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— Aléjate de él.
Kanda había roto el silencio de la noche, obviamente no utilizó el mejor de los tonos para dirigirse hacia mí.
— ¿Disculpa? —Él se encontraba agachado, apoyado en la pared debajo de una ventaba que daba a uno de los cuartos de los mineros.
— Deberías alejarte de ese tipo, hay algo de él que no me agrada.
— De enserio, ¿Y hay alguien que te agrade? —Incliné mi cabeza para poder verlo.
— No estoy hablando de eso, idiota.
— Yo también te quiero.
En ese momento espere su contestación pero sólo se quedo en silencio.
— Hey, no te quedes tan callado, me incomodas... Más de lo normal.
Él sólo seguía en silencio, con mi pie comencé a mover su pierna como si se tratara de un cuerpo muerto, con una gran cara de fastidio tomó mi tobillo y lo levantó en el aire como si fuera una pluma haciéndome caer al suelo, sentí como la piel de mis codos se desgarraba al igual que la ropa en ese lugar, un gran ardor inundó esa zona.
— ¿Qué haces? ¡Idiota! Eso no era necesario.
Estaba realmente molesta y él sólo volteo su rostro mientras bufaba. En un intento por proteger mi cuerpo había caído sobre mis codos, rompiendo así parte de mi ropa además de que las heridas abiertas permitían que la sangre se mezclara con la suciedad de la tierra del suelo, todavía podía sentir el ardor de la caída. Kanda se levantó de su lugar y comenzó a caminar a la oscuridad, en silencio como siempre, solo en silencio. Él era realmente egocéntrico y egoísta pero creo que su ego se lo había ganado por su fuerza y su egoísmo por lo mismo, ya que él podía hacerlo todo sin ayuda de nadie. Supongo que no le agrado... Para nada.
— Está bien que no le agrade pero no debería ser tan obvio, ni mucho menos tratarla así.
— Lo sé, a veces es frustrante —le respondí aquella voz que había salido de la nada, levanté la mirada y me encontré con aquellos enormes lentes —. ¡Tyki! —Inmediatamente tape mi boca por haber gritado en medio de la noche.
— No te preocupes, mis compañeros son de sueño pesado no los despertaras por algo así. Espera un momento.
Él había hablado desde la venta, entró su cabeza adentro de la habitación de nuevo y luego salió por la puerta acompañado de una pequeña caja de madera. Caminó hacia mí y me extendió su mano para ayudarme a levantarme.
— ¿Te duele? —Me preguntó amablemente mientras nos dirigíamos al comedor de la mina, con suma amabilidad me hizo sentar en una de las sillas.
— No, ya no. No te preocupes.
Tyki en silencio abrió la caja de madera, sacó alcohol y unas gasas para limpiar la herida. Él era bastante atento.
Me preguntó si tanto le molesto a Kanda, sólo suelo hacer chistes porque quiero estar más cerca de él, al igual que con el resto del grupo, aunque él me vio de mala manera desde el primer momento en que entré a la Orden Oscura. Tal vez sólo me odia y ya, es una cuestión de química entre las personas.
— La mirada siempre arriba, señorita exorcista. —Tyki me había sacado de mis pensamientos, con su mano había tomado mi mentón para levantar mi vista. Sin darme cuenta había bajado la mirada y él lo notó. Es tan atento...
— Lo-lo siento. —Tartamudee y ni si quiera sabía por qué, él soltó una pequeña carcajada que me desconcertó.
— ¿Qué sucede? No pareces ser la misma exorcista de siempre.
— Pues... Pelea interna. —Dije mientras me revolvía mis cabellos.
— Ya veo, aun así a las mujeres hay que tratarlas con cuidado.
— Supongo que si... Aunque creo que yo comencé o eso supongo.
— Aun así —dijo Tyki mientras hacía que levantara mis brazos para poder ver las heridas y limpiarlas —una mujer debe cuidarse y no tener un cuerpo con cicatrices.
— Tsk, entonces te horrorizarías al ver la piel de mi cuerpo. —Debo decir que luego de muchas peleas, no de todas ellas salí sana y salva o sin ninguna cicatriz.
— Créeme, si me dejaras besaría a cada una de ellas —acotó serio mientras dirigía su mirada hacía mí a la vez que lo decía como si nada hubiera pasado, me quedé petrificada viéndolo a los ojos a través de aquellos vidrios gruesos pero soltó un poco de aire y comenzó a reír —Hubieras visto tu cara.
— Oye, no es gracioso. —Me quejé, me la había creído.
— Claro que sí. —Él seguía riendo como si nada.
— Claro que no. —Bufé.
— No sé qué pasa entre ustedes— Las carcajadas de Tyki iban parando poco a poco— pero no dejes que te desanime eso. Aunque el Espadachín tenga sus días malos tus otros compañeros parecen muy amigables y amables. No permitas que ellos se entristezcan.
