Una última vez (Reescribiendo...

By Paula_Hernan

65.6K 3.1K 311

"No estoy ciego y desde el primer día cuando mis ojos dieron con ella en ese salón lleno de gente noté que el... More

Prólogo
Primera parte
Capítulo 1
Capítulo 2
Ahora/ Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Segunda parte
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32

Capítulo 17

1.7K 82 18
By Paula_Hernan

ADRIA

Lo primero que mi cerebro registra es el calor que hace. Trato de recordar donde estoy pero mi cerebro no colabora. Abro los ojos y el techo de mi habitación parece borroso. Parpadeo lentamente mientras hago un esfuerzo por levantarme, pero mis piernas se sienten inútiles. Pero todo el misterio se resuelve cuando veo una cabellera marrón justo sobre mis rodillas cubiertas con sábanas. Gabriel está acostado prácticamente sobre mis piernas. Un grito ahogado sale de mi boca haciendo que Gabriel se sobresalte y se caiga de la cama. Él se levanta riendo mientras sacude sus pantalones.

—¿No fue un sueño? —murmuro.

—No monada, estoy aquí.

—¡Dios mío! —digo antes de saltar encima de Gabriel y abrazarlo con fuerza. Gabriel se ríe en mi oído y un tierno cosquilleo me recorre la piel.

—Tranquila —dice—, me vas a romper algo.

—Lo siento... —murmuro alejándome de él, pero con una enorme sonrisa en mi cara.

—Estás muy feliz para un lunes en la mañana.

Momento, ¿él acaba de decir lunes en la mañana? No puede ser. Bajo la mirada y aún tengo puesto el vestido de ayer. —¿Qué haces aquí? —pregunto mientras busco frenéticamente mi celular.

—Bueno digamos que prácticamente le tuve que rogar a la madre superiora que me dejara quedarme, y después de asegurarle que no te iba a hacer daño y te iba a cuidar, finalmente me dejó pasar la noche. Además que Marisol fue mi testigo, así que tengo pase libre. Me quedé aquí.

—¿Tú solo? —pregunto con mi voz demasiado aguda.

—No, Marisol hizo guardia conmigo. Ella fue a buscar algo de comer.

—Bueno —murmuro y sonrío—. Aún no puedo creer que estés aquí —veo a la pantalla de mi celular. Tengo el tiempo contado para llegar a tiempo al colegio.

—Yo tampoco —dice Gabriel—. Me tengo que ir, monada.

—¿Volverás verdad?

—¿Recuerdas que iré a tu colegio, no? Solo será cuestión de días antes de que nos volvamos a ver. No me extrañes tanto.

—Eres increíble —digo.

—Entonces no dudes de mí. Me escape por esta noche aprovechando que el supervisor de la residencia de estudiantes de intercambio no está. Pero si no llego para el desayuno la cosa va a estar fea.

—Cuídate —murmuro antes de abrazarlo tan fuerte como puedo.

—Adiós —murmura Gabriel antes de besarme la coronilla.

Él sale de mi cuarto y de inmediato siento que algo me hace falta. Estoy volviendo a acostarme cuando recuerdo que ni siquiera su número de celular tengo. Mis piernas están listas para saltar de la cama cuando mi celular empieza a sonar desde mi mesita de noche.

—¿Hola? —respondo insegura ya que es un número desconocido.

—¿Acaso ya me extrañas? —responde Gabriel desde el otro lado de la línea.

—Tarado —digo pero una sonrisa se expande por mi rostro.

—Nos vemos luego, Adria —dice.

—Adiós Gabriel —digo antes de colgar.

Estoy flotando de la felicidad cuando Marisol entra a mi habitación haciendo malabares con una bandeja llena de comida. Al menos, ella parece descansada y ya está vistiendo con el uniforme del colegio.

—Buenos días —entra con sus rizos sujetos a un moño elegante.

—¿Qué estás esperando? —digo abriendo los brazos. Marisol deja la bandeja en mi mesita de noche antes de abrazarme.

—Pensé que nunca ibas a despertar. Estaba tentada a despertarte con un vaso de agua helada.

—Ya quisieras —respondo haciéndonos reír a las dos. Ella se sienta a mi lado. Veo hacia la ventana y no hay mucha luz entrando por las cortinas—. ¿Gabriel se quedó toda la noche?

—Toda la noche, Sotomayor —dice Marisol.

—Es una lindura.

—Como él te dice, es una monada.

Su acento es tan tierno —murmuro.

—Lo que será tierno es el reporte que nos llegará de dirección si no te apresuras y vamos al colegio.

—Lo haré, pero tú y yo necesitamos hablar.

