Estaba por mi propia cuenta.
Todas esas memorias se habían ido en una suave brisa de verano al ver a mi propia pareja, Yoshiki, con una compañera de mi clase, Ayumi Shinozaki. Si bien sabía que eran amigos, nunca me imaginé que él fuera a hacer eso. Eventualmente tuve una discusión muy fuerte con mi joven pareja, dejé de hablarle por el resto del día; y como me lo esperaba, la peliazul no se había enterado de nada. Ninguno de los dos se enteró de nada de lo que los había visto hacer hasta que le reclamé a Yoshiki.
En esa misma tarde-noche, Shinozaki tuvo la brillante idea de hacer una clase de encanto debido a que una compañera nuestra se transferiría de escuela. Pensé en negarme, puesto a que no quería nada que ver con Ayumi ni Yoshiki, pero lo había hecho sólo por Mayu que era buena amiga mía.
Y por Dios. Como me arrepiento de esa maldita decisión.
Estaba completamente sola en esa endemoniada escuela, no tenía idea de qué debería de hacer. Hacía lo que mi sentido común me dictaba: buscar a los demás y una puerta de salida. Pero había dos problemas en eso. ¿Los demás estaban aquí? ¿En realidad había escapatoria alguna?
Hasta el momento me había encontrado con una especie de llama azul al lado de un cadáver en proceso de descomposición, me llevé las manos a la nariz, olía increíblemente desagradable, las ganas de vomitar no me faltaron. Por la ropa que llevaba parecía ser, o haber sido, un chico de escuela preparatoria. Temerosa me acerqué un poco. Parecía que era un espíritu. Lo único que me dijo fue que no confíe en absolutamente nadie en esta escuela, ni siquiera mis propios amigos. Al oír eso sentí como si mi sangre hubiera bajado de repente a mis pies, me quedé helada. ¿Qué se supone que debo de hacer? La mayoría del tiempo estaba con Yoshiki, me había acostumbrado a estar haciendo casi todo con él, como pareja. Él siempre me ayudó cuando estaba en apuros, y lograba calmarme por más complicado que fuera el asunto. Aunque ahora pareciera que él está perfectamente sin mi.
Seguí caminando por los pasillos demacrados de la escuela. Estaba al borde de soltarme en llanto, mis piernas temblaban y mi respiración era muy baja, no sabía si era porque el miedo no me permitía respirar o porque no quería hacer ni el más mínimo ruido. Seguía sin encontrar a nadie, encontraba un par de llaves, pistas sobre lo que parecía haber sucedido en éste lugar, cadáveres y vísceras casi en cada esquina de los pasillos, aterradores mensajes de muerte en hojas pegadas en las paredes. Siempre trataba de actuar fuerte, pero esto era demasiado, solo quería regresar a casa, si siquiera sabía cuánto tiempo había pasado ya en este lugar. Estaba atrapada entre a donde iba y en donde ya había estado, sentía estar atascada en el mismo lugar.
Entre las ventanas que encontraba trataba de ver hacia afuera, algunas parecían estar pintadas en la pared, en otras si podía ver hacia el exterior. Estaba lloviendo y a lo lejos sólo veía una enorme cantidad de árboles, ir a los árboles no era una opción, ya que parecía que quien se adentrara en ellos solamente caminaría y caminaría por el resto de su vida. Creí por unos segundos haber estado salvada, pues había encontrado la salida, o eso parecía, ya que al igual que otras puertas daba la impresión de estar congelada en su lugar y no se movería. El lugar en donde estaba la salida estaba impregnado de un rancio olor a muerte, decidí salir de ahí lo antes posible, algo andaba peor que lo que ya había experimentado.
Había encontrado otro espíritu, éste era de un peculiar color rojo anaranjado, estaba en busca de su cabeza. Efectivamente su cuerpo no tenía la cabeza. Acepté ayudarlo. Después de todo si penaría el resto de la eternidad en esta mierda de lugar eso era lo menos que podría hacer por esa alma perdida.
