Habían pasado un par de días hasta que los chicos habían decidido ir a una disco.
Rubén entraba a la disco de la mano de Lucas, ya que había decidido invitarlo. Y también porque se habían visto unas veces más.
—Voy a buscar cervezas—dijo Lucas mientras le daba un beso en la mejilla a Rubén—, tu de mientras busca a tus amigos.
Rubén asintió mientras empezaba a empujar a la gente para pasar, mientras buscaba a sus amigos con la mirada. Sabía que estaba mal aquello: de estar con Lucas cuando aún seguía enamorado de Mangel... pero él también se merecía ser feliz, o intentar serlo.
Pero encontró a sus amigos en una mesa, la mayoría tomaba cerveza. Alex y Cheeto fueron los primeros en saludarlo. Se percató que Alex estaba con Eva. Y entonces llegaron Mangel y Sofía.
Rubén sentía como se le hervía la sangre al verla. Claramente eran celos, aunque él nunca lo admitiría en voz alta.
—Hola—lo saludó Sofía mientras se sentaba al lado de Eva.
Mangel, aún sin dirigirle ninguna mirada a Rubén, agacho la cabeza y empezó hablar con Cheeto.
Rubén se mordió el labio mientras esperaba a Lucas, un tanto nervioso.
—Aquí estás—dijo alguien para luego agarrarlo de las caderas, darle un beso en el cuello y mostrar un vaso de cerveza.
Rubén sonrió mientras agarraba el vaso y observaba como sus amigos miraban a Lucas.
— ¿Lo recuerdan, verdad?—dijo mientras señalaba a Lucas antes de sentarse y que él se sentara a su lado—. Es Lucas...
—Lo siento, estoy perdida... ¿él es...?—preguntó Sofía mientras miraba a Mangel.
—El novio de Rubén—respondió Mangel mientras daba un trago a su cerveza.
—No soy su novio—le respondió Lucas mientras pasaba un brazo detrás de Rubén, Mangel se cruzo de brazos mientras se mordía el labio—, pero... es algo parecido, ¿no?—dijo mientras le echaba una mirada a Rubén.
—Estamos... viendo—dijo Rubén mientras ocultaba una sonrisa y bebía de su cerveza, mientras evitaba ver los ojos oscuros de Mangel que lo miraban seriamente.
—Lo importante, creo aquí, es... ¿tú eres feliz, Rubén?—dijo Eva, mientras se apoyaba en su novio, éste sonreía mientras suspiraba.
Claramente Alex sabía la respuesta, Rubén estaba con Lucas para olvidarse de Mangel. Y... a veces Alex deseaba que lo haga, ya que odiaba ver como uno de sus mejores amigos sufrían. Pero por otra parte odiaba que fuera así, ya que sabía bien la postura de ambos y prefería que estén juntos antes que estén dándose celos y tratando de olvidar algo que era inevitable.
Hasta Alex lo podía ver... la mirada de Mangel, cansada y sin mucho brillo, se basaba solo en Rubén. A veces, cuando nadie lo veía, o eso creía él, podía encontrarlo admirando a Rubén, como si se detuviera en ver cada cosa de Rubén. En este caso, Mangel no sacaba la mirada de Rubén. O en el brazo que tenía Lucas detrás de su amigo. Y Alex sabía que aquello estaba matando a Mangel, pero no podía decir nada. Se tenía que conformar con ver como Rubén se escapaba de sus manos por una jodida estupidez.
A veces, por ser tan amigo de ambos, lo podía entender sin que se lo dijeran.
—Estoy feliz, Eva, gracias por preguntar—dijo Rubén mientras le sonreía a la novia de su amigo antes de dar un trago a su cerveza.
Sofía agarró su vaso y cuando iba a dar un trago, Alex rápido se lo quito.
— ¿Qué haces, Alejandro?—le preguntó Sofía sorprendida.
—No puedes beber alcohol en tu estado, Sofía—le respondió Alex mientras empezaba a beber él el trago—. ¿Acaso quieres perderlo? Sé más cuidadosa...
—Vale, joder, gracias, padre—respondió Sofía irónicamente y quizás fue aquello que sacó a Rubén.
—Alex tiene razón, Sofía—dijo mientras se levantaba—, ¿no te importa tu bebe? Está bien que quieras joder la vida de los demás, pero espera unos meses más para joder la de tu hijo. Al menos lo único bueno que tiene ese bebe es el padre.
Todos se quedaron callados. Mangel se había quedado mirando a Rubén mientras suspiraba. Tenía ganas de abrazarlo ahí mismo pero por diferentes motivos no podía.
—Oh, joder, ya se pusieron sensibles—dijo Sofía mientras se levantaba—. Miguel, me tengo que ir. ¿Qué vas hacer? ¿Me acompañas o...?
—No—dijo Mangel mientras hacía una mueca—, puedes llamar a Kevin para que venga a buscarte. Yo... no, no me voy.
Rubén no supo por qué, pero se sintió aliviado por aquellas palabras de Mangel. Quizás porque aunque no se hablarán, al menos con tenerlo ahí... con su presencia, le bastaba.
Era un jodido masoquista.
—No se preocupen—dijo Lucas mientras se levantaba también—, yo también tengo que irme. Mañana trabajo. Tengo auto, Sofía, ¿te puedo acercar...?
—Eso me gustaría—respondió Sofía mientras sonreía y luego le echó una mirada a Mangel—. ¿Ves, Miguel? Eso es ser caballero, si no estuviera embarazada, me iría con él sin pensarlo dos veces...
—Lástima que es puto—dijo Cheeto y luego miro a Lucas—, sin ofender.
—Para nada—río Lucas y luego le dio un beso en la frente a Rubén—. Me llamas después.
Rubén asintió mientras sonreía. Sofía empezó a seguir a Lucas sin despedirse de Mangel, cosa que a éste lo alivio un montón.
—Eso ha estado incomodo, ¿no?—preguntó Eva mientras reía.
—Eres la única chica que queda—dijo Cheeto mientras sonreía—. ¿Y si hacemos orgía?
Alex le pegó en el brazo fuerte a su compañero mientras escuchaba la risa de su novia.
—Tampoco te pases, capullo. La tocas y te arranco los huevos.
—Es adorable mi novio—dijo Eva mientras le daba un beso en la mejilla a Alex.
—Oye, Mangel, ¿cómo te cae Lucas?—preguntó Cheeto.
Rubén frunció el ceño mientras echaba una mirada a Mangel, que solo alzó los hombros.
—No me interesa, no soy yo quién se lo folla—dijo mientras tomaba un trago de su cerveza.
—Para... ¿te lo has follado?—preguntó Cheeto mirando a Rubén—. Hostia...
—Eres un gilipollas—dijo Rubén mientras se levantaba y empezaba a caminar hacia la salida.
Igual, ya no tenía ganas de quedarse ahí. Ya estaba cansado.
Y cuando salió a la calle, se dio cuenta que estaba lloviendo. Maldijo en silencio mientras se ponía su abrigo y sintió que alguien le agarraba de la muñeca para llevarlo por la calle. No pudo ver bien a la persona que era hasta que un callejón los protegió de la lluvia.
Mangel.
Los ojos oscuros de éste miraban a Rubén mientras temblaba. Rubén vio que estaba totalmente mojado, aquella camisa que se había puesto ahora le quedaba apretada y podía ver a través de ahí el pecho de Mangel.
— ¿Qué haces, Mangel?—preguntó Rubén mientras se soltaba de él.
—No te vayas—dijo Mangel mientras empezaba a temblar. Había salido sin su abrigo de la disco en aquella noche fría de invierno para alcanzar a Rubén.
—No tengo nada que hacer aquí...
—Sí, tienes.
—No—dijo mientras se mordía el labio—, estoy cabreado contigo. ¿Cómo te atreves a decir que he follado con Lucas...?
—Has follado conmigo también.
—Es diferente—dijo mientras negaba con la cabeza.
— ¿Por qué?
—Contigo no folle, Mangel. Hicimos el amor—dijo mientras empezaba a caminar lejos de Mangel.
Pero antes de salir del callejón, Mangel lo agarró fuerte de la cintura e hizo que lo mirara. Estaban más cerca. Y Rubén se dio cuenta que había extrañado aquella cercanía.
—Mangel... ¿qu-qué haces?—empezó a tartamudear Rubén.
—No lo aguanto más—dijo y antes de que Rubén se alejara, lo beso.
Rubén quiso empujarlo en un principio pero poco a poco se fue relajando en los brazos de Mangel, mientras sentía como su lengua buscaba la de su compañero. Fue entrelazando sus dedos en los cabellos de Mangel mientras intensificaban el beso.
Mangel lo apoyó contra una pared mientras seguían con sus labios pegados. Y Rubén, sin tampoco poder aguantar, empezó a bajar sus besos por el cuello de Mangel.
Sabían que estaba mal, que aquello no tendrían que hacerlo... pero ambos se extrañaban demasiado. Ambos necesitaban tener las caricias del otro. Y habían soportado lo suficiente para saber que aquella vez no lo haría, no podían soportar estar alejados.
Rubén siguió besando el cuello de Mangel mientras éste lo apretaba contra él, le acariciaba la espalda a través del abrigo para hacerle entrar en calor. Y empezó a bajar mientras con sus dientes empezó a desabrocharle los botones de la camisa a Mangel, hasta que llegó un punto donde tuvo que utilizar las manos. Dejó sus manos sobre el pecho de Mangel mientras lo acariciaba, mientras Mangel agarraba las piernas de su compañero y lo alzaba para que éste las entrelazara en su cintura.
Y Rubén empezó a besarlo otra vez. Y fue cuando entendió que aquello estaba mal, que debía parar... pero no quería. ¿Qué diferencia había en deber y querer? Debía parar porque sabía que si no cometería otra locura. Pero no quería... porque quería cometer esa locura. ¿Cuál debía decidir?
—Mangel...—susurró Rubén mientras cerraba los ojos—, no puedo...
Mangel, al escuchar aquello, volvió a la realidad. Dejó a Rubén en el suelo mientras empezaba a abrocharse rápidamente los botones de su camisa.
—Lo siento, Rubén—dijo mientras negaba con la cabeza—. Es que te extrañaba...
—Extrañabas follarme.
—No, joder. Extraño... extraño todo. Tus besos. Tus caricias. Tus apodos. Pero... me olvido que no podemos—dijo y suspiro—. Tú mereces ser feliz, y si Lucas te hace feliz... ¿quién soy para arrebatarte aquello? Ya suficiente daño hice...
—Mangel, no eres mal tipo—le dijo Rubén mientras estiraba una mano para acariciar la mejilla de su... "amigo"—, solo cometiste errores. Yo también. Quiero que arreglemos las cosas, pero será difícil. Me duele verte con ella. Y sé que te duele verme con Lucas. Entonces... hay que llegar a un acuerdo.
Mangel gruño frustrado mientras se apoyaba en la pared y se pasaba sus manos temblorosas por su cabello.
—Estoy renunciando a ti, Mangel—dijo Rubén y luego hizo una media sonrisa—. Estoy renunciando a tenerte toda la vida, estoy renunciando a despertarme todos los días a tu lado, a abrazarte cuando haga frío, estoy renunciando amarte... por ellos.
— ¿Qué quieres que haga, Rubén?—dijo Mangel mientras algunas lágrimas caían.
—Has lo mismo por mí. Yo voy a sufrir toda mi vida por no tenerte, para que seas feliz. Quiero que también renuncies a mí... para que sea feliz.
—No puedo...
—Te lo pido con por favor, Mangel. Me vuelve loco verte. No puedo seguir así. Tengo que seguir adelante y tu... tu me tienes estancado en esto que no se qué camino va a tomar. Déjame ser libre...
Mangel negó con la cabeza mientras se tapaba la cara. Pues, no era fácil renunciar al amor de tu vida y que él ni siquiera lo sepa que lo es. Pero tenía que hacerlo.
—Si es lo que quieres, está bien—dijo Mangel mientras se separaba de la pared y se acercó a Rubén, para darle un beso en la frente. El beso más significativo de todos. Significaba protección y cuidado, aunque Rubén no lo sepa, Mangel esa noche se juro protegerlo en silencio, en hacer todo para que Rubén sea feliz, aunque no sea a su lado—. Hasta... hasta la próxima, Rubén.
—Mangel—lo detuvo Rubén mientras suspiraba—, dejaste tu abrigo adentro. Hace frío, te vas a congelar y además está lloviendo...
—No importa—respondió Mangel mientras agachaba la cabeza—, luego Alex me lo lleva al departamento.
Y sin mirar a Rubén, empezó a caminar, mientras éste observaba como Mangel se perdía de su visión por la lluvia. Alejándolo para siempre.
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Se lo dedico a Lu (rubelangelsdrug), amarte pelotuda, sos genial como amiga.