Prólogo

3.3K 270 29
                                    

Algunos dicen que el amor es lo más maravilloso del mundo, que no hay sensación más mágica que estar enamorado; yo digo, que el amor es una mierda y no hay pruebas de que exista. No me mal entiendan, el amor hacia los padres o hijos obviamente existe y es real, pero del amor de parejas no estoy tan segura.

Si alguien te amara, nunca te haría sufrir. Y en esta sociedad estamos tan jodidos que eso es exactamente lo que pasa cuando te enamoras; tarde o temprano terminas sufriendo.

Sí, me he enamorado; para ser exacta dos veces aunque solo cuento la ultima ya que en la primera solo tenía catorce años y no estoy muy segura de que haya sido amor. Pero con Benjamín fue distinto; me enamoré completamente y mi corazón quedó roto en mil pedazos; pensé que no iba a sobrevivir a esta pena de amor pero lo hice. No hay nada que dure para siempre, ni siquiera el dolor.

Nos conocimos hace cuatro años, yo tenía dieciséis años y aun sufría por mi "primer amor", él me encontró en un momento bastante vulnerable; ya no quería seguir viviendo, literalmente. Las cicatrices en mis brazos y piernas no eran suficientes para calmar mi dolor; odiaba mi cuerpo, odiaba mi vida y odiaba a ese idiota que me rompió el corazón por primera vez. Estaba de pie mirando hacía el mar, justo donde las olas rompían en las rocas puntiagudas; estaba a unos diez metros de las rocas decidida a saltar. Me sequé las lagrimas por ultima vez y estiré los brazos para dejarme caer libremente hacía la muerte; hasta que una voz me detuvo.

— Yo que tu no lo haría — dice un chico a mi espalda.

— ¿Por qué no? — le respondo fríamente sin voltearme.

— Porque una carita tan linda se estropearía al chocar contra las rocas, y no me perdonaría que eso pasara.

— ¿Linda? — suelto una pequeña risa irónica —. ¿Por qué no te metes en tus asuntos y me dejas en paz?

— No puedo meterme en mis asuntos ahora que te conocí.

Eso me saco una sonrisa, una verdadera sonrisa; de las que hace mucho tiempo no mostraba y me di la vuelta. Debo haber estado hecha un desastre, con todo el maquillaje corrido pero ¿qué importaba? Iba a morir de todos modos. Él me miraba con sus ojos azules, casi tan oscuros como el mar al que hace unos segundos estuve a punto de lanzarme. Lo reconocía, el pueblo era demasiado pequeño así que todos se conocían, era Benjamin Gilbert, hijo de un antiguo colega de mi padre, y compañero del club de tenis de mi hermano.

—Soy Benjamín — dice tendiéndome la mano.

— Effie — digo tomando su mano.

— Sé quien eres— dice riendo —, la hermana de Adam, Elizabeth.

Asiento con la cabeza, avergonzada porque me conocía y sabía lo que había estado a punto de hacer.

— No te preocupes, no le diré a nadie— dice casi leyéndome el pensamiento —. Pero solo si dejas que te invite un helado.

— ¿Un helado? — me pongo a la defensiva — ¿Quieres que me ponga más gorda de lo que estoy?

— Con que ese es el problema— dice como para si mismo pero yo si lo escucho —. Un vaso de agua, lo que sea. Quiero pasar tiempo contigo.

Y así, donde antes solo había desilusión y tristeza, comenzó a nacer una gota de esperanza; la gota necesaria para querer seguir viviendo, por lo menos por un tiempo.

Desde ese día nos volvimos inseparables, y al poco tiempo novios; pero las relaciones siempre tienen altos y bajos; y el ultimo tiempo solo eran bajos. Terminamos de una forma muy fea y sin medir las consecuencias me fui de la ciudad; queriendo olvidar todo, me fui a estudiar a otra parte y no regresé, hasta ahora...


Cartas a BenjamínWhere stories live. Discover now