— Sí, claro. —Le contesté con una sonrisa.
— Son exorcistas imagino que deben tener mucho de lo que preocuparse sería malo traerles una nueva preocupación. Cuando tengas un problema no dudes en venir a decírmelo —él minero me sonrío amablemente mientras tomaba una de mis manos entre las suyas —no dudes en depender de mí, nunca está de más dejarse caer en otros y me gustaría que aunque sea una vez pudieras depender de mí, señorita exorcista. —Creo que este hombre nunca dejaría de sorprenderme.
— Dependiendo de un civil, eso es patético. —Entre el silencio del comedor resaltó la sobrepotente voz de Kanda e inmediatamente Tyki se levantó de su asiento.
— Señor espadachín tengo una pregunta para hacerle, ¿No cree que está mal tratar a una mujer así? —Le preguntó con una sonrisa y parecía no tenerle miedo.
Tyki comenzó a caminar hacía él mientras que Kanda parecía que se lo iba a comer con la mirada pero aún así estaba anonadado por su actitud, porque eran muy pocas las personas que se atrevían a hablarle de esa manera, esto no iba a terminar muy bien. Sin querer ser menos, Kanda también se empezó acercar a Tyki y sólo un puño cerrado fue suficiente para tirarlo al piso, sus lentes habían volado por el aire pero Kanda estaba dispuesto a ir por más.
— ¿No ves que es un civil? —Me queje mientras empujaba al exorcista por el hombro para detener su paso.
— Él empezó. —Se quejó.
— ¿No puedes pararte a pensar un poquito las cosas? Es un civil, ¿Qué pasaría si un día llega una niña y te molesta? ¿Activarías a Mugen y listo? ¿Atacarías sin más?
Él, como siempre, sólo chasqueo la lengua, me dio la espalda y comenzó a caminar. Seguí su camino, lo tomé del hombro y lo obligué a darse la vuelta para que me mirara a los ojos.
Se volteó, aunque estuviéramos en el comedor y unas pocas luces estuvieran encendidas, las sombras contorneaban los delicados rasgos de su cara y sus cejas fruncidas, estaba molesto.
— Pídele disculpas aunque sea. —Me quejé mientras lo tomaba del brazo como si eso fuera a impedir que se fuera.
— ¿Disculpa?
— Pídele disculpas o ¿Qué? ¿No tienes modales?
— Oh, la niña quiere pelear.
Su entrecejo fruncido se volvió en una burla acompañado de una sonrisa estúpida.
— ¿Crees que me puedes ganar? —Se acercó un poco más a mí —No te creas tan superior cuando lo único que sabes hacer es coquetear con hombres por las noches.
En ese preciso momento mi mano se movió sola, cuando reaccioné ella ya estaba sobre su mejilla enrojecida, un sonido seco de un cachetazo había resonado en el lugar. Kanda no tenía reacción alguna, me di cuenta de ello ya que su cara aun estaba de costado por el impacto, y se quedó así por unos segundos, hasta que reaccionó dirigiendo su mirada hacia mis ojos, en ese preciso momento sabía que estaba muerta porque me observó peor que la vez anterior. En sus ojos se notaba el odio. Ya me había encomendado a Dios, ya daba por terminada mi existencia en la tierra pero él simplemente se volteo y salió hacia afuera del comedor.
Eso me había tomado de sorpresa, lo seguí con la mirada hasta que cruzó la puerta. Creo que me propase... Estaba pensando en ese momento en que, tal vez, debía pedirle disculpas, él había sido bastante brusco pero creo que eso no era escusa para pegarle. Estaba parada como una estúpida observando la puerta por la cual se había ido pero algo me sacó de mis pensamientos. Una mano que se colocó sobre mi hombro y el más profundo de los miedos se apoderaron de mi cuerpo, una sensación pavorosa y horrible que me provocó saltar hacia el frente mientras tomaba mi muñeca para activar mi inocencia. Voltee hacia atrás con mi rostro lleno de pánico dispuesta a pelear contra aquella cosa detrás de mí, pero allí no había nadie más que Tyki, quien me miraba con sorpresa y con las manos al aire sólo musito un:
— ¿Estás bien? —Estaba perplejo por mi acción, creo que pelearme con Kanda me afectaba más de lo que creía.
— S-si, si. Lo siento mucho.
Mi respiración se había acelerado, tomé con mi mano la tela que cubría el lugar donde estaba mi corazón y la encerré en un puño, mi pecho dolía porque mi pulso iba a mil por hora, mi instinto de supervivencia se había activado por eso en ese momento tenía miedo mucho miedo. Porque por unos momentos pensé que iba a morir.
Gracias por leer♥ Y perdón por la espera u.u
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