Solo soy una Greengrass. (SSG)

By keranaspell

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Marlee Potter, definirla en una frase es simple. Ella es el fin, y el inicio. More

Reparto.
Yo soy.
CapĂ­tulo 1. Rayos y pesadillas.
CapĂ­tulo 2. ÂżMe estĂĄs ocultando algo, madre?
CapĂ­tulo 3. Jerome y sus inoportunas visitas.
CapĂ­tulo 4. Una invitaciĂłn difĂ­cil de rechazar.
CapĂ­tulo 5. Casi muero... otra vez.
Capítulo 6. Fue un sueño o no, esa es la cuestión.
CapĂ­tulo 7. Ambas nos ocultamos cosas.
CapĂ­tulo 8. DĂ­a de gritos, noche de monstruos.
CapĂ­tulo 9. Mi obsesiĂłn por pelĂ­culas y series viejas.
CapĂ­tulo 10. Me mentiste toda la vida.
Capítulo 11. Descargas eléctricas.
CapĂ­tulo 12. Peleando con el rey de dioses.
CapĂ­tulo 13. Eres mi verdadero padre.
CapĂ­tulo 14. En el Ferrari/Sol.
CapĂ­tulo 15. Yo no soy ella...
Capítulo 16. Mi fría y solitaria cabaña.
CapĂ­tulo 17. MamĂĄ llegĂł al campamento.
CapĂ­tulo 18. ÂżAlgo mĂĄs que confesar?
CapĂ­tulo 19. MĂĄs y mĂĄs explicaciones.
CapĂ­tulo 20. Tu novio es un tierno, y tu tĂ­a..
CapĂ­tulo 21. Noticias, cambios y ataques.
CapĂ­tulo 22. Hace tiempo...
CapĂ­tulo 23. Mi hermano y su sorprendente don.
CapĂ­tulo 24. Enfadamos a un dios con mal aliento.
CapĂ­tulo 25. MĂĄs que un nombre, una norma que saltaremos.
CapĂ­tulo 26. Sobrevuelo Hogwarts.
CapĂ­tulo 27. Maldito sea.
CapĂ­tulo 28. Un tipo loco quiere pelea
Capítulo 29. ¿Qué he hecho?
CapĂ­tulo 30. Una decisiĂłn de nueva vida.
CapĂ­tulo 31. ÂżHermanos?
CapĂ­tulo 32. Socializando.
CapĂ­tulo 33. Choque de iguales.
Capítulo 34. Pasado o presente, sueño o no, igual duele.
CapĂ­tulo 35. Mis labios rozaron los dedos de la muerte.
CapĂ­tulo 36. El idiota ayudĂł a salvarme.
CapĂ­tulo 38. DĂ©jĂĄ vu y...
CapĂ­tulo 39. Dilemas de familia.
CapĂ­tulo 40. Maldiciones y encantamientos secretos.
CapĂ­tulo 41. El luchador gigante...
CapĂ­tulo 42. Celos de hermanas y...
CapĂ­tulo 43. No puedo recordarlo...
CapĂ­tulo 44. Estaba demasiado bien y...
CapĂ­tulo 45. El Ășltimo que faltaba.
Capítulo 46. Señor sonrisas.
CapĂ­tulo 47. Último guiño de luz.
CapĂ­tulo 48. La pareja perfecta en desacuerdo.
CapĂ­tulo 49. Dejarlos es lo difĂ­cil.
CapĂ­tulo 50. El descenso sĂłlo necesita...
CapĂ­tulo 51. El veneno se expande...
CapĂ­tulo 52. Ahogada entre fantasmas del pasado.
CapĂ­tulo 53. El chico que guardaba muchos secretos.
CapĂ­tulo 54. Marlee Potter estĂĄ de vuelta.
CapĂ­tulo 55. Los Greengrass reunidos.
CapĂ­tulo 56. Las mentiras duelen mĂĄs cuando lo que sientes es real.
CapĂ­tulo 57. Y solo la luz los podrĂĄ salvar.

CapĂ­tulo 37. Dos llegadas inesperadas y...

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By keranaspell

Capítulo 37. Dos llegadas inesperadas y un golpe al órgano bombeador de sangre.

