Lunas escarlata

By DailyWho

137K 11.6K 1.1K

Segundo libro de la saga Cantos a la luna. Es necesario leer cualquiera de los dos anteriores libros para ent... More

Sinopsis.
Antes de la lectura:
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38.
Capítulo 40.
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44.
Capítulo 45
Capítulo 46
EPÍLOGO.
EL PRINCIPIO DEL FINAL (AGRADECIMIENTOS)
ROBO DE LUNAS DE HIELO

Capítulo 39.

2.2K 235 23
By DailyWho

Me sorprendí cuando vi a Alan al salir de mi casa. Él también se sorprendió de verme vestida para partir al centro.

—No creo que tengamos una sincronización tan perfecta como para que supieras que iba a venir, pero estás ardiente, hermosa —dijo llegando hasta mí. Sus manos viajaron a mi cintura, halándome hacia él. Me besó, aprovechando que tenía mi abrigo largo para dejar que sus manos bajaran hasta mi trasero sin que se notara, por si un padre mirón estaba en la ventana, vigilando a su hija—. ¿Ibas a salir?

—Sí... —Lanzó un suspiro de decepción.

—¿Qué tan probable es que me acompañes a casa de mis padres esta tarde? —Hice como si lo pensara. Acaricié sus brazos, dejando caer mi peso en él.

—Es muy probable, solo si es más tarde.

—¿Qué vas a hacer? —Hice una mueca. Sus caricias se frenaron cuando me miró con seriedad—. Conozco esa cara: es algo que no me gustará.

Sonreí, culpable, pero aproveché la altura que me daba el escalón en el que estaba parada para comenzar a regar besos por su mandíbula en un intento de distracción.

—¿Si te lo digo te enojarás? —Me incliné hasta tocar sus labios, pero alejó su boca de la distracción que pretendía darle.

—Depende, pero ya estoy desconfiando. —Suspiré. Concluí, luego de un rato pensando, en que sería mejor soltar de golpe lo que iba a decir. No le mentiría: él tenía derecho de saber con quién me vería.

—Me veré con Braham. —La reacción fue instantánea; todo su cuerpo se tensó y él, como si fuera un resorte, se alejó de golpe para mirar bien mi rostro.

—De ninguna manera —bramó. Volví a tocar mis labios con los suyos, tensos.

—Alan, eres mi novio, pero no puedes decirme qué hacer o no. Si lo piensas bien, Braham no es tan malo... por lo menos nos llevó a dónde estabas. Quiere arreglar las cosas y todos merecen una segunda oportunidad. ¿No crees?

—Abril, es un vampiro, siempre los vampiros son malos. No quiero que corras ningún riesgo, entiéndelo. No vayas, por favor —rogó.

Lo miré a los ojos.

—No me pasará nada. —La duda cruzó su mirada.

—No me puedo confiar de un vampiro. Eres sólo una humana, te puede hacer cualquier cosa. —Negué.

—Alan, iré. —Hizo una mueca que me causó gracia.

—¿Al menos podría llevarte? —Suspiré derrotada.

—Está bien, pero sé que te quedarás rondando por allí.

—No me iré sabiendo que estás en peligro. No estaré contigo, pero estaría más tranquilo al saber que estoy cerca.

—Bien, entonces vámonos que se me hace tarde. —Le di una sonrisa que él no me devolvió.

Me soltó y me dio la espalda sin tomarme ni siquiera de la mano, malhumorado. Reí y corrí para tirarme sobre su espalda. Di besos en su mejilla para que no se enojara mucho conmigo.

—Eres el mejor novio del mundo ¿Lo sabías? —Gruñó—. Y el más lindo, con esos ojos cautivadores, y ese cabello, y el más atento y...

—Y deja de llenarme de halagos, que sepas que no estoy nada feliz por lo que vas a hacer.

—Sólo quiero que sepas lo lindo y especial que eres para mí —dije con un tono inocente. Solté una carcajada cuando me bajó de su espalda. Lo rodeé antes de que subiera al auto—. ¡Alaaan! Acabamos de reconciliarnos ¿Volveremos a pelear?

