Things We Lost In The Fire 🔥...

By Dany_Styles_09

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[LIBROS III & IV] Hope se ha ido. La tranquilidad en la ciudad parece haber "regresado", pero no para todos. ... More

Prologo.
Capítulo 1:"Heartbeat"
Capítulo 2:"Talks Under de Moon"
Capítulo 3: "Big decisions"
Capítulo 4:"A&B"
Capítulo 5: "Little Angel"
Capítulo 6:"Dreams"
Capítulo 7:"Broken bond"
Capítulo 8"Blind trust"
Capítulo 9:"Eve"
Capítulo 10:"Our"
Capítulo 11:"The girls must stay together"
Capítulo 12: "After Me, The Flood"
Capítulo 13:"Family portrait"
Capítulo 14: "Witch Bitch"
Capítulo 15: "Save yourself the excuses and tell me a lie (parte 1)"
Capítulo 16: "Save yourself the excuses and tell me a lie (parte 2)"
Capítulo 17 "The easiest things turn out to be the most difficult"
Capítulo 18:"Revenge is a dish best served cold."
Capítulo 19:"An odd way of saying I love you."
Capítulo 20: "The War is coming, hear my Howl"
Capítulo 1:"This moment, we own it"
Capítulo 2: "We all choose our own poison."
Capítulo 3:"A sweet temptation"
Capítulo 4: "The Suicide Squad." (Capítulo doble)
Capítulo 5: "The Bravest Heart"
Capítulo 6: "Chasing the Devil's tail."
Capítulo 7: "Saving Hope"
Capítulo 8: "Little Red Riding Hood"
Capítulo 9: "Little House."
Capítulo 10: "The Secrets we keep."
Capítulo 11: "About broken people."
Capítulo 12 "I can hear the bells."
Capítulo 13: "Tell me a story." Capítulo doble II.
Importante leer!!!
Capítulo 14: "Kill the demon today, face the devil tomorrow."
Capítulo 15: "The song of the caged Bird"
Capítulo 16: "When the Crown falls."

Capítulo 21:"You found me."

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By Dany_Styles_09

"Un viaje es una nueva vida, con un nacimiento, un crecimiento y una muerte, que nos es ofrecida en el interior de la otra. Aprovechémosla."

Paul Morand.

-Thalía, despierta.-

Una horrible corriente eléctrica me recorrió el pecho.

Abrí los ojos; una cegadora luz impactó contra ellos, casi derritiéndome las retinas. Aquel fulgor ardía y mucho. Parpadee un par de veces hasta que me acostumbré a la luminosidad. Lo primero que alcancé a ver fue un techo en forma de domo cerrándose encima de mi cabeza. En el aire flotaba un suave olor a incienso mientras delgados y débiles columnas de humo blanquecino se elevaban hacia lo alto, perdiéndose en la oscuridad del domo. A cada dirección que girase la cabeza había amuletos, símbolos, hierbas y cuencos de masilla.

Por unos instantes se me hizo familiar aquel lugar.

-Pensé que no despertarías más, Lía.-ladee la cabeza hacia un costado, encontrándome con una figura de espaldas. Aquella persona llevaba un vestido de campana verde lima claro, en su espalda se ataban los cordones de un corsé que le daban aspecto de ser una mujer bastante delgada y con curvas bien definidas. Un desprolijo rodete de cabello castaño se enroscaba a la altura de la nuca, permitiendo que algunos mechones cayesen sobre su espalda.

-¿Quién eres?-me sorprendí al escuchar que mi voz sonaba diferente. De hecho, mis sentidos se sentían diferentes.

-Bueno, pensé que después de tantas veces colándome en tus sueños y llegada ésta instancia me reconocerías fácilmente.-aquella figura rió por lo bajo mientras su mano tanteaba hacia el costado, tomando un ramillete de hojas secas.- Esfuérzate un poco y tal vez llegues a dar conmigo.-

Mi cabeza en esos instantes no daba para pensar.

-Ya dímelo.-pedí, tragando saliva, lo cual resultó bastante complicado.

-No.-respondió, apenas girando la cadera hacia un costado.-Pero te daré pistas.-se estiró por encima de una mesa y sujetó un cuenco cerrado.-París, año 1945, Ribera del Sena. Habíamos asistido a una glamorosa fiesta de gala dónde tú conociste al galante Conde Le Brun; un joven apuesto, caballeroso y dispuesto a contraer matrimonio con la primera jovencita que se le cruzase en el camino.-dijo, volviendo a quedar de espaldas.-Pero, a pesar de sus positivas cualidades, me rogaste que lo alejara de ti...-

-Janna.-declaré, volviendo a tragar saliva. La figura respiró profundamente y luego exhaló el aire lentamente, tamborileando sus dedos contra una superficie.

-Finalmente, Thalía.-manifestó jovialmente.-Pensé que debía de entrar en detalles de lo que pasó aquella noche.-soltó una risita risueña.

-¿Por qué te has metido en mi mente?-cuestioné, reincorporándome lentamente contra mis codos. La cabeza me palpitaba y me costaba mantener los ojos abiertos.

-Era la única forma de que vieras que estaba dispuesta a ayudarte.-respondió, dándose vuelta finalmente. Era extraño volver a ver su rostro y verlo sin todas aquellas flagelaciones con las que se había presentado en mis sueños.

