A través del Cristal

By MarianaAnderson

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¿Alguna vez te preguntaste, como seria vivir dentro de una pecera, una jaula, o incluso dentro de una caja? Y... More

0. Claustrofobia.
1 - Un día no tan común.
2. Una Tarde Caótica
3. Del otro lado
4. El niño a través del cristal.
5. Restos de un pasado lejano
6. Exaltado.
7. Tempestad Existencial.
8. Despertar.
9. Al igual que tu.
10. Susurro.
11. Consejo.
13. Un Incentivo.
14. Juegos del Pasado.
15. Entre espasmos y lágrimas.
16. Sin piedad.
17. El tercer motivo.
18. Número de Ciudadano.
19. La vie en Rose
20. Claro de Luna Artificial.
21. En la mira.
22. Descontrol.
23. Encerrado.
24. Tu idea de Misericordia.
25. Quiebre Suicida.
26. Lo primero y lo último.
27. Miriam.
28. Y ¿Quién es...?
29. El llanto del Caos.
30. Salida de Emergencia.
31. El Consuelo de la Luz Roja.
32. El Escape.
33. Realidad o Sueño. (1/2)
34. Realidad o Sueño (2/2)
35. Expediente.
36. Roto

12. Si tenemos suerte.

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By MarianaAnderson


El humo del cigarro salió de entre sus labios, perdiéndose entre el gris de las nubes artificiales. Recargado en una pared carcomida por los años, daba golpecitos al suelo siguiendo el ritmo de una canción que solo resonaba dentro de su cabeza. Miraba hacia ambos lados de la calle. Podría llegar de pronto, por cualquier lugar y quizá él no se enteraría por descuidar las posibilidades. Sujetó el cigarro entre sus labios y busco en los bolsillos de su enorme chamarra de cuero marrón. Cuando por fin dio con el objeto, el cual era un reloj de correas de plástico desgastadas, miró la hora. Llevaba varios minutos de retraso. Se convenció, molesto, de que lo reprendería en cuanto lo viera. No se consideraba así mismo una persona paciente, y eso siempre lo tuvo más que presente, sin embargo, llevaba meses intentando cambiar ese pequeño defecto de fábrica. Llenó sus pulmones nuevamente con el humo caliente y mirando con afecto la colilla consumida, la tiró sobre la nieve.

Volvió a mirar el reloj: debía haber llegado a las nueve de la mañana y ya eran las nueve con quince. Recordó haber fijado esa hora por si el tiempo les era insuficiente; era una tarea dura, eso no lo negaba, pero tuvieron todo un día para llevarla a cabo. Cuando por fin se dispuso a encender otro cigarro, escuchó unos cuantos pasos ahogados entre la densa capa de nieve. Venían desde la izquierda, doblando la esquina.−Lamento la tardanza.− dijeron con gélida voz.

''Lamento la tardanza''...− repitió este enojado, guardando la colilla. –Espero que tengas una buena excusa, Garrett.− Gary no lo miró. Tampoco respondió.−¿Qué hay de Mirlet?− preguntó el hombre al ver que su taciturno acompañante ya solo llevaba una pequeña mochila consigo. – ¿Logró entregar los pedidos?

−Eso creo. Nos separamos como usted, señor Ernesto, nos ordenó. Tuvimos algunos problemas, es cierto. La ciudad es más grande de lo que parece y anduvimos vagando por un rato. También, la ventisca fue más grande y destructiva de lo que espere; creo que me equivoque al hacer los cálculos.

Ernesto negó con la cabeza. –No, lo hiciste a la perfección. Los daños fueron más grandes de lo esperado, ¿pero eso que? ¿acaso es malo para nosotros?...además, estos ineptos no saben lo que un verdadero huracán puede hacer. Lo que ocurrió aquí dentro, no fue más que una llovizna algo desorganizada. En fin. ¿Dónde quedaste con Mirlet?

−Nos veremos en la zona ''B'' calle: ***#0799.

−Tienes agallas para volver allá. Los policías han rodeado la zona, por lo menos, el área de control. Entrevistan a cualquier persona que vean pasando por ahí. Si los ven, pedirán su identificación de ciudadano. Y ustedes, mis niños, son una plaga no deseada aquí dentro; y por consiguiente, dudo que las plagas tengan identificación de ciudadano. Además, se les ordenó ''no'' desactivar las cámaras, ¿cierto?

−Exacto.

− Sé que no hay luz y eso dificulta el ver la cinta, pero cualquiera con una computadora portátil puede ver el vídeo si así gusta. Así que básicamente, podemos asegurar que en estos momentos ustedes son el blanco de la policía. Entonces, vuelvo a esto ¿Por qué ir a la boca del lobo? 

− ¿Ir? Yo jamás dije que iríamos. – Gary dijo extrañado, con una leve sonrisa en sus delgados labios.

−Condenado mocoso, acabas de decir...

−Quedamos de vernos en la zona B, es cierto, pero primero que nada, la calle ***#0799. Es parte de un área ''residencial'' y en verdad, la única que hay allí. No hay luz, las calles están cubiertas por nieve, y por lo que vi, algunos postes de electricidad se vinieron abajo. Esto nos da una ventaja: Los residentes de ahí aun no conocen nuestras caras ya que no hay televisores, redes, o señal para ponerlos en alerta. Por ahora, ellos viven con la firme convicción de que fue una enorme y desafortunada falla técnica. Tenemos algo de tiempo para lograr pasar al siguiente nivel.

− ¿Qué harán si les piden sus identificaciones?

−Bueno...eso...sea como sea el desenlace, si tenemos suerte, ya lo tenemos cubierto.

−Viniendo de ti ¿cómo no creérmelo? 



*



Mientras tanto, sentado a la mesa, Armando miraba con detenimiento el pequeño pedazo de papel como si este fuese una especie de criminal embustero y ruin. Las palabras escritas sobre él le parecieron un mal chiste. No había una sola letra escrita, cuya finalidad fuese dar un mensaje serio. <<Demasiada prosa, diría yo >> pensó. Tomo el papel y lo leyó por cuarta vez.

−Mirlet, sí que eres un idiota. Si quieres asustar a alguien, se un poco más serio. – arrugo el papel y lo dejo sobre la mesa y retomando su antiguo puesto se dispuso a acarrear la nieve con la pala. –Si quieres vivir...− dijo con voz burlona mientras llevaba una buena ración de hielo molido al bote de plástico. Después clavo con fuerza la pala y acarreando otro buen bulto dejo escapar una risa. –No sé qué es lo que quería ganar con esa absurda nota. Yo llenándome la cabeza con que sería algo sumamente serio, algo grave...sí que eres un niño, Mirlet.

Pasaron diez minutos en los que el único sonido prominente era el de la pala raspando la nieve del suelo. Desechó de su lista de ''cosas importantes'' aquella nota. Tenía mejores cosas en las que pensar, como por ejemplo, ¿Cómo diablos haría para reparar el ventanal roto y parte de la pared destrozada? No tenía suficientes ingresos como para permitirse contratar a algún especialista en la materia. ¿Podría hacerlo el solo? Inmediatamente descartó esa posibilidad. 

Le sería más económico hacerlo por su propia mano, eso estaba claro, pero los materiales seguían siendo costosos y el seguía siendo el más inexperto de los hombres en cuanto a los trabajos de mantenimiento de los que un hombre suele encargarse. Recordó como tiempo atrás tuvo que verse obligado a subir a su azotea debido a unas cuantas goteras que habían aparecido en el momento menos idóneo. Tardo demasiado en ubicar la zona afectada y en resanarla para que al final del día lo hiciera mal, el agua entrara por los pequeños orificios y el tuviese que verse asistido por su amable vecino que se dispuso a ayudarlo.

Armando podría ser el mejor de la clase. Bueno en los quehaceres domésticos del hogar, y perfecto en cuanto al buen trato hipócrita que tenía con la gente, pero como hombre ''yo puedo arreglarlo todo'' era pésimo puesto que ni siquiera era bueno para clavar un clavo sin terminar herido.

Dejó escapar un suspiro exagerado, clavando la pala una vez más en un bulto de nieve considerablemente más pequeño que los demás. Pero cosa extraña; la pala choco contra algo;  Algo que le impedía continuar con su cometido. 

Se puso de cuclillas -después de dos intentos fallidos con la pala- y removió la nieve con las manos. Era un gran bulto. Una superficie de tela negra que se asomó entre el frio manto blanquecino.  




Escarbo un poco más hasta que por fin pudo sostener ese extraño y a la vez, familiar objeto. Era una de las mochilas que Mirlet y Gary llevaban consigo tanto al llegar como al irse.

<<Se han olvidado de ella. >> Se dijo convencido. Esta era algo pesada. Sea lo que fuese que llevara adentro, pesaba mucho. Se la colgó al hombro y la llevo a la cocina y con algo de esfuerzo la subió a la mesa. << ¿Y ellos se fueron cargando varias de estas? Al final de cuentas, si estaban algo mal de la cabeza>> Se sentó frente a la mesa, mirando la enorme y pesada mochila que ellos habían ''olvidado''


Miró el reloj en su muñeca. Eran las 10:15. Faltaba poco más de una hora. Mirlet le había ''aconsejado'' ir a verlo antes de las 11:30.

Aunque le costara admitirlo, la curiosidad le invadía cada vez que miraba la maleta. Cada vez que recordaba la nota. Cada vez que consideraba aquellas palabras garabateadas en ese pedazo de papel. Abrir la mochila. Ver en su interior. Correr hasta la zona B. Reencontrarse con Mirlet quien lo esperaría solamente hasta las once con treinta minutos.

Si. Sentía mucha curiosidad. Y de alguna manera, un gran sentido del deber. ¿Deber de qué? Reparar la pared. Encontrarse con Mirlet y entregar esa mochila a sus dueños. Si.

Si tenía suerte, podría deshacerse de todo aquello que tuviese que ver con aquel día desastroso, empezando por deshacerse de toda curiosidad que sabía, en un futuro, le recordaría ese día. 




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