—Lo sé, lo sé. Prometo contarte cada detalle, pero vete a bañar y después hablamos.

Y eso es lo que hago. Me baño, desayuno a toda prisa y cuando el bus está en la entrada somos las últimas en subir y el motor ya está en marcha.

—¿Entonces...?

Marisol gira hacia mí. —¿De verdad quieres hablar de esto en el bus?

—Después no tendremos tiempo.

—Puedo llegar en la tarde a la biblioteca y ponerte al día.

Niego. Tal vez Elliot aparezca. Tengo que hablar con él a solas. Tenemos palabras por cruzar. —Estaré muy ocupada con un trabajo de investigación. No me dejarás terminar.

—Anoche te conté el resumen. Estaba tan nerviosa que salió a toda máquina —nos sostenemos de los asientos cuando el bus da un giro con fuerza—. La cuestión es que madre Estefany habló conmigo hace tiempo. Gabriel, o mejor dicho el padre de Gabriel, llamó preguntando por ti. Ya eres mayor de edad, entonces ellos asumieron que te habías ido de casa, pero no sabían las verdaderas razones. ¿Gabriel lo sabe ya? ¿Le contaste todo? —asiento—. Bueno, en aquel entonces él no sabía nada y madre Estefany se negó a decir palabra sobre ti, pues nunca los habías mencionado. Las llamadas llegaban seguido, pero siempre era lo mismo. Hasta ese día que leímos las cartas. Supe que estaban diciendo la verdad, y después de entrar a mi habitación a reflexionar, decidí hablar con madre Estefany. Hablé con Gabriel y él me contó sus planes de pedir un intercambio estudiantil. Y me aseguró que no era solo por verte, sino porque extrañaba su verdadero hogar.

—¿Hablaste con él?

—Sí, hablé con él. Y allí fue cuando todo esto empezó. ¿Te recuerdas de la fiesta de bienvenida? —afirmo—. Bueno, ese día pensé que Gabriel iba a encontrarse conmigo para hablar sobre ti. Pero en realidad, él envió a Santiago. Él hizo el papel de intermediario. Ambos, Santiago y Gabriel, estuvieron de acuerdo que era demasiado pronto para que se reencontraran.

—¿Esa fue la primera noche que sabías de Santiago?

—¡Me quería morir cuando me dijo que Gabriel lo había enviado! —se ve molesta—. Pensé que me había sacado a bailar por interés y resulta que él era el mensajero —ahora se ríe—. Pero supongo que fue un ganar-ganar, ahora estamos juntos.

—No me lo creo —sacudo la cabeza—. Parece de película, Marisol. Todo esto —muevo mis manos para enfatizar—, parece sacado de un guión de película.

—Solo sé que Gabriel vino aquí para ayudarte. Y no huyó cuando todo se complicó. Y... —mira hacia la ventana cuando hablar—, es lo más conveniente para ti.

—¿A qué viene eso? —golpeo mi rodilla con la suya—. Solo somos amigos.

—Por ahora.

—No, seguiremos siendo amigos. ¡Él acaba de volver a mi vida! —me río—. Eso es lo último que ambos estamos pensando ahora.

—Pero aun así, sería la primera opción para elegir si quisieras tener una relación.

Frunzo el ceño. —¿De qué estás hablando?

—¿No lo recuerdas? —ahora la calidez se ha ido—. ¿Acaso no recuerdas al profesor Elliot corriendo detrás de nosotros? Corrección, ¿detrás de ti? Eso se vio todo, menos un profesor saludando a una estudiante —su voz baja ahora—. ¿Qué está pasando? ¿Qué no me estás contando? Anoche no quise decir nada, pero... ¿ya te has puesto a pensar en lo que pasará? Gabriel vendrá al mismo colegio, verá al tipo por los pasillos, lo reconocerá, ¿y entonces qué?

—Espera un momento, eso no es así —y ella tiene razón, no he pensado en nada de eso.

—¿Entonces cómo es? —se acerca un poco—. No creo que seas tan ingenua de meterte en una relación con tu profesor —se toca la sien—. Tu profesor, ¿entiendes eso? Son tantas líneas las que estarías cruzando que no es divertido.

—Elliot y yo...

—¿Elliot? ¡Ni siquiera lo llamas profesor!

—Él solo trata de ayudarme —no sé por qué me siento avergonzada, pero mi rostro está ardiendo.

—¿Cómo? ¿Ampliando su departamento de conquista?

La miro dolida. —¿De verdad acabas de decir eso?

El bus para y el chófer llama a la parada. Bajamos del bus, pero Marisol no gira y se marcha sin ver hacia atrás hacia el colegio.

