Lunas escarlata

By DailyWho

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Segundo libro de la saga Cantos a la luna. Es necesario leer cualquiera de los dos anteriores libros para ent... More

Sinopsis.
Antes de la lectura:
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44.
Capítulo 45
Capítulo 46
EPÍLOGO.
EL PRINCIPIO DEL FINAL (AGRADECIMIENTOS)
ROBO DE LUNAS DE HIELO

Capítulo 27.

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By DailyWho

América llevó un montón de dulces y chucherías a la habitación.

—¿Tienes algo con ese chico? —La pregunta de mi hermana me cogió desprevenida. Fruncí el ceño, girando para mirarla.

—No, solo es un amigo... Si se le puede llamar así.

—Creo que le gustas —dijo, metiéndose a la boca un caramelo. América tenía poca paciencia con la comida, así que no solo dejó que las capas del dulce se fueran derritiendo en su boca antes de morderlo.

Solté una risa entre dientes, pensando en la imposibilidad de ello.

—Si supieras lo que yo sé, no estarías diciendo eso.

Busqué entre mi ropa un pijama cómodo, olvidando, por un segundo, que no podía mostrarle mi brazo a América.

Cuando caí en cuenta de ello, ya era muy tarde.

—Guau, Abril, ¿te hiciste un tatuaje? —Me cubrí con rapidez, aun sabiendo que ya había visto lo suficiente—. No sé cómo es tu vida ahora, pero llego, tienes un ojo lleno de sangre, resultas con un tatuaje, con un amigo que parece peligroso, con síntomas de embarazo, sin Alice a tu alrededor y despechada por tu novio. Tienes mucho que contar.

—No es un tatuaje. —Fue lo único que logré decir. Ella alzó una ceja, incrédula.

—Oh, vamos, no mientas, hermanita. No naciste con eso, y es como demasiado definido para decir que es una mancha.

Resoplé.

—Es difícil de explicar, por el momento no lo menciones, ni se lo comentes a nadie. —Cerró su boca, haciendo como si la sellara con candado.

—Pero tendrás que contar el chisme luego ¿Eh? —Asentí, sin estar muy segura de cumplir mi palabra.

Me acosté a su lado, preparada para dormir tarde por ver la película.

Una media hora después y al ver que estaba un poco aburrida, ella habló:

—¿Crees que estén felices por la noticia? —preguntó mientras acariciaba su vientre. No me costó entender que se refería a mis padres.

Puse mi mano en su vientre.

—Claro que sí, Amer. Llegas como toda una vida con Max, aunque terminaran seguiría siendo parte de la familia. Sí, papá se enojó con ambos cuando decidiste seguir a Maxon a la universidad, pero es cosa del pasado, estoy segura de que estarán más que felices.

—¿Y si te digo que pensamos mudarnos al pueblo? —Me erguí, reflejando su emoción.

—¡Eso es aun mejor, Mery! Si ya papá estaba lo suficiente emocionado por poder quedarse en casa, lo será mucho más sabiendo que podrá tener a su primer nieto consigo casi cada que quiera.

Ella se rio, como una niña pequeña emocionada.

—Me lo van a malcriar entre todos ustedes. —Sonreí.

—¿Tan segura estás de que será niño? —Ella volvió a reír.

—Solo es un presentimiento: Ya sabes, así como los dones de bruja que tiene mamá con nosotras.

Fruncí el ceño, recordando, de pronto, que hacía semanas me había propuesto buscar el libro de los símbolos, pero no lo había intentado de nuevo.

Aunque terminé la película, América se quedó dormida luego de otros minutos más. Yo tuve que levantarme a apagar la luz, luego de haber dejado el sobrante de frituras en la mesa de noche.

Me acosté en el lado desocupado de la cama, dándole la espalda a América. Era la una de la madrugada cuando vi en el teléfono antes de bloquear la pantalla.