-Tus ojos.-mencioné. Recordaba que aquellos orbes eran de un verde esmeralda intenso, que eran capaces de brillar en la más oscura penumbra.

-Admite que soy increíble alterando los hechos.-comentó, un tanto altanera.-Sólo fue un efecto para...

-¿Qué quieres conmigo?-interrumpí.

Su sonrisa se desvaneció.

-Me sorprende que aún no logres captar la idea, Lía.-aseveró, frunciendo un poco el ceño y saliendo de la oscuridad que se cernía encima de su cabeza.-Quiero ayudarte a recuperar todo lo que se te fue robado.-

-Pero estás muerta.-puntualicé.- ¿Cómo serías capaz de ayudarme?-su ceño se frunció del todo.

-Eso lo encuentro un tanto ofensivo.-aclaró.-Pero, siempre te fui leal y eso no cambiará aunque esté... muerta.-en una mesita dejó lo que llevaba entre sus manos y se alejó. En cuanto se movió hacia un costado, dejó al descubierto una pieza alargada de color negro y humeante. Olor que desprendía daba náuseas y no tenía muy buena pinta.

-¿Qué es eso?-pregunté, reincorporándome del todo.

-Oh...-Janna miró por encima de su hombro, sacudiendo levemente la cabeza.-Eres tú.-respondió.-Bueno...lo que queda de ti.-

¿Lo que queda de mí?

Me deslicé por la rugosa superficie en la que había estado acostada y coloqué nuevamente los pies sobre el suelo. En cuanto me reincorporé sentí que el piso se deslizaba debajo de mí, lo que me llevó a sostenerme de lo primero que tenía cerca.

Tras unos segundos quieta, me animé a dar un primer paso. Lenta y temerosamente me acerqué a la mesa continua, pero mantuve mi distancia. El olor continuaba siendo fuerte.

-¿Qué me pasó?-mis manos tocaron sin tocar aquellos huesos ennegrecidos mientras las yemas iban adquiriendo calor con los últimos dedos blancos de humo.

-Brujas.-respondió mi vieja dama de compañía, mientras revolvía algunos cacharros.- Tenían a tu bebé, pero querían asegurarse que no fueses detrás de ellas en cuanto te recuperases.-tiró algunas cosas al suelo y abrió una vieja despensa de madera.-Por lo que utilizaron la única arma capaz de asesinar a un Original...-

-La estaca.-me masajee el pecho mientras miraba el profundo hueco que había quedado entre mis costillas quemadas. Pero algunas fichas se acomodaron en mi cabeza y caí en la cuenta de algo.- ¿De quién es este cuerpo?-Janna alzó el brazo y señaló hacia un costado.

-Velo por ti misma.-

Sin despegar la vista de mí...mí misma, rodee la mesa y caminé al centro de dos vigas donde justo en el medio había un espejo circular con incrustaciones de piedras en diferentes tonos de verde. Pero no me importaba la decoración, lo que me importaba era la imagen que se reflejaba al otro lado: cabellos castaños, ojos verdes, labios delgados, nariz respingada, pómulos delicados...

-Hayley.-musité, tocándome las mejillas finamente. Yo estaba en ella, pero ella...ella no.- ¿Qué...por qué...?-voltee para enfrentar a Janna; ella se encontraba detrás de mí, con sus penetrantes ojos escudriñando mi reflejo.

-Tenía que hacerlo.-se defendió.-No podía permitir que te vayas de éste mundo sin antes dar batalla.-los pulmones me ardían mientras intentaba procesar toda la información.-Hice un hechizo de cambio de cuerpo, vulgarmente llamado el salto de persona.-

-¿Y Hayley?-hizo un leve gesto con la mano.

-Ella está a salvo en su interior.-

-¿Cómo lograste convencerla?-se mordisqueó las uñas, entregándome una inocente mirada.

-Ella, igual que yo, se mostró bastante...dispuesta a hacer esto.-respondió. Parpadeó levemente, alternando la mirada entre el espejo y la mesa donde reposaba mi cuerpo.- Increíble hechizo, ¿verdad?-preguntó mientras que sus ojos adoptaban un extraño fulgor, un brillo de victoria.- La mayoría de las veces cuando alguien toma el cuerpo de otra persona, el verdadero ocupante lucha por liberarse y eso genera un trastorno de personalidad...sí uno lo ve psicológicamente, pero una bruja sabe identificar aquellas fallas en un hechizo.-explicó. Luego sus ojos se tornaron oscuros y ya no existía ningún atisbo de inocencia; sus rasgos se habían hecho fuertes, como si hubiera sido poseída.-Desgraciadamente mis poderes no son lo suficientemente fuertes, por lo que tienes un plazo antes de que tu espíritu pase hacia el Otro Lado...-

-Creí que el Otro Lado había colapsado.-

-Lo hizo.-asintió.-Pero cuando se cumpla el tiempo límite, te perderás y sólo tú sabrás si consigues encontrar la paz o perderte en el más allá.-

Tragué saliva.

-¿Qué debo hacer para que eso no pase?-ella apoyó su mentón contra su hombro, pasando una mano por sus cabellos castaños.

-En estos momentos estoy creando un ancla que me permita canalizar mis poderes con el fin de hacerme un poquito más fuerte y conseguir reconstruir tu cuerpo.-estableció.- Pero para finalizar necesito absorber más magia de la que tengo que a mi alcance.-continuó.

