— ¿Pueden dejar de hacer la danza del apareamiento en frente de todos?
Esta maldita histérica...
— ¿Por qué no sólo te vas?
Lo miré de la peor manera que pude, no puedes dejarme a solas con él. ¿No captas cuando sobras?
— Porque te quiero pegar o al menos torturar.
No bromeaba para los demás era sólo una broma pero su cara estaba seria, él lo decía en serio, sin darme cuenta apreté con más fuerza la mano de Tyki y lo notó.
— No, creo que sea necesario usar la violencia.
El minero me dio la espalda, por su tono se notaba que tenía una sonrisa apenada en su rostro, Kanda lo miró extrañado no mucha gente tenía el valor de enfrentarlo aunque sea de manera amistosa sobre todo cuando hacia menos de 2 minutos había hecho una demostración de su poder, pero... ¡Hasta exorcistas le tenían miedo! La histérica es un persona que tiende a infundir miedo en los demás pero este hombre parecía tener coraje.
— Oye cuatro ojos, muévete. – Lo amenazó.
Histérica, no te metas con mi futuro novio, estuve a punto de abrir la boca cuando Lavi vino al rescate.
— Hey Yuu, no es necesario llegar a est...
— ¡Qué no me llames por mi primer nombre!
— Ay ya cálmate. – Se quejó Allen.
— Chicos... No se peleen. – Entró Lenalee en discusión.
— Eso, ya cállate. Te tuve que pisar la cara porque estabas muy distraído mirándome como saltaba. – Mientras que hablaba con mi mano empujaba a Tyki atrás mío, fuera de la discusión.
— ¡Pensé que te ibas a matar!
— Ay sí, como no. ¿Tú? ¿Preocupado por mí?
— Ya chicos. – Pedía calma Lenalee.
— Ay, Cómo si éste se pudiera preocupar por alguien más que él. – Me apoyó Allen.
— Además odias a los albinos como sí te importara sí me lastimo o no.
— ¡Dejen de pelear! – Lenalee se metió en medio de nosotros mientras gritaba, a todos nos sorprendió y quedamos en silencio, Tyki comenzó a reír y luego siguieron su ejemplo todos los trabajadores.
— Al final no son nada distintos a nosotros. – Me habló Tyki mientras me sonreía, gracias a la luz del sol volví a ver su hermoso lunar y sus ojos por unos segundos... Realmente no pude evitar sonrojarme y sonreír un tanto nerviosa.
— Eso, son muy parecidos a nosotros. – Habló un minero mientras ponía su mano en el hombro de la histérica.
— Oye, no tomes tanta confianza o te mataré. – Lo amenazo con Muguen.
— No amenaces a civiles. –Dejé caer mi guadaña a su lado, esta se clavó en el suelo agrietándolo mientras que el minero se alejaba asustado.
— No se amenacen con sus inocencias activadas. – Se quejó Lenalee. - ¿Quieren que vuelva a gritar?
Kanda levantó sus manos al aire en señal de paz mientras dejaba caer al suelo a Muguen yo seguí su ejemplo pero mi arma no cayó, simplemente se quedo atrapada en el suelo, mientras que en su trayecto de caída iba cortando algunos cabellos azules de Kanda, vi mi vida pasar enfrente de mis ojos, Tyki volvió a reír, tal vez me tendría que comportar mejor al lado de él. Lenalee me observó mientras señalaba mi mano para que viera algo, me dirigí hacia el lugar señalado. Aun no había soltado la mano del hombre.
— ¡Lo siento mucho! – Solté su mano exaltada.
— No me molesta. – Nos sonrió al grupo – De hecho nunca había visto mujeres exorcistas, y lo mejor de todo es que son unas bellas damas.
Lenalee y yo nos apenamos un poco por su comentario, mientras los demás bufaban.
— A ver, a ver... A ver, vamos aclarar algunas cosas – se acercó Lavi interponiéndose entre el minero y yo –, las princesas no se tocan. – Nos señaló a las dos.
— Eso, respétalas o lo que acabará con tu vida no será un akuma. – Lo amenazó el albino.
— Primera ilusión... – Dijo Kanda por lo bajo – ¡Insectos del inframundo!
El hombre dio un gran salto hacia atrás, era muy ágil eso nos sorprendió a todos pero aun así no dejaba de ser un civil. Saque la guadaña clavada del piso y la volví a clavar en el suelo invocando la barrera, los insectos tocaron la barrera e inmediatamente desaparecieron.
— ¿Eres idiota o qué? No puedes atacar de esa manera a un civil, sólo por un simple cumplido.
Kanda sólo me miró y chasqueó su lengua. Esta maldita histérica... Se volteo como si fuera la gran cosa y se fue en silencio. Tomé de nuevo mi guadaña pero gracias a Lenalee la mina no se convierta en la escena de un crimen.
— No puedes atacar a un compañero mucho menos intentar matarlo.
— Pero lo podemos hacer pasar por crimen pasional.
— No. – Negó disgustada Lenalee.
— Tú no amas a Kanda ni sientes celos por él. – Acotó Lavi.
— Mis venas arden por su culpa creo que es parecido. Puedo semi-matarlo.
— No
— Pero Lenalee no del todo solo un poco...
— No.
— Aish, todo les molesta.
— Te daré clases de cómo sobrellevar su comportamiento. – Habló el albino con cara de molestia.
— Gracias Allen.
Me limité a suspirar mientras la guadaña volvía a mi muñeca, todos hicimos lo mismo, desactivar nuestras inocencias.
— Señorita – me habló desde atrás el minero de grandes lentes –, me disculpó por mi comportamiento, si les incomodo.
— No se preocupe – le contesté con una gran sonrisa, – nunca está mal recibir cumplidos de un buen hombre, ¿No Lenalee?
La peli-verde asintió con una sonrisa intentando tranquilizar a Tyki, tal vez pensó que era su culpa pero el único culpable es aquella histérica.
— Gracias exorcistas – habló un niño –, sobre todo a usted señora.
Se-señora... Señora.
Señora.
Seño-ra.
Se-ño-ra.
Mi cara se había transformado Lavi comenzó a reír cuando se percató de ello.
— Señora... — Hablé en voz baja mientras Lavi palmeaba mi espalda para hacer leve mi dolor.
— Es nuestro trabajo. – Le sonrío el pelirrojo.
— Señora... — Demonios, ¿Estoy en tan malas condiciones?
— Es una señorita Eees. – Dijo Tyki poniendo su mano en la cabeza del pequeño.
— Oh... Señorita. – Extendió su puño hacia mí, me estaba dando algo eso me sacó de mi trance de depresión, acerque mi mano y dejo caer en ella una hermosa piedra pequeña. – La encontré hoy, me la iba a quedar pero prefiero dársela a usted para agradecerle.
Tomé su muñeca y di vuelta su mano de manera que su palma quedara hacia arriba mientras dejaba caer la piedra en ella.
— Como dijo nuestro compañero es nuestro trabajo y ya tenemos nuestra gratificación.
— ¿Cuál?
— El poder ser usuarios de inocencia para defendernos y poder defenderlos a ustedes.
— Y ni si quieras digas cuando nos dan las gracias por salvarlos, eso es lo mejor del trabajo. – Habló Allen, con una sonrisa todos les dimos la razón.
— Y poder matar más Akumas que la histérica para poder restregárselo en la cara. — Hablé con una sonrisa por alguna razón todos me miraron extrañados.
— Discúlpenla es que Yuu tiende a caerle mal a los albinos. — Habló Lavi excusándome.
— Ni que lo digas. — Lo abaló Allen.
Todos comenzaron a caminar hacia dentro del edificio el cual era el refugio de los mineros fuera del horario laboral.
— Señorita White. — Escuché mi nombre, volteé hacia atrás y el minero de grandes lentes me llamaba con la mano.
— Sólo White está bien — me quejé mientras me acercaba —, con tanto trato formal a veces me siento incomoda.
— Lo lamento — me sonrío un tanto apenado —. White... ¿Qué?
— Nada.
— White Nada.
— ¿Qué? No.
— ¿Qué sucede Nada-san?
— Que ese no es ese mi apellido — me quejé mientras él se reía parecía disfrutar la escena. —, no tengo ningún apellido, sólo soy White, y ya.
— O sea que White Y Ya.
— Tiky eso ya no causa gracia.
— Lo siento. — Se excusó entre risas.
Luego de unos minutos explicándole por qué no tenía un apellido, estuvimos un largo rato hablando en un momento comenzamos hablar de mi grupo: Allen, Lenalee, Lavi y Kanda.
— ¿Todos lo odian? — Me preguntó refiriéndose a este último.
— "Todos" ¿Quiénes? ¿Nosotros? — Le pregunté mientras me señalaba a mí misma el solo asintió con la cabeza — No, no podemos odiarlo es un compañero, los grupos se crean a partir de personas que se llevan "bien" y en la orden negra somos algunos de los que más soportamos a Kanda. — Mientras hablábamos de él lo observábamos como caminaba por los alrededores parecía que estaba haciendo un reconocimiento del lugar, cuando se percató de que lo observábamos... Nos enseñó su dedo medio. Este idiota.
— ¡Oye! ¿Cuál es tu maldito problema? — Comencé a caminar hacia él.
— Y si te hiciera elegir... ¿A quién elegirías? — Lo escuché balbucear algo desde detrás mío pero no pude oír con claridad aunque lo más extraño de todo es que, por unos segundos, sentí una enorme sed de sangre.
— ¿Cómo? No te escuche bien.
— Nada. — Me sonrío de nuevo lo miré extrañada.
"Seguramente fue mi imaginación porque él no mataría ni a una mosca." Me dije a mí misma, ¿Alguien podía ser tan estúpida? Sí, yo soy el claro ejemplo de ello.
Holish! Gracias a los que votaron y comentaron en los capítulos anteriores c:
Si les gustó el capítulo vota para hacérmelo saber y comenta que parte te gusto o no te gustó c:
(El próximo capitulo será relatado desde la perspectiva de Tiky para que sepan que pasa por su cabeza y porque "querría" a White)
¡Saludos! :D
❀SoloGeo❀