Lunas escarlata

By DailyWho

137K 11.6K 1.1K

Segundo libro de la saga Cantos a la luna. Es necesario leer cualquiera de los dos anteriores libros para ent... More

Sinopsis.
Antes de la lectura:
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44.
Capítulo 45
Capítulo 46
EPÍLOGO.
EL PRINCIPIO DEL FINAL (AGRADECIMIENTOS)
ROBO DE LUNAS DE HIELO

Capítulo 38.

2.2K 230 9
By DailyWho

—Me preocupas, Abril. —La voz de Alan a mi lado me hizo reaccionar.

Frente a mí estaban mis padres saludando a Maxon, quien acababa de llegar. Intenté darle una sonrisa a mi novio, pero reí cuando solo me dijo que no pretendiera engañarlo.

—Yo estoy preocupada también, pero no es momento para hablar de eso —dije mientras me levantaba al ver que mi cuñado iba hacia mí para saludarme.

—¡Mi cuñada favorita! —Su abrazo me levantó unos centímetros del suelo. Reí, abrazándolo de vuelta. Cuando me puso de nuevo en el suelo no me soltó—. América me contó que sabes nuestro pequeño secreto.

—Ni tan secreto... Te demoras una semana más y rompe fuente. —Se rio, besando mi cabeza. Le apretó la mano a Alan solo por un momento como saludo. Era claro que la relación entre ellos dos era mucho más formal porque se habían visto apenas unas cuantas veces.

Capté la mirada de América cuando pasó con frituras y salsas para poner en la mesa. Alan corrió a ayudarla mientras Maxon hablaba con mis padres.

—¿Cuánto tiempo piensas quedarse? —preguntó mi madre mientras tomaba asiento y llevaba a su boca un par de frituras. Maxon y América compartieron una mirada antes de que Maxon se sentara y tomara él la palabra.

—Creo que sólo estaremos aquí por una semana más, luego tenemos que volver.

Mi madre hizo una cara de desilusión. Sacudió sus manos, dejándose abrazar por mi padre.

Alan y yo les dimos su espacio cuando nos fuimos hacia la barra que separaba la sala con la cocina. Alan me abrazó por los hombros, besándome en la cabeza, quedándose detrás de mí mientras yo volvía a tomar asiento. Noté cuando América se secó las palmas de sus manos contra sus vaqueros.

—Además, he estado aquí como por un mes, mamá, aunque en realidad tenemos una noticia —comenzó. Mis padres la miraron con expectativa. Maxon la tomó de la mano.

—Nos mudaremos en unas semanas, solo volveremos para empacar y por nuestras cosas... América ya no quiere estar separada más de ustedes y yo la seguiría al fin del mundo si hace falta.

—Eso no decías hace casi seis años —recordó mi padre, aun con un poco se resentimiento. América le lanzó una mirada que me hizo reír por lo bajo, sin ser notada más que por Alan.

Maxon también se rio, dejando caer sus manos en sus rodillas.

—¡Tengo un regalo para usted, señor Lowell! Para hacer las paces.

—¡Hasta que por fin aprendes que para ti soy señor Lowell y no Nicolas! —No pude contener la carcajada que salió de mí. Mi padre quería a Maxon, y en realidad no le molestaba que lo llamaran por su nombre de pila, de hecho, era algo que él mismo le había pedido, pero su relación se basaba en tirarse indirectas por la partida de América de casa y pretender que el rencor seguía vigente.

Maxon volvió pronto, con una cajita de regalo que ya imagina qué contenía. Apreté las manos de Alan cuando mi cuñado volvió a tomar asiento, tomando la mano de mi hermana mientras mi padre abría la caja.

Unos zapatitos blancos reposaban ahí. Mi padre demoró en entender, pero en cuanto mi madre vio el «regalo», gritó, tapándose la boca con las manos y quedándose pasmada. Mi padre alzó los ojos hasta mi hermana, quien parecía estar a punto de desmayarse, y Maxon, tranquilo a su lado.

—¿Es una broma?

—Papá, su vientre ya casi no lo puede disimular ¿Y preguntas si es una broma? —dije yo, confirmando lo que ni Maxon ni América eran capaces de hacer. Mi madre volvió a soltar un gritito, antes de soltarse a llorar.

—¡Mi hija! —lloró mi madre. Me preocupé por verla en ese estado. No sabía si estaba feliz, triste, decepcionada u otra cosa.

