredo mis piernas en sus caderas y él apoya sus manos en mis muslos para que no me caiga. Lleno su cara de besos mientras se dirige a una de las habitaciones, y le hago un gesto para decirle que vaya a la mía, la que tantas veces compartimos sin que nadie se enterara; sin decir nada, hace lo que le digo. Con cuidado, me deposita sobre la cama y se queda encima de mí mientras deja un camino de besos por mi cuello. Jadeo levemente ante el contacto y unos pocos segundos después, no sé ni cómo mi camiseta salió volando hacia algún lado; el tiempo parece hacerse cada vez más lento mientras comienza a desnudarme y yo hago lo mismo con él.
—¿Estás segura? —corta el momento, igual que en los viejos tiempos. No sé de dónde saca esa fuerza de voluntad tan grande.
—Ya no tengo catorce años, Diego. No tienes que preguntarme si estoy segura cada dos segundos, sé lo que quiero.
Me vuelve a besar mientras comienza a adentrarse en mí, entrelaza sus dedos con los míos y ambos nos dejamos llevar por ese amor tan grande que sentimos alguna vez pero que nunca pudo ser, ese amor que fuimos obligados a dejar a medias.
Las cosas pasan cuando tienen que pasar, mi relación con Diego estaba destinada a terminar porque de lo contrario nunca hubiese conocido a Benjamín y mi hija no existiría. Los años de sufrimiento valen la pena una vez que conoces a Cassia, no podría jamás desear volver el tiempo atrás para quedarme con Diego porque mi hija lo es todo para mí. La vida me hizo reencontrarme con mi antiguo amor y aunque tal vez sea una sola vez, estoy agradecida de tener la oportunidad y sabiendo toda la verdad.
Soy consciente de que esto puede convertirse en el error más grande de mi vida pero ya estoy cansada de hacer lo correcto todo el tiempo, hace un tiempo ya me aburrí de intentar ser perfecta y comencé a hacer lo que yo quería, y lo seguiré haciendo porque es mi vida y merezco vivirla lo mejor posible.