Capítulo 28.

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Una hora después entendí por qué Rich era el líder de esa manada.

Un plan se armó con prontitud mientras los alfas de las manadas más cercanas escuchaban por el teléfono en altavoz de Rich en medio de la mesa. Me encargaron una misión que no quería llevar a cabo porque era muy cobarde como para enfrentar a la familia de Alan.

Me sentía muy culpable.

Retorcí mis dedos mientras llegaba a la puerta, sin temer pasar por debajo de las antorchas encendidas del camino por tener otras cosas más importantes en la cabeza. Era tarde, o temprano, para tocar a la puerta, pero aun así lo hice. Ellos necesitaban saber qué pasaba, y también Rich necesitaba de Charlotte, Adrián y Belén.

Al primer toque nadie abrió, así que dejé mi dedo oprimiendo el timbre hasta que Belén, vestida con una bata, me abrió, viéndose sorprendida de verme ahí. Adrián estaba detrás de ella, con solo un pantalón de pijama.

Abrí mi boca para hablar, pero mi labio tembloroso me lo impidió en un primer momento.

Tampoco fue necesario decir palabra alguna; Belén se me adelantó al girarse a su esposo para darle una mirada más que preocupada.

—Te dije que algo pasaba, Adrián, te lo dije.

Corrió escaleras arriba, dejándome a solas con el padre de la persona a la cual había dejado sola y, casi, abandonada a su suerte.

Él me abrazó, y las lágrimas salieron con fuerza. No sentía merecer que tuvieran algún acto de cariño cuando había puesto en riesgo la vida de sus hijos.

—¿Qué pasa, Abril?

—¿Abril? —Llegó Charlotte, seguida de Belén ya vestida.

—Lo siento, yo... perdón —dije, ahogándome con las palabras, sin poder ver por mis ojos empañados. Tomé aire, mirando a Belén—. Rich me mandó para decirte que debes tener la casa lista para recibir licántropos y debo decirles que... —retorcí otro poco mis dedos, sin saber qué decir—. A Alan y a Trevor están en manos de los vampiros, al igual que Kiona.

Belén soltó una exclamación, Adrián me miró con preocupación antes de lanzarle una mirada a Belén.

—Adrián, no... —Pero él no la dejó terminar. Al pasar besó su cabeza, soltando unas palabras que no registré, aunque escuché.

—Lo siento, pero son nuestros hijos.

Charlotte había desaparecido escaleras arriba antes que su padre, así que solo unos minutos después bajaba vestida de negro, con una ropa similar a la que le había visto a Alan muchas veces cada que tenía que salir por algún problema con vampiros.

Ella me apretó el hombro antes de seguir de largo hacia la casa vecina, la cada de Rich.

Adrián también bajó luego, también vestido de negro, pero él, a comparación de Lotty, ni siquiera me miró.

Yo me giré a Belén, que se veía en shock.

—Lo siento. —Ella intentó sonreírme mientras me tomaba del brazo para entrarme a la casa. Yo negué—. Voy a ir con ellos.

En un parpadeo sus ojos se llenaron de lágrimas.

—No creo que eso sea una buena idea.

No presté atención, solo le di una sonrisa de labios apretados y volví por el camino. Braham estaba esperando fuera de la protección, así que fui con él mientras me mordía las uñas. Rich, Axel y los demás seguían en su reunión, intentando organizar algo con las demás manadas. Según lo que había dicho Braham, estaban en el pueblo, porque no podían arriesgarse a que pasara algo con Alan que los delatara o dañara el plan que tenían.

Lunas escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora