Lunas escarlata

By DailyWho

137K 11.6K 1.1K

Segundo libro de la saga Cantos a la luna. Es necesario leer cualquiera de los dos anteriores libros para ent... More

Sinopsis.
Antes de la lectura:
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44.
Capítulo 45
Capítulo 46
EPÍLOGO.
EL PRINCIPIO DEL FINAL (AGRADECIMIENTOS)
ROBO DE LUNAS DE HIELO

Capítulo 22.

2.2K 234 42
By DailyWho

El cálido saludo de Adrián me dejó de piedra; en cuanto me vio se levantó del sillón en el que estaba para irme a abrazar, abrazo que, por cierto, no devolví porque no lo esperaba.

Le sonreí cuando se separó de mí, sorprendida, pero intentando no demostrarlo. Él parecía tan... normal conmigo, que sería raro yo ponerme a la defensiva, mucho menos cuando ni él ni el resto de la familia Lee me había hecho algo.

—Hace mucho no te veo.

—Lo mismo digo —respondí con educación, mirando a todos lados, esperando que Alan saliera de alguna parte. Lo miré, pretendiendo darle una sonrisa—. ¿Está lo está acompañando hoy?

Ladeó la cabeza, curioso y confuso.

—No, me pidió unos días. Pensaba que lo sabías.

¿Alan no les había mencionado nuestra ruptura? Abrí la boca para responder, pero nada llegaba a mi cabeza.

—Claro, yo solo...

Sus ojos se volvieron perspicaces.

—Creía que estaban bien, aunque desde hace semanas no los veo juntos... Entiendo que la actitud de mi hijo no sea la mejor ahora, pero debe ser el estrés de la universidad.

Me confundí y mi lado chismoso salió a flote.

—¿Su actitud?

Fue su turno de incomodarse. Era curiosa la manera en la que mi corazón se estrujaba cada que veía a Adrián a los ojos. El parecido entre él y sus dos hijos era innegable, pero al tener el cabello negro de Alan era como ver una versión más adulta de mi ex, si obviaba el hecho de que él tenía los ojos cafés en vez de ámbar.

—Creía que habías notado una actitud extraña en él. Mi esposa y yo lo hicimos la última vez que fue a la casa y digamos que las cosas no terminaron muy bien. Hace una semana no sabemos de él, pero pensábamos que estaba contigo... de hecho, pensé que te estaría acompañando hoy.

No le iba a decir que ya no estábamos juntos. No tenía la fuerza necesaria para volver realidad ante su familia nuestra ruptura. Así que la respuesta salió sin pensarla de mis labios, casi como si alguien más la hubiera instalado ahí.

—Debe estar con Kiona, creo que Axel volvía hoy.

Casi junto mis manos para agradecer que me creyó, pero sus palabras habían dejado un sabor amargo en mi boca y no sabía la razón de eso.

Un carraspeo nos interrumpió. El amigo de mi padre nos sonrió, divertido por la conversación de la cual lo había excluido. Me sonrojé, dando un paso hacia él para intentar dejar el momento con Adrián atrás. No es como si quisiera seguir hablando de Alan.

Ambos, Adrián y el socio de mi papá, me comentaron algunas cosas que yo grabé para mandárselo a mi padre. No presté mucha atención a lo que me decían por pensar en Alan. Si quería terminar conmigo veía un poco más normal que tomara una actitud lejana y fea, aunque tampoco era excusa, pero no con sus padres.

Mordí el interior de mi mejilla cuando salí de la casa, con unos papeles en mi mano, preparada para recorrer el camino de vuelta a mi auto, aunque tuviera que caminar por unos cuantos minutos.

Iba tan perdida en mi mente que no escuché los pasos de alguien detrás de mí hasta que chocaron conmigo, pero, como iba sucediendo por esos días, no había nadie. Gracias a ese golpe y a que la carpeta con los papeles salió disparada de mi mano, fue que pude notar a Evoleth y un rubio, que se me hacía conocido, hablar fuera de un auto.

Intenté esconderme detrás de una columna para no ser vista, aunque dudaba que pasara algo gracias a la lejanía. Podía haber dicho que estaba confundiendo las personas, pero el tinturado de Evoleth era imposible de confundir.

