Lunas escarlata

By DailyWho

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Segundo libro de la saga Cantos a la luna. Es necesario leer cualquiera de los dos anteriores libros para ent... More

Sinopsis.
Antes de la lectura:
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 30.
Capítulo 31
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44.
Capítulo 45
Capítulo 46
EPÍLOGO.
EL PRINCIPIO DEL FINAL (AGRADECIMIENTOS)
ROBO DE LUNAS DE HIELO

Capítulo 29.

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By DailyWho

No podía quitarle los ojos de encima a Alan mientras Belén pululaba de un lado a otro, atendiéndolo.

Tragué mis lágrimas, cogiendo lo mejor que pude la taza que desde hace minutos tenía en mis manos. El silencio era incómodo para mí, pero no por mi compañía, sino porque quería escuchar la voz del chico en la cama que no abría sus ojos. Además, me sentí tan culpable, que estar sentada con Adrián a mi lado mientras su esposa se dedicaba a atender a su hijo, me hacía querer salir corriendo o ponerme de rodillas para pedirles perdón.

Me había deshecho en disculpas y, aunque habían asegurado que no me odiaban como estaba creyendo, no podía quitarme de encima la sensación de culpabilidad.

—¿Despertará pronto? —Belén le dio una mirada a Adrián, quien tragó de una forma muy audible para mí que estaba a su lado. Mi pregunta no obtuvo respuesta, así que decidí cambiarla para no incomodarlos a ellos—. ¿Cómo están los demás?

La casa estaba llena. No sabía que había tantos curanderos hasta que no los vi en acción dentro de la casa de los Lee. Tampoco había dimensionado la cantidad de nacidos en luna azul hasta que no los vi a todos ellos en esa bodega.

Cerré los ojos, respirando para no traer de nuevo el recuerdo. Braham me había ayudado con eso, poniendo como un velo en mi mente en todo lo que había visto para hacerlo más llevadero.

—Las dejaré solas —dijo Adrián, levantándose y saliendo de la habitación con prisa.

Belén y yo nos quedamos en silencio por unos segundos antes de que ella se sentara a mi lado en el sofá.

—La casa está llena. Algunas manadas tuvieron que dejar a los suyos aquí porque no podían arriesgarse en el viaje... Kiona está en la habitación contigua, por si quieres ir a verla, está despierta, aunque cansada y herida. Trevor está en su habitación, con Alice, aunque él como Alan... —su voz se quebró. Sus ojos se inundaron a la vez que los apartaba de los míos. Sollozó, causando que mis ojos también se volvieran a llenar de lágrimas—. No sé cuál es la manía que tienen estos dos de hacer las cosas tan parecido. No sé qué hubiera sido de mí si fueran gemelos... Alan... Lo que pasa con él es una especie de coma, solo que en nuestra especie no es tan igual; su mente está desconectada de su alma, así que hay más riesgos de que no despierte. —Sorbió, limpiando su nariz roja al igual que sus ojos—. No podía decirte eso frente a Adrián, aunque lo sabe. El escucharlo de mí... lo destrozaría, porque ama demasiado a sus hijos y a Alan...

Entendí. Yo misma había sido testigo varias veces del cariño que se tenían ellos dos. Alan admiraba a su padre de una manera casi inexplicable, y Adrián cada que lo veía alzaba su cabeza con orgullo impregnado en sus ojos.

Bajé la mirada, con vergüenza. Mi mano estaba vendada. Se había hinchado por el golpe que le había dado a Evoleth, aunque eso no era nada comparado a algunas partes del cuerpo de Alan.

No me había separado de él en ningún momento, de hecho había ayudado a Belén a sacar la plata que tenía en su pecho y brazos, a echar algún ungüento en sus heridas y a limpiar la sangre.

Mis ojos dieron pequeños parpadeos involuntarios cuando, sin pensarlo, miré a Alan.

Quizá lo único que tenía intacto era la línea en su brazo, igual a la mía, solo que en el lado contrario.

—¿Por qué pasó eso? ¿Por los maltratos o es por otra cosa? —Belén suspiró.

—Presentía que algo no iba bien desde hace algunas semanas, cuando comenzó a alejarse de Adrián. Un licántropo cae en ese estado cuando su mente ha sido muy manipulada y no encuentra algo a lo cual aferrarse... No sé qué pasó, ni qué hizo mientras su mente estaba al poder los vampiros, pero puede ser algo que lo haya dejado sin una esperanza a lo cual tenerse para despertar.