-¿Qué debo hacer?-pregunté, retorciendo los dedos.

-Primero debes saber que esto es una ilusión real.-murmuró, fijando sus intensos ojos en los míos.-En cuanto se rompa el hechizo volverás a despertar y debes hacer una sola cosa.-se acercó a un aparador y tomó algo delgado, que brilló en cuanto un rayo de luz impactó contra su superficie más reluciente. Estaba empuñando una daga de plata mientras que una hermética sonrisa afloraba en sus labios.-Debes matar a Genevieve.-

*.*.*.*

Con una profunda exhalación abrí los ojos.

Tenía la boca seca y la garganta rasposa, como si fuera papel de lija.

Respire varias veces tratando de calmarme mientras jugueteaba varias veces con la lengua para generar saliva.

Para haber sido parte de una visión, había sido una muy verídica. Pero ya no me encontraba en aquel viejo y desgastado atelier, con cuencos de masilla colgando de las paredes ni hierbas pegadas en las vigas secándose. No. Ahora me encontraba nada más y nada menos que en el lugar donde había muerto: La Iglesia de Santa Anna.

En el aire flotaba el nauseabundo olor a sangre. Mi sangre. Arrugué la nariz mientras me ponía de pie. Tenía un fuerte nudo en el estómago y me daba pudor mirar hacia el altar. Sumado al olor a sangre, también había un intenso tufo a calcio, tela y plástico quemado. Toda esa combinación resultaba repugnante e insoportable.

Pero lo que más me llamó la atención es que tenía un gusto metálico emanando de mis encías. Con la lengua me relamí los labios y aquel sabor era familiar. Sangre.

"En el cuerpo de un lobo no tienes muchas probabilidades de ganar. ¿Qué mejor que tener unos buenos colmillos y una inagotable sed de sangre?"

El cuerpo de Hayley estaba pasando por transición. Janna debió de darme sangre y luego matarme...de vuelta, para poder transformarme en híbrido...de vuelta.

Me sostuve de las bancas y sujeta a ellas comencé a caminar.

Ya en el pasillo pude mantener el equilibrio por mi cuenta. Tenía que dejar ese lugar atrás lo antes posible, dar con mi hija, antes de que fuese realmente tarde. Para poder pensar claramente debía dejar de lado las insoportables ganas de tomar sangre. Tenía que esperar el momento gusto para poder completar el proceso de transformación.

Con todo el peso de mi cuerpo empujé la puerta hasta que se abrieron. El impulso con el que me abalancé hacia adelante me jugó en contra y me hizo caer sobre mis rodillas. El dolor se sentía real y era lo más real que había experimentado en todo el día.

La luz del sol impactó contra mi rostro, dándome un embriagante calor y llenándome de una extraña sensación de vida. La brisa era agradable y los aromas del exterior se encargaron de eliminar cualquier rastro de los olores que predominaban en la iglesia. Respiré profundo, llenándome los pulmones y luego comencé a bajar las escalerillas.

Si mal no me equivocaba, las brujas estarían en el cementerio.

El cementerio de Lafayette no quedaba lejos, pero estaba más que segura que perdería tiempo en encontrar el lugar indicado donde se realizaría el sacrificio. Ellas se encargarían de cubrir muy bien sus rastros y por alguna razón tenía miedo de no llegar a tiempo...

Comencé a correr casi sin pensarlo. No iba a permitir que pensamientos tan negativos llenasen mi cabeza y me hiciesen creer que no era capaz.

Cada metro que devoraba en largas zancadas, significaba un metro menos para recuperar a mi bebé. El sabor salado del sudor se deslizó por mis labios mientras sentía mí...el corazón de Hayley latir más desaforado que nunca.

Perdí la noción del tiempo. Los pulmones me ardían y las piernas ya no podían dar ni un paso más; desventaja de estar en el cuerpo de un lobo. No tenía la misma resistencia que al estar en el mío. Pero lo que realmente me motivaba a seguir adelante era la misión que Janna me había propuesto. Nada me apetecía más que servirme un banquete de brujas; la sola idea de deshacerme de ellas me llenaba de una sensación de excitación y engendraba un placentero deseo por llegar lo más rápido posible.

Y así fue que veinte minutos después di finalmente con la entrada del cementerio. Allí dentro las vibras era demasiado intimidantes, casi que me causaban escalofríos; pero no iba a dar marcha atrás ahora.

Bajo los fantasmagóricos ojos de los espíritus me fui adentrando al tétrico lugar. No tenía idea de donde se podría llevar a cabo el sacrificio ni mucho menos a qué hora.

Estando en los pasillos de criptas me vi envuelta en sombras que superaban mi estatura. La presión que ejercían sobre mí era abrumadora. La cabeza comenzó a palpitarme de nuevo. Todo comenzó a girar a mí alrededor, como si las tumbas fuesen una copia idéntica a la que había dejado atrás. Sin duda olía a bruja.

Di vueltas durante un rato, pero tal como había supuesto había un hechizo de ocultamiento. Cada pasillo, cada tumba, cada lapida, cada ramo de flor marchita era exactamente igual al que había visto en la vuelta anterior.

Me apoyé contra una de las bóvedas y me fui deslizando lentamente, hasta que mis rodillas chocaron contra mi pecho. La resignación comenzaba a opacar a la esperanza.

Todo hechizo tiene una falla. Todo hechizo tiene una falla...

Descansé la frente contra mis piernas. Cerré los ojos y busqué desesperadamente algún indicio que me fuese útil. Las brujas no podían ser tan minuciosas; debía de haber algún mísero error, algo.

Esa era nuestra esperanza!-

De golpe levanté la vista. ¿Había sido eso una voz?

Me reincorporé sosteniéndome de las paredes y agucé el oído: alguien, en alguna parte del cementerio, estaba hablando. A la mente se me vinieron dos personas y más me valía estar en lo correcto.

Caminé unos cuantos metros hacia adelante, siempre manteniéndome alerta. Como si fuera por arte de magia los pasillos, que yo había transitado meses atrás, ahora estaba cambiando ante mis ojos. Ya no eran completamente iguales. Cada uno volvía a ser como lo era antes, con diferentes retratos y diferentes epitafios. ¿Acaso esa era la falla? ¿Acaso las brujas estaban perdiendo la habilidad de mantener un hechizo el tiempo suficiente?

Sea cual fuese la causa a mí no me importaba. Esto era lo que yo estaba esperando.

Pero ahora lo que realmente me importaba era encontrar al dueño de aquella voz.

-¡Esa era la esperanza de nuestra familia!-pasé dos criptas y finalmente di con dos personas de espaldas a mí.- Y ahora...ahora se ha ido.-no me cabía duda que aquellos dos eran Klaus y Elijah. Por fin.- ¿Lo entiendes? Yo...dejé que me importara...dejé que me importara...yo no dejo que la gente me importe...- por el tono que Elijah empleó para acusar a su hermano no supe descifrar quién estaba más herido por toda ésta situación: ¿lo estaba yo, o lo estaba él?- Lo sabías y me lo has arrebatado.-continuó.-La necesitaba y...me has destrozado.-él se corrió hacia un costado, sentándose en un cantero bajo.

No sé si Klaus me vio...o vio a Hayley, pero se sentó junto a su hermano. Le colocó una mano en el hombro.

-Podrás contarle a tu sobrina cuanto te importaba su madre.-dijo.-...cuando la hayamos salvado.-

No había escuchado toda la conversación, pero debió de ser profunda ya que nunca antes en mi vida había visto a Elijah tan conmocionado.

-Ya hemos pasado por aquí dos veces.- murmuró con voz acongojada.-Se nos acaba el tiempo.-

-Entonces, movámonos más rápido.-

Ahí vi oportunidad. Tenía que unirme a ellos.

-Tal vez deberían ir de manera más inteligente.-hablé avanzando.

Los dos se pusieron de pie.

-Hayley.-habló Elijah.-Te dije que te quedarás...-

-Escúchame.-interrumpí.-Sé que sonará raro pero...soy Thalía.-él parecía consternado, pero por todo.

-¿De qué hablas?-preguntó, acercándose.

-Es...es largo de explicar.-murmuré, mordisqueándome el interior de la mejilla.-Sólo necesito que me crean.-pedí, mirando a Klaus por encima de su hombro.- No tengo mucho tiempo aquí y no voy a...-no iba a mencionar lo del Otro Lado. No ahora. Primero tenía que esperar a que Janna se contactase de nuevo conmigo.-No voy a irme sin mi hija.-mucho más consternado que antes, Elijah me abrazó y en aquel gesto me transmitió un millón de sentimientos.

-La recuperaremos.-prometió, rozando sus labios contra mi cabeza.-La encontraremos.-

-Ella está aquí.-dije, sintiendo algo que no había percibido desde que había entrado, pero que ahora era mucho más clara. Era ella.- Puedo...puedo sentirla.-

-Vi tu cuerpo.-habló Klaus.- ¿Cómo es esto posible?-preguntó.-Estabas, técnicamente, muerta.-

-Morí.-dije, separándome de Elijah y yendo hacia su lado.-Estuve...en el límite del cielo y la tierra y supongo que la muerte es generosa.-curvé los labios en una mueca.-Pero ahora tengo hambre.-

-¿Estás en transición?-preguntó Nik con gesto serio.

-Mi rey, no es tiempo para preocuparse por mí.-no ahora. Tomé su mano y lo miré a los ojos.-Vayamos a recuperar a nuestra hija.-

-...-...-...-

Mi instinto de madre me guiaba. Esa vocecita en mi interior iba marcando el sendero luminoso entre tanta oscuridad, llevándome directamente a aquella personita inocente que aguardaba ser rescatada.

Elijah y Klaus iban detrás de mí y las criptas se abrían tal como eran en realidad. Ya no había hechizo que protegiese el camino. Todo estaba más claro que antes.

De hecho, todo era más claro: había conseguido acostumbrarme a los sentidos de Hayley y los había mezclado con los que había adquirido como vampiro, ahora forzaba ambas partes a trabajar el doble para poder recibir información concreta. Y gracias a eso, alcancé a escuchar un quejido que se transformó en llanto.

-Es ella...-apresuramos el paso y al doblar la esquina ante nosotros se abrió un camino anexo que daba paso a una enorme bóveda con altar incluido. Allí se encontraba Genevieve, su séquito de enfermas y mi pobre hija rodeada de sabanas limpias: el corazón se me contrajo con un arduo dolor en cuanto vi la punta de un cuchillo pendiendo encima de su pecho.- ¡NO!-las brujas levantaron la vista, pero eso no significo que se acobardaron. ¿Tan retorcidas serían las mentes de aquellos fantasmas como para asesinar cruelmente a un ser que apenas si vio la luz del sol?

Elijah tomó un viejo jarro que se encontraba junto a una tumba y lo lanzó tan lejos como su brazo se lo permitió: el objeto dio de lleno en la muñeca de Genevieve, lo que la obligó a soltar el cuchillo.

Pero como dice el dicho, ojo por ojo, diente por diente.

Las brujas se unieron y tomaron represalias contra nosotros. Usando sus poderes invocaron a los muertos del cementerio y estos, a su vez, usaron su magia para echarnos hacia atrás: a Elijah lo hicieron levitar, con el fin de estamparlo contra una tumba mientras que Klaus y yo éramos despedidos hacia atrás y cayendo estruendosamente contra el suelo. Pero eso no era lo peor: lo peor era que no podíamos movernos. Estábamos atrapados en paredes invisibles que nos retenían contra el suelo.

-¡Necios!-bramó Monique.-Venir contra nosotras donde tenemos más poder, en nuestro momento más fuerte.-intentaba ponerme de pie o de rodillas si quiera, pero estaba literalmente pegada al piso.-No se enfrentan a tres...se enfrentan a todos nosotros.

Todo hechizo tiene una falla. Todo hechizo tiene una falla...

Tal como había pasado con el hechizo de ocultamiento, la fuerza ejercida iba perdiendo consistencia a medida que forcejeábamos: combinábamos la fuerza de un híbrido y otro en proceso, contra la rabia de un montón de figuras transparentes. Las brujas podrían hacer alarde de sus poderes de ultratumba, pero el feroz hechizo de pronto se convirtió en un delgado e invisible manto que nos permitió movernos pero que aún nos mantenía en el suelo. Miré a Klaus: al parecer él también había captado que el hechizo se estaba debilitando, y era por eso que debíamos actuar ahora antes de que más espíritus se uniesen.

Como si se tratase del quebrantamiento de una cadena, cada uno de mis miembros finalmente fueron libres de moverse. Primero me puse de rodillas y luego me impulse hacia arriba. Cabía destacar que esa libertad no era absoluta, ya que aún sentía presión alrededor de mis tobillos y cierto temblor en las rodillas. Erguirme fue costoso, pero logré romper los brazos invisibles que me retenían. No tenía idea de donde había sacado tanta fuerza, tal vez sería por el hecho de que mi hija estaba bajo el cuchillo de las brujas y yo a unos pocos metros; o tal vez porque estaba realmente enojada con todas las malditas facciones habida y por haber en New Orleans, las cuales, obviamente, recibirían su merecido una vez que yo estuviese de nuevo en mi cuerpo.

Finalmente liberados, Klaus y yo intercambiamos una breve mirada y en ella nos dijimos mil cosas, trazamos un plan y delimitamos quién se haría cargo de qué parte. Claro estaba decir que yo tomaría la sección que más me importaba: matar a Genevieve. En parte no lo hacía porque Janna me lo hubiese pedido, no. Lo hacía por algo más personal y porque, siendo completamente sincera, había tenido ganas de retorcerle el cuello desde hacía un largo tiempo.

Tomé el camino que iba hacia la izquierda. La cobarde estaría detrás de las tumbas, no muy lejos del altar. Yo debía interceptarla mucho antes de que ella fuese capaz de volver al altar. Sentí un cosquilleó en las encías y una verdadera sensación de hambre. El aire olía sangre y yo aún estaba en transición.

Genevieve con cuchillo en mano puso rumbo hacia el altar nuevamente, pero le corté el paso. Con un puntapié detrás de las rodillas ella perdió el equilibrio y soltó el puñal. Intentó recuperarlo, pero de nuevo me interpuse y mi puño se estrelló contra su mejilla. Genevieve no se cansaba ni yo tampoco. Contra su estómago descargué una patada que la dejó tendida en el suelo. Ella se sostenía la parte golpeada, lo que me dio tiempo de correr hacia el altar. Pero antes de dar un paso más, algo me sujetó del cabeza y comenzó a tirarme del cabello. Pero eso no se comparaba con ningún tirón; más bien era como si me estuviesen comprimiendo las sienes e intentasen reventármelas como si fuesen una sandía.

El dolor se volvió insoportable. El piso se movía y las piernas me temblaban. Gritaba pero no oía mi voz. Me sujeté la cabeza y apreté los ojos, mientras el peso de mi cuerpo me tiraba hacia abajo haciendo que mis rodillas golpeasen el suelo seca y dolorosamente.

Las brujas. Las desgraciadas continuaban utilizando sus poderes contra nosotros y por más que yo quisiera, no podía liberarme de aquel hechizo. No ésta vez.

Arañé incontable veces el suelo, intentando gatear hacia adelante pero Genevieve me tenía sujeta en una esfera invisible e indestructible.