Haciendo la cuenta regresiva, me faltaba una semana y media para volver a casa. No es que iba a dejar el campamento por ser terriblemente buena en todo (quiten el "buena") o por ser una rebelde, sino porque se acercaban las fiestas y debía pasarlas en casa.

— ¿Por qué festejan Navidad si es una fiesta de otra religión? —pregunto mientras acarreamos las fresas hacia la camioneta.

—En casa festejamos muchas cosas —dice Aika caminando a mi lado y tomando una fresa de mi caja para luego comerla—. Por parte de mamá, de papá... La mía. Ya sabes, la vida real de una familia internacional.

—Oye, si no estás ayudando al menos no te comas la mercancía —le reprocho frunciendo el ceño, mis brazos temblaban por llevar una miserable caja y habían otros que llevaban hasta tres.

—Soy débil, lo siento —se avergüenza y esconde las manos tras la espalda—. Son deliciosas.

—Sí... —miro a los lados—. Ahora pon una fresa en mi boca.

Ríe y lo hace. Ciertamente son deliciosas. Disfruto el sabor hasta que me quitan la caja y me quedo con la boca llena mirando ceñuda a Lloyd.

—No comas la mercancía —repite mis palabras y termina el trayecto hacia la camioneta.

—Parece que te odia...

—Eres tan observadora, Aika —sacudo las manos en mis pantalones, estoy mosqueada, es la segunda vez que lo hace. La primera me quitó la caja diciendo que soy una debilucha y que desperdiciaría las fresas cuando cayera.

—No me hables con sarcasmo, sabes que me duele —reclama y hace un puchero—. ¿Me acompañas a la playa o volverás a traerle una caja a Lloyd?

Le miro con odio, ella suelta una risita y retrocede.

—Vamos a caminar —decido y doy zancadas lejos de la camioneta—. Juro que un día de estos ustedes dos despertarán con la cabaña ardiendo en llamas.

— ¿Y yo por qué? —chilla correteando tras de mí—. ¡Si sabes que te quiero!

Quiero reír por su desesperación, pero sigo con mi expresión molesta sólo para asustarla.

—Porque me dijiste que no parecía un espécimen femenino —me volteo a verla con una ceja en alto, ella comienza a balbucear—. También me molestas con Attis y...

—Pero tú y él se ven lindos, no puedo evitarlo.

—Ugh, voy a vomitar —hago una mueca.

— ¿Qué hay entre tú y Attis? —casi grito cuando Daniel sale de la nada y pregunta eso, me mira indignado—. Pensaba que confiabas en mí, pero ahora te veo en medio del campamento revelando cosas...

—Inciertas —completo, fastidiada—. Aika es quien se hace novelas en la cabeza. Attis es un dolor de trasero, pero me ayuda a ser responsable —admito, en tono sabiondo.

Me miran, yo casi estoy segura de que van a dejarlo, pero Aika abre la boca.

—Hay amor.

—O habrá amor —Daniel choca los puños con ella.

—Quiero matarlos —susurro cerrando los ojos.

Respiro hondo contando hasta diez. No estoy para que me emparejen con un chico. Ni siquiera pienso hacerlo yo misma. La última vez que me gustó realmente un chico, él terminó siendo novio de mi mejor amiga... Bea, oh, la extraño. Evitar pensar en ella y los demás funcionó para que me mantenga tranquila aquí, pero ahora recordarlos me abruma.

—Extraño mi casa —admito cuando caminamos a orillas del agua—. Extraño el colegio incluso. Pero ya no volveré.

Antes rogaba para dejar de ir, ahora extraño despertar gracias al olor del perfume de una compañera, o el tener que sacar a Bea de la cama para no llegar tarde. Señora Bruce, incluso la extraño a usted y sus ojos intimidantes.

—Eso suena genial para la letra de una canción —me dice Attis mientras junta las piedritas para lanzarlas al agua, se nos unió apenas llegamos. Él carraspea un poco—. Lo extraño, quiero estar ahí... Pero ya no volveré —canta con asombrosa armonía.

Me quedo mirándole sorprendida al igual que Aika y Daniel, Attis está sonriendo hasta que nota nuestras caras.

