—¿Jenny? —pregunto entre risas.
—¿Qué? ¿Ahora tengo voz de mujer?
—Lo siento, no reconozco el número. Apostaría a que te auto regalaste un nuevo teléfono por Navidad.
—¿Qué comes que adivinas? —pregunta Diego—. Eres la primera llamada que hago desde este teléfono, deberías sentirte importante.
—¡Oh por Dios! —finjo mucha emoción—. Me siento muy alagada.
—Espero que tengas una gran Navidad, Effie. Que puedas disfrutar a tu familia, a pesar de todo el dolor que estás sintiendo te deseo lo mejor.
Una lágrima comienza a caer por mi mejilla y no hago nada por detenerla.
—También deseo lo mejor para ti —mi voz tiembla cuando termino la frase—. Ha sido un año muy difícil para ti y mereces ser feliz.
—Supongo que ambos merecemos ser felices.
—Y en algún momento lo seremos —respondo mientras más lágrimas siguen cayendo—. Debo irme, mamá me está llamando. Saluda a Edith de mi parte.
—Gracias, te diría que saludaras a tu familia de mi parte pero no creo que sea una buena idea —me saca una pequeña sonrisa—. Cuídate, Lizzie. Nos vemos.
Corto el teléfono y me quedo un rato intentando recuperarme, sin mucho éxito, no puedo dejar de llorar, no sé si es por Benjamín, por el desastre que tengo en mi vida o porque fui la primera persona a quién llamó Diego esta noche.
—¿Estás bien? —pregunta Adam, no sé cuánto tiempo llevará ahí y no me interesa.
—Sí.
—¿Con quién hablabas?
—Eso no te importa.
—Effie.
—No, Adam. La única razón por la que estoy pasando la noche en la misma habitación que tú es porque sé que mamá se esfuerza en hacer una buena velada; si fuera por mí no estaría aquí.
—No puedes odiarme para siempre.
—No te odio, odio en lo que te has convertido, tu actitud de mierda. Todos tenemos problemas, no solo tú.
—Lo siento mucho —dice y de verdad parece arrepentido.
—Yo también.
Salgo de la cocina y me dirijo al baño un momento, no quiero que nadie note que estuve llorando. Me miro al espejo y aunque fueron pocas lágrimas, mis ojos están muy brillosos y mi nariz un poco colorada. Subo a mi habitación, no hay nada que una buena capa de maquillaje no arregle.
Vuelvo a bajar y todos parecen estar esperándome.
—¿Estás bien? —pregunta mamá—. ¿Quién te llamaba?
—Carla, una amiga de la universidad.
—Que amable —dice y luego me pasa un regalo.
Me sorprendo, con la sorpresa que llegué este verano no creí que me regalaran algo por Navidad pero quedo aún más sorprendida cuando veo que se trata de un teléfono nuevo, y no uno cualquiera, el último modelo que salió.
—Mamá, no era necesario.
—Claro que lo era, el que tienes se cae a pedazos y necesitas tener un buen teléfono a mano siempre en caso de emergencias.
—Gracias —le doy un abrazo y luego uno a papá.
La noche termina y cuando me voy a dormir, no sé por qué me siento tan cansada. Me quedo unos momentos explorando el teléfono nuevo, definitivamente me encanta, es de color dorado y la cámara que tiene es fantástica, claramente, Cassia será mi modelo, le tomaré muchas fotos.
Los siguientes días pasan sin ninguna novedad, hubieron días en que llevé a Cassia a la playa pero aparte de eso, nada interesante. El trabajo sigue aburrido y sin darme cuenta estamos en nochevieja, mamá no se preocupa tanto de esta cena como de la de Navidad pero igual es un evento importante en casa. Ahora es con bastante más invitados y por eso contrató a personas para la decoración ya que otros años había colapsado. Mis padres pertenecen a muchos grupos, conocen a mucha gente y por lo general sus amigos y conocidos esperan el nuevo año con nosotros; es muy agotador y hay que estar vestido completamente elegante.
Para esta ocasión elegí un vestido de color rojo, es bastante ajustado y llega hasta un poco más arriba de la rodilla; el de mi hija también es rojo, quería que anduviéramos combinadas solo que el de ella no quita su inocencia, está hecho para una niña. Decido tomarme el pelo en un moño bajo, haber pasado mi infancia y adolescencia en fiestas y reuniones, tanto dentro como fuera del país me ha ayudado a perfeccionar los peinados y ahora los hago con mucha rapidez.