Pero no todo era negativo. Una de las brujas revividas fue propulsada hacia atrás, luego de que una barra de metal se le incrustase en el estómago. Con su flujo de poder fuera, ahora sólo quedaba una barrera de fantasmas que complicaban la situación. Pero Monique tampoco podía hacerlo sola, por lo que ella también se retiró. Corrió hacia atrás y recuperó el cuchillo que Genevieve había perdido. Si alguien no la detenía, ella asesinaría a mi hija.

-¡No!-grité mientras forcejeaba. Monique ya estaba en posición y se había encargado de que ni Klaus ni Elijah pudiesen acercarse a ella. Ahora sólo era cuestión de segundos antes de que diese la puñalada final.- ¡No!-

Antes de que Monique siquiera pudiese bajar el cuchillo, unas finas líneas rojas se dibujaron en su rostro, brazos y cuello. Debido al hechizo no podía ver bien ya que tenía los ojos distorsionados, pero podía asegurar que el poder de Genevieve se estaba volviendo endeble.

Parpadee varias veces y vi caer el cuerpo sin vida de la bruja Deveraux. Cualquier hechizo que estuviese conjugando, murió con ella. Mi hija se hallaba sola en el altar, pero una mezcla de colores, sazonado con olor a vampiro se la llevó.

Genevieve finalizó su retención y finalmente me dejó libre.

-Thalía.-Elijah se acercó a mí y me ayudó a ponerme de pie. Una vez parada, giré sobre mis talones y confronte a la bruja: ella aún permanecía en el suelo y una mirada de terror le surcaba cada milímetro de su rostro.

-No...por favor.-pidió, arrastrándose.-Por favor.-caminé hasta ella.

-¿Crees que mi hija pudo haber recibido misericordia por parte de ustedes sí al menos supiese hablar?-cuestioné.

-Por favor...-repitió, alzando sus manos a modo de rendición.

No iba a detenerme a escuchar sus súplicas. Ella, al igual que sus compañeras, pagaría por los daños que les infringió a mi familia y a mi gente. Yo misma me encargaría de que jamás volviesen a herir a nadie más.

Cerré mi mano alrededor de su brazo y de un tirón la obligué a ponerse de pie. Dando trompicones la arrastré al interior de una de las criptas. Elijah iba detrás, pero se adelantó para ponerse a mi altura.

-¿Qué piensas hacer?-preguntó, interponiéndose entre nosotras y la puerta.

-Esto es un ida y vuelta.-respondí.

-¿Vas a acabar con ella?-

-No puede quedar impugne.-repliqué. Lo hice a un lado y metí a la bruja dentro. Pero antes de ir tras ella, voltee a verlo.- ¿Vas a ayudarme o te quedarás ahí?-Elijah no titubeó.

-Vamos.-

Una vez en el interior, encadenamos a la bruja a una de las paredes. Genevieve continuaba rogando porque la dejemos en libertad, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a escucharla, no de nuevo.

-Sabes.-dije cruzándome de brazos frente a ella.-Aún no lo entiendo, ¿por qué?-cuestioné, frunciendo el ceño.- ¿Por qué matar a un bebé?-

La bruja tragó saliva.

-Los Ancestros no me dejaron opción.-respondió.

-¡Estabas dispuesta a sacrificar a un bebé!-exclamé.- ¿Y todo por qué?-caminé hacia adelante.-Todo por poder.-

-No sólo por poder.-repuso.-Fue una orden directa de los Ancestros...tenía que obedecer.-Elijah, quién estaba a su lado, la sujetó por las mejillas y la obligó a mirarlo.

-¿De quién vino la orden?-cuestionó entre dientes.

-Me sorprende que lo preguntes.-dijo Genevieve, sobradora.-Después de todo, eres quién convenció a tus hermanos de consagrar sus huesos en las tierras de New Orleans.

-¿Qué?-me acerqué aún más a la bruja.- ¿Estás diciendo que todo esto es obra de Esther?-

-Ni siquiera la muerte puede detener a mi madre en su búsqueda de la aniquilación de su propia carne y sangre.-escupió Elijah, soltándola.

-Este no es el fin.-continuó Genevieve y su rostro volvió a tornarse temeroso.

-Después del infierno que pasamos, ¿hay más?-ella asintió y tragó saliva nuevamente.

-Mientras esa niña esté viva, las brujas de New Orleans no pararan de ir tras ella.-dijo.-Esther no se detendrá jamás. Así ha sido ordenado: tú bebé será consagrado junto con los restos de sus Ancestros. No vivirá.-parpadeó varias veces y delgados hilos rojos comenzaron a brotar de sus ojos, cayendo lentamente sobre sus mejillas.-Vienen por mí...puedo sentirlo.-musitó.-Les he fallado.-bajó la cabeza.-Por favor...-masculló mientras las gotas de sangre caían al suelo, manchando las faldas de su blanco vestido.-Entiéndanlo, solo quería vivir.-

-Hay muchas maneras de vivir.-escupí.-Sacrificar bebés no es precisamente una.-

Más lágrimas rojas comenzaron a caer de su rostro mientras que sus ojos se tornaban brillosos.

-Díganle a Klaus...que lo siento.-de su boca también comenzó a manar sangre, causándole toses.

Miré a Elijah por encima de mi hombro y luego volví la vista al frente. No sentía lastima por ella, pero me parecía injusto lo que los Ancestros hacían con las brujas; tampoco iba a decir que Genevieve se hubiese negado a éste acto. Pero a mí se me ocurría una única forma de detener todo.