—Uh, ¿por qué me miran así? ¿nunca escucharon a alguien cantar? —se voltea y noto sus mejillas rojas—. Ahora ya no lo volveré a hacer.

—A Marly seguro le gusta —suelta Aika y le doy un zape en la nuca, ella se queda con la boca abierta.

— ¿Cómo es que te conozco hace tanto tiempo y no te he escuchado cantar? —dice Daniel un tanto indignado.

—Porque no canto todo el tiempo... Como Lía de la cabaña siete... La otra vez me cantó para pedirme papel higiénico —comenta, y le creo, esa chica se la pasa cantando. Al principio todo bien... Ahora me dan ganas de cortarle la lengua.

Entonces me tumbo en la arena de golpe con expresión abatida.

—Bea cantaba genial —la recuerdo revoloteando por el cuarto con un cepillo en la mano—. Y no me daba ganas de matarla cuando lo hacía... No siempre.

Abrazo mis piernas y suspiro, ellos se sientan junto a mí formando una especie de círculo, más bien cuadrado. Aika estaba frente a mí y me sonrió un poco.

—Ya volverás a verla, no te preocupes.

—Siento que ha pasado una eternidad desde que la vi —admito intentando devolverle la sonrisa—. Desde que la conocí jamás hemos estado separadas tanto tiempo.

—... Marlee está sensible, eso no lo vemos todos los días —susurra Daniel y Attis asiente, ambos con caras de idiotas. Pues sí, los golpeo con ganas—. Bueno, ya terminó.

—Todos extrañamos nuestros hogares —determina Aika mirando la arena mientras dibujaba una especie de... Cosas raras japonesas.

Daniel se acomoda recostándose en la arena —Yo no, estoy en mi hogar.

—Yo tampoco extraño tanto mi casa que digamos —me fijo en Attis, tiene el ceño fruncido y proyecta un aire de enojo que nunca antes había visto en él—. Y ellos tampoco deben extrañarme, fueron los que me pusieron aquí.

El silencio reina unos segundos, parece ser la hora de descubrir secretos de Attis.

— ¿A ti te trajeron aquí? —frunzo el ceño—. ¿Tu padre sabía lo de los semidioses?

Sube la mirada y parece notar que estuvo siendo muy sincero. Se rasca la mandíbula en gesto nervioso.

—Digamos que sí.

Estaba a punto de preguntar algo más, me estaba picando la curiosidad. Entonces siento un hormigueo en la espalda y volteo. Una rubia despampanante me miraba con una sonrisa conteniendo un grito. Abro los ojos a más no poder y lucho para levantarme y correr hacia ella.

— ¡Beatrice Graunt! —grito rodeando su cintura con mis brazos e intentando levantarla, ambas acabamos en el suelo riendo como idiotas—. ¡¿Y tú qué diablos haces aquí?!

—También soy especial, no te creas —me recuerda y rodea mi cuello para abrazarme—. Oh Merlín, te he extrañado, maldita bastarda. A ti y a tu piel suave.

Ignoro que me ha manoseado ante público y me separo sonriendo. Toda su expresión brilla, pero sus ojos hinchados y rojos son extraños. ¿Lágrimas de felicidad? No fue eso.

—Yo también te extrañé, prostituta de cuarta. A ti y a tu cabello cuyo color detesto y amo —sonríe mientras la despeino—. ¿No deberías estar en un aula ahora?

Pierde un poco de brillo, nos levantamos y suspira. Definitivamente hay algo mal.

—Debería, pero en la madrugada una chica asquerosa se me apareció en la cocina, intentó freírme  y... Te juro que si esos elfos no me ayudaban, ahora iba a ser como el pollo frito —relata.

— ¿Qué diablos hacías tú en la cocina durante la madrugada?

—Umm, bueno... Comer, ya sabes —balbucea, baja la mirada un momento. Eso no es normal—. Hubo un problema y yo... Yo quería olvidarlo. Funcionó, hasta hace un rato sólo pensaba en mí y esa enorme olla llena de aceite caliente.