—¿Es posible que ese algo que lo haya dejado sin esperanzas sea una pelea? ¿Que nos hayamos dejado? —Se quedó pensando un momento.

—Puede serlo, todo depende de qué sucedió, pero no puedes echarte culpa, Abril —dijo, tomando la mano vendada entre las suyas—. La persuasión de los vampiros tiene que ver con eso. Él tiene que desatarse de eso, su cerebro estaba bajo la orden de otros y no sabe cómo manejarse luego de haber sido manipulado de la manera en la que lo hizo.

Mis labios temblaron tanto que tuve que bajar la cabeza para que ella no lo notara, sin embargo, su brazo salió a encontrarse con mis hombros. Me rompí.

—Lo siento tanto, Belén. Debí saber que Alan no sería así, que algo estaba pasando, pero solo lo dejé solo...

—Abril, los vampiros tenían todo planeado, no tienes culpa dentro de esto.

—¡Claro que la tengo! Yo era su salvavidas y dejé que se hundiera, dejé que ellos tomaran provecho de él y ahora..., ahora no sé si él sobrevivirá, si podrá estar conmigo de nuevo.

Ella me miró, torciendo los labios en una mueca triste. Acarició mi cabello mientras ocultaba su propia pena. Suspiró, viéndose indecisa.

—Sus heridas físicas también pueden influir en su estado mental. La plata en nosotros es muy dañina, nos genera quemaduras muy graves... Creo que puedes ayudarlo en eso.

—¿Cómo? —pregunté, esperanzada. Ella suspiró, aun indecisa.

—No sé si decírtelo, Abril, porque los dones puede ser adictivos, en especial este —susurró, pero ante mi insistencia, suspiró, levantándose y caminando hasta un botiquín, de donde sacó una fina cuchilla.

Se pidió levantarme y mi mano vendada. Quitó la gaza de ella, descubriendo la piel. Sabía qué iba a hacer desde mucho antes de que enterrara la cuchilla en mi piel. Aguanté el ligero dolor, mirando como la sangre salía de mi palma con rapidez, llenando la piel de rojo en un segundo a la vez que comenzaba a gotear.

Dejó que la sangre en las heridas más profundas, aquellas que ni siquiera podía cerrar, ni suturar porque no sabía si había restos de plata que le pudieran hacer daño.

Y así fue. A medida que se cerraban un poco sus heridas, residuos plateados también salían su cuerpo. Los vampiros habían utilizado un tipo de polvo grueso de plata con ellos, así que todo empeoraba por no saber cómo tratarlos.

—Es importante que solo uses este recurso como última medida, Abril, no todos tienen este vinculo y sospecho que en ustedes es mucho más fuerte que en cualquiera.

—¿Por qué lo dice? —Ella me sonrió mientras me dejaba manipular la mano sobre el cuerpo de Alan.

—Por la marca. ¿Sabes por qué le llamamos «marcar» al proceso de enlace con nuestro compañero? —Negué—. Se dice que la primera pareja tenía una marca que los distinguía de los más... siempre pensamos que se daba a las cicatrices de la mordida, porque no siempre se hizo como un intercambio de sangre y ya, antes la mordida y el mostrarla era el signo de su vínculo. Ahora, contigo y Alan se forma otra teoría: Sí hay una marca, pero solo para aquellos que tengan más de una característica con su compañero, así como ustedes, así como se dice que fue la primera pareja.

Volvió a suspirar cuando muchas de las heridas de Alan estaban impregnadas con mi sangre.

—¿Por qué dices que no puedo hacer esto seguido? ¿No es una manera más sencilla de salvar a tu pareja? —Ella me miró, sus ojos tristes.

—Los dones pueden ser peligrosos, Abril, si no los usas con moderación. El poder de curar a tu compañero con tu sangre lo es aun más porque es algo que te puede llevar a un límite entre la vida o la muerte. La sangre es vida, si te quedas sin ella puedes hacer un daño peor sin que sepas cuándo debes parar. Los vínculos son poderosos, pero pueden jugar en nuestra contra, porque cuando de nuestra pareja se trata no pensamos en las consecuencias: solo pensamos en él.

—Parece que sabes mucho de lo que hablas. —Ella me sonrió con tristeza. Pensé que hasta ese momento nunca había escuchado a Alan ni a nadie de la familia mencionar cuál era el vínculo que tenían Adrián y Belén entre sí—. ¿Qué pueden hacer entre ustedes dos? —pregunté, sin saber si era muy metiche preguntar eso. Belén tomó varias cosas antes de sentarse conmigo de nuevo en el sillón para desinfectar la herida que me había causado y que seguí ardiendo.

