She wolf [SHE 1]

By mystcx

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Makayla es una loba negra. Ser un lobo negro implica ser odiado, perseguido y asesinado. Los lobos negros... More

Primera parte
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15
Aviso
Segunda Parte
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IMPORTANTE
15 Final Triste
15 Final Feliz
16 Epílogo Triste
16 Epílogo Feliz
Agradecimientos
NOTAS

6 [Especial San Valentín]

33.1K 2.7K 132
By mystcx

Bajo el frío dos almas rotas lloraban.

Lágrimas gélidas. Lágrimas tristes. Lágrimas de dolor. Pero sobre todo lágrimas de amor.

Él había tocado su rostro y ella le había dejado. Y los dos se abrazaban como si se fueran a despedir. Como si no fuesen a volver a verse. Noah besaba su cabeza suavemente y ella acariciaba su espalda con la punta de sus dedos. Sus respiraciones se fundían en una. Las palabras no hacían falta.

Se quedaron varios minutos asimilando todo lo que habían pasado mientras sentían el contacto de otro. Al final, fue Makayla la que habló la primera.

-Ian no está bien -susurró. Y ese susurro pareció haberle costado más que un grito, pues lo dijo con dolor-. Noah, hemos tardado mucho en llegar, ese niño puede no salir de aquí. Es mi culpa. Debí de haberlo sabido. Debería de haberle llevado conmigo siempre.

-Mírame. Makayla, mírame a los ojos. No es tu culpa. Tú no lo sabías. Ian va a estar bien. Ian va venir a esta habitación y va a quedarse con nosotros. Cuando todo esto termine, saldremos los tres de aquí y seremos felices -afirmó con lágrimas cayendo por su rostro- y nadie podrá pararnos.

Ella solo negó con la cabeza.

-Nunca podré volver a ser feliz, Noah. ¿No lo entiendes? Nunca podré salir y ya está. Siempre será salir y que alguien trate de matarme, que alguien me insulte. Y no puedes hacer nada.

-Tal vez yo no tenga la oportunidad de hacer algo, pero tu sí puedes, créeme. Vas a conseguirlo porque eres la loba más fuerte que he conocido nunca. Eres una guerrera y al final ganarás todas las batallas.

Ella suspiró fuertemente. Un nudo se quedó en su garganta y no la dejó responder. Él sonrió con esfuerzo y rozó su nariz con la suya. Ella ocultó una sonrisa que pareció no encontrar un buen escondite, pues Noah la notó al instante.

-¿No tienes calor? -preguntó él con la voz algo ronca.

-Estamos a menos diez grados como poco. Sí, creo que tengo calor -ironizó ella.

-Mi corazón está que arde y es tu culpa.

Él se separó varios palmos de ella. Se quitó aquella camiseta que ya parecía estorbar.

-Aprovechas la mínima oportunidad -rio Makayla.

-Contigo siempre.

La chica bajó la mirada y se arrimó más a él. Se permitió descansar durante mucho tiempo entre sus brazos y se prohibió pensar en todo lo que estaba pasando. Simplemente se dejó llevar y sin darse cuenta habló.

-Noah, te quiero mucho.

Entonces se llevó las manos a la boca. Y Noah abrió sus ojos como platos. Comenzó a temblar. No sabía que hacer y sus nervios estaban devorándole. Quitó las manos de la chica y la besó, porque no se le ocurrió otra forma de agradecerle el regalo que acababa de hacerle. Y hasta sus labios, ahora unidos, llegaban lágrimas como si de un grifo estuvieran cayendo.

Cuando se separaron los ojos de Noah brillaban y los de Makayla se movían nerviosos intentando encontrar un lugar seguro para esconderse.

-Eres lo mejor que me ha pasado. Makayla, yo también te...

Unos golpes en la puerta interrumpieron al chico y provocaron un sobresalto en la pareja. Todo se quedó en silencio y las miradas se fijaban en aquella puerta cerrada. La chica se levantó y caminó lentamente hacia la puerta.

-¿Quién es? -bramó, con una chispa de enfado en la voz.

-Abre la puerta estúpida -gritó una voz femenina desde fuera.

Makayla abrió la puerta con fuerzas y saltó sobre la chica que se encontraba esperando fuera con una sonrisa. Las dos cayeron al suelo riendo mientras se abrazaban.

-Has tardado años en venir. Pensaba que nos quedábamos sin comida -habló la rubia.

-Bueno, no he traído nada, asique moriremos todos aquí abajo.

Y se carcajearon un rato. Después se levantaron y entraron a la habitación, donde se encontraba Noah sentado en la cama, con cara de sueño. Se frotaba los ojos con cansancio como haría un niño pequeño, y sonreía.

-¿Ya te has olvidado de que sigo aquí? -preguntó, haciéndose notar. Aunque la chica rubia y desconocida para él ya le había notado y levantaba ligeramente una ceja.

Makayla le observó con los ojos entrecerrados y le puso mala cara.

-Vale, perdón -se disculpó el chico, para luego ponerse la camiseta de nuevo-. Me llamo Noah -se presentó sonriendo a la chica rubia.