Poso una mano en su hombro sonriendo de lado, como si eso fuese a reconfortarla. Entonces sucede algo que me descoloca, Bea se separa incómoda y sin mirarme a la cara. ¿Qué le pasó? ¿Por qué de repente actúa así?

Los demás se acercan a saludar, los presento vagamente y dejo que ellos mismos hagan su magia. Bea mira con desconfianza a Aika, intenta intimidarla. Es muy posesiva y debe estar marcándome como algo suyo luego de notar que mi pequeña albina entrelazó nuestros brazos con total confianza. Aunque me agradaba esa atención, había algo dentro de mí que no quería que ese par se llevara mal, entonces intervine.

Pasamos un rato juntos hasta que al fin pude estar a solas con Bea, aproveché para interrogarla.

—Dime qué pasó, Bea... Y no hablo sobre el pollo frito —exijo cruzando los brazos.

Ella respira hondo, evade mi mirada muchas veces hasta que al fin se atreve a hacerme frente.

—Jerome —su nombre causa un revoltijo en mi interior, pero me mantengo firme e indiferente—. Él... Agh, él.

— ¿Qué hizo? Voy a matarlo —declaro—. No con magia, ni con una espada... Voy a usar mis manos.

Iba a seguir con mi plan, pero ella me interrumpe un tanto enternecida.

—Es lindo que quieras matarlo... Yo quise matarlo —vuelvo a notar la tristeza en ella—. Hace poco él... Bueno, comenzó a actuar extraño. Un día apareció en el comedor como siempre, pero no se sentó junto a mí, tardó en hacerlo y sólo... Sólo... Preguntó por ti.

— ¿Por mí? —pregunto sin ocultar mi asombro. Él y yo nunca fuimos buenos amigos, ¿por qué preguntaría por mí?

—Sí. Le dije que tú ya no ibas a colegio a partir de este año y él se rió diciendo que ya habías ido... Marly, comenzó a actuar como un loco —ríe amargamente—. Decía que yo no era su novia, ni de chiste.

— ¿Perdón? —siento cierto odio invadirme.

—Decía que su novia eras tú —susurra, mi corazón late como loco e intento, por primera vez, devolverle la mirada con dificultad—. Todo era sobre ti. Prácticamente me restregó en el rostro que sólo te quería a ti.

Me quedo sin palabras. Sólo parpadeo estupefacta. ¿Yo? ¿Es en serio? Él me detestaba. Su maldito mundo era Bea, no yo.

—Era su forma de cortarme con estilo —culmina mi amiga y se limpia los ojos—. Lo odio.

—Yo igual —murmuro.

Entonces sonríe, recomponiéndose.

—Pero basta de cosas tristes que no lo valen... ¡Habla del chico rubio y tú!

De inmediato pongo cara de molestia.

— ¡Que es mi amigo, maldición!

***

Me quedo con la boca abierta luego de ver a Bea con el arco y flecha. Pues tenía que ser hija de Apolo, era genial con ello. Yo... Yo seguía en modo aprendiz, penalizada por atravesar la mano de mi instructor hace un par de días. Conste que él se puso en el camino.

—Eres asquerosamente buena en esto —digo con envidia y molestia, no me agrada no ser superada.

—Apenas lo descubro —exclama ilusionada y va a por más flechas.

Ruedo los ojos y volteo a mirar las otras zonas del campamento. Tanto tiempo y aún no me adaptaba a eso. Creo que no estoy hecha para estar aprendiendo en la multitud.

Cuando noto que Bea en verdad ha congeniado con sus hermanos y hermanas decido retirarme de esa zona. Camino hasta llegar a la colina. Miro el lugar ansiando poder ir por allí y al fin volver a casa. Imagino el momento durante unos minutos, luego decido que ya debería volver. Pero un movimiento allí arriba llama mi atención.

Avanzo, a cada paso que doy el cielo se oscurece más y más. Cuando al fin llego a la punta una especie de tormenta espontánea se ha formado. Hay una muchacha pálida y de cabellos negros gritando en el suelo. Un sátiro intenta calmarla, ella no deja de llorar y está casi bañada en sangre.

— ¡Mis padres! ¡Mis padres no están muertos! ¡No lo están! —grita a todo pulmón, me eriza la piel.

