PROHIBIDO tener citas

De ValeGarbo

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Abigail está cansada de que cada semana haya una nueva chica llorando porque Axel Cruz le rompió el corazón... Mais

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Epílogo

Las mejores amigas

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De ValeGarbo

(Por: Axel)


—¿Cómo te va, Ale?

Alessandra dio un respingo al escuchar mi voz tan cerca. Sus ojos me observaron con sospecha.

—¿Qué quieres? —espetó.

Retrocedí un poco, para darle espacio. La gente suele ser más comprensiva cuando no invades su espacio personal.

—Nada, solo quería hablar contigo, pensé que éramos amigos.

Dije las últimas palabras como si estuviera formulando una pregunta y trate de esbozar mi sonrisa más inocente. Ella dudó un segundo y luego me puso mala cara.

—Éramos —repitió con fuerza—. Ya no somos nada.

—Pensé que lo del otro día...

Alessandra echó una mirada alrededor, para asegurarse de que nadie nos escuchaba.

—Ayudó un poco a que dejara de odiarte —admitió—, pero si sigues intentando seducir a mi mejor amiga, te vas a arrepentir. Sin Abi, no sé cómo hubiera sobrevivido a este año, y no voy a dejar que la utilices. Quiero creer que es lo bastante inteligente para no dejarse engañar por ti, pero tienes más experiencia que ella en ser una alimaña.

Auch.

No la había visto tan furiosa, ni siquiera al mandarme a la mierda después de que accidentalmente la dejé plantada en la boda de su padre. Las chicas realmente dan miedo cuando protegen a sus mejores amigas.

—No estoy intentado seducir a Abi —insistí—. De verdad, ella te lo puede decir también. Solo le he pedido ayuda con un trabajo, es algo completamente inocente...

—No te creo nada —aseguró, aunque en sus ojos había un asomo de duda—. Ni siquiera estoy segura de que sepas lo que significa ser inocente.

—Es tu amiga —me defendí— la conoces mejor que yo. Abi me odia, y creo que me mataría si pronuncio la palabra "cita" cerca de ella.

Alessandra se mordió el labio. Mierda. ¿Por qué las chicas tienen que hacer cosas como esa y causar que pierdas la concentración?

—Yo tampoco pensé que podrías hacerme daño —murmuró finalmente.

Traducción: no pensé que no te enamorarías de mí.

—¿Intentas hacerme sentir culpable?

—No, está bien. Cuando empezamos ni siquiera pensaba que me gustarías.

Esa era una mentira o ella estaba en negación. Incluso Franco se dio cuenta de que iba a conseguir que saliera conmigo y que pasara todo lo que pasó. Alessandra intentaba actuar desinteresada al inicio, pero era capaz de ver su felicidad cuando le prestaba más atención de la normal. Es algo en la mirada de las chicas que te dice que aceptarán cualquier cosa que les digas, Franco lo llama "la mirada ilusionada".

Por alguna razón, me acordé de que antes de escuchar a la señora de la biblioteca sobre las cámaras, había descartado coquetearle a Abi porque ella no la tenía. Sus ojos decían a gritos: lárgate de mi amada biblioteca.

—Se me hace tarde, tengo que acompañar a mi padre a...no importa —dijo Ale de repente—. Será mejor que me vaya.

—En realidad yo quería...

No alcancé a decir nada más porque dobló la esquina y se perdió de vista al instante. Estaba a punto de seguirla, cuando se me ocurrió ver la hora y me di cuenta de que debería estar en casa para el cambio de losetas. Había recibido un mensaje de mi padre al inicio del día avisándome sobre el tema.

¿Por qué necesitábamos cambiarlas? Ah, sí.

El día anterior, cuando casi habíamos terminado con la preparación, cometimos el error de pedirle a Gina que licuara la salsa que se mezclaba con el relleno. Es decir, ¿qué tan difícil es arruinar algo cuando solo se trata de presionar un botón?

Gina superó magistralmente nuestras expectativas al no darse cuenta que la licuadora estaba mal colocada sobre la base y, en cambio, intentó forzarla a quedarse en el mismo lugar. Hay que admitir que la suerte también le jugó en contra, ya que el desastre no habría alcanzado proporciones épicas si justo aquella mañana, a papá no se le hubiera ocurrido arreglar el tirador de uno de los cajones y dejar el pegamento mal cerrado junto a la licuadora.

Me sentí atrapado en una comedia de situaciones donde las cosas iban de mal en peor. Gina se cansó de forzar a la licuadora a quedarse quieta, decidió desconectarla y pedirnos ayuda. Cuando la soltó para tirar del enchufe (al parecer el multitasking no es su fuerte), la licuadora salió volando a estrellarse contra la mesa e hizo caer la botella de pegamento, que se abrió y terminó mezclándose con la salsa.

Gina terminó con un pequeño corte en el brazo y papá la sacó de allí mientras yo intentaba por todos los medios limpiar el piso antes de que el pegamento rápido se secara.

Papá le aseguró que lo mejor era pedir una pizza y que nosotros nos encargaríamos de limpiar. Después de que Gina se disculpara unas quinientas veces y se fuera, habíamos pasado la mitad de la noche intentando quitar la masa pegajosa del piso y las junturas. A la una de la mañana, papá se dio por vencido.

Antes de salir para su trabajo, llamó a un amigo para que le consiguiera las losetas y viniera a reemplazarlas. Afortunadamente, las que trajeron eran del mismo color y apenas se notaba la diferencia.

—Es porque son nuevas y no están desgastadas —me aseguró el encargado—. Puedes tirar algo para ensuciarlas un poco y con el tiempo dejará de notarse.

Como no me apetecía armar un nuevo desastre, moví la mesa y esperé que su sombra las disimulara.

Le dejé una nota a papá para decirle que me iba a dormir temprano, ya que con tanto alboroto, apenas conseguí tres horas de sueño el día anterior.

Sin embargo, por la mañana me sentía igual de cansado. Decidí que al terminar las clases me iría directamente a tomar una siesta, hasta que me acordé de que no había visitado a Abi. La idea de verla me sacó una sonrisa. ¿Sería hoy por fin el día en el que me lanzaría el libro de física con el que siempre me amenazaba?

Sin embargo, fue evidente cuando ingresé que Abi no estaba de ánimos para lanzar libros. Ni siquiera alzó la vista cuando entré.

—Hola Abi —saludé amablemente. Me detuve antes del "¿cómo estás?".

—Hola.

¿Dónde estaba su actitud de "Muérete, Axel"?

—Solo deja de perseguirme, ¿vale? No es un buen día.

—No te estoy persiguiendo, he venido como todos los días a...

—¿A qué exactamente? —Su voz se alzó peligrosamente.

—A saludar, ya sabes que...

Ni siquiera dejó que terminara.

—Esa es una excusa muy estúpida.

—Es la verdad, por qué tendría que inventar una excusa para...

—¿En serio hay que mentir en las cosas más simples? —siguió Abi, en tono ácido—. Todo el mundo cree que estás intentando seducirme.

—¿Qué diablos? Tú sabes que eso es mentira. Abi, no es lo que...

—¿Lo que parece? —Estalló Abi con tanta fuerza que juro que algunos libros temblaron en sus estantes—.¡¿Pero qué diablos les pasa a los hombres y sus estúpidas frases cliché?!

—¿De qué estás hablando?

Pero Abi no tuvo tiempo de explicarme porque de repente, tres chicas muy cabreadas acababan de aparecer en la entrada. Tres chicas con las que yo había salido.

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Hola a todos!

Aquí un nuevo capi de la historia. Me muero de sueño. Los quiero.

¡¡Besos y calma!!

Vale

Pd. Por favor, eleven una plegaria a cualquier entidad superior en la que crean para que mi país salga bien parado de la segunda vuelta en las elecciones presidenciales. Para darles una idea de lo que pasa: es como si Voldemort tuviera una hija que postula al Ministerio de Magia, sus vicepresidentes son Bellatrix Lestrange y Barty Crouch Jr., y sus ministros son los mortífagos, pero ella insiste en que no deben juzgarla por los errores de su padre. Errores, no crímenes. Una mujer así es la que está arriba en las encuestas ahora mismo. Los dioses nos amparen.

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