Mi padre se quedó sentado, asimilando la situación antes de parpadear rápido para alejar un par de lágrimas que yo había logrado detectar. Se levantó y levantó a mi hermana con una fuerza que creo que no midió. Casi la ahogó cuando la abrazó.

Lágrimas saltaron de mis ojos al verlo, mucho más cuando mi madre por fin reaccionó y se unió al abrazo que le daban a América y a Maxon, a quien habían dejado excluido por unos minutos.

Me giré en el asiento para abrazar a Alan por la cintura. Besó, de nuevo, mi coronilla.

—Tus padres se lo tomaron bien.

—América lleva casi diez años con Maxon, a ellos les cae bien, y ya son adultos como para tomar la decisión a consciencia. Claro que están felices.

—¿Diez años? —Pareció desilusionarse—. Vaya, llevan mucho tiempo ¿No crees?

—Sí, pero parece funciona entre ellos. Es admirable y lindo.

—Tu familia tiene suerte, todas parecen encontrar pronto a los hombres de su vida. —Levanté mi cabeza de su pecho sonriendo.

—Sí, todas lo hemos hecho. —Me devolvió la sonrisa—. ¿Me regalas un beso? —Sacudió su cabeza como si lo pensara.

-—Tu padre me mataría si me ve besándote de nuevo.

—Uno pequeño, pequeñito. —Rio, antes de presionar su boca en la mía por un pequeño instante.

—¿Feliz? —Asentí. Se inclinó hacia mi oído sin yo esperarlo—. Me iré pronto, pero deja tu ventana abierta para mí, debemos hablar.

La alegría que sentía por mi hermana se esfumó. Asentí, en acuerdo, y tal como había dicho, se fue pocos minutos después.

No pude dormir ni una hora. A la una de la madrugada llegó Alan, vestido con un pantalón de pijama y una camiseta de algodón.

Me tiré a sus brazos aun en la oscuridad y él no demoró en recibirme.

—Podríamos hacer otras cosas en vez de hablar de la profecía —sugerí, queriendo librarme del tema por el lado que sabía que más le gustaba a Alan.

—En otro contexto sería tentador, pero creo que no. —Suspiré. Él nos guio hasta la cama y encendió la linterna de su teléfono para que no iluminara mucho. Con esa luz sus rasgos se veían casi tenebrosos, pero era Alan, nunca lo vería como el villano—. Tienes que contarme más lo que sucedió ese día.

Lo pensé, pero en realidad no había mucho que decir.

—Solo pensé que era una chica normal, Alan. Halagó la cadena, pidió verla más de cerca y ya. Lotty también la vio, pero puede que haya pasado como con Alice y no la recuerde. —Torció los labios, pensativo.

—No entiendo por qué eliminó de su mente su presencia, pero no de la tuya. No entiendo por qué te dejó desprotegida y sin la oportunidad de protegerte...

Tragué saliva. Alan lo escuchó y, sabiendo que algo me tenía indecisa, me miró. Yo bajé los ojos, intimidada.

—No necesito el vínculo para saber que me estás ocultando algo. —Gemí, tomando su mano y bajándola de mi mejilla. Me concentré en sus dedos y no en sus ojos para decir lo que tenía por decir.

—Es que... Cuando estuvimos separados no solo veía tus sueños, o estaba en tu mente, también... Alan, hay algo que no te he dicho, pero creo que puede darle un poco de sentido a la historia. Mi madre decía que solo era una historia, pero ahora pienso que si persistió por tanto tiempo es porque necesita ser recordada.

—Cuéntame —pidió al ver que dudaba. —Tomé una respiración profunda.

—Mi abuela le contaba una historia a mi madre, una historia que

—Mi abuela le contaba una historia a mi madre, una historia que ella me contó a mí cuando busqué el símbolo de ustedes, los licántropos... Mi abuela le contó historias de mujeres que de nuestra familia que fueron quemadas por ser consideradas brujas, pero yo... yo soñé con uno de esos momentos.

Frunció el ceño, dejando de estar frente a mí para sentarse a mi lado en la cama. Me hizo sentar de lado, para verlo. Alzó mi barbilla cuando notó que no tenía intensiones de mirar sus ojos ambarinos.

—Abril...