El sátiro me da una mirada de auxilio y me acerco para sostenerle los brazos, comenzaba a lastimarse las manos por golpear al suelo. Ella levanta la vista, sus ojos de un azul eléctrico chocan con los míos y el aire parece cambiar. El sátiro grita de dolor y sale despedido para atrás gracias a una luz que emanó de ella.

No deja de llorar, me mira sin notarme siquiera. Su mente está en otro lugar. Yo estoy estática. No hace falta mirar lo que brilla sobre su cabeza, ya sé que ella es hija de Zeus.

—Mis padres... Están muertos —termina comprendiendo, casi puedo sentir su dolor—. Alguien los mató.

Soy incapaz de producir algún sonido durante un buen tiempo, sólo me quedo mirándole mientras que la tormenta comienza y la lluvia se encarga de empaparnos. Ella parece calmarse en ese silencio, ahora sólo solloza mirando al suelo.

— ¿Cuál es tu nombre? —es lo único que atino a decir.

Se tarda pero responde —Odessa... Odessa Vrej.

Asiento, torpemente intento ayudarla a levantarse, ella termina prácticamente sobre mí. Miro con una mueca el camino hacia abajo.

—Voy a llevarte a la enfermería, Odessa. Te agradecería si no te desm... Bien, mierda, claramente soy una súper poderosa —gruño cuando sus piernas ceden y apenas puedo sostenerla estando inconsciente.

El sátiro inconsciente, la chica inconsciente. Yo no puedo con dos. Levanto la vista al cielo.

— ¿Por qué haces esto? ¡Ya era muy difícil sin que lloviera! —reclamo molesta—. ¡¿Tanto nos odias?! ¡Pues ayudaste a crearnos! ¡No vine porque quise! ¡Ni yo ni ella!

Siento mi sangre arder cuando la lluvia empeora. Saco fuerzas de algún lugar porque logro subir en brazos a la chica y bajar la colina con la menor cantidad de heridas. Al final choco con Lloyd, él me mira a mí y a Odessa frunciendo el ceño, me adelanto a él.

—Ve por el sátiro que está arriba... Yo puedo con ella.

No se queja porque le di una orden, creo que está tan descolocado como yo porque hay otra hija de Zeus. Llego a la enfermería sintiéndome débil, dejo a la chica en manos de los hijos de Apolo y me siento en el suelo dejando salir un largo suspiro.

Cuando pensaba que todo sería más o menos normal y que ya no tendría más emociones en mi vida. ¿Tenías que llegar, Odessa Vrej? La profecía hablaba de cuatro hijos de Zeus, ¿seremos nosotros? Eso me enferma.

—Hola John —saludo al hijo de Hefesto que parece una momia, estaba cerca y me recordó a mis días en la enfermería, aunque posiblemente no me haya escuchado.

— ¡¿María?! ¿Eres tú? —pregunta a los gritos—. ¡¿Trajiste mis bóxers?! ¡Espero que sean los suaves!

Eso al menos me hace reír un poco.

Odessa Vrej.

¡Hola queridas! Me tardé :'v ya lo sé. Estoy vieja, mi imaginación no es como antes xD okno

¡La cuarta hija de Zeus ha aparecido! Joder que ya quería que lo hiciera, meses con ella. Que le cambio el nombre cuchucientas veces y encuentro uno bien cool que me gusta (como para ser bien original, visteh xD) Y Grace Phipps ha sido la inspiración desde uno inicio ewe

Pero, ¿hasta acá llegan los hijos de Zeus? Sus espermatozoides son bien "juertes" no lo creo :v

¿Jerome recuerda a Marly y todo su noviazgo?... Pues sí, es obvio ah. Pero se jode el joven porque ella no lo recuerda y ahora lo detesta por lastimar a su amiga xD drama bien telenovela.

—Recuerdame, Marlee Maria Paz Potter de la Rosa. Yo te amo.

—No, Jerome Nicolás Juan Pablo Collingwood de los Jardines de Kensington (apellido más inventado). No hay algo que recordar, yo te odio.

:'( ¿por qué tanta crueldad?

Bueno, jojo, hasta luego, queridas.

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