—Sí eso es lo que quieres.

—¿Y si te dijera que lo pensé mejor y no iré? —Sonrió grande, volviendo a tomarme de la cintura para pegarme a su cuerpo.

—¿Verdad? Eso es fantas...

—Era sólo una pregunta. Iré —bufó, soltándome—. Oye, no quiero que te enojes, de verdad.

—Entonces no vayas. Pareces buscar siempre el peligro.

—Sólo quiero arreglar las cosas, nada más. —Escaneé su rostro. Sonreí al ver la resignación y la molestia allí—. Te amo ¿Lo sabes? —Asintió juntando su frente con la mía.

—También te amo y por eso te protejo —susurró antes de besar la punta de mi nariz.

—Lo sé y lo aprecio. —Abrí mis ojos para encontrarme con los suyos que me miraban fijamente. Sonrió.

—Vamos, se te hace tarde.

—¿Te quedarás por ahí? —Asintió—. Bien, me siento más tranquila de saber que estás cerca, por si pasa algo.

—No dudes de eso. Aunque no me veas, te vigilar. —Reí, haciéndome para atrás.

—Eso se escucha demasiado acosador. —Sonrió, abriéndome la puerta del auto.

—Lo sé.

Alan refunfuñó por todo el camino mientras intentaba convencerme de no asistir a esa pequeña reunión con Braham. Poco después llegamos al lugar acordado.

—Recuerda que te estaré viendo. —Se inclinó para besarme—. Espero que todo salga mal, con sinceridad —habló aún sobre mis labios. Lo fulminé con la mirada—. ¿Qué?

—Sabes «qué». —Abrí mi puerta. Escuché como reía—. Te amo. Te llamaré cuando salga.

Pasé la calle hasta el café. Desde afuera podía a Braham esperando. Enserié en mi rostro y volví mi cabeza para ver al Alan seguía aparcado, pero no lo estaba. Tomé un respiro antes de entrar y sentarme frente a él.

Poco a poco alzó la mirada.

—Hola.

—¿De qué querías hablar?

—¿Puedo disculparme? Todo lo que te dije es cierto, espero que lo creas.

—Lo sé, no hay nada que me haga creer lo contrario. Pero, aun así, ayudaste a lo que sucedió con Alan.

—Pero también gracias a ello, estamos aquí, de otra no te hubiera conocido.

—¿De que sirvió conocerme? —Me detuve al reparar en la camarera. Pedí un café—. Mira, Braham, todos merecen una oportunidad, pero no creo que pueda volver a confiar en ti.

—Es entendible, pero...

—Dime cinco razones por las que debería darte otra oportunidad para ser mi amigo y puedes darte por bien servido: a Alan no le di esta oportunidad.

Rascó su cabeza.

—Bueno, es un poco difícil. Quisiera tenerte como amiga... ya te dije de los deseos escondidos de cada vampiro: El mío es no quedarme sólo, de no tener una pareja o lo que sea, por lo menos me gustaría tener una amiga. También sé que no tienes muchas personas de confianza, me gustaría poder ser una de ellas. Tengo mucho tiempo, quisiera gastarlo con alguien, además... Tendré que irme del pueblo, sé que muchas cosas van a suceder fuera, y me gustaría tener alguien a quien contárselas. —Se quedó callado.

—¿Esas son todas tus razones? —Asintió. Frente a mí pusieron mi café con leche—. ¿Cómo es eso de que te tienes que ir?

—No me puedo quedar sabiendo que arruiné todos los planes de los vampiros. Soy un traidor a mi raza, tienen precio sobre mi cabeza, mucho más por haber ayudado a los licántropos.

—¿Por siempre?

—Seguramente.

—¿A dónde irás?

—A la ciudad. Digamos que allá hay un lugar que me puede servir de escondite. —Asentí, pensativa—. ¿Entonces qué me dices? ¿Puedes darme una segunda oportunidad?