No entendía de qué hablaban y tampoco me importó cuando ella sonrió y abrazó al hombre que la acompañaba. Su actitud no era de amistad, al menos por parte de Evoleth, porque ella estaba coqueteando, sin duda, mientras él le devolvía el abrazo de una forma tan... escueta.

Quizá en lo que sí estaba confundiéndome era con lo que estaba viendo. Sí, era ella, pero ni yo misma podía asegurar que mi percepción era la correcta y que de verdad estuviera coqueteando con el rubio.

Solo cuando se subieron al auto y arrancaron fue que pude volver al mío. Me sentía... mal; confundida y desconfiada de toda la situación.

Me quité el abrigo, dejándolo en las sillas traseras, junto con los documentos. No podía irme a casa, todavía debía conseguir algunas cosas en el supermercado antes de encerrarme y dormir, descansar de todo el ajetreado día.

En el corto camino, por la casa quedaba cerca a la zona del supermercado, pensé sobre Braham y la nula respuesta que me había dado. Dudé entre contactarlo para hablar con él o dejar que mi miedo e ira me ganaran para no hablarle más.

Recogí mi cabello en una coleta antes de bajar. La noche no estaba tan fría, así que no saqué el abrigo, más que todo por pereza de volverlo a poner. Por fortuna, algunas plazas en el estacionamiento estaban desocupadas, así que no tuve que dejar el auto muy atrás.

Tomé una canasta pequeña porque no necesitaba muchas cosas: solo compresas porque pronto estaría en mis días, algunas frutas y bolsitas de té.

Sin embargo, no esperé que, al dar la vuelta para ir a pagar, chocara con alguien que esa vez sí pude identificar.

Me tragué toda la ira que me recorrió. La miré con una mirada neutral y más bien seria, en cambio ella, me miró con una sonrisa casi burlona y relajando su actitud.

—Hola, Abril. —Sonrió más, y yo me puse cada vez más seria—. Que gusto encontrarte.

Sonreí con hipocresía.

—Lástima que no pueda decir lo mismo, Evoleth. Creo que cambiaré de tienda, ahora esta se hizo muy popular para que las personas de la ciudad vengan solo a comprar.

—Oh, es que estaba con mi novio, o tu ex, como prefieras. —Entrecerré los ojos ante su mentira. La había visto hacía pocos minutos atrás y no había estado con Alan, a menos de que se hubiera teñido el cabello de rubio, lo cual dudaba, además el otro chico era un poco más bajo como para ser él.

—Prefiero Alan, gracias —respondí en vez de decirle que la había visto con anterioridad.

—Como te decía, estaba con mi novio, y pensé en pasar a buscar unas cosas antes de volver al apartamento... con él.

Achiqué los ojos a propósito cuando sonreí grande sin mostrar mis dientes.

—Sí, que gran y mala coincidencia, pero tengo que irme y no pienso gastar mi tiempo contigo.

—¿Conmigo? Vamos, deberías de estar feliz por estar frente a mí; Soy yo la que tendría que sentir algo por estar frente a una chica que tildan de exagerada, irracional, exasperante... e histérica. Palabras de Alan, no las mías, nunca en la vida hubiera podido saber algo así si no lo hubiera dicho él.

Pasé mi lengua por todos mis dientes, mi mirada destilando todo el dolor de mi interior, pero trataba de que ella no notara el daño dentro de mí.

—-En ese caso, te libero de verme —dije con sarcasmo, poniendo los ojos en blanco y haciendo el vago intento de girarme, aunque sus palabras me detuvieron.

—Sé que quieres a Alan, pero no tienes de qué preocuparte: yo lo cuidaré porque cuidarse es lo que hacen los compañeros. —Sonrió.

Levanté las manos al cielo, por poco liberando mi agarre en la canasta.

—Mira, Evoleth, no sé qué es lo que te he hecho para que intentes venir con una actitud altanera y, déjame decirlo, inmadura. Solo soy la ex de Alan y te puedo asegurar que no pienso acercarme más a él.

Ladeó su cabeza.

—Que sincera, pero yo solo intento que no te acerques más a Alan. Lo compruebo y, Linda, es algo que Alan me dice de ti, así que espero que te bajes de la nube en la que estabas porque Alan no es el chico que tu querías ¿Sí?

Eso ya lo sabía, y supe que las palabras que me dijo eran ciertas porque Alan, en una discusión bastante fuerte, las había gritado.

—No pienso meterme con alguien que está con otra, algo que deberías aprender a hacer.

De nuevo intenté girarme. Su mano en mi codo, manteniéndome en mi oposición, o más bien obligándome a mirarla, fue lo que me detuvo en esa ocasión.

La miré confundida y, por qué no, con ira. Me zafé de su agarre, a la defensiva, aunque esperaba no ponerme a pelear en medio del supermercado.

—¿Qué tienes en el brazo? —Su repentina ira me sacaron de onda. Miré al punto que ella miraba en mí, sorprendiéndome, pero ocultándolo, al notar que lo que había pensado era un lunar, se había extendido y comenzaba a divir su camino en dos direcciones opuestas.

Fruncí el ceño, un vacío en mi estómago, en el cual no pensaría hasta no estar sin la compañía de Evoleth.

—Eso no te interesa.

Dejé las cosas en el pasillo. No me iba a quedar ahí, no cuando me sentí mareada por todos los pensamientos que bombardeaban mi mente por segundo.

Al encerrarme en el auto miré mi brazo, notando que en poco tiempo estaba tomando la forma que había aparecido en mi sueño.

***

Los llantos y quejidos de una mujer era lo que se escuchaba en mi sueño, aunque yo parecía en una habitación alejada.

La puerta de la casa que parecía de una época muy antigua se abrió de golpe, azotando las maderas unidas contra las paredes de piedra. Por ella entró una mujer, o quien pensaba que era una mujer, vestida con una túnica larga azul, pero no era una normal porque lo que pensaba era una tela vaporosa, en realidad sí era vapor azul. Su cabeza estaba cubierta por una capucha del mismo color, así que no veía sus rasgos. No pude resistir la tentación de seguirla.

La casa no era grande, solo un par de habitaciones y en una de ellas se encontraba una pareja: la mujer en la cama, quejándose y llorando, y el hombre tomando su mano, viéndose desesperado.

Cuando la mujer de vestido azul entró a la habitación, él se levantó; su rostro deformado por la ira, pero la mujer no movió ni un dedo cuando se plantó frente a ella.

—¡Fuisteis una maldición! —La lengua que hablaban no era conocida para mí, pero la entendía. De inmediato comprendí que estaba soñando.

—¿Hemos sido una maldición o no habéis podido controlar vuestros instintos? —preguntó con calma una voz que, aun en sueños, logró sacarme el aliento.

El hombre se rompió y comenzó a llorar antes de volver con la mujer.

Fue en ese momento cuando noté que las telas que hacían de sábanas estaban manchadas de sangre.

La desconocida suspiró y caminó hasta el lado del hombre; yo, por mi parte, fui hasta el otro extremo de la cama llena de curiosidad por la herida de la mujer, pero algo en su brazo me llamó la atención: una marca que parecía un tatuaje en su piel, de una delgada línea que iba desde la mitad de su brazo hasta su codo.

Cuando el hombre se quejó me fijé en la escena que se desarrollaba frente a mí. Ella, con unas uñas muy largas que no había notado, abría una herida en la mano de él.

—Todo está en vuestras manos. Debéis curarla como ella te cura; sois los primeros en presenciar la grandeza de vuestros dones, aprovechadlos.

Dichas las palabras descubrió a la mujer en la cama, dejando en evidencia una herida en su cadera que me recordó a la mía de cuando Alan me había mordido. Extendió la mano de él sobre la herida de ella; las gotas de sangre no demoraron en caer sobre la piel llena de sangre, logrando que ella gritara y apretara las sábanas, pero en menos de un segundo se tranquilizó mientras la piel comenzaba a cerrarse.

Yo estaba absorta en ese fenómeno cuando los pasos de la mujer se volvieron a escuchar. Ella avanzaba hacia la puerta, dispuesta a irse.

—Quitadle la marca, os lo ruego. —Por un segundo pude ver uno de los pómulos de la primera mujer, pero fue tan efímero como su vistazo al hombre, a quien ignoró.