-Y a mi no me importa -respondió esta.

El genio de los lobos negros, pensó él.

Las dos chicas se rieron.

-Se llama Noah -repitió Makayla, aún entre risas.

La chica rubia asintió y le miró fijamente.

-¿Por qué estás aquí? A ti el verano gélido no te afecta. No eres un lobo negro.

-Para mi hay algo peor que el verano gélido. Y se llama distancia.

La chica levantó las dos cejas e intentó sonreír. Luego se dio la vuelta y miró a Makayla.

-No -susurró ella, deseando que no fuese cierto lo que estaba pensando en esos momentos.

-Sí -articuló Mak exageradamente.

Tras aquello, comenzaron a hablar, las dos chicas, sobre como les había ido todo este tiempo Noah simplemente se quedó allí, escuchando las aventuras que habían vivido las dos chicas. Cada vez que podía, rozaba con sus dedos la mano de Makayla, aunque esta la apartaba inmediatamente.

Cuando la chica rubia se fue, Makayla comenzó a desvestirse. Noah abrió los ojos de golpe y se quedó inmóvil, sentado en el borde de la cama. Él pensó que jamás había visto tanta belleza junta, no podía asimilarlo. Se dio cuenta de que no estaba respirando y tomó aire fuertemente. Makayla se dio la vuelta y quedó de frente a él.

-¿Qué te pasa, embobado? -murmuró ella con una sonrisa en la cara.

Noah no respondió. No se movió. Intentó respirar. No parpadeó. No tragó. Intentó grabar aquella imagen en su memoria.

Entonces la chica morena se acercó a su armario y se puso, en efecto, lo primero que encontró. Y Noah volvió a reaccionar.

-Yo... es que, yo -comenzó a balbucear el chico sacudiendo su cabeza.

Y riendo, Makayla se tiró sobre él, provocando que los dos cayesen en la cama. Noah volvió a rodearla con sus brazos y respiró profundamente.

-Nos vamos a ver a Ian -dijo Makayla con sus labios rozando el cuello de Noah.

-Me debes demasiadas como para contarlas -respondió este, llevando una mano de la chica hasta su pecho. El corazón parecía querer salirse de allí. Y había más cosas que no querían estar en su sitio, pero aquel no era el momento y probablemente tampoco el lugar. Sin dejar de abrazarse, consiguieron levantarse. Se dieron la mano y se miraron. Ambos estaban nerviosos.

-Va a estar bien.

-Lo se, pero ¿y si no lo está? -preguntó Noah, tocándose el pelo.

-Se pondrá mejor.

El chico asintió y besó la mejilla de la chica.

-Te quiero -afirmó con los ojos cerrados.

Ella solo asintió, pero sus ojos decían muchas cosas que solo Noah podía entender. Salieron juntos de la habitación. Makayla no estaba segura de querer seguir agarrando la mano de Noah en los pasillos, pero este la sujetaba con fuerza. En realidad, tenía un poco de miedo. Todos esos lobos negros le odiaban y Makayla era la única que podía protegerle. O al menos eso esperaba.

Tras recorrer muchos pasillos, volvieron a estar de nuevo en la sala de la mesa grande a la que llegaron el otro día. No había tanta gente, pero los pocos que allí estaban fulminaron a Noah con la mirada.

-A vuestras cosas -voceó Makayla. Y el efecto fue inmediato.

-Gracias -le susurró Noah.

-No lo hacía por ti, en serio.

El chico frunció el ceño pero sonrió.

Luego siguieron andando y entraron por una puerta que llevaba el cartel de hospital. No había mucha gente allí, tan solo un par de personas que iban de un sitio a otro con tranquilidad. En cuanto les vieron pasar, sonrieron. Aunque aquellas sonrisas parecían una mueca.

-Makayla, cariño, te dijimos que te fueras a descansar.

-Sí, eso pasó anoche. Ahora quiero ver a mi hijo -cuestionó como si fuese obvio.

Después de suspirar, dejaron que pasase a los cuartos que había un par de pasillos más delante. Cuando encontraron el número de habitación de Ian, se miraron y asintieron. Suspiraron a la vez antes de abrir la puerta y encontrar al pequeño niño rubio tumbado en la cama.

La palidez seguía allí, pero ya no había rastros de sangre. Al rededor de los ojos cerrados del niño se habían formado grandes sombras moradas y sus labios tenían heridas. Estaba conectado a varios tubos y a una bombona de oxígeno.

Noah se acercó a la camilla lentamente y tocó la frente de Ian con cuidado. Makayla dejó reposar su cabeza contra el hombro de Noah y tomó ligeramente la mano del pequeño.

-Mak

Ella no respondió, pero asintió dando a entender que le había oído.

-Somos una familia, ¿verdad?

Makayla sonrió en silencio y, con su mano libre, acarició la espalda de aquel chico alto que había conseguido que ella volviese a abrir su corazón. Algo que, para un lobo negro, era casi imposible de hacer. No dudó ni un instante en su respuesta:

-Claro que lo somos, Noah.

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