—Te la daré con una condición: quiero que te disculpes con Alan. Te doy hasta mañana para que pienses que vas a decirle. —Me levanté del asiento, tomando con prisa mi café.

—¿Qué?

—A mí no me debes todas las disculpas: El mayor afectado fue Alan.

—¡No hablaré con un licántropo! —fingió gritar, aunque su voz era un susurro.

Sonreí.

—Entonces no seré tu amiga. Mañana estaré todo el día con Alan luego de clases, te lo digo como dato curioso nada más. —Gruñó soltando un bufido a la vez.

—Bien, entonces mañana nos veremos. —Sonríe un poco más.

—Genial. Nos vemos mañana, Copito —dije, fogosa. Luego de la noche anterior me había levantado de muy buen humor. Se lo atribuí a Alan y a las horas que había pasado con él antes de que comenzara el alba y, con el amanecer, llegara su huida.

Le mensajeé a Alan y en menos de tres minutos su auto estaba frente a mí. Me subí, tarareando una canción inventada por mí. En cuanto estuve a su lado no dejé que pusiera el auto en marcha, solo le arranqué un beso que él sin objeción me devolvió con ansias.

—Demoraste menos de lo que pensaba.

—Ya ves que tu drama no fue para tanto. Ahora sí podemos ir a tu casa, estoy lista.

Sonrió, pero conocía mucho a Alan como para notar que no era una sonrisa cualquiera: estaba nervioso.

Al llegar a su casa, su madre y toda su familia nos sentamos en la mesa. Pasamos un momento formidable, pero seguía notando a Alan un poco extraño. Luego de cenar comenzó a mascar chicle, algo que, en él, denotaba nerviosismo puro o mucho estrés.

Llegó un momento en el que Adara nos jaloneó hasta llegar su rosada habitación sólo para que jugáramos con ella.

A mí me pasó un pequeño, muy delgado, libro luego de unos minutos.

—¿Lo lees para mí?

—¿Por qué no lo haría?

—¿Por qué ella? —preguntó a su vez Alan.

—Porque siempre lo haces tú —respondió la pequeña. Alan se acomodó a mi lado, pasando su brazo por detrás de mí. Estábamos acostados en unos pufs que tenía Adara en su habitación.

Comencé con la lectura.

—En las villas de un pueblo no tan lejano, existía un reino y en él vivía una pequeña niña, nacida en el mes de abril, sus padres eran sirvientes en aquel hermoso pero malvado lugar. Un día, como cualquier otro, su madre trabajaba en la cocina, mientras la pequeña esperaba por instrucciones para ayudar a su madre: «Azul ¿Quisieras pasarme la miel y el pan?» dijo la señora y la pequeña corrió a llevar las cosas a su madre. Ella, agradecida, las tomó y siguió haciendo la comida. A la cocina entró la reina, una persona alegre pero que se dejaba lleva por las órdenes de su esposo, un hombre tonto y malvado: «¿Podrías hacerme un pequeño pastel para el cumpleaños de mi hijo?». En ese momento entró el esposo de la cocinera, asustado por haber visto al rey entrar al palacio con un hombre mucho más atemorizante que él, pero al notar a la reina allí, decidió no decir nada.

Alcé la mirada para ver que Adara no estaba en la habitación.

—Sigue, quisiera saber que sucede. —Le miré con extrañeza.

—¿De verdad? Tu hermana se fue, no deberíamos estar solos aquí.

—Ya bajaremos, me gusta escucharte leer. —Suspiré, pero le di gusto.

—El padre de la pequeña niña puso su rostro como si estuviera feliz de ver a alguien de la realeza allí, aunque en realidad no lo estaba. No entendía por qué de todos los lugares del mundo la reina estaba allí junto a su hija y esposa. No entendía cómo podía ser eso posible, el palacio era muy grande, pero sin importar, se quitó el sombrero para saludar a la reina: «Mi señora es un placer verla aquí, junto a mi esposa»; La reina respondió: «Lee, por favor las líneas que están más cursivas»... ¿Qué? —pregunté al aire, confusa. Bueno, el cuento no era el mejor que había leído, pero que acabara allí, cuando tenía más páginas, no tenía sentido.