Me acerqué a ella y cavilaciones introduje mi mano dentro de su pecho; Genevieve ahogó un gemido mientras se curvaba hacia adelante, reposando su frente contra mi brazo. Su respiración se tornó agitada, su sangre fluía más deprisa a medida que mis dedos masajeaban su corazón. Matarla no era mi buena acción del día, pero al menos le estaba facilitando el viaje antes de perecer en una agonía.

Acerqué mi boca a su oído.

-Yo no lo siento.-susurré, antes de removerle el corazón.

*.*.*

-Tendríamos que haber intuido que nuestra madre tenía algo que ver con todo esto.-murmuró Klaus, al otro lado de la habitación. Por suerte todo había vuelto a la normalidad, o casi. Janna cumplió con su parte del trato y yo recuperé mi cuerpo y volví a la vida; Hayley completó la transición, transformándose en el primero híbrido creado por mi sangre.

Hasta el momento habíamos tenidos tres horas tranquilas.

-Tendríamos que haber sabido que ella no podía ser retenida por algo tan evidente como la muerte.-continuó Klaus, luego de que Elijah le contase todo lo escuchado en la cripta.-Y ahora controla a todas las brujas. Nunca van a parar...-

-Es hermosa.-comentó Hayley, ingresando al cuartito donde me encontraba.-Se parece a ti.-sonreí, mientras mecía levemente a mi bebé.

-¿Cómo te sientes?-se encogió de hombros mientras se apoyaba en el alfeizar de la ventana.

-Es raro.-respondió.-Tengo todos mis sentidos más intensificados, puedo escuchar todo, ver absolutamente todo y los olores...-arrugó la nariz.-Alguien debería tirar perfume en el patio.-volví a sonreír.

-Tampoco espero que los Guerrera retrocedan.-por más que Klaus y Elijah se esforzasen por hablar en silencio, yo escuchaba todo.-Lía y la niña, incluso Hayley, pertenecen a la realeza de los lobos, y cómo tal, son amenazas para los planes de liderazgo de Francesca.-me sobé la nariz mientras sospesaba la manito de mi hija entre las mías.-Jamás estarán a salvo.-cerré los ojos y respiré profundo: ¿cómo podían existir seres tan...monstruosos, capaces de ver a una niña como una amenaza?

-¿No me dijiste antes, que había hecho enemigos cada día de mi miserable vida?-cuestionó Klaus.-Bien, pues la peor de ellas está entre estos muros, hermano...he traído al mundo a un arma que puede ser usada en mi contra.-

-Entonces debemos prepararnos.-objetó Elijah.-Hermano, hemos luchado contra cada adversario en ésta ciudad y hemos vencido, y volveremos a luchar contra ellos, no importa quiénes sean.-me aclaré la garganta y acomodé a mi bebé cerca de mi corazón.-Convertiremos esta casa en una fortaleza.-prosiguió.

-No quiero que viva como una prisionera.-replicó Klaus.

-Entonces nos iremos, juntos.-insistió Elijah.

-Donde quiera que vayamos, por muy lejos que corramos, los que ansían poder y venganza nos perseguirán, la perseguirán. Ha heredado todos nuestros enemigos sin ninguna de nuestras defensas.-

-Así que aunque nos vayamos o nos quedemos, la condenaremos.-

-Thalía.-parpadee varias veces y miré hacia un costado.- ¿Puedo cargarla un momento?-preguntó Hayley, extendiendo sus brazos.

-Claro, claro.-ella se inclinó hacia adelante y con cuidado pasó una mano por debajo de la cabeza de mi bebé mientras que con la otra sujetó el delicado cuerpo envuelto en mantas.

-Sígueme.-pidió, meciéndola suavemente.-Creo que tengo algo que puede interesarles.-caminó por la pequeña habitación y salió a mi cuarto. Me puse de pie y la seguí en silencio.-He escuchado cada una de sus opciones.-habló, plantándose frente a Klaus y Elijah.-Yo tengo una idea.-

-¿Cuál es?-pregunté, apoyándome en el marco de la puerta.

-Crecí en una zona de guerra, dónde mis padres pensaron que podían protegerme, pero al final fueron masacraos.-comenzó, mientras le daba suaves palmaditas en la espalda.-Pasé toda mi infancia sola y sin ser amada.-miró a mi bebé y sonrió.-Sé que Thalía le hizo una promesa a esta preciosura.-continuó.-Yo también hice una para ella, y para mí misma.-alzó la vista y sus ojos estaban cristalizados.- Como miembro de su familia, y como...hermana adoptiva, yo no quiero que ella crezca igual que yo porque estoy segura de que ella estará rodeada de amor y seguridad, y sin embargo aquí está, en su primer día en este mundo con una abuela decidida a sacrificarla y con más enemigos de los que me podía imaginar...-sus palabras se vieron opacadas por las lágrimas.-Después de sus padres, yo soy la que más la quiere...-

-Entendí lo que ella quiere decir.-manifesté, sobándome la nariz y adelantándome para quedar a su altura.-Creo que lo único que podemos hacer por ella es...-me relamí los labios y parpadee varias veces.-Es mandarla lejos mientras nosotros nos quedamos aquí y limpiamos todo éste desastre.-

-No.-intervino Elijah.-Esto es una locura.-se puso de pie, mientras que Klaus mantenía la vista fija en el suelo.-Ya has oído a Genevieve.-insistió.-La niña mientras viva será perseguida.-Hayley volvió a entregármela en cuanto comenzó a batir los brazos.