Cuando intenté salir de la habitación, un campo invisible me detuvo. Al girar, me encontré de frente con una persona, con un peinado trenzado, alto, vestida con un pedazo vestido negro sin mangas, lo que me permitió ver que las venas de sus brazos parecían tener un brillo y no se veían verdes, sino azules.

—Solo tienes que esperar dos días, Abril.

—¿Para qué?

Ella se acercó a mí. No pude evitar notar que sus pasos no se escuchaban, y que su voz, como todas las que aparecían en mi sueño, no parecía venir directamente de su boca. Parecía como si fuera susurrada entre algún bosque, como un murmullo que el viento llevaba hasta mí.

—Para que nos volvamos a ver y todo tenga un poco más de sentido para ti. Faltan solo dos días para que tengas todas las primeras pistas, pero lamento no poder decirte más.

No me moví cuando puso su mano sobre mi vientre y la otra en mi hombro.

—Esto no es un sueño ¿Verdad? —Mi voz tembló cuando pregunté. Ella estaba detrás de mí, pero se volví a poner frente a mi rostro para sonreírme.

—Estás dormida y estamos en tu mente, eso debería darte una respuesta.

Toqué una bocada de aire, despertándome de golpe, cuando tomó mi mano y abrió la piel de él.

Me revisé, y, aunque no tenía ninguna herida, sí que tenía una marca, con la misma forma que había tenido el camino de sangre en mi antiguo sueño.

Me quedé mirándola con fijeza, anonadada, y tocándola para ver si dolía, pero no lo hacía. Llegaba hasta el comienzo de mi muñeca, por toda la cara interna del brazo.

¿Qué significaba eso?

*

Si les soy sincera, hoy no quiero venir mostrando la actitud positiva (o que intento que sea positiva), porque estoy bastante agotada mentalmente, y desanimada, pero aun así quería hacer esta nota para decir algunas cosas: Lo primero de todo es darles las gracias a las personas que han estado apoyando mi país o que me respondieron en mi tablero mi mensaje. Si son colombianos en pie de lucha, también gracias. No es un momento bueno ni para mí ni para la mayoría de colombianos y la ayuda siempre viene bien, aunque sea en forma de palabras. 

Debo admitir que yo estoy en una situación que se puede decir privilegiada. No me falta nada, salvo la seguridad de mi patria y de mis hermanos que están en la calle luchando por sus derechos y los míos. Esto es un mensaje de una colombiana a los colombianos que se tomen el momento para leerme, porque hay mucho que decir. Lo cierto es que soy muy sensible a los otros, y como ustedes me pueden ayudar a mí, yo también puedo ayudarlos, así que nunca duden en pedirme ayuda si está en mis manos ayudar, la difusión de noticias, el voz a voz, la información son armas letales muy efectivas especialmente desde la distancia. De verdad, muchas gracias. Escribo esto con los ojos encharcados, la mente distraída y el corazón arrugado por toda la situación, pero también por las personas que muestran solidaridad con ellas. Los amo infinitamente y con mil gracias no me alcanzaría para mostrar la verdadera gratitud de mi corazón.

Lo segundo, saliéndome un poco de tema y volviendo a la escritura, es que aunque en la historia queden dos días, no faltan dos capítulos antes de que pase lo bueno, todavía faltan varios capítulos, porque es bastante información a digerir lo que se viene.

Creo que ya pueden ir uniendo cabos e ir armando teorías. Seguramente den con ello, porque al menos yo no me considero buena manteniendo el suspenso.

Nos leeremos luego con otro capítulo. Los amo con todo mi corazón y perdón por el testamento.

Continue Reading

You'll Also Like

30.2K 1.7K 34
Un día, Angelina conoce a Logan, pero no sabe que el es el chico que esta tras las notas que ve cada día. Logan, siempre ha conocido a Angelina y se...
3.9M 220K 46
Cuando encuentras a tu hermana y al que creías era el amor de tu vida teniendo sexo, solo hay una cosa que te viene a la cabeza: Venganza. -Deberías...
99.5K 579 1
Gabriel tiene una misión en la tierra, él debe devolver la luz y derrotar a los caídos que intentan impregnar el mundo con malevolencia... Pero no to...
242K 24K 48
Un cachorro adorable. Un lobo gruñón, pero con buenas intenciones. Y, una humana egocéntrica dispuesta a aprender de sus acciones. En pocas palabras...