—No fue el único sueño que tuve con esa mujer —susurré y luego se hizo el silencio. Quité hilos invisibles de mi pijama mientras continuaba—. Es hermosa, Alan, y lo único parecido entre la de mis sueños y la chica del instituto son sus ojos, nada más. Y ni siquiera lo había notado. Recuerdo muy bien cada sueño, porque eran tan... raros, y sé que no eran sueños, o no del todo. Lo de la cadena se explica con un sueño que tuve, en donde la mujer la desintegraba, la volvía inservible, luego fue el sueño donde vi a esta chica joven quemarse a manos de humanos... Ahí estaba ella, en el sueño, como un personaje más, cuando anteriormente había interactuado conmigo. Se llevaba a una persona del sitio, pero había un hombre y un niño, y el pequeño... él tenía mis mismos ojos. Luego tuve un sueño, con sangre, pero ahí había un hombre antes de que la mujer apareciera. Me mostraron cuál era la forma que iba a tomar la marca en mi brazo, pero con sangre; me mostraron un panorama más amplio de lo que estaba sucediendo... ¿Es eso posible? —Alan suspiró.

—Sí, lo es... Las leyendas parecen estar haciéndose realidad, preciosa, porque los hechiceros con los que sueñas solo eran un mito.

—¿Un mito? —Él asintió. Suspiró y se acostó, llevándome consigo. Apagó la luz de la linterna, dejándonos a oscuras.

—Siempre se habló de tres hechiceros, para los licántropos y guardianes eran un mito, pero para los propios hechiceros no. Casi que los veneran, porque el poder que han acumulado por siglos es... incomparable. Uno de ellos, se dice, fue el que creó la protección con la ayuda de otros hechiceros que ya murieron...

—¿Y ellos por qué no lo han hecho también?

—Porque un hechicero solo puede morir cuando él lo desee, cuando lo decapiten o le arrebaten su magia. Ellos han estado en las sombras por siglos y ahora entiendo para qué, lo que no entiendo es por qué te quieren a ti.

Me apoyé en su pecho.

—¿No lo ves, Alan? Me quieren a mí porque soy descendiente de uno de ellos. Soy descendiente de ese niño de ojos azules, de esa niña que quemaban, Alan.

—Siempre pensé que tus ojos no eran normales, pero, aun así, tú eres humana. Eres mi compañera, sí, pero como Rich dijo: tú serías una pieza clave, pero ¿Por qué?

—No creo que lo vayamos a saber, Alan. Si lo supiéramos no tendría sentido la profecía.

—Eso es algo que también me tiene pensativo, Abril.

—Eso es algo que también me tiene pensativo, Abril: siento que es mucho para sólo saber nuestro origen. Por el momento lo único que tenemos comprobado es que sí hay una profecía, que, según lo que te dijo el vampiro, también hay un chupasangre nacido en la escarlata, y que, al parecer, tienes relación con Magsajoir.

—No creo que sea con Mag la relación —susurré. Sentí el roce de la tela cuando giró su cabeza. No lo veía con mucha claridad, pero sus ojos resplandecían un tanto en la oscuridad, por lo que supe que estaba mirándome.

—Pero ha sido ella la que te ha visitado en sueños.

—No solo ella, solo han sido dos, y... hay otra cosa que no te he dicho —solté en medio de un suspiro—. Creo que alguien me ha estado siguiendo. Cuando me hicieron creer que estabas engañándome con Evoleth había alguien siguiéndome y... era yo. O sea, no era yo, pero sí era una persona encapuchada que cuando reveló su rostro se mostró como yo, y no fue la primera vez que lo vi, aunque sí fue la única vez que se quitó la capucha. Pensaba que eran los vampiros poniendo imágenes en mi mente, pero si lo pienso mejor... las capuchas son similares a los que usan los hechiceros en mis sueños. Y no solo fue a Magsajoir, también había un hombre...

—Descríbeme esas veces.

—La primera, como ya dije, fue cuando vi a Mag, a la chica, cuando estaba con Lotty. Ahí noté el símbolo, pero cuando la encontré en el instituto no tenía nada, en su cuello. Cuando te vi con Evoleth era esta figura, pero solo hizo eso, mostrarse como yo. Hubo una vez... estaba con Braham, ahí volví a ver la figura, pero fue... tan perturbador, amor, fue horrible porque se estaba partiendo su brazo en dos, comenzando por su muñeca hasta su codo. La sangre... soñé con esa sangre. Braham me abandonó porque sintió el olor de sangre licántropa, pero en el suelo había alguien más persiguiéndome y desapareció con la sombra, así que...