Su respuesta solo fue mirarme e intentar sonreír.

—Mis hijos no saben la razón completa por la que Adrián y yo nos separamos por un tiempo, aunque sí fue por diferir en el pensamiento, también fue por nuestro lazo. Siempre se dice que para un hombre lobo su pareja es lo más preciado, pero no siempre es así. Adrián toda su vida ha pertenecido a la familia beta, siempre ha tenido fuerza y poder... Era el mejor amigo del hijo del alfa de los McCall, la mano derecha de esa familia y siempre me gustó. Contrario a lo que cualquiera puede creer, Adrián siempre ha sido gracioso, una buena persona siempre que no se trate de vampiros, pero amaba pelear, entrenar e ir cazar vampiros. Siempre lo vi, pero no fue hasta los doce que comenzamos a hablar. Nunca fui muy buena entrenando, pero debía hacerlo, era mi deber al menos hasta los dieciséis, pero nunca fui muy buena. Los de bajo rango teníamos prohibido ir a los entrenamientos de la familia de Adrián y a los del alfa u otros licántropos con más fuerza y poder... esos que defendían la manada, así que nunca tuve un verdadero contacto, solo de vistazos, hasta que él se acercó un día al verme entrenar sola por una tonta pelea que tuve con una chica de rango un tanto más alto. Nos volvimos buenos amigos, en secundaria no tuvimos ninguna clase juntos, nunca, pero siempre nos cruzábamos y él me esperaba a la salida para acompañarme a casa. —Una sonrisa danzaba en sus labios mientras rememoraba su historia. Soltó una risa burlona, aun ocupando un algodón en mi mano—. De seguro has escuchado que cuando hay una atracción antes de que se cumpla la edad para saber quién es tu compañero, es porque la persona por la que sientes atracción lo es. Adrián siempre tuvo admiradoras, era muy parecido a Alan en su adolescencia, así que ya imaginarás cuántos suspiros robaba.

»Nadie creía que él y yo fuéramos pareja, ni siquiera nosotros, porque aunque el lazo es algo al azar, no suele ser entre rangos tan disparejos como lo éramos él y yo, pero nos gustábamos, y pasamos por un momento muy tenso hasta los diecisiete. Se supone que tu pareja la encuentras a partir de los dieciséis, pero cuando teníamos esa edad nada había cambiado entre nosotros, ni nuestro olor, ni el toque... Nada. Tuve que pasar por muchas burlas por no estar a la altura de Adrián, ni por no saber pelear y por mi familia, ya sabes, conformada por un licántropo y una humana que no pudo tener más hijos aparte de mí. A mis quince comencé a desarrollar actitudes en la medicina, así que en cuanto tuve dieciséis dejé de entrar para comenzar a aprender todo este mundo, me veía poco con Adrián, comencé a verlo solo cuando él tenía alguna pelea con algún vampiro y me llamaba para curarlo... Fue en una de estas peleas en las que supimos que sí éramos compañeros, pero fue principalmente por él, porque se volvió como loco ese día que entré a su habitación y no me dejó salir hasta que no estuvo seguro de que mi olor había cambiado para él. Comenzó a fingir que se enfermaba todos los días para que yo fuera a su casa a cuidarlo. Todos los días, hasta que por fin sentí el cambio yo también.

»Hicimos todo apresurado. A la semana de haber comprobado que éramos pareja probamos la sangre del otro, sentimos el cambio, aunque en el momento no haya pasado nada, pero lo sentimos. Al mes nos casamos, me fui a vivir a casa de los abuelos de Alan con Adrián porque en ese instante él no tenía nada, solo la constructora que no quería aceptar. —Me sorprendió eso, porque desde que conocía a Adrián siempre había amado la empresa familiar—. Yo tenía dieciocho acabados de cumplir, y pronto comprendí que, aunque era su pareja, la fidelidad de Adrián no estaba conmigo, sino con su mejor amigo, quien se acababa de montar como alfa. Me dejaba en casa por irse a entrenar y a pelear contra vampiros. Llegaba a casa herido, esperando que yo lo sanara, y obvio lo hacía. Como te digo, con nuestros compañeros nos cegamos a la realidad siempre y cuando esté bien.

—¿Cómo supiste que podías curarlo con tu sangre? —Ella alzó sus ojos hasta mí. Una arruguita de tristeza se creó en medio de su frente.