-No sí nadie sabe que está viva.-replicó Klaus poniéndose de pie y acercándose a nosotras.

-¿Qué pretendes hacer, hermano?-recosté la cabeza contra el pecho de Nik. Habíamos pasado por muchas cosas últimamente y me irritaba no poder estar al menos un día entero con mi hija.

-Lo que haga falta.-respondió, colocando un brazo alrededor de mí.-Cualquier cosa para salvar a nuestra familia.-

-...-...-...-

-¿En qué mundo estará a salvo si no es con nosotros?-pregunté mientras aguardábamos a que el contacto de confianza de Klaus apareciera.-No hay nadie que pueda protegerla mejor que sus propios padres.-ya me estaba arrepintiendo de la idea, pero el plan ya estaba en marcha y Klaus no me permitiría echarme atrás.

-Sólo hay una persona en la que puedo confiarle un asunto así de importarte, mi reina.-repuso, mientras cargaba a nuestra hija. Tenía que recordar este momento; el primer momento que los tres teníamos como una familia, sin brujas, vampiros, humanos falsos. Sólo nosotros tres.

Ya había perdido la cuenta de cuantas veces me había enjuagado el rostro. Todo este asunto me había dejado pendiendo de un delicado hilo, temía caer en lo que hoy se dice una profunda depresión. ¿De qué me serviría eso, cuando puedo hacer justicia por mano propia? No pensaba quedarme meses encerrada en mi habitación, llorando cuando fácilmente podía aplastar a los asesinos de mi hija.

Para estos momentos los Guerrera y las brujas estarían viendo a una madre completamente destrozada, llorando la pérdida de su único bebé frente a miles de personas. Sólo que ellos no sabían la verdad: Hayley era la que lloraba frente a las cenizas de un desconocido, haciéndose pasar por mí mientras el Honorable Elijah intentaba consolarla. Era un plan perfecto, sin fallas ni agujeros por donde la verdad pudiese escaparse.

-Ahí viene.-anunció Klaus, reincorporándose.

Los faros de un auto nos iluminaron desde diferentes ángulos, haciendo que fuese imposible ver al ocupante. La puerta del conductor se abrió y segundos más tarde una figura alta salió del interior.

-Me preguntaste quién podría cuidar a nuestra hija mejor que nosotros.-habló Nik caminando hacia adelante.-Y yo te dije que sólo existe una persona capaz...-

-Bekah.-ella vino a nuestro encuentro.

-Hola, hermanita.-saludó Klaus. Ella extendió el brazo y sonrió, mientras sus dedos rozaban la coronilla de su sobrina.

-Se parece a su madre.-comentó.-Tal vez Dios exista después de todo.-

-Bueno, tiene algo de diablo en sus ojos.-acoté.-Eso lo ha sacado de su padre.-trabé mí brazo con el suyo, reposando mi cabeza contra su hombro.

-Necesitarás una bruja en la que puedas confiar para que haga un hechizo de ocultamiento.-murmuró Klaus.

-Encontraré una.-asintió Rebekah.

-Nadie debe encontrarlas jamás.-

-Sé lo que tengo que hacer, Nik.-insistió ella, acariciándole la mejilla.-Tal vez tengamos vallas blancas. Creo que será bonito.-

Klaus acomodó a nuestra hija entre sus brazos, de modo que quedó frente a nosotros. La pequeña tenía los ojos entre abiertos y las manos cerradas alrededor de la sabana. Él la acercó un poco más, al punto que los rostros de ambos quedaron cerca.

-Ésta ciudad te habría matado.-le susurró.-Pero con tu madre la convertiremos en tú hogar, y todo aquel que te desee algún mal será derrotado, eso tenlo tan seguro como que mi sangre corre por tus venas. Te prometo que volverá a nosotros.-la acercó un poco más, besándole la frente y las mejillas.

-Bekah.-hablé, tragando saliva y reprimiendo las lágrimas.-Si llegan a pasar años, quiero...-del interior de mi abrigo saqué un sobre. Las manos me temblaban en cuanto le entregué la carta que había escrito con mi puño y letra.-Quiero que se la entregues, o cuando llegué el momento apropiado se la leas.-ella asintió, tomándola y apretándome afectivamente los dedos.

Después de haber guardado la carta, Klaus pasó a entregarle a la bebé. Rebekah la sostuvo con cuidado, sosteniéndole delicadamente la cabeza. Encima de las mantas, Nik depositó una figura tallada en madera.

-A pesar de nuestras diferencias, hermana, no le confiaría la vida de mi hija a nadie más.-se acercó a ella, colocándole una mano en la nuca y tirando suavemente la cabeza hacia adelante, luego presionó sus labios contra su frente.-Sé feliz...hermana.-

-Seré feliz, Nik, lo prometo.-asintió ella, secándose las lágrimas.- ¿Cómo se llama?-preguntó, meciendo a nuestra hija.

-Se llama...-

-Hope.-me interrumpió Klaus, colocando un brazo encima de mis hombros.-Se llama Hope.-

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