—¿Marisol? —me ignora—. ¡Marisol!

—¿Qué pasa Montenegro? ¿Pelea de novias? —Karla grita rodeada de todas sus amigas y estas se ríen.

—Si no te callas, Karla. Tu rinoplastía habrá sido en vano—Marisol entra al colegio sin mí.

—¿Por qué estás sola? —levanto la vista hacia Luis—. Pensé que estaban unidas de la cadera con Marisol.

Su piel está algo sonrojada por estar debajo del sol, pero aun así es bueno tener algo de compañía. —Tenemos mucha tarea —señalo al asiento delante de mí—. ¿No quieres sentarte?

—Claro —se sienta—. Pensé que estabas en la cafetería, pero igual Marisol está allí con el resto del salón. Se me hizo raro no verte por allí.

—¿Quieres saber la verdad en serio o solo vienes en busca de chismes?

Se sonroja aún más. —Quiero saber la verdad. Hoy Karla se pasó toda la mañana molestando a Marisol porque estaba peleando contigo en la mañana. Pero es raro que pase esto entre ustedes. Y menos que te escondas en una de las mesas más alejadas del colegio y de la cafetería.

—Solo... digamos que es una etapa de peleas amistosas. Es difícil de explicar.

Levanta sus manos. —Comprendo. No tienes que decir más, cosas de chicas, ¿cierto?

—Cierto.

—Solo espero que se resuelva todo pronto. No tengo a quién robarle comida, si no es a ustedes —alcanza un pedazo de lechuga de mi almuerzo y se lo mete a la boca.

Ambos nos reímos y comenzamos a platicar sobre la chica que ahora es su novia. La chica que justamente conoció ese día en la fiesta de bienvenida. Me río de sus ocurrencias y le doy unos que otros consejos sobre relaciones que he leído en las revistas de chicas, cosas que el escucha con suma atención, lo que aumenta mi buen humor.

—Nunca pensé que fuera cierto.

—¿El qué? —pregunto separando una rebanada de tomate de la ensalada.

—Ya sabes, los rumores de pasillo y eso —se inclina un poco hacia mí—. Pero por lo que puedes ver, el romance es cierto.

—¿Cuál romance?

—Si volteas a ver, sabrás de cual romance estoy hablando.

Lo hago. Están sujetándose el uno al otro con fuerza. Las manos de la profesora Viviana están rodeando su cintura y Elliot está acariciando lentamente la espalda de ella. Me estómago cae. Si levantaran la vista, nos verían perfectamente, pero ellos están en el jardín exterior y no parecen estar preocupados por quién los pudiera ver.

—¿Hacen una pareja guapa, no? —Luis casi se levanta del asiento para ver con más detalle.

—Sí, lo hacen —sueno ausente pero él no lo nota.

La profesora Viviana susurra algo en su pecho y luego esconde su rostro en el cuello de Elliot y él lo permite. Lo permite con tanta naturalidad que duele. Y lágrimas queman mis ojos y no tengo la menor idea del por qué. Siento algo por él, claro que sí. No sé cómo llamarlo; pero ahora solo consigue enojarme, no quiero llorar por él. No quiero tener estos sentimientos por él. Sería imposible que me correspondieran, él me ve como una niña. Una niña rota que tiene la necesidad de reparar. Y ahora en sus brazos tiene a una mujer hecha y derecha. Fuerte, valiente y capaz. Todo lo que yo no sido en estos años. Supongo que Marisol tenía razón después de todo.

—¿Me expulsarán si les tomo una foto?

—¿Qué? —parpadeo rápidamente para evitar el llanto. Pienso en lo que dijo Luis—. Seguramente. No puedes hacer eso.

—Tienes razón. El colegio dice en el reglamento que puede existir alguna relación entre catedráticos. Así que no serviría de nada.

—¿Existe esa regla?

—Mjmjm —asiente mientras se acomoda en la silla—. Leí esa cosa detalladamente.

—¿Y entre alumnos? —trato de sonar divertida.

—¿Alumno, alumno? Por supuesto. ¿Alumno- profesor? No, rotundamente no.

He allí otra línea que no voy a cruzar. Necesito un momento, a solas. Necesito reordenarme y evitar que mis piezas se rompan.

—Iré por allí —le digo mientras me levanto—. ¿Te quedas?

—Claro que sí —él sonríe—. No todos los días te encuentras con este tipo de chismes. Tienes que quedarte hasta el final de la escena para contar todos los detalles jugosos a los demás.

—¿Así que hoy no irás? —niego suavemente—. Yo pensaba compartir con alguien anécdotas de mi juventud, pero ya que no puedes llegar, alguien más será el beneficiado con mi sabiduría.

