Acepto... La Boda de Peeta y...

By LylaDoll

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Suspiros, gritos contenidos, lágrimas, emoción, en las caras extrañas y llenas de cirugías de la gente del Ca... More

PRÓLOGO
Capítulo 1
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Después de la ceremonia
La bienvenida.
El chico del pan.
Realidades y Sueños
Tocar la realidad
Un paso atrás.
Con dificultad.
Lo pensaré...
Mi esposo
su esposa
En nuestros ojos
Positivo
Un dia antes
Mentores
Johana y Finnick
Felicitaciones
El intercambio
A lo que huele el dolor
Sin importar a quien
Aellise
Planes
Por un Panem Libre

Noche de Bodas

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By LylaDoll


Peeta avanza, temeroso. Jamás ha sido tan incomodo estar juntos, jamás.

Somos esposos y esto se siente mal, realmente mal.

—¿Tienes tu maleta aquí?— pregunta tenso, justo como lo estoy yo.

—No lo sé, creo que la deje afuera—argullo buscando un escape para salir de esto.

Un golpe en la puerta me asusta haciendo que de un bote. Me quedo observando la puerta, como si eso fuese lo que necesita para abrirse.

—Pase— dice Peeta.

La puerta se abre y entra un muchacho cargando dos maletas pequeñas, nos mira muy breve y las coloca en un lado de la habitación, sin más sale.

—Katniss, puedes bañarte tu primero si lo deseas, debes estar muy cansada; yo lo estoy— le agradezco infinitamente que trate de aligerar el momento.

—Sí, me quiero bañar— tomo la maletita que sé es la mía y salgo hacía el baño.

Quitarme la ropa me lleva poco tiempo, necesito relajarme, me meto bajo el cálido fluir de la ducha y dejo correr la tensión con el agua. No pienso en nada, solo en relajarme.

Cuando salgo escucho movimiento afuera.

Escojo algo de la ropa que esta en la maleta, ropa que puso Cinna ahí, no reconozco nada, todo es nuevo, agradezco que sabe mis gustos. Dentro de tanta ropa, encuentro una bonita píjama que sin duda me coloco.

Salgo y lo primero que veo es el cambio en la habitación.

No hay velas, ni flores, no hay colchas rojas, no hay nada de lo que incomodaba hace un momento.

Peeta esta sentado en un sillón viendo por la ventana que ha abierto.

Siente mi mirada y voltea a verme.

—¿Dónde?...—No termino la pregunta cuando la sonrisa de Peeta me lo hace saber.

—En algún lugar del camino— murmura y señala la ventana abierta.

—Gracias— es todo lo que puedo decirle.

—Tranquila. Ahora debo bañarme, dormiré en esta parte si no te molesta.— Me señala unas almohadas colocadas cerca de las ventanas.

—Me molesta, ambos hemos dormido juntos, dijimos que no cambiaría nada, no quiero cambiar eso.— Es verdad, esto debemos superarlo, el que seamos esposos no quiere decir que debamos comportarnos como tal en una habitación, nada ocurrirá entre él y yo, solo dormiremos, como siempre lo hemos hecho.

—De acuerdo— acepta y pasa por mi lado hacía el baño. Entra a bañarse.

Me siento en la cama muy despacio, escucho la ducha abrirse y mientras recorro con la mirada la habitación, llego a donde están las almohadas que Peeta colocó, me levanto y las traigo de vuelta a su lugar.

Las pongo sobre la cama, una vez que estoy satisfecha con las posición de ellas, observó que Peeta a puesto en el otro extremo del cuarto las dos copas llenas del líquido ámbar.

Camino hacía ahí y las tomo.
No sé cuanto tiempo las observo, hasta que escucho la puerta del baño abrirse.

Peeta sale con una playera ligera y un pantalón holgado a rayas, luce aún más guapo así que con traje, y ese pensamiento me asusta porque no sé de dónde vino.

Levanto la copa en su dirección, él me observa tal vez pensando que estoy loca.

—¿Quieres brindar conmigo?— Le pregunto. En ese instante me arrepiento, todo en esa frase sonó mal, pero hago a un lado el pensamiento, necesito beber un poco de esto, el olor me atrae.

Le doy la copa a Peeta y este la toma en silencio.

—Por nuestra amistad— le digo sin más, choco mi copa con la suya y apuro el contenido burbujeante de un trago.

El sabor es delicado en un principio pero de golpe siento el poder del alcohol que esto contiene.

Peeta lo bebe con mesura, degustando lo que hay dentro, luego sin mas lo bebe de un solo golpe.

—¿Te gustó?— le pregunto a la cara extraña que pone.

—Es rico, pero muy fuerte, no creo ser capaz de volver a probar una cosa como esta.

—Entonces, ¿me dejarás que yo sola la beba?— sueno triste, mientras veo la botella llena, anhelante, no quiero que me deje beberla sola.

—¿Te ha gustado el sabor?— pregunta incrédulo.

—Sí— miento y me sirvo más.

—No deberías beber, recuerda como te pusiste la última vez.

Camina hacía la cama después de devolverme la copa, y ya que él se niega a tomar más, la vuelvo a llenar, la de él y la mía.

Camino hacía donde se ha sentado.

—Propón un brindis tú— le invito extendiéndole su copa de nuevo.

La observa y niega con la cabeza, pero no aparto la mano y él me ve de nuevo.

Sus ojos dicen tanto, hablan de dolores y pesares, dicen cosas que no quiero escuchar.

La toma y guarda silencio. Solo observa el interior claro de la copa, cuando pienso que no dirá nada, habla:

—Por la bella chica de 5 años, de la que me enamore hace ya 12, sin saberlo.— se bebe el contenido de un solo trago.

Y yo me quedo estática ante ese brindis.
Me ha hecho sentir mal, escuchar el dolor de sus palabras.
No sé si sea el alcohol que ya esta en mis venas, pero respondo:

—Por el chico del pan, que me dio un motivo y esperanza para seguir, un día de lluvia, cuando moría de hambre— y lo bebo de inmediato.

Peeta me observa dolido por mis palabras, se ve afectado por mi brindis; perfecto, así me ha hecho sentir él.

Se levanta y coge la botella, llena de nuevo su copa y se acerca a mí otra vez, y mientras me ve a los ojos dice:

—Por la hermosa mujer, que camino a mi encuentro el día de hoy; la que dijo acepto, cuando pudo decir que no— lo bebe.

Siento subir la rabia y las lágrimas, me quedo en silencio, le quito la botella de la mano, me lleno la copa de vuelta y le regreso sus palabras.

—Por mi "esposo", que me ama cuando no lo merezco, que se plantó a mi lado, y me permitió decir acepto— veo los ojos de Peeta recibir el golpe de mis palabras, miro claramente el dolor que le inflinjo.

La bruma de el alcohol deshinibe todo sentimiento, saca lo peor que tenemos dentro.

—Por mi amada Katniss, a quien amo con todo el corazón, que me regalo su vida, pero jamás me dará su amor.— Le veo soltar una lágrima que de inmediato limpia.

Y de algún lado, muy dentro mío, el instinto de protección despierta, y ante el dolor que he inflingido, y ante el mismo que yo sufro, lo tomo del rostro y lo beso con pasión.

Peeta se retira, trata de apartarme, pero no lo permito, le encajo las uñas un poco en el cabello, para que no se vaya, y él termina respondiéndome.

Nos besamos como jamás nos hemos besado.
La sensación es cálida, sus labios se apoderan con ansiedad de los míos, el roce de su lengua hace nacer fuego en mí, nunca había pasado.

Mis manos toman vida, y dejan de conformarse con tocar su pelo, bajo por su rostro y no me detengo, acaricio sus brazos, y sus labios exigentes ocasionan fuego interno, Peeta me toma fuerte la cintura y sus manos recorren el mismo camino que están siguiendo las mías: brazos, torso, cuello, piel que responde y anhela lo siguiente; anhela ser tocada gritando lo que estorba la ropa.

Una sacudida en el tren nos separa, ambos nos vemos sin dar crédito a lo que hemos hecho, a lo que hemos dicho.

Guardamos silencio, y vernos resulta imposible después de un momento.

Peeta camina hacía la cama, y yo lo sigo sin decir nada.

Toma una almohada y lo veo llevársela a la ventana.

—No— susurro, no podré soportarlo si así es como iniciaremos esta vida juntos—, duerme aquí, por favor—  suplico porque estoy a punto de llorar.

Peeta me observa, parado aún lejos.

—Somos amigos, prometimos que haríamos estos juntos, quédate— le pido. Él camina de regreso, se sienta en su lado y poco a poco se recuesta, de inmediato me recargo en su pecho, siento tal vergüenza y amargura que no quiero verle a la cara.

—Siempre— murmura y me abraza.

El sueño llega, y el día termina... soy una Mellark; esta es nuestra noche de bodas.

Recuerden están casados!!, pero ella no acepta que lo ame aun!! Y yo dije quiero ver como les va siendo matrimonio, ¿que va a pasar? Quiero verla aceptarlo, quiero verla desearlo, (oh si Katniss vas a desear a ese panadero) quiero que le corresponda.
Y por una vez Katniss espero que seas tu la que lo busque, enamóralo mas!!!

Así que Peeta y ella tienen un camino por recorrer pero no tan largo que el presidente no lo va a permitir, su primer intercambio esta cerca, así que a darles prisa, nuestros chicos serán matrimonio consumado... pero antes Kat, es tú turno...

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