CDU 3 - La elección de Cassio...

Door litmuss

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Cuando todo lo que amas amenaza con destruirse, ninguna elección debería ser juzgada. Con la partida de dos m... Meer

La elección de Cassiodora ©
Eternos
Parte I
1. Capítulo 1: Everard (1ª Parte)
1. Capítulo 1: Everard (2ª Parte)
1. Capítulo 2: Manjar de dioses (1ª parte)
1. Capítulo 2: Manjar de dioses (2ª parte)
1. Capítulo 3: El corazón de Cassie (1ª parte)
1. Capítulo 3: El corazón de Cassie (2ª parte)
1. Capítulo 4: Destino (1ª parte)
1. Capítulo 4: Destino (2ª parte)
1. Capítulo 5: Kelium & Nenúfar (2ª Parte)
1. Capítulo 6: Feliz cumpleaños, princesa (1ª Parte)
1. Capítulo 6: Feliz cumpleaños, princesa (2ª Parte)
1. Capítulo 7: Eliden (1ª Parte)
1. Capítulo 7: Eliden (2ª Parte)
1. Capítulo 8: Desesperación (1ª Parte)
1. Capítulo 8: Desesperación (2ª Parte)
1. Capítulo 9: No perder la esperanza (1ª Parte)
1. Capítulo 9: No perder la esperanza (2ª Parte)
1. Capítulo 9: No perder la esperanza (3ª Parte)
Parte II
Fragmento especial de Lía
2. Capítulo 10: Corte de las flores (1ª Parte)
2. Capítulo 10: Corte de las flores (2ª Parte)
2. Capítulo 11: De prioridades y abrumadoras verdades (1ª Parte)
2. Capítulo 11: De prioridades y abrumadoras verdades (2ª Parte)
2. Capítulo 12: Una confesión apresurada (1ª Parte)
2. Capítulo 12: Una confesión apresurada (2ª Parte)
2. Capítulo 13: Poderosa e inestable (1ª Parte)
2. Capítulo 13: Poderosa e inestable (2ª Parte)
2. Capítulo 14: Suficientemente fuerte (1ª Parte)
2. Capítulo 14: Suficientemente fuerte (2ª Parte)
2. Capítulo 15: Movens (1ª Parte)
2. Capítulo 15: Movens (2ª Parte)
2. Capítulo 16: Legado de horror (1ª Parte)
2. Capítulo 16: Legado de horror (2ª Parte)
2. Capítulo 17: Un desafortunado lugar (1ª Parte)
2. Capítulo 17: Un desafortunado lugar (2ª Parte)
2. Capítulo 18: Monstruos interiores (1ª Parte)
2. Capítulo 18: Monstruos interiores (2ª Parte)
2. Capítulo 18: Monstruos interiores (3ª Parte)
2. Capítulo 19: Toska (1ª Parte)
2. Capítulo 19: Toska (2ª Parte)
2. Capítulo 20: Una mala, dos buenas (1ª Parte)
2. Capítulo 20: Una mala, dos buenas (2ª Parte)
Epílogo
Extras #CDU

1. Capítulo 5: Kelium & Nenúfar (1ª Parte)

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Door litmuss

―¡Despierta, Ilora, por favor! ―gritaron, zarandeándome, por lo que mis ojos se abrieron de abrupto, encontrándose con la asustada mirada de Brennan―. Es Cassie, Ilora, ayúdame...

Asentí y, sin pensarlo dos veces, me empujé sobre las palmas de mis manos para quedar sentada, lo que me hizo jadear, al sentir la débil punzada en mi abdomen. Llevé las manos allí y no fue hasta que estuve en el aire que noté que, en su desesperación, el lobo me había llevado en volandas hacía una inconsciente Cassie, que balbuceaba incoherencias sin dejar de removerse.

―Ha estado así los últimos minutos ―explicó Brennan, dejándome con cuidado en el suelo y justo al lado de la cabeza del hada, la misma que levanté con suavidad y coloqué sobre mis piernas.

Sonreí, al ver el rostro compungido de mi amigo, y peiné con delicadeza el cabello de mi durmiente amiga.

―Solo es una pesadilla, Brennan, ella va a estar bien ―dije con suavidad. Todo la sangre pareció drenar del rostro de él, pero me prometí que no haría ningún comentario para incomodarlo, así que, sin dejar de calmar al hada con mis manos, continué hablando con él―. ¿Es la primera vez que lo hace?

Brennan asintió, sentándose justo frente a mí y tomando la mano de Cassie, que descansaba sobre la fría tierra, fuera del pequeño e improvisado nido de sabanas que la protegía.

―Ya han pasado tres días y aún no despierta ―susurró―. Es raro verla permanecer en silencio, usualmente es todo menos calmada.

―Yo creo que esto es buen indicio, no dudo que despierte pronto ―dije, a la vez que Cassie balbuceaba un «Brennan»―. Creo que está soñando contigo.

―No debería hacerlo ―terció y soltó su mano con brusquedad.

Fruncí el ceño sin entender su cambio de actitud y me estiré