Me río. —Lo siento, tal vez otro día.

—¿Es tan mala la biblioteca? —pregunta—. Siempre dejan de llegar con el tiempo.

—Solo por hoy. Mañana ya estaré por allí.

—Entonces pasas por el mostrador, tengo unos libros que te podrían interesar.

—Nos vemos entonces, hasta mañana.

Me despido del encargado de la biblioteca y camino a cualquier parte del colegio en la que nadie me pueda encontrar con facilidad. Este día ha ido de mal en peor. No logro concentrarme, no he visto a Marisol en todo el día y la inmadura parece estarme evitando. La clase con Elliot no fue la peor del día; logré ignorarlo y cuando hablé con él sobre tareas y proyectos todo fue profesional. Sus ojos no pidieron explicaciones y los míos hicieron lo mismo. La peor clase del día se la lleva la clase de literatura con la profesora Viviana. La sonrisa que cargaba la mujer era de pura vanidad, me sonría con demasiada calidez, como si se burlara de mí por saber algo que ella no. Supongo que en realidad ninguno de los dos nos vio espiándolos en uno de los jardines con Luis.

Mi primer instinto fue irme a refugiar en la biblioteca. Posiblemente Elliot no irá hoy, no tiene por qué. Pero de todos modos, no quiero ir por ahora a aquel lugar. Decido finalmente sentarme en un pasillo oscuro que lleva a los bóvedas de limpieza. Nadie tendría por qué molestarme ahora. Saco el libro que debo leer para mañana gracias a la profesora Viviana, antes de comenzar a leer dejo la alarma para saber a qué hora salir a encontrar el bus. No sé si Marisol me llamará hoy. Así que, mejor prevenir.

—La biblioteca es más cómoda.

Quiero cerrar los ojos, pero finjo seguir leyendo. —A veces es bueno hacer un cambio.

—Claro —no se acerca, pero puedo sentir sus ojos sobre mí—. ¿Sabes que en algún momento tendremos que hablar de todo lo que ha pasado, no?

—En algún momento puede ser una expresión flexible.

—Adria —veo a Elliot—. No hagamos esto. Son demasiados malentendidos.

—Te propongo algo.

—Te escucho —se cruza de brazos.

Meto todas mis cosas a la mochila y me levanto. —Por ahora lo de ignorarnos funciona para mí. Hablemos de esto el sábado. Así nos damos un descanso de todo esto —lo que sea que esto sea.

—¿Hasta el sábado? —un músculo en su mejilla salta—. Supongo que puedo esperar un poco más para escuchar tu justificación. Me mentiste.

Espera un segundo. —¿Qué? —lo señalo—. Tú me mentiste.

—¿O sea que el tipo que tenías abrazado no es nadie? Me mentiste. Dijiste que no había nadie. ¡Y mírate! Abrazada con un tipo en una fiesta universitaria.

—¡Eso no es así! Estás asumiendo. Estás asumiendo lo peor. ¡Él es un amigo! —lo pienso mejor—. Y a todo esto, ¿por qué tendría que importarte?

—Porque... porque eres mi amiga.

—Perdóname amigo, por no confiar esto en ti cuando estás saliendo con la tipa que me quiere fuera del colegio. Perdóname por tratar de ser sincera contigo cuando tú ni siquiera me puedes decir que relación tienes con mi pasado. ¿No recuerdas tu gran secreto?

—No estamos hablando de mí.

—¡Exacto! —grito y él ve hacia atrás para asegurarse que nadie escuchó—. Huyes. Cambias de tema cuando todo se vuelve complicado.

—Adria... —se ve tan demacrado como yo me siento.

—¿Recuerdas cuándo me escribiste diciendo que cuando estuviera lista te alejara? —camino fuera del pasillo—. Te estoy tomando la palabra. Aléjate hasta el sábado al menos —mi hombro golpea con fuerza contra su cuerpo cuando paso cerca de él. 

Continue Reading

You'll Also Like

106K 468 40
Y aquí vamos de nuevo
13.5K 749 10
TRADUCCIÓN DE WE ARE. Nuestro primer encuentro puede que no sea tan impresionante. Pero si nos encontramos la próxima vez "¡¡¡Definitivamente te sald...
104K 9.3K 31
Eliza Jones y Stella Lambert son el prototipo de: "personas correctas en el momento equivocado", pues sus vidas habían coincidido en preparatoria, cu...
4.3M 246K 105
Libro uno de la Duología [Dominantes] Damon. Un hombre frío, amante de los retos, calculador... decidido. Se adentra en un mundo desconocido, donde l...