"Demonios, ya es tarde..."
Pensé mientras miraba el reloj en mi muñeca, el tráfico no ayudaba, aunque de todas formas Alessa no era de las que solían salir temprano de la escuela. O por lo menos no lo había hecho las últimas tres veces que intenté recogerla, por un lado me alegra, después de todo es precavida y no acepta viajes de "extraños". Aunque por otro lado puede que eso que yo confundía con precaución fuera realmente odio hacia mi, cosa que de alguna forma encontraba razonable mas no por eso menos dañina hacia mis sentimientos.
Después de todo yo era su madre, y lo quisiera o no, debería confiar en mi ¿o no? Bueno, a decir verdad, supongo que diez años de abandono no son lo que una madre responsable haría. Comienzo a sonar como Uriel pero creo que tiene razón, aunque realmente fue si no hubiera sido por ella, si no hubiera sido por su dichosa...
"¡¡¡Con un demonio!!!" Grito dentro de mi auto y toco el claxon, el es****do conductor de adelante se quedó parado y la luz había cambiado desde hace un rato. Finalmente se mueve y consigo salir del embotellamiento, la escuela de Alessa no queda muy lejos por lo que debería llegar más o menos a tiempo.
Finalmente llego a la escuela y me estaciono en un lugar visible, salgo y me recargo en el cofre por si esta vez decide querer hablar, por fin la veo saliendo del edificio. Viene otra vez con su amigo ¿cómo dijo que se llamaba? ¿Hortencio? No lo recuerdo bien, pero creo que ya notó mi presencia. De pronto se aferró a él como si quisiera usarlo de escudo... me trae tantos recuerdos...
Fue en el primer año de preparatoria, aunque recuerdo haberlo visto desde hace mucho tiempo antes, él era un chico normal, no era el más guapo pero a más de una nos tenía atrapadas en su encanto. Su sonrisa, su cabello, incluso su ropa, lo tenía todo desarreglado en perfecta sincronía con su tranquila personalidad.
Yo por mi parte y por presión de mis padres era un poco más seria, estudiosa, prácticamente el tipo de chica tímida que pasa desapercibida para el mundo. En ése entonces tenía miedo de hablar con él, "seguramente no soy su tipo" pensaba, hasta que un día...
- Buenas noches señor Green -dijo el profesor con un toque sarcástico al verlo llegar por la puerta.
- Lo siento -contestó jadeando- se paró el tren y bueno, fue todo un caos ¿Puedo pasar?
- Está bien -dijo el profesor sin darle importancia- consiga una pareja y que le explique que es lo que vamos a hacer
Él agradeció e inmediatamente comenzó a escanear con la mirada el salón en busca de alguien con quién trabajar. No se si fue por obra del destino pero justamente ese día mi amiga había faltado y me encontraba sola y particularmente apartada del resto, supongo que por eso fijó la vista en mí. Sonrió y yo me sonroje para inmediatamente desviar la mirada, sin ninguna invitación se acercó a mí:
- Hola, ¿estás sola? ¿Puedo trabajar contigo?
- Emmm... sí... si quieres -contesté con una temerosa voz entrecortada.
- Menos mal -respondió- ya de por sí voy terrible en esta materia como para perder otro sello.
- S-si quieres... -dije con una voz apenas perceptible.
- ¿eh? ¿Dijiste algo?
- Digo que si quieres... -repetí con un tono más fuerte- si quieres... yo puedo ayudarte...
- ¿En serio? De verdad te lo agradecería un montón -dijo con un tono emocionado- por cierto, me llamo Uriel y tú eres Erika si mal no recuerdo -sentí como mi estómago se revolvia al escuchar que el chico que me gustaba conocía mi nombre, asentí para confirmarlo y él me contestó con una sonrisa. Aquella fue la primera vez que hablé con Uriel, la persona que tiempo después formaría una parte importante de mi vida, aunque no de la misma forma y no como realmente me hubiera gustado...