De pronto, caí en cuenta que realmente había unas palabras que, aunque no estaban del todo cursiva, si estaban un poco más inclinadas que las demás.

Lo leí, como me había indicado «La reina»

Abril, quisieras hacerme el hombre más feliz del mundo y ser mi esposa.

Solté un grito ahogado, girándome hacia Alan. Lo encontré con mi anillo entre sus dedos, mostrándomelo, ofreciéndomelo.

Topé mi boca con las lágrimas asomando por mis ojos.

—No sabía si debía cambiar el anillo al ser otra propuesta, pero creo que te encariñaste con este... He sido un tonto, Abril, te he dicho cosas hirientes y aun así me has perdonado. Te dije que no quería casarme contigo, pero no era cierto: sigo esperando el momento en el que me des el sí y firmes lo que te haría mi esposa. Eres tan... exasperante, pero eres el amor de mi vida, la chica que alegra mi corazón, la que me tranquiliza, enloquece, alera y muchas cosas más. Ya te he propuesto esto y las cosas no han salido bien, pero ¿aceptarías este anillo y seguir siendo la chica que eres por el resto de nuestras vidas?

—Dios mío. —Reí con nerviosismo. Mi corazón se me quería salir del pecho por lo rápido que latía—. Nunca imaginé que decía eso.

—También eres poco detallista, pero te amo... ¿Qué dices? ¿Te gustaría llevar este anillo de nuevo en tu dedo?

Hice un puchero, emocionada. Me tiré a él sin pensarlo, tirándolo al suelo. Se quejó por el golpe, pero yo comencé a besar su rostro.

—¿Cómo puede preguntar eso? ¡Por supuesto que sí! —Reí. Parecía una loca por tanto reír. Lo besé con un simple toque de labios—. Eres muy malo escribiendo cuentos.

—Lo sé, aunque luego de eso sigue el cuento de Caperucita.

—No puedo creer que hubieras hecho un cuento por mí.

—Lo hubiera hecho todo con tal de que me dijeras que sí. Fui un idiota hace semanas, y no estaba seguro de que me fueras a decir que sí.

—¿Quiénes saben de esto?

—Solo Addy. Es mi confidente a cambio de un helado.

Reí, tomándolo por el cuello antes de besarlo.

Gimió, metiendo sus manos dentro de su camisa que ese día llevaba muestra como parte de mi atuendo. Su sabor me envolvió cuando acarició mi lengua con la suya. Nos tomamos un tiempo para explorar lugares que conocíamos a la perfección. Sus manos se aventuraron hacia más abajo, apretando mis muslos e intentando ponerme sobre él.

—Es diferente hacerlo en mi casa a hacerlo en la habitación de tu hermana de seis años. —Se rio sobre mis labios cuando hablé. Abrí un poco mis ojos, pero no me separé ni un poco de él—. No sé cómo es que puedo amarte tanto. Te amo muchísimo.

—No podía saber que no eras mi prometida, ahora solo queda esperar. —Mi alegría menguó para darle paso al nerviosismo, de nuevo. Jugué con el cuello de su camisa, luego apoyé mi mejilla en su pecho.

—Alan, ¿tú quieres esperar?

—No. Si por mí fuera estaríamos firmando ahora mismo, pero sé que no quieres... porque no quieres ¿Verdad? —Una sola mirada fue su respuesta. La sorpresa y las ansias fueron claras en sus ojos.

—Podemos hablarlo con mis padres, pero puedo firmar sin su autorización, así que... —Me encogí de hombros.

—¿Quieres eso? —Saudí mi cabeza en afirmación—. Bien, entonces hagámoslo, aunque temo por mi vida. —Reí, besando su mejilla.

—Podemos hacerlo, sé que podremos.

—Bien, entonces a por ello. —Nos miramos y reímos ante lo obvio que resultaban nuestros nervios—. Gracias, Abril. Eres... demasiado para describir.

