Lunas escarlata

By DailyWho

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Segundo libro de la saga Cantos a la luna. Es necesario leer cualquiera de los dos anteriores libros para ent... More

Sinopsis.
Antes de la lectura:
Prólogo.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44.
Capítulo 45
Capítulo 46
EPÍLOGO.
EL PRINCIPIO DEL FINAL (AGRADECIMIENTOS)
ROBO DE LUNAS DE HIELO

Capítulo 1.

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By DailyWho

Siempre pensé que las personas a mi alrededor creían que mi relación con Alan era perfecta. Sin peleas, estabilidad, risas y amor. Mucho amor. Pero era imposible que una relación fuera así. Ni siquiera una de amistad podía serlo. Lo perfecto era poder sortear todo eso y volver a la estabilidad que ya conocíamos.

Llevábamos siete meses juntos en ese ir y venir. No lo decía de una manera negativa, al contrario, estábamos dentro de lo considerado sano.

Y yo en lo personal me encontraba satisfecha con eso, tanto así que, luego de tanto tiempo, se me hacía muy fácil saber cuándo el otro lado de la cama se encontraba privado de la presencia de Alan, especialmente porque no sentía su calor chocando con mi cuerpo.

Solo me bastó con abrir un poco lo ojos para saber que Alan no se encontraba en la habitación. Yo era caprichosa, y no me gustaba no sentir a Alan conmigo a las dos de la mañana mientras estaba en su cama, así que me levanté y caminé hacia donde sabía que él se encontraba: el lugar al que yo llamaba «oficina».

Adrián le había pedido unos planos que se estaba esforzando en terminar a tiempo, pero tenía el proceso muy adelantado y no tenía que entregarlos hasta esa semana. Me gustaba que Alan fuera alguien tan responsable y entregado, pero no me gustaba que no durmiera el tiempo necesario.

La puerta de la habitación estaba abierta. Me tomé, como siempre que estaba allí, un minuto para mirar el espacio, decorado por mí y Alan, y que me daba una sensación de paz, por alguna razón. El escritorio en L lo habíamos puesto frente al ventanal y había un sofá de dos plazas también. Las paredes estaban decoradas con cuadros arquitectónicos y repisas con el lego de arquitectura que yo le había regalo tiempo atrás, junto con algunas fotografías de ambos, su familia y libros.

En medio de la habitación, sentado con sus ojos pegados en la pantalla de su computador, estaba Alan, clicando varias veces. Se me hacía curioso ver a Alan con gafas, porque no creía que las necesitara, no con sus super poderes de hombre lobo, pero ahí lo tenía, con su cabello despeinado rozando el marco de unas gafas con marco metálico que le ayudaban al descanso.

Me hice notar tocando la puerta suavemente con mis nudillos. Cuando Alan se concentraba en algo solía descuidarse y dejar que sus sentidos se comportaban a su antojo, por lo que muchas veces se magnificaban y, si hacía mucho ruido, podía resultarle molesto.

Sonreí cuando me miró, casi arrepentido porque ya sabía a qué iba yo.

—¿No te parece que has hecho mucho por hoy?

—Tengo que terminar esto, linda.

—Lo sé, pero Adrián te dio hasta el lunes.

—Ya casi termino, iré en un momento. —Suspiré, pero no me quedé de brazos cruzados o resignada. Caminé hasta él, aprovechando que tenía su camisa de botones puesta para usarlo a mi favor.

Como hacía siempre que me acercaba a él, se separó del escritorio para darme espacio. Me senté en su regazo, poniendo mis rodillas en el poco espacio que quedaba en la silla. Alan no demoró en contactar sus manos con mi cuerpo y llenarme de suaves caricias en la piel.

—Si ya casi terminas, puedes terminarlo más tarde, luego de dormir un rato.

—Más tarde saldremos ¿Recuerdas?

—Entonces el domingo.

Él me miró y solo suspiró antes de comenzar a guardar el progreso del trabajo para poder apagar el equipo.

Yo sonreí, aun sobre él y me dejé llevar cuando se paró, sosteniéndome por los muslos.

—Deberías bajarme —dije sin intentar algún movimiento para reforzar mis palabras. Alan lo notó, así que solo alzó una ceja y siguió su camino.

Reí cuando reboté en la cama cuando me dejó en ella. Se quitó los pantalones antes de meterse en su lado y abrazarme.

—¿Ahora sí estás feliz? —Asentí y dejé un beso en su cuello antes de cerrar los ojos y dejarme llevar de nuevo por Morfeo.

Sentí dormir poco al despertarme gracias al teléfono sonante de Alan. Él estaba profundo, tanto que no parecía darse cuenta del ruido que causaba su celular. No quise despertarlo. Sabía que estaba muy cansado de la carga que había tenido en la constructora los últimos días, mucho más trasnochando, así que, para evitar despertarlo y sabiendo que él no tenía problema con ello, tomé su teléfono, contestándolo mientras salía de la habitación.

En el identificador vi la foto de Kiona, así que saludé directamente al contestar.

Pude ver parte de la protección por el ventanal de la sala. Todo se encontraba sumido en neblina, el sol apenas sobresaliendo en el cielo. Solo me bastó una mirada al reloj para ver que aun estaba muy temprano ¿Por qué Kiona llamaba a esa hora? Esperaba que no fuera algo grave y así mi novio pudiera descansar.

No obstante, me preocupé al escuchar a Kiona agitada.

—No, siento que mi relación se está acabando, Abril. —Fue su respuesta en cuanto pregunté si estaba bien.

Se me hizo extraño que lo dijera. Dentro de las parejas que conocía, ella y Axel eran una de las más estables, y no podía ignorar que ambos eran compañeros, pareja. Su relación no se iba a acabar.

—Kiona...

—Axel está enojado conmigo —interrumpió mi comienzo—, y no sé por qué se enojó mucho más que cualquier otro día... pero en realidad lo que me tiene así es que hemos peleado casi todos los días la última semana, por tonterías. —Dio un suspiro, quedándose en silencio por un segundo—. ¿Puedo ir? Necesito despejarme y hablar con alguien creo que me haría bien.

—No tienes que preguntarlo, nana. Te estaré esperando con un té relajante.

—Gracias, Abril —dijo antes de colgar.

Corrí a la habitación para ponerme un pijama. Alan seguía dormido, solo había cambiado de posición en la cama. Me cambié con prontitud y dejé la puerta abierta mientras preparaba el té. No quería que al tocar Alan se despertara, quería que recuperara energías.

Aunque me arrepentí por un segundo de haber dejado abierto cuando, al girarme, me encontré sorpresivamente con la figura de Kiona. El entrenamiento que recibían era bueno, mi cuerpo podía dar fe de ello, pero sin duda que fueran tan sigilosos en algunas ocasiones no era tan beneficioso para los humanos.

Kiona tenía un aspecto casi horrible, especialmente por la expresión aburrida que llevaba encima y la ropa holgada que la cubría.

Puse la taza, que estuve a punto de tirar por el sobresalto, en la barra para que ella tomara una de las dos.

—Buenos días, Abril. Lamento haber llamado tan temprano. —Le sonreí, despreocupada.

—Para eso estamos las amigas, Kiona.

Le señalé las tazas para que tomara una. No demoró en hacerlo, dejándose caer en uno de los taburetes.

—¿Y Alan?

—Dormido, creo que solo ha dormido cuatro horas desde que lo obligué a acostarse.

Ella puso su mano en el mesón de madera, suspirando y mesando su cabello.

—Y yo llamándolo. Ahora me siento culpable.

—No te preocupes por eso, Kiona. A menos de que prefieras hablar con él y no conmigo —reí. Ella negó.

—En realidad prefiero hablar contigo en este momento... todo ha estado confuso con Axel, no quiero poner a Alan entre la espada y la pared con un problema nuestro.

Mirándola apoyé los codos frente a ella, bebiendo luego de mi propio té.

—¿Qué fue lo que sucedió?

—Mi padre ha pensado en retirarse pronto del cargo. Sabes que me tocaría a mí asumirlo, casarme con Axel, pasarnos a la casa del alfa... y todo eso me tiene estresada. Hace relativamente poco tengo mi independencia. No me molesta compartirla con Axel, pero me preocupa... me preocupa que le suceda algo a él. Yo sería la que pasa al cargo, sí, pero él al ser mi compañero tiene que aprender muchas cosas que mi padre se ha comprometido a enseñárselas y no son cosas... ligeras, Abril. Es un entrenamiento parecido al que tiene Alan, acompañarlo la mayor parte del día y aunque amo a Axel, él no tiene la misma capacidad que Alan, yo o incluso Trevor.

—No creo que sea algo negativo, Kiona. Entiendo tu preocupación, creo que la siento cada que Alan tiene que ir a alguna parte con tu padre y cuando las cosas se ponen feas fuera de la protección, pero Axel tendrá más responsabilidades, necesita eso...

—Lo sé... también está el hecho de que se irá con mi padre dos semanas enteras. Llegará para el comienzo del nuevo semestre, pero... nunca he estado tanto tiempo separa de Axel, mucho menos estando en una situación tan frágil.

Entendía su preocupación, pero no creía que fuera una situación en extremo preocupante. Me senté a su lado, reconfortándola.

—Nana, Axel te ama, lo sabes. Sienten lo que el otro siente físicamente, serías la primera en saber si algo pasa y la única con posibilidad de darle de tu energía. No te preocupes tanto por eso, porque Axel volverá a ti. Todo lo que hace es por ti y poder estar a tu lado.

Ella torció los labios, pensativa, pero no hizo más que soltar un suspiro y cambiar de tema.

—Ya tienes dieciocho, ¿cuándo piensas firmarle el papel de Alan? —Reí mirando mi anillo y aceptando el cambio de tema.

—Aun tenemos muchas cosas que organizar antes de casarnos. —Evité el nudo en la garganta al decir esas palabras, sin querer demostrarle a Kiona que había más detrás de mis palabras.

La observé dar el último trago de su té antes de que sus ojos hielo volvieran a mí.

—Los felicito, no me cansaré de decirlo. Alan te ama, Abril.

—Lo sé, y yo lo amo a él.

—Gracias por recibirme y por el té. Iré a hablar con Axel antes de que se vaya y me quede peor.

Asentí, aceptando el abrazo que me daba.

Volví a la cama luego de que Kiona se fuera. Recibí gustosa el calor de las sábanas y el que me proporcionaba mi novio. Me quedé mirándolo, como se había convertido en casi una costumbre para nosotros. Y como cada vez que lo veía, me convencía de que lo amaba más con cada día que pasaba.

Me daba miedo sentir tanto por él.

Dejando los pensamientos negativos de lado, me acurruqué en su costado, sintiendo como, aun dormido, pasaba su brazo a mi alrededor.

***

Podía sonar un poco descarado de mi parte decirlo, pero despertar y hacer el amor con Alan antes de desayunar era un muy buen comienzo de día.

—Si no hubieras dormido bien no hubieras podido hacer eso —dije sin aliento. Alan exhaló una risa en mi cuello, también agitado y sudoroso.

—Doy gracias al cielo que mi novia me obliga a dormir y me desea un muy buen feliz inicio de día.

Reí también, apartándolo mí. Alan enmarcó mi rostro con sus brazos, mirándome desde arriba.

—Me iré a dar una ducha.

—Me iré a limpiar también. —Asentimos y nos levantamos, dirigiéndonos al mismo lugar.

Nunca le había propuesto a Alan bañarnos juntos, y tampoco había aceptado la propuesta que me había hecho antes. Me daba un tanto de vergüenza el acto, así que no lo hacía, a pesar de haber probado con Alan muchas cosas y había descubierto otras cuantas.

Cuando salí de la ducha, con ropa de casa puesta, encontré a Alan organizando la cama, con solo un pantalón de pijama puesto. Lo abracé por detrás en cuanto llegué a él.

—¿Preparamos juntos el desayuno?

—Es una buena idea, hermosa.

Sonreí, de buen humor, y me adelanté yo mientras él se duchaba.

Pensé, mientras estaba sola, que la semana siguiente mis padres estarían en la ciudad, lo que significaba que yo debía de irme a mi casa y no pasar la noche con Alan. Ellos no sabían que prácticamente vivía con Alan. Seguía viéndolos poco, a pesar de que el proyecto de mi padre avanzaba con la construcción del bufete. Debía avisarle a Alan sobre ese cambio, aunque sabía que no le gustaría del todo. A mí tampoco, pasábamos tanto tiempo juntos y me había acostumbrado tanto a dormir junto a él que siempre que volvía a mi casa lo extrañaba a montones, aunque sabía que tarde que temprano él colaría a mi habitación en mitad de la noche.

—Mis padres vienen esta semana —dije en cuanto entró a la cocina. Lo vi hacer una mueca y apoyarse en la nevera.

—¿De verdad?

—Sí. Se sienten mal por no haber venido antes de que comenzara mi último año, así que vendrán para resarcirse y pasar tiempo conmigo. No nos vemos hace un mes, también quiero verlos.

—¿Cuánto tiempo estaré sin ti aquí? —Reí y lo miré luego de batir unos huevos.

—Como ocho horas. Sabes que estos días no significan no vernos, Alan, solo no dormiremos juntos y posiblemente pase unas horas de más con mis padres. Además, estoy segura de que encontrarías la manera de colarte a mi habitación.

Se rio, haciéndome reí a mí también. Comenzó a ayudarme a preparar el desayuno. O a mejor decir, comenzó a preparar mi desayuno mientras yo preparaba el de él.

—Tienes razón, hermosa. Aun así, lo siento, pero la cama de aquí es más cómoda.

—Oh, sí. Yo me quedaría en tu cama...

—Nuestra cama —corrigió, pero yo me quedé en silencio, pensativa. Solo bastó una mirada a mi anillo de compromiso para soltar la lengua.

—Alan ¿crees que lo de la profecía sea cierto?

Él suspiró, dejando todo para llegar a mí y besar mi frente.

—Ya hablamos de eso, Abril —dijo antes de seguir con lo suyo y sin darme una respuesta más.




*

En cuanto a trama es lo mismo que el capítulo sin corregir, pero por Dios, es mucho el cambio que se hizo y, por el momento me encuentro satisfecha con él.

Para los que apenas comienzan la lectura de este libro, espero les haya gustado el primer capítulo. Ciertamente apenas comenzamos, así que aun no hay mucho de la trama por revelar, pero pronto se hará.

¡Nos vemos pronto! Ya me encuentro en la corrección del segundo capítulo, solo les pido paciencia.


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