Estoy lista cuando llega Rosie con el cabello muy desordenado.
—¡Necesito ayuda! —chilla desesperada, hoy su novio también vendría ya que es hijo de uno de los conocidos de papá, solo que papá no sabe que Rosie sale con él—. Mi pelo está rebelde y no puedo peinarlo con nada.
—Tranquila, lo arreglaré.
—¿Cómo quieres que esté tranquila? Simón quiere aprovechar de decirle a todos que estamos juntos y yo pienso que es una mala idea.
—Rosie, llevan casi un año, ya es momento de decirlo. Mamá y papá no dirán nada malo, además parece ser buen chico.
—Parece no, es un buen chico pero no puedo evitar estar nerviosa.
—Es normal, ahora quédate quieta para arreglar este desastre.
Diez minutos después el cabello de mi hermana luce hermoso y me lo agradece con muchos abrazos. Bajamos las tres y comenzamos a saludar a las personas que habían llegado, a muchas no las veía hace años y debía presentarles a mi hija, noto algunas miradas reprobatorias entre las señoras de más edad pero lo ignoro, como siempre digo, mi hija no es motivo para sentirme avergonzada, si no orgullosa.
—Que linda que es —dijo la mejor amiga de mamá—. Igual a ti, que estás hermosa, Elizabeth.
—Muchas gracias.
—Me alegra que hayas vuelto, se te extrañaba por estos lados. ¿Cómo va la universidad?
—Muy bien, este semestre comenzaré mi práctica clínica, estoy muy ansiosa.
—Me imagino, me alegro mucho por ti —me sonríe y creo que es la primera sonrisa sincera que he recibido en todo el rato que llevo aquí—. Ahora, si me disculpas, debo ir a asegurarme que Francisco no se beba todo antes de la cena; después del espectáculo que hizo el año pasado, pensé que no nos invitarían más.
La señora Camila se aleja y yo miro a mi hermana divertida.
—¿Espectáculo? —le pregunto.
—El año pasado bebió más de la cuenta y terminó bailando arriba de las mesas.
No me lo imaginaba, el señor tiene un cuerpo bastante grande y se ve muy seria.
—No te creo.
—Eso no es lo peor —dice entre risas—, una de las mesas no resistió su peso y se cayó, el hermano de Simón lo tiene todo grabado en su teléfono.
No puedo evitar soltar una carcajada al imaginarme eso, y mi hermana promete que en algún momento me enseñará ese video.
Nos sentamos en la mesa que le corresponde a mi familia y un segundo después veo a Simón acercarse con timidez, Rosie tenía razón, los años le hicieron muy bien. Carraspea para llamar la atención de mi padre y puedo notar en la cara de mi madre que se imagina de que va todo.
—¡Simón! —exclama mi padre con alegría—. No te había visto, ¿cómo está tu padre?
—E-está muy bien, yo venía a otra cosa señor Grayson.
—¿Qué cosa?
—Simón, ahora no —dice mi hermana en un susurro, está temblando.
—Si no lo hago ahora nunca me armaré de valor —le dice él y mi padre lo mira confundido—. Señor, estoy enamorado de su hija y me haría muy feliz que le diera autorización de ser mi novia.
Me quedo totalmente enternecida de la situación, mi hermana está del color de mi vestido, mi madre sonríe y mi padre parece estar muy sorprendido.
—¿Así que la amas? —pregunta papá.
—Más que a mi vida, señor.
—¿Y nunca la harás sufrir?
—Jamás.
—Con eso está bien para mí.
La cara de mi hermana cambia completamente, parece estar confundida o anonadada.
—Entonces, ¿eso es todo? —pregunta y todos la miramos—. Casi me orino aquí mismo y te lo tomas tan relajado.
—¿Querías que te castigara? —pregunta papá divertido, ya todas las miradas están posadas en nuestra mesa.
—No, pero no pensé que te lo tomarías tan bien. Si hubiese sabido, te lo habría dicho hace mucho.
—¿Qué? ¿Cuánto tiempo...?
—Rosie, cállate —le susurro y le doy un codazo.
Mi hermana le da un pequeño beso a su novio y todos hacen un sonido como si fuera lo más hermoso que han visto en el mundo y en cierto modo lo es. Mi abuela está cansada así que se va a dormir y se lleva a Cassia con ella. Mi celular suena cuando faltan pocos minutos para las doce de la noche
«Creo que olvidaste algo en tu habitación»
Maratón (1/3)