Capítulo 40.

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Tragué con dificultad al ver a mis padres frente a nosotros. Busqué el apoyo de Alan al tomar su mano. Me recosté en su costado, sintiendo un apretón en mi mano.

Me relajé, no mucho, sabiendo que él estaba ahí conmigo, pasara lo que pasara.

Él también estaba nervioso. No era común decirles a tus padres que te pensabas casar con solo dieciocho años y con un chico que apenas me llevaba un año con unos meses.

—Nos están asustando con todo ese silencio y comportamiento extraño. —Reí con nervios.

Remojé mis labios antes de hablar, sin atreverme a mirarlos a los ojos.

Sentía un gran hueco en el estómago. Solté el aire que sobraba dentro de mí.

—Mamá, papá, Alan y yo... tenemos algo muy importante que decirles. —Mi voz se escuchó chillona gracias al nudo de nervios que recorría desde mi garganta hasta mi estómago.

Mi madre me miró con sospecha antes de dejar sus ojos vagar hasta mi estómago. No entendí ese gesto a la primera, pero cuando lo hice lo dejé pasar.

—Señores, yo amo a su hija y sé que lo que les diremos es una locura, pero... me quiero casar con ella. —La reacción no fue como lo esperaba: mi padre soltó una gran carcajada que retumbó en las paredes de la sala. Mi hermana, que estaba comiendo un helado directamente desde el bote, dejó la cuchara a medio camino para mirarnos con sorpresa. Mi madre solo frunció el ceño, sin decir nada.

—Bueno, esperen unos años y si sigues queriendo eso: pídele matrimonio.

—No. No entiende lo que...

—Papá, estoy comprometida con Alan, ahora. —Lo solté con firmeza. Mi mamá había comprendido a primeras y no estaba segura de que lo que decía mi padre de casarnos en unos años era cierto o sólo quería decir que no comprendía del todo—. Y estoy dispuesta a firmar el acta de matrimonio, pero no quiero hacerlo sin antes decírselo y tener la aprobación... de ambos. —Bien, la noticia mayor ya estaba dicha.

La sala se quedó en silencio por unos largos segundos.

—¿Qué están diciendo?

Oh, oh, su tono no era para nada agradable.

—Papá, mamá queremos hacer esto como debe ser: al derecho y por eso se los estoy diciendo. Yo amo a Alan y sé, con completa seguridad, que pasaré el resto de mi vida con él y si sabemos eso no veo por qué no...

—¡Por supuesto que no! —Todos nos sobresaltamos con el grito de mi padre—. Eres sólo una niña y él es tu primer novio, Abril, no sabes si él es el indicado. Además, no están en edad de contraer matrimonio, de formar tu propio hogar. Tienes que realizarte primero como persona, estudiar, conseguir un empleo, algo que no creo que vayas a hacer viviendo desde tus dieciocho con un chico que te lleva como un año. Ustedes no saben nada de la vida y no voy a verte sufriendo por un chico, Abril.

—Papá, sé que sí lo es. No puedes decir algo que tengo que decidir yo. Lo amo y sé que es él ¿Qué te hace desconfiar? ¡Si tú mismo me dices que es un chico grandioso!

—Señor Lowell, si le preocupa los estudios de Abril he estado ahorrando desde que comencé a trabajar con mi padre de todo lo que me ganaba, hace años. He estado haciendo cuentas y el dinero alcanza para pagar los estudios de Abril. Estoy de acuerdo con ella: Sé que su hija es la chica con la que quiero pasar el resto de mi vida, y no quiero dejarla sola, no más. En la universidad han aceptado adelantarme la carrera. Según lo visto puedo terminar en un año y medio o dos, luego se ese tiempo comienzo a trabajar como un empleado en la empresa hasta que mi padre decida retirarse. Además, no formaría una familia con Abril cuando ella ni ha realizado la mayoría de sus sueños, no sería justo por todo lo que ha hecho por mí.

Lunas escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora