Lunas escarlata

By DailyWho

137K 11.6K 1.1K

Segundo libro de la saga Cantos a la luna. Es necesario leer cualquiera de los dos anteriores libros para ent... More

Sinopsis.
Antes de la lectura:
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44.
Capítulo 45
Capítulo 46
EPÍLOGO.
EL PRINCIPIO DEL FINAL (AGRADECIMIENTOS)
ROBO DE LUNAS DE HIELO

Capítulo 8.

2.3K 236 22
By DailyWho

Me arreglé mi cola de caballo con mis manos temblando. Mi sueño nunca hacía sido subirme a una motocicleta así que me había asustado al hacerlo, a pesar de que Alan no manejara como un loco en ella, ni se metiera entre los espacios más pequeños de los autos. De hecho, la carretera había estado más sola de lo normal, algo que agradecí.

Alan quitó su casco y al verme temblar como una hoja de papel tomó mis manos entre las suyas, frotándolas como si lo que tuviera fuera frío, aunque no fuera el caso.

—No es tan malo.

—Para ti —susurré dejándome guiar por él hasta la entrada de la torre. Tomamos el ascensor en total silencio, pero sin que él soltara una de mis manos.

Paramos en el piso dieciocho. La torre era más alta, pero me gustaba que estuviera en un piso lo suficientemente alto para ver el resto de la protección, pero no tan alto como para pensar que me iba a morir por caerme.

Entramos en el departamento, me senté en uno de los muebles de la sala mientras que él iba a guardar los cascos. Me quedé mirándolo, esperando que dijera algo, cuando se sentó frente a mí en el sofá.

—¿Vas a hablar? —Largó un suspiro.

—Lo siento, no sé qué estoy haciendo contigo. —Volvió a callar.

—¿Solo dirás eso?

—Sé que tengo más por decirte, pero no sé cómo hacerlo. —Se levantó y camino a la cocina—. Ven.

Lo hice solo porque quería escuchar lo que iba a decirme.

—Puedes continuar.

—Sé que estás enojada, que debes de estar pensando que soy un completo idiota por... —Se quedó en silencio, como si estuviera buscando en su mente lo que me había hecho enojar.

—¿Dejarme por Evoleth, por ejemplo? —dije al verlo sin saber qué. Se masajeó la frente, evitando mis ojos. En determinado segundo conectó sus ojos con los míos, viéndose arrepentido.

En ese momento sentí mi enojo menguar. Con Alan no podía mantenerme enojada por mucho tiempo, mucho menos cuando veía en su actitud que de verdad lo sentía.

—Te pido perdón por todo, Abril... Siento que me estoy volviendo loco y que eres el salvavidas que no me deja hundir. No puedo perderte. No sé cuándo lo entenderás, pero te amo, Abril. —Me sentí derretir por eso—. Ayer tenía la esperanza de arreglar las cosas, pero tenías planes y créeme que lo aprendí, no volveré a...

Negué con la cabeza y sintiendo salir una sonrisa me acerqué a él. Enredé mis brazos en su cuello en cuanto pude. Lo callé con un beso profundo y sin demora sus manos estaban en mi cintura mientras me seguía el beso. Soltó una clase de suspiro —o gemido— desde el fondo de su garganta, que se escuchó ahogado por mis labios sobre los de él.

Algo que tenía Alan es que no podía dejar sus manos quietas cuando de mi cuerpo se trataba, así que resulté con ellas en mi trasero, donde apretó antes de impulsarme hacia arriba.

Me sentó en la encimera, con él entre mis piernas y su cabeza entre mi cuello.

—¿Eso es todo?

— Soy débil ante tus palabras bonitas, lo sabes.

—Decía la verdad —Olisqueó mi cuello, causando unas pequeñas cosquillas.

Me sentí sonrojar porque sabía qué estaba oliendo él.

—¿Estás en...?

—Aún no. —Me adelanté a su pregunta sobre si estaba en mis días. Él aseguraba que mi olor iba cambiando durante el mes, así que se le era sencillo saber cuándo estaba a punto de bajarme. Sonrió con socarronería, sonrojándome más porque sabía qué significaba esa sonrisa, en especial cuando sus ojos se encendieron y su boca se entreabrió cuando sus manos comenzaron a subir por mi vientre, sobre mi vestido.

—¿Este mes te están doliendo? —preguntó, agarrando con suavidad mis pechos. Su sonrisa creció más cuando notó que mi respiración se agitó. Yo asentí a su pregunta, queriendo cerrar las piernas, pero su cuerpo entre ellas imposibilitó la acción—. Yo puedo ayudarte en eso, linda. —Su caliente mano se introdujo entre la falda de mi vestido; la otra desabotonaba los botones delanteros, abriendo uno por uno, dejando a la vista tanto mi sostén como mi vientre. Sus labios se estrellaron con los míos—. Pero te quiero en la cama, no en la cocina.

No había ido para tener sexo con él, pero lo necesitaba y quería, así que no me negué.

***

—Se suponía que no me iba a acostar contigo hoy —le dije mientras descansaba, bastante adormilada, en el pecho de mi novio.

—Soy muy persuasivo. —Presionó su boca en mi cabeza en un pequeño beso—. He estado pensando que nunca has acampado y... quisiera que fuéramos, este fin de semana, desde mañana hasta el lunes, aprovechando que es un día feriado. ¿Qué dices? Nosotros dos, solos por algunos días.

Hice la que me lo pensaba, aunque era obvio que iba a aceptar. Me encantaba la naturaleza, como al resto de mi familia, y quería ir con él.

—¿Por qué no? —Suspiró aliviado haciéndome reír.

—Entonces mañana partimos... ¿Quieres comer o prefieres dormir?

—Dormir y luego comer, pero antes de cualquier cosa, me daré un baño e iré a hacer pis. —Apoyé la barbilla en su pecho haciendo un puchero decidido que lo hizo reír. Enredó sus brazos en mi espalda para deslizarme por su cuerpo hasta que tuvo su boca en la mía.

—Quédate en un rato más, puedes ducharte luego. —Negué: necesitaba limpiarme.

—También puedo dormir luego y tengo que lavarme... ya sabes —dije incómoda, haciéndolo reír un tanto. Me dejó ir.

—Te esperaré aquí, no quiero dormir ni una hora más sin ti.

Volví a mi antigua posición.

—Respecto a eso..., creo que es mejor que yo viva en mi casa.

—¿Qué? no —se quejó alargando la «o» y volviendo a retenerme con él en la cama.

—Si lo piensas bien, si es lo mejor. Lo único que hacemos es quitarnos tiempo, tú estás con lo de la universidad y yo casi comienzo exámenes: tengo que estudiar y sería una distracción, una gran distracción. Mi familia desaprobaría esto, y no quiero decepcionar a nadie. —Hizo una mueca comenzando a acariciar mi cabello.

—Pero seguirás pasando días conmigo, ¿verdad?

—Podría hacerlo.

—No quiero ser una pareja convencional que solo ve a su novia los fines de semana. —Reí dejando un beso en su cuello.

—No solo nos veremos los fines de semana, no creo que pueda hacerlo. Quizá solo cuando esté enojada contigo, tanto que no quiera verte. —Dio pequeñas caricias en mi rostro, enseriándose.

—Quiero casarme contigo ya... por cierto, no se me ha pasado por alto que no tienes el anillo de compromiso en tu dedo.

—Hablando de anillos de compromiso... tengo el auto sin gasolina.

—¿Qué tiene que ver un anillo con un auto?

—Que el anillo está en el auto.

Subió mi rostro con su mano lanzándome una mirada que dejaba ver que lo que había dicho no tenía sentido para él.

Negó con la cabeza como si yo ya no tuviera remedio y suspiró derrotado.

—El jueves iré donde mi madre ¿Quisieras ir? —asentí—. Perfecto. —Sonreí atrayendo su boca a la mía.

Dejé que durmiera. Sabía que las conversaciones luego de haber tenido relaciones no eran cuestión de mucho tiempo y más temprano que tarde él iba a quedarse dormido. En cambio, yo me duché, me puse mis bragas y una camisa de Alan que saqué del armario.

Su teléfono sonó en algún lugar. Apresuré mi paso hasta allí para que nada despertara al chico que dormía en la cama.

El identificador no tenía foto, pero el nombre se veía muy bien: Evoleth.

Resoplé y, en un acto de celos, colgué la llamada y hasta me atreví a borrar el registro.

No dejé el celular en el mismo lugar: lo llevé conmigo y lo dejé en la mesa cercana a la entrada antes de ir a la cocina para prepararme un té. La llamada no volvió a entrar y yo me senté en el sofá a tomarme la rica y humeante taza de té.

No sé cuánto tiempo pasó antes de que Alan me encontrara en la cocina, lavando los trastes que habían amontonados. Yo me enteré de que él estaba allí por la nalgada que me pegó. Entorné mis ojos a él, luego de haberme asustado. No llegaba a estar enojada, eso solía hacerlo con frecuencia. Lo miré para encontrarlo solo con su bóxer.

—Te tengo una pregunta —le dije mientras volvía a fregar.

—Dime —respondió mientras bostezaba y se estiraba.

—¿Evoleth qué jerarquía tiene en su manada? —me miró extrañado.

—¿A qué viene la pregunta? —Me encogí de hombros.

—No lo sé, solo me vino a la cabeza.

—Ocupa un puesto inferior.

—Es un omega. —Negó, apoyándose a mi lado. Yo me giré para mirarlo mejor.

—Está un poco más arriba en la jerarquía... se podría decir que su fuerte no está en la transformación, es un licántropo común, con más estrategia que fuerza.

Bueno, eso era una lástima. Con el entrenamiento apenas había logrado ganarle a un omega, pero si ella no lo era, significaba que no podía cogerla de su bonito cabello tinturado.

—¿Y tú? Creo que nunca te había hecho esa pregunta.

—Tú y yo seríamos la pareja beta. Es un tanto diferente en una manada animal a una licántropa, pero si hacemos la analogía, esos seríamos tú y yo. Nosotros pasamos el cargo por herencia, como en un reino, pero en sí, tú y yo estamos al mismo nivel que Kiona y Axel.

—Hmm.

—¿Sigues enojada? —Lo miré con una sonrisa tranquilizadora.

—Para nada, solo no sé qué más decir.

—Yo sí sé. —Dijo, encerrándome entre la encimera y él, acercándose a mi boca—. ¿Qué tal si me dices esas dos palabritas que no he oído hace ya algunos días?

Miré mis uñas, pintadas con color vino tinto, sobre su pecho. Ladeé mi cabeza sonriendo, de una manera que yo creía coqueta.

—Te amo. —Se inclinó para besarme, pero el sonido de un móvil lo interrumpió. Se quejó, alejándose. Yo me molesté por la interrupción que de seguro había sido causada por Evoleth.

—¿Podrías ir tú? No quiero hablar con nadie.

Suspiré aliviada y corrí a atender. Si Alan no iba a hablar y si ella le llegaba a decir que le había llamado y no había contestado, sería yo la que estuviera en problemas. No quería, sin embargo, contestar y tener que llevarle algún recado a Alan.

—¿Hola?

—Oh, vean quien contesta... el lindo juguete de Alan. —El ácido, que solo había sentido con Amber, creció al escucharla llamarme de esa forma.

—Hola, Evoleth —dije, sin querer rebajarme a su nivel. Noté como Alan pasaba por el pasillo, me miró y me guiñó un ojo. Le sonreí para no levantar sospecha.

Caminé hasta la vidriera del balcón, un poco más lejos de Alan.

—¿Sabías que los hombres se enojan si contestas su teléfono? Mucho más si se trata de alguna persona importante para él.

—Pero si tu novio te dice que conteste no tiene por qué enojarse ¿No es así? No debes ser muy importante si no dice que si eres tú le pase el teléfono.

Su risa sonó cínica.

—Cariño, soy algo más que una simple amiga ¿Qué no te lo ha dicho? Supongo que no, si estás con él supongo que de una manera... íntima.

No iba a prestar atención a lo que decía, no lo haría y no lo haría. Ya estaba bien con Alan, no dejaría que alguien lo dañara.

—Bueno, eso no importa ahora. ¿Tienes algún recado para él? Estoy ocupada y necesito colgar.

—Dile que me llame cuando esté libre... quiero salir con él mañana.

—Oh, lo siento —dije en un tono fingido de pena—, pero saldremos todo el fin de semana.

—¿A dónde? —Fruncí el ceño.

—Eso no debe importarte, son cosas de pareja.

Su estúpida risa volvió a escucharse.

—¿De verdad piensas que tú eres su pareja? No creas que no sé lo que sucede con ustedes. Cariño, tú no eres su compañera... en cambio yo, la chica con la que prefieres estar, pero que le ha dicho que no iba a acostarse con él hasta que todo el ritual estuviera hecho sí lo soy. No te creas tan importante para él, solo te usa para el sexo mientras que yo no se lo dé.

Sequé una lágrima que bajó por mi mejilla, pero con voz firme dije:

—En ese caso, deberías apurarte. No me gustaría saber que mi chico está acostándose con otra. —Colgué.

A pesar de que me dije que no me iba a afectar nada de lo que me dijera, no pude evitar sentirme mal, de verdad mal. Me quedé unos minutos sentada en la sala, escuchando que Alan tenía el televisor prendido. Al estar recuperada, me fui directo a la ducha. Alan preguntó quién era y qué quería cuando pasé frente a él.

—Era Evoleth... que la llames a penas puedas —grité desde el baño.

No reaccionó, algo que me alegró en demasía.

Al día siguiente nos levantamos temprano para organizar todo para nuestra escapada de fin de semana.

—¿Ya tienes todo? —Me fijé en la cama y las cosas que Alan había llevado.

—Creo que sí. ¿Tú ya tienes todo? Debemos salir temprano, el viaje no es corto. Tenemos que estar instalados antes de que caiga la noche.

Hice un gesto con la boca frustrada porque no sabía si tenía todo o no.

—Creo que sí... no es como si necesitara mucho: te tengo a ti para protección, lo más importante estando en medio del bosque —señalé y terminé de empacar sus cosas.

Recordé a último momento el pequeño botiquín por si algo llegaba a suceder. Lo metí justo al tiempo en el que Alan arrojaba un par de condones.

Lo miré mal porque sabía que lo había hecho solo para hacerme avergonzar. Desde que me había puesto el anticonceptivo no habíamos utilizado más métodos de protección.

Se carcajeó, cogiéndolos de nuevo mientras a mí se me hundía el corazón. Los que él tenía antes de que me hiciera poner esa cosa en el brazo, deberían estar en el basurero a muchos kilómetros o en compañía de Trevor o alguno de sus amigos. ¿Por qué había comprado esos?

—¿Por qué tienes condones? —le pregunté haciéndome la idiota.

—Se los quité a Axel. Le frustré sus planes con Kiona. —Subió sus cejas haciendo énfasis en sus palabras.

—Ah... —solo pude responder a eso. En realidad no sabía que más decir, pero decidí creer en sus palabras, porque había algo que no encajaba en lo que había dicho Evoleth.

Sentí sus manos rodear mi cintura y sus labios besar un costado de mi cuello.

—Puedes llamarlos si no me crees, Abril.

—Sí lo hago. Solo me incomodé con eso, es un poco extraño que me lo digas.

—Me sorprende que no estés acostumbrada a eso. No hacemos algo diferente a lo que hacen Kiona y Axel... bueno, tal vez sí; podría decir, sin temor a equivocarme, de que lo que hacemos nosotros dos es más placentero. —Sus dientes me hicieron cosquillas en mi cuello cuando buscó morderme con suavidad—. Ayer todos preguntaron por ti, pero sabía que estabas lo suficiente enojada para no responderme e ir conmigo.

—Tenías toda la razón con eso —respondí sincera mirando como colgaba los bolsos con las cosas en sus hombros.

—Bien. Estando listos: partimos.

Lo seguí fuera del apartamento, cerrando con seguro a mi paso. No quería arriesgarme a que las cosas del apartamento desparecieran.

El camino fue largo: tal como dijo Alan que sería, pero se puede decir que casi no lo sentí por sus distracciones. Dejamos el auto en un pequeño garaje que servía a las personas que iban a acampar fuera y no tenía lugar de dejar sus autos en otros lugares.

Alan al parecer estaba empeñado en que estuviéramos lo más alejados posible, porque caminamos durante unos largos minutos, adentrándonos cada vez más en el bosque, hasta que llegamos a un pequeño —pequeñísimo— claro, en donde sobró apenas un espacio luego de instalar la carpa.

—¿Por qué tan lejos?

—Quiero que tengamos privacidad. Estos son los mejores lugares: puedo escuchar desde aquí un arroyo así que no estaremos tan lejos del agua. Ven, ayúdame con esto —dijo, dejando las cosas en el pasto.

Hicimos la tienda —una grande en la que acomodamos varias cosas, entre esas un colchón inflable— y a la noche ya estaba todo listo para irnos a dormir. La caminata, más la armada de la tienda me habían dejado agotada, sumando que la noche anterior casi no conciliaba el sueño.

Sin embargo, el cansancio al parecer menguó porque me encontré quitándole la camina a Alan, alzando las caderas para que se encontraran con las de él. Mordió mi labio cuando hice eso y deslizó su mano hasta que se encontró con el nacimiento de mi cabello detrás de mi cuello.

Iba a terminar despeinada, pero no pudo importarme menos. Unos minutos después sí que comprobé eso.

—¿A esto te referías con tener privacidad? —pregunté mientras sentía que sus dedos desenredaban los nudos que se habían formado en mi cabello.

—Sí, algo así. —Me pegué a él cuando el calor daba paso al frío de la noche. Él no demoró en pegarme más a él y abrigarme más con las mantas que había traído para mí, siendo tan protector contra el frío como siempre—. Es hora de que nos vistamos, ¿no crees?

Asentí y unos momentos después tomé el jersey de su propiedad, el cual me tendía. También acepté los calcetines. Ya pasados unos minutos, volví a estar abrazada a él, escuchando su respiración calmada y adormilada. Yo no tenía sueño, como era casi de esperarse.

Separé mi cara de su pecho con cuidado de no despertarlo y lo observé dormir. Se había peinado, o sea solo había fijado parte de su cabello hacia arriba, pero gracias al... ejercicio se le había escapado unos mechones que caían sobre su frente. Los corrí con cuidado.

No iba a prestar atención a lo que dijo Evoleth: Yo era la que tenía un anillo de compromiso en su dedo, la que lo conocía de pies a cabeza y, esperaba, era la que él quería. Se había puesto realmente mal cuando nos separamos hacía meses: eso debería de valer para saber que sí éramos pareja. No tenía por qué hacer caso a todas esas cosas, no dejaría que otra chica se metiera en mi relación con él como lo había intentado hacer Amber.

Sus ojos se entreabrieron, mirándome en cada momento. Sonrió y con palabras suaves y cariñosas dijo las palabras que más me gustaban escuchar de sus labios: «te amo».

***

Besé de nuevo su arrugado hocico buscando el perdón que no me quería otorgar.

Volvió a gruñir cuando lo besé e «intentó» morderme, aunque fue más como una clase de lamida.

Reí y enterré mis dedos en su peluda cabeza, ganándome otro gruñido. Lo volví a besar, solo que esta vez en la nariz.

Cualquier persona que me viera diría que estoy loca por estar besando un lobo enojado, sin saber que ese lobo era mi novio y que estaba enojado porque lo hice preocupar.

Aunque no me importaba: estaba dentro de la carpa así que nadie nos vería.

No esperé que se me tirara encima, ahora en su forma humana y me besara con fuerza, enojado.

—Si vuelves a hacerme eso... —Dejó su amenaza abierta, aunque en realidad no fuera una. Alan no me haría daño.

—No lo haré —prometí.

No es que hubiera sido algo muy grave: Solo me perdí un poco en el bosque, pero Alan me había advertido de no ir sin él, o sin tener algo con lo que volver. Solo quería explorar un poco y supongo que lo hice preocupar de más cuando despertó y no me vio. Debo admitir que, si llegué a perderme, pero él me encontró; convertido y enojado pero me encontró vagando por el bosque tratando de llegar de nuevo a la carpa.

Soltó un pesado suspiro y dejó caer sus labios otra vez en los míos.

—Me debes eso, lo sabes. —Sonreí burlesca.

—¿Piensas cobrarlo ahora? —Un sonido salió de su garganta, casi parecido a un gruñido.

Solté un grito divertido cuando sacó la camiseta de mi cuerpo.

—Tú lo has dicho, lo cobraré ahora, bonita.

Continue Reading

You'll Also Like

4.4K 183 52
Anong enfrenta la amenaza de un oscuro secreto que desmorona su vida aparentemente perfecta. A pesar de su éxito en la alta sociedad, descubre la sol...
665K 33.2K 30
La pequeña Brooke es encantadora en todos los sentidos pero ante los ojos de su familia griega no es así, siempre ha sido el desliz de su madre. Con...
3.9M 220K 46
Cuando encuentras a tu hermana y al que creías era el amor de tu vida teniendo sexo, solo hay una cosa que te viene a la cabeza: Venganza. -Deberías...
362 145 22
UNIVERSE OF NEW SPECIES (Universo de Nuevas Especies) El Universo ha sido infectado, solo los más fuertes sobreviven y se refugian en el único planet...