Reí volviendo a las lágrimas.

—No puedo creer esto... en verdad eres muy malo escribiendo cuentos, pero fue muy lindo de tu parte, mucho más por tener en cuenta que prefiero lo privado... gracias por seguir aquí aun teniendo miles de defectos.

—Yo también los tengo, pero eso no te ha hecho huir... ¿Vamos ahora a hablar con tus padres? Creo que hay mucho por decir y, si nos demoramos más, no creo que haya mucho tiempo.

Respiré con nervios antes de asentir.

Bajamos juntos las escaleras. No había pensado que toda su familia estaba allí y nosotros llevábamos mucho tiempo allí arriba.

Que dirán de mí, por Dios.

—Debemos irnos —avisó Alan con prisa en cuanto llegamos. Belén se había levantado para ofrecernos postre, pero al ver la actitud de Alan se detuvo.

—¿Por qué tanta prisa?

— Adara dijo que le tenías una sorpresa a Abril —habló en esa ocasión Charlotte, pareciendo ansiosa. Alan sonrió y tomando mi cintura, se puso detrás de mí.

—¿No lo saben? —Negaron—. Pues, están viendo a la próxima Lee —anunció, mostrando el anillo en mi mano. La sala se quedó en silencio antes de que Lotty gritara.

—¡Oh, por Dios! ¡Felicitaciones! ¡Repetirán la historia de mamá y papá!

—Espero que no. No quisiera ver a mi hijo vagando por meses gracias a una separación. Que la historia se repita hasta las edades, desde ahí que no suceda lo mismo, porque tu madre también te tuvo muy joven y no creo que tú quieras eso, Abril, aunque sé que a mi hijo no le molestaría la idea. —Sentí a Alan tensionarse detrás de mí, sin embargo, yo reí. Su padre me abrazó, después se fue hasta su hijo. Me separé para ver su abrazo. Adrián sostenía a Alan con fuerza mientras la decía cosas en voz baja. Mi novio lo abrazó con la misma intensidad y cerró sus ojos con fuerza—. Estoy tan orgulloso de ti, hijo, tan orgulloso. —Apreté mis labios al ver una lágrima bajar por la mejilla de Alan. Dijo algo, pero no logré escucharlo porque Trevor llegó para abrazarme.

—Felicitaciones. —Luego de su hijo, Belén llegó para abrazarme.

—Gracias. —Se separó de mí. Lotty aprovechó eso para abrazarme ella.

Y luego, el resto de los presentes, incluyendo al novio de Lotty y Alice, nos felicitaron.

No demoramos mucho más. Salimos de su casa en dirección a la mía, en donde una guerra podría desatarse con esa noticia.

*

Es que yo amo a Alan, de verdad. 

Capítulo dedicado a Rubybel, por estar aquí en cada capítulo y regalarme tus votos ❤ esta dedicación es un pequeño agradecimiento por eso, pero aun así, muchas gracias.

Quisiera subir el próximo capítulo hoy mismo, para seguir con la idea, pero no sé si me dará el tiempo. Aun así, ya saben que se seguro mañana habrá uno y quizá dos más.

¡Nos vemos luego! Un abrazo gigante y mil besitos.

Continue Reading

You'll Also Like

11.2M 808K 189
Oliver es el joven heredero del trono, desesperado por no encontrar a su pareja eterna, decide casarse con otra mujer loba, todo cambia cuando su pad...
362 145 22
UNIVERSE OF NEW SPECIES (Universo de Nuevas Especies) El Universo ha sido infectado, solo los más fuertes sobreviven y se refugian en el único planet...
889K 44.1K 21
Por mucho tiempo pensó que el amor no estaba destinado para formar parte de su vida. Incluso cuando creyó haberlo encontrado, el hombre predilecto fa...
NADIE COMO TU By N*

Teen Fiction

3.9M 257K 107
Historia de Maia Harrison y Tyler Evans Secuela DLTAA PROHIBIDA SU ADPATACION Y/O COPIA Todos los derechos reservados. Portada hecha por @katypinklove