Finalmente se acercó el muchacho Hortencio casi arrastrando a Alessa hacia mí y con un gesto de obvia desesperación, finalmente se fue. Miré la escena un poco atónita porque si bien quería hablar con Alessa, también quería que fuera voluntariamente. Ella se cruzó de brazos y fijó la mirada en otro lugar, yo la observe mientras me preguntaba "¿De verdad así la educó Uriel?". Hubo un silencio hasta que finalmente ella decidió romperlo:
- ¿Y bien? -esto desembocó en una conversación que prefiero resumir para no aburrir al lector, pues terminó en que ella aceptó salir conmigo para poder ser 'amigas' más que madre e hija. Puede que no fuera un gran logro, pero para mí era un avance y realmente me alegraba de haberlo hecho. Nos despedimos y ella se fue a la parada del autobús sin siquiera dejarme invitarla a llevarla, me subí al auto y conduje hasta mi siguiente destino.
Había quedado de verme con Katarina, mi vieja amiga de preparatoria. Al contrario de mí en esos días, ella era de tipo de chicas alegres y gritonas, hablaba mucho aunque no siempre de cosas importantes, siempre estaba al día con el último grito de la moda y en ése entonces tenía cierta fijación por los deportistas, cosa que en ése tiempo agradecí pues era menos probable que se fijara en Uriel.
Sorprendentemente no había cambiado mucho, pues en cuanto me vio soltó un grito de emoción al cual yo no respondí de la misma forma puesto que me parecía algo vergonzoso.
- ¡Amiga! ¿Hace cuánto que no nos vemos? Veo que eres inmune al tiempo, no aparentas más de 40 años
- Ammm... de hecho tengo 35 -contesté un poco confusa ¿de verdad tan mal me veía?
- ¡Oh! Vaya... esto sí que es incómodo... como sea tenemos que ponernos al día en TODO -tomó mi muñeca y me jaló a la tienda de ropa más cercana comenzó a hablarme de su vida sin escatimar detalles.
No pienso citar todo lo que me dijo porque una vez más es intrascendente para nuestra historia y no pienso aburrirlos con la vida de una persona que nunca van a conocer en su vida. En resumen, no se calló hasta que finalmente paramos para comer.
- ...¿Y tú que me cuentas? -recordó respirar, supongo- escuché que te casaste con Uriel.
- Seeeee... aunque tal parece que no eramos el uno para el otro...
- ¿Qué? ¿Porque? ¿Te engañó y te abandonó? Ese hijo de... -noté un poco de odio en su voz.
- ¡No! O bueno sé, ¿eso se considera engaño?
- ¿De que hablas?
- ¿Recuerdas a esa chica que llegó en nuestro último año de preparatoria?
- hmmm... creo que sí, si no mal recuerdo él anduvo con ella un tiempo mucho antes que tú.
- Así es, pues resulta que al final no pudo superarla y, aunque intentara ocultarlo, yo sabía que no me amaba tanto como la amaba a ella por lo que eso creó conflicto entre nosotros
- No me digas ¿y que hiciste ?
- Pues... me fui
- O sea, lo abandonaste
- Sep
- ¿y te divorciaste?
- En eso estamos...
- ¿Y que les falta?
- Saber quién se queda con Alessa
- ¿Alessa?
- Mi hija...
- ahhh ¿Tienes una hija?
- Sep
- Pero no creo que haya tanto problema, habla con él y lleguen a un acuerdo que los beneficie a los dos...
- Ya hable con los él pero todos dicen que los abandone mucho tiempo.
- Unos meses no hacen daño a nadie ¿Cuanto fue?
- Diez...
- ¿Qué son diez meses?
- ... años -al escuchar esto escupió el vino que estaba tomando, me parece que le sorprendió saberlo.
- ¡¿Es en serio Erika?!
- Ojalá fuera mentira -dije mientras pegaba mi frente contra la mesa en señal de tristeza y desesperación.
- Pero ¡hey! Mira el lado positivo... -guardó silencio un rato.
- ¿Y bien? ¿Cuál es el lado positivo? - separé la mirada de la mesa al ver que no decía nada más.
- No... eres... ¿calva?...
- ¡Eso no ayuda! -regresé la frente a la mesa. Hubo un silencio y luego ella volvió a hablar.
- Pues mira, yo no se tú -agarro su bolso en busca de algo- pero creo que cometiste un grave error al abandonar así a tu hija por lo que no creo que sea tan fácil recuperarla... -sacó un par de billetes de su bolsa y los puso en la mesa- en fin, yo me tengo que ir pero si necesitas cualquier cosa llámame -asentí y finalmente se fue. Llegando a casa me acoste en la cama y me puse a reflexionar sobre lo que estaba pasando...
"¿Realmente era tan malo lo que había hecho? "