Caminé de regreso a donde estaba la salida, inspeccioné el lugar más a fondo, aguantando lo más que podía el putrefacto olor. En las estanterías donde se solían colocar los zapatos de los niños que llegaban a la escuela, una en particular obtuvo mi atención. Definitivamente había algo ahí, y como esperaba, era la cabeza del espíritu anterior, o eso esperaba yo, ¿qué otras cabezas pueden haber por aquí? La cabeza estaba podrida y aplastada, definitivamente alguien o algo había forzado la cabeza para que entrara en ese reducido espacio. No me atrevía siquiera a acercarme, era bastante asqueroso y el hecho de tocar un cráneo descompuesto y destrozado hacía que mi estómago se contrajera. Salí de ahí, no podía hacerlo. Las ganas de vomitar vinieron intensamente a mí, tanto que en realidad creí que vomitaría en ese instante. Como declinaría el hacerle el favor al fantasma, decidí que lo mejor era ir a disculparme, no podía dejarlo esperando por toda la eternidad.
Regresé al lugar, el fantasma seguía ahí, y sí me recordaba.
—¿Y-Y mi cabeza?
—Yo... —¿debería serle sincera y decirle que no pude tomarla? Creo que por esta vez... mentiré— Nnhg... No lo encontré. Tal vez ya no está...
El fantasma guardó silencio por un momento.
—Mentirosa —soltó sin más, y rehusándose a oír alguna más de mis excusas soltó con un tono muy alto y enojado lo siguiente—. TE DOY ASCO, ¿¡NO ES ASÍ!? ¡NADIE QUERRÍA AYUDAR A UN CHICO CON UN CUERPO PUTREFACTO! ¡ERES IGUAL A TODOS LOS QUE HAN ACEPTADO A "AYUDARME", Y POR ESO MORIRÁS AL IGUAL QUE ELLOS!
Justo cuando terminó de hablar una sentí una fuerte opresión en el pecho y un ardor incontrolable en la garganta, estaba paralizada, sin poder correr ni hacer nada para parar esto. Sentí como una de mis extremidades de doblaba en sentido contrario al natural lentamente. Gritaba, no sabía que tan buena idea era, pero quien fuera que me escuchara quería que viniera en mi rescate o que acabara con este sufrimiento más rápido.
— ¡(TN)! —oí la voz de Yoshiki gritar por mí a lo lejos— ¡¡(TN)!! ¡¡¡(TN)!!!
Abrí los ojos, me encontraba acostada en una superficie suave. Yoshiki estaba enfrente de mi. Estaba en una habitación blanca, parecía ser la enfermería de la escuela.
—Me alegra que estás bien —dijo él soltando suspiro de alivio y abrazándome.
—¿Q-Qué pasó...? ¿Qué hago aquí? —pregunté intentando incorporarme lentamente.
— Estábamos en la hora del almuerzo, y como todos los días fuimos al tejado, ni siquiera comenzamos a merendar cuando caíste desmallada.
—Él te cargó hasta aquí —comentó la enfermera desde el otro lado de la camilla— Ya casi es hora de que acaben las clases, así que les recomiendo que vayan agarrando sus cosas e irse camino a sus casas. ¡Oh! Y tenía el azúcar bajo, señorita (TN). Así que le recomiendo que coma algo o al menos tome un jugo de naranja. En lo general parece que no habrá más problema.
Me levanté de la camilla lentamente con ayuda de Yoshiki y la enfermera. Los dos salimos de la enfermería. Pocas veces nos quedábamos después de clases en la escuela, cuando no teníamos tarea íbamos al parque o a comprar un helado o algo. Pero en esas pocas veces que nos quedábamos, pasábamos el rato en el árbol de sakura que estaba atrás de la escuela. A unos metros enfrente del árbol rosado estaba la pista de atletismo, donde se podía ver practicar a los estudiantes que tenían club después de clase.