—Lo supe cuando por accidente me corté mientras lo estaba curando y mi sangre se unió con la de él... Entenderlo fue maravilloso, pero fue el comienzo de lo que sería nuestra separación. Al saber que podía hacerlo comencé a cortarme para curarlo, sin importarme que no le gustara que lo hiciera, siempre lo hacía. Solo imagina qué tan mala combinación es un hombre amante del peligro y una curandera enamorada que tenía el poder de curar con su sangre. —Negó, exhalando con fuerza como si intentara quitarse un peso de encima—. Adrián se molestaba mucho cuando yo usaba mi sangre en él, así que comencé a esconderme para poder sacarla cuando él no lo viera, pero lo notaba. Nada cura más rápido que la sangre de tu compañero. Una vez llegó inconsciente, bañado en sangre y al verlo yo me desesperé, entré en un estado en el cual solo pensaba en reanimarlo, en curarlo... Terminé en el hospital por haberme drenado casi toda la sangre, pero como te dije, yo no era el primer amor de Adrián.

—¿Qué pasó? —Se encogió de hombros.

—Aunque le rogué, luego de salir del hospital, que dejara las peleas y aceptara el puesto que su padre le estaba dando en la constructora, él se negó. Volvió de nuevo herido, y aunque yo seguía débil porque mi cuerpo no se recupera con la rapidez que el de él, volví a intentar curarlo... Me pasó un acuerdo de divorcio, porque se negaba a hacerme más daño, y así fue como nos separamos por poco más de un año. Yo volví con mis padres, él consiguió el apartamento en donde ahora vive Alan, siguió siendo uno de los líderes de la manada y haciendo todo eso que le gustaba.

—Pero pensaba que un licántropo no puede estar separado de su compañero o compañera por mucho tiempo.

—Separados emocionalmente —aclaró, levantándose luego de dejar mi mano de nuevo vendada—. Te contaría más, pero debo irme. Necesito revisar a Kiona y volver con Trevor luego.

Asentí, pero en cuanto se dio la vuelta, una pregunta me surgió:

—¿Él puede escucharme? —Me lanzó una mirada y una sonrisa divertida.

—No, no está en coma. Él debe hacer esto por sí solo, sin ninguna ayuda... Alan tiene muchos sueños, estoy segura que logrará salir de esto.

Salió de la antigua habitación de Alan, llena de máquinas que le suministraban sueros o lo que creía eran sueros y medicina.

Según lo que me dijo su madre, las heridas de plata que tenía demorarían en cicatrizar, además de que le dolerían, al igual que las heridas hechas con alguna parte del cuerpo de los vampiros. Comprendí lo que dijo sobre el impulso de curarlo cuando quise quitarme las vendas y volver a abrir la herida para seguir curándolo.

Me acerqué a la cama, sentándome a su lado para poder acariciar su cabello.

Una lágrima escapó de mi ojo para ir a parar a su amoratada mejilla.

—Despierta por favor, Alan. —Bajé mi mano a su pecho, para sentir que su corazón latía. Me relajé un poco al sentirlo, algo que no había sucedido en el camino, cuando no encontraban su pulso mientras a mí se me abría un hueco en el pecho de una ausencia que no sabía que podía sentir de esa manera.

Seguí hablando con él a pesar de que Belén me haya dicho que no podía escucharme como se aseguraba decir con las personas que estaban en coma. También lo revisé, aunque no sabía nada de medicina, mucho menos de la licántropa.

Quería asegurarme de que todo fuera bien con él.

Toda esa noche me quedé con él, sin poder dormir por intentar despertarlo.

*

Ahora que publiqué este capítulo, puedo dar a conocer una de las noticias/decisiones.

Siempre he tenido claro que la historia de los padres de Alan es especial, y si también quieren ahondar más en ella, les tengo varias propuestas, solo si quieren.

Si quieren conocer más ¿Qué les llama más la atención?

1. Meter un par de extras en Seres de Luna, cuando lo publique, sobre esta historia.

2. Teniendo en cuenta que hay mucho por contar, también se puede hacer un libro aparte, contando la historia de ambos y no solo extras.

3. Desarrollar un vídeojuego de decisiones tipo Is it love?, para que sea más interactivo, aunque un poco más demorado de llevar a cabo.

Si no quieren leer más de esta historia, también lo pueden decir jeje.

¡Espero subir un nuevo capítulo en unas horas! Así que no me despediré por el momento.

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