La respiración de América casi no se escuchaba, aunque sí sentía su cuerpo contra el mío. Agradecí a Maxon por dormir con ella durante tantos años, porque lo cierto es que de pequeña había tenido un muy mal dormir.

Unos minutos después, aunque estaba cansada, no lograba quedarme dormida. Suspiré, girándome para mirar el techo en la oscuridad. El silencio podría ser relajante, pero el mal presentimiento no se iba.

Aunque en algún momento de la noche tuve que haberme dormido, porque no iba a admitir nunca que alguien entró a mi casa, con un vestido largo, rojo sangre con una capucha gigante que cubría el rostro de la persona.

Lancé mi mano hacia mi lado, sintiendo el cuerpo de América... sintiéndolo, no solo pretendiendo que ahí estaba.

—Déjala dormir. No despertará hasta que yo no lo quiera. —Bueno, esa voz no podía de ser de alguien malvado, pero aun así me asusté cuando se acercó a mí y me tendió una mano. Me asusté mucho más cuando noté un símbolo que nacía en su palma y subía por su mano en líneas disparejas unidas entre sí. Ese símbolo lo reconocí—. Lamento haber tenido que frenar tus deseos, necesitaba que entendieran el poder que tienen juntos.

—¿De qué habla? —Mi voz se quebró a medida que hablaba. Ella seguía con su mano estirada.

—De que es hora de que te muestre todos los detalles que pasaste por alto, Abril, y que quite de tu mente la barrera que te permite sentir. Dame tu mano, te prometo que no te haré nada malo.

Aun dudando lo hice. Me estremecí cuando sentí su piel en la mía. Era, de una forma muy literal, electrizante.

—También siento que tengas que olvidar esto por tiempo. —Dejé de mirar nuestras manos para mirarla a lo que creía eran sus ojos. Pero ante de hacerlo, como cuando estuve en casa de Braham, algo pareció derrumbarse dentro de mí, aunque, a comparación de ese día, pude sentir como por medio de mi brazo subía una especie de energía.

Caí de nuevo en la cama, sin poder salir de mi mente.

Fue en ese momento en el que pude ver la realidad de lo que pasaba.

No era que estuviera enferma, lo pude saber cuándo por mi mente pareció desarrollarse una película en cámara rápida y me vi a mí misma y a Alan. Comprendí que en realidad los sueños que parecían alternarse entre mi punto de vista y uno que creía era mi mente imaginando era en realidad el recuerdo de Alan, también que lo que sentía, todo el malestar, era el malestar de él, que aquel día con los vampiros no me había desmayado por otra razón más que por el esfuerzo que había hecho mi mente de llegar a la suya... y lo había logrado.

También, me di cuenta de que el sueño del hombre y la mujer mordida sí tenía un significado que había pasado por alto: la marca de la mujer también la tenía el hombre.

Los guardianes no sentían que estaba en peligro por Braham, sino porque Alan lo estaba. En mi mente pasó el recuerdo de año nuevo, el color rojo de un cabello que no se escondía a plena luz del día. También vi que sí, sí me vigilaban, porque era claro que los vampiros sospechaban que sí era la compañera de Alan.

Abrí los ojos, sentándome en la cama cuando pude hacerlo.

Me sorprendí cuando un mensaje entró. Dudé en verlo, porque por la hora era seguro que podría ser una mala noticia, sin embargo, la curiosidad pudo más conmigo, así que, poniéndome de nuevo de costado, encendí la pantalla para ver que era un mensaje de Axel.

Axel:

Estoy MUY preocupado, Abril. No he sabido NADA de Kiona, ni de Alan. Hoy fui a su casa, Trevor tampoco ha aparecido en toda la noche. Belén cree que está con Alicia, eso fue lo que le dijo, pero ella me dijo a mí que no ha sabido de él.

Me acomodé mejor para responder, pero no pude hacerlo.

No pude hacerlo porque mi respiración se cortó.

No pude hacerlo porque un infinito dolor inundó mi cuerpo.

No pude hacerlo porque dejé de estar dentro de mí.

Ya no veía la oscuridad de mi habitación, pasé a estar viendo algo parecido a una piscina. No podía respirar, no al menos hasta que el agua se fue, y en su lugar apareció la vista de algo hondo, todo lleno de agua.

Tosí, aunque en realidad no fui yo quien lo hizo.

—Maldito hijo de puta —escupió Alan, alzando la mirada hasta encontrarse con un chico rubio.

El mismo chico que estaba cuando Alan peleó con Braham en esta cosa que parecían carreras ilegales.

Él era un vampiro ¿Qué hacía Alan con vampiros?

El chico sonrió. Una sonrisa vacía, fría y macabra.

—No creo que estés en condiciones de decir eso. —Un puñetazo aterrizó en su estómago.

Sé que tanto Alan como yo nos doblamos de dolor.

Alan volvió a toser y era increíble la manera en la que yo lo sentía en mi propio cuerpo.

—No hay manera de que alguien se dé cuenta que desapareciste. No pronto, al menos ¿Ahora ves las consecuencias de vivir metido en un mundo ajeno con una chica? El amor es una porquería, por eso no nos falta.

Sus ojos se volvieron a alzar y me maravilló la manera en la que seguía en pie a pesar del dolor que estaba sintiendo.

Pero me sorprendí al ver a Evoleth allí, con sus ojos heridos, mirando al chico que había dicho lo anterior.

Alan volvió a toser, esta vez dolió todo mucho más. Sé que escupió sangre, que alguien lo tenía por detrás, apretando algo que le hacía apretar los dientes para no gritar de dolor.

Sé que yo, en mi cuerpo, comencé a llorar porque dolía muchísimo, dolían mis manos, mi cuerpo también se sentía débil, como si en cualquier momento él estuviera a punto de caer.

Alan... mi Alan.

—Tal parece que por el que hiciste todo esto no valió de nada —dijo hacia Evoleth, jadeando. De nuevo su cabeza fue sumergida en el agua, volviendo a lo de antes, con la diferencia que tragó un poco.

Tosí mirando como poco a poco mi habitación volvía a estar frente a mí.

¡No!

No quería salirme de su cuerpo aunque doliera, necesitaba saber más, necesitaba saber qué le hacían.

—¡Abril! —Sentí dos voces: una de mi hermana... otra que llamaba con lo que parecía ser agonía: Alan.

—No puedo respirar. —América intentó darme aire, sin saber que no era por mí, sino por Alan.

—Abril, fue un sueño, tranquila. —Negué, cayendo en cuenta que mis mejillas estaban mojadas. Seguía sin poder respirar.

—No lo es. No lo es, Mer y Alan está mal... Mi teléfono, pásame mi celular. —Lo busqué desesperada pasando mis manos por toda la cama, pero caí en ella, llorando, cuando sentí un dolor en mi rostro que me pasmó.

Cerré los ojos, sin poder aguantar el dolor que sentí.

Mi móvil apareció frente a mí, gracias a América. Lo tomé desesperada y marqué el número de Axel, apretando los dientes para intentar aguantar el dolor que sentía.

—¿Abril...?

—Están mal, Axel, están mal. No sé dónde están, pero no están bien si están igual que Alan.

—¿Abril? ¿De qué estás hablando? ¿Qué sabes?

—¡No sé nada! Solo sé que le duele, que ellos lo tienen, pero no sé nada más. Por favor, ven o encuéntralos. Por favor, por favor, Axel, no dejes que le pase algo a Alan. —La línea se quedó en silencio mientras grandes lágrimas resbalaban de mis ojos.

—Estoy en camino. —Colgó sin despedirse.

Sollocé.

—¿Qué está sucediendo Abril.

—Alan está en problemas. Solo sé eso.

—¿Y cómo lo sabes? —Mordí mi labio.

—Lo sé, Mer, porque él no es como nosotras. Esto —dije, señalándome el brazo—... no es un tatuaje, América, pero te pido que me creas lo que te voy a contar y que no se lo digas a nadie más. —Si quería explicarle lo que sucedía, tendría que explicarle todo desde el principio.

Y eso hice, aunque terminé llorando muchísimo más por todo lo que había sucedido.

Había cometido muchos errores. Demasiados.

—¿Me estás tomando el pelo? —Negué.

—Es increíble, pero es cierto y... —La puerta me interrumpió. Corrí a abrirla sabiendo que era Axel.

Al ver una cara conocida y preocupada, me volví a romper. Me lancé a sus brazos, rogándole entre sollozos que hiciera algo... que hiciera lo que yo no podía hacer o no había hecho.

—Abril, necesito que nos cuentes todo.

—Es que no sé nada, solo, vi esto y no lo sé, pero todo... —Tomó mis mejillas. Él no se veía mejor que yo con sus ojeras y ojos preocupadísimos.

—Necesito que estés tranquila para que nos puedas decir todo ¿Bien? —Asentí e intenté tranquilizarme.

Le conté todo, lo que comenzó desde que Alan se reencontró con Evoleth, hasta lo que había sucedido.

—Abril, ¿cómo sabes que no es un sueño?

—Solo lo sé, por favor créeme. A momentos lo siento, Axel, no sé en qué va, pero cuando lo siento, todo en él duele y le quema.

—Es que puedo creerte que hayan entrado en la mente de Kiona y Trevor, con mucho esfuerzo lo podrían lograr, ¿pero en la mente de Alan? Es impenetrable su mente. No hay un vampiro que tenga la capacidad para entrar allí y según lo que me dices... Lo siento, Abril, pero nunca he escuchado a alguien que tenga más de una cualidad en el vínculo con su compañero. Según eso, sientes todo física y mentalmente, puedes ver por sus ojos, meterte en su cabeza y eso... Nunca nadie lo ha hecho.

—Pero tampoco nadie había tenido que esperar tanto a sentir por fin la conexión.

—Bien, digamos que sea eso, pero...

—¡Alto! —El grito de América nos hizo sobresaltar—. ¿Es qué me están tomando del pelo? ¡Lo que ustedes están diciendo es...! —se interrumpió al ver como un gran lobo entraba por la puerta que habíamos dejado abierta—. Dios mío, perderé mi bebé —Me largué a llorar de nuevo mientras corría hacia ella, sintiéndome culpable por hacerle preocupar a ella también y con temor de que le pasara algo a mi sobrino no nacido. Sin embargo, en cuanto llegué a ella me alejó con un manotazo en la mano—. No lo decía enserio, pero creo que mejor me apartaré, porque esto me puede. Esto es imposible.

—Luego hablaremos, ¿sí? Ve a descansar, por favor.

—Dudo mucho que lo pueda hacer, pero te esperaré en mi habitación ¿Bien? —Asentí.

La vi alejarse por el pasillo.

Suspiré volviéndome a Axel.

—¿Entonces dices que no es cierto? ¿Qué solo fue una pesadilla?

—Abril, yo siento lo que Kiona siente, si le hicieran algún daño yo lo sentiría. —Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver que no me creía.

Pero era cierto, podía sentirlo en mí.

—¿Y Alice? ¿Has hablado con ella?

—Sí, pero ellos están peleados.

—¡Axel, eso es una gran cosa para ver! Todos estábamos separados, enojados ¿Qué no lo ves? —Se levantó de la silla un poco airado.

—Abril, si fuera así no hay nadie, óyeme bien, nadie, que pueda meterse en la cabeza de Alan porque él es especial entre los especiales y entre los vampiros no hay nadie igual, no tiene ni siquiera que intentar protegerse porque nadie puede meterse allí.

Sin embargo, yo sí conocía a alguien que podría hacerlo.

—Que ustedes sepan —dije, con la llama del rencor encendiéndose en mí.

Tomé mi móvil y envié un rápido mensaje a Braham.

—¿A qué te refieres?

—Hay un vampiro especial entre los especiales de su raza. Uno que estaba justo el día en el que dejé a Alan... ¿Qué hice, Axel? Santo cielo ¿Qué hice? —Me dejé caer en el sillón.

La puerta se abrió con un gran estallido. Salté del sillón al ver a Braham allí y caminé con pasos largos y furiosos hacia él.

Lo miré al estar frente a él.

—Tú lo sabías. —Mis ojos se llenaron de lágrimas. Sentí a Axel y al padre Kiona posicionarse detrás de mí, junto al otro lobo que no sabía quién era—. Lo sabías y aunque me viste mal lo hiciste... ¿Por eso estabas allí? ¿Para meterte en su cabeza y obligarlo a hacer lo que no quería? —Me tragué un sollozó al ver que no respondía nada. Mis labios hicieron una mueca enfada al tiempo que mi mano se estallaba en su pecho—. ¡Lo hiciste! ¡Me hiciste separar de él! ¡Me hiciste pensar que no me quería! ¡Lo echaste en un gran hoyo del que no podía salir sin miramientos, sin pensar un poco en tu supuesta amiga! ¡Te odio infinitamente, Braham!

Una mano me hizo hacia atrás.

—¿Quién eres tú? —preguntó Rich, tomando el control de todo mientras yo sollozaba en el hombro de Axel.

—Eso no le importa, necesito hablar con Abril sobre esto, no con ustedes. —Rich lo tomó del cuello de la camisa.

—Es de mi hija de la que estamos hablando y de mi mejor hombre, el asunto es conmigo, niño. Agradece que no te he despedazado por ser un vampiro en terreno de lobos.

—Braham, por favor, por favor, por favor... llévame donde está Alan. No me dejes pasar por esto, no lo dejes pasar a él, por favor, te lo suplico. —Me miró a los ojos. Axel aún me sostenía.

Al final, luego de un largo momento, habló:

—Los puedo llevar a ustedes, pero no a ella. Pueden llevar a todos los que quieran, pero Abril no irá.

—¡¿Qué?! ¡Por supuesto que iré! ¡Es de Alan, mi novio, del que hablan!

—¿Y con quién hablo yo? Con una humana que no tiene nada de protección con ella, te despedazarían en momentos, Abril. —Apretó su mandíbula—. Me estoy jugando mi vida aquí, Abril, luego no digas que no me importas. Solo hice el primer trabajo que era debilitar y hacerte creer un par de cosas, pero luego lo dejé al conocerte para quedarte a tu lado y vigilarte, no vengas a decir cosas que no sabes. —Miró a cada uno en la sala—. Si quieren encontrarlos con vida deben darse prisa.

—Yo iré. —Me paré firme, al lado de Rich.

—No irás, solo serías un estorbo.

—Me sé defender. —Arqueó una ceja, sin tragarse mis palabras—. Alan me enseñó para momentos en los que él no podría ser mi héroe.

—¡Por amor a Dios! No hay tiempo que perder ¿Sí? Abril tú vas y... tú, te moverás y nos dirás dónde es. ¡Y ay de ti si es una trampa! No puedo creer que le esté dejando la situación a un vampiro. —Rich salió de la casa dando instrucciones a Axel para reunir a todos, pero Braham lo detuvo.

—¡Tienes que llamar a todas las manadas de los alrededores! —gritó, atrayendo la atención de Rich—. Tienen a todos los nacidos en luna azul.

*

Otro capítulo largo y aquí ya sabemos qué está pasando.

¿Les parece que tiene sentido? Pobre Alan, nunca se debe dudar de mi pelinegro amado, hermoso, aunque apenas esto comienza.

Espero que les haya gustado. No diré mucho más porque estoy cansada, con ganas de buscar a Morfeo, así que para despedirme, diré que les deseo los mejores sueños y descansos. Espero seguir mañana porque lo cierto es que escribir es una muy buena distracción a todos los problemas y una muy buena válvula de escape.

¡Hasta pronto! Besitos y mis mejores deseos.

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