—Espera —pidió. Su tono dejaba entrever que estaba intentando procesar todo—. Déjame ver si entiendo. Saliste con Braham, un hecho que no me agrada, por cierto. Ese día él te dejó porque algo lo incitó a irse a alimentarse, tú viste esa sombra cortándose y derramando su sangre ¿Y soñaste con eso mismo? —Asentí.

—Sí, pero en el sueño un hombre no dejaba de repetirme que tenía que ver los detalles, o algo así. Ahí noté que detrás de nosotros había otra persona. La sombra se fue, yo intenté ir hasta allá, pero ya no estaba, en el sueño veía a alguien yendo detrás de ella.

Alan volvió a suspirar y me abrazó con fuerza. Pensó por unos segundos en los que se dedicó a respirar el olor de mi cuello.

—Te quieres desprotegida, porque ellos te están cuidando. Esa sombra que viste era ellos... ningún vampiro puede resistirse a la sangre de un hechicero, y a ellos no les duele cortarse, ni se morirían desangrados... Eran ellos. No me gustan los hechos, pero agradezco que te hayan alejado de vampiros.

Me sentí cansada de repente por toda la información y el estar pensando en suposiciones que no sabríamos si eran ciertas o no.

—No quiero pensar más en eso, Alan, siento que no llegaremos a algo concreto. Sí, puede que me estén protegiendo, pero no explica por qué me dejaron sin tu protección, tampoco explica por qué me quieren, ni mucho menos por qué me mostraron todo eso.

—Tienes razón... durmamos un poco entonces. —Negué, subiendo hasta su boca.

—No quiero dormir, quiero dejar de pensar un rato en todo este lío. —Se rio en mis labios, pero aceptó mi beso. Sus manos pararon en mis piernas cuando encerré su cuerpo entre ellas.

—Abril, estamos en casa de tus padres, con ellos a solo unas habitaciones y tu hermana también está en casa.

—Eso no te importaba mucho hace unos meses, cuando me quitaste hasta el sostén y me tocaste por primera vez.

Se quejó al recordar. Sonreí, bajando mis besos por su cuello.

—No sé qué te sucedió, de verdad. Antes eras una joven llena de principios que no hubiera aceptado hacer el amor en casa de sus padres, mucho menos con ellos presentes y ahora me lo estás proponiendo.

—¿Y me dirás que no? —Se rio ahogadamente. Pude evitar soltar un grito cuando tomó mi trasero y nos dio vuelta.

—Nunca te diría que no, preciosa. —Reí entre dientes, aceptando su beso y sintiendo sus manos subir por mi cuerpo—. Solo debemos ser muy silencioso.

—¿Esa es una tarea difícil?

—Bueno, estamos a punto de comprobarlo.

*

¡Llegué! Tarde, pero llegué y con un capítulo no tan corto. 

Hice unas cuentas aproximadas, y creo que faltarían unos 5-7 capítulos para terminar la historia. Pueden ser más, pueden ser menos.

Capítulo dedicado a Nani. Al igual que con Tani siento que te he visto por mucho tiempo por mis historias, y también cada voto que le das a la historia es muy importante para mí. Verlas por aquí es como un recordatorio de que debo seguir adelante.

Como estoy un tanto cansada, me despido rápido y sin demora.

Nos veremos mañana con el siguiente capítulo ¡Besitos!

Continue Reading

You'll Also Like

4.4K 183 52
Anong enfrenta la amenaza de un oscuro secreto que desmorona su vida aparentemente perfecta. A pesar de su éxito en la alta sociedad, descubre la sol...
889K 44.1K 21
Por mucho tiempo pensó que el amor no estaba destinado para formar parte de su vida. Incluso cuando creyó haberlo encontrado, el hombre predilecto fa...
1.1M 73.5K 67
Él es frío y despiadado. Ella es carismática y noble. Él ama meterse en problemas. Ella trata de huir de ellos. Él ya no cree en la gente. ...
672 77 7
¿Puede un matrimonio roto curarse? ¿Qué tanto dolor puede traer un hijo no nacido? ¿Se puede salvar una relación donde sólo uno parece querer curarlo?