Yoshiki sacó la comida que el mismo había preparado para nosotros dos. No era como que yo no pudiera traer la mía propia, sino que él insistió en que prepararía algo para los dos todos los días. Agarré el onigiri con frijol dulce que tanto me gustaba y comencé a comerlo sin ganas. Mi aún novio pareció notar eso.
—¿Sucede algo? Has estado más seria de lo normal desde que salimos de la enfermería —habló él mientras acariciaba mi mano.
Aún con la mirada en el onigiri, me debatí en si debería de contarte lo que había soñado. Decidí hacerlo, después de todo llevamos dos años de novios y no hay nada que ocultar. Conté todo lo que había pasado en mi pesadilla, desde la parte en donde me engañaba con Ayumi hasta donde era torturada por el fantasma.
—Ya veo... —Yoshiki besó mi frente, algo que no esperaba, se estaba comportando más tierno, no es que no lo fuera normalmente, sino que no se le daba muy bien hacerlo, él siempre me lo decía cuando nos poníamos serios—. Pues si de algo te hace sentir mejor... debo confesar que Ayumi llegó a atraerme antes de siquiera conocerte. Me di cuenta de que nunca me haría caso y fui totalmente capaz de seguir adelante y dejar de verla con esos ojos. Tiempo después llegaste tú, y... —en ésta parte sus mejillas se volvieron rojas— supe que serías tú la indicada.
Escuché sus palabras con atención y me acurruqué en un costado de Yoshiki, yo sabía que a él le había gustado la peliazul, su mejor amigo Satoshi me lo había comentado, y me dijo lo mismo que el rubio ahora, sólo que con otras palabras.
Estaba en mi casa ya, Yoshiki se quedaría a dormir. No era la primera vez que lo hacía, aunque siempre que pasaba dormíamos en la sala. Mi papá por la noche salía al baño o a por agua, así se aseguraría que que nada 'indecente' estuviera pasando.
Me encontraba en la cocina con mi mamá y mi novio estaba con mi papá en la sala. Iba a ir avisar sobre que la cena ya estaba lista cuando por accidente escuché un fragmento de la conversación de Yoshiki con mi padre.
—Que rápido pasa el tiempo —dijo mi papá—. Ya van a ser casi tres años desde que empezaron su relación tú y mi hija, ¿me equivoco?
—No, señor. No se equivoca —sonrió Yoshiki—. Y la amo cada vez más.
En otra situación hace un año o dos atrás, me hubiera sorprendido de que Yoshiki hablara de eso con mi padre, pero ya habían hablado de temas correspondientes a nuestra relación varias veces en meses pasados, así que no sentía miedo por el qué dirán mis padres o si era muy pronto.
—Así como te dije la primera vez que nos conocimos. Más te vale cuidarla, tanto como yo lo he estado haciendo —mi padre sonrió y colocó una mano sobre el hombro de mi pareja.
—No se preocupe. La cuidaré aun así se pongan muy difíciles las cosas.
Horas después de que se dio esa conversación, la cena había pasado ya y mis padres se habían ido a dormir, Yoshiki y yo ya estábamos tumbados en un colchón en el piso. Me tenía abrazada por la cintura y yo le daba la espalda. Seguía despierta, no podía dormir después del último sueño que tuve.
—No puedes dormir, ¿cierto?
—No... ¿Tú tampoco?
—No al sentirte así. ¿Es por ése sueño?
Asentí con la cabeza, Yoshiki me obligó a darme vuelta y me miró a los ojos mientras acariciaba el cabello que caía en mi frente.
—Duérmete.
—¿Qué hay de ti?
—Dormiré una vez que hayas caído en un sueño profundo. Cuidaré tus sueños.
—Yoshiki...
—Ya... —me dio un beso corto en los labios—. Descansa, yo estaré aquí contigo.
Me acurruqué en el pecho de él y cerré mis ojos, él me abrazó fuertemente y yo simplemente hundí mi cara en su pecho. Sabiendo que él estaría cuidando me mi, como el ángel guardián que es para mí.
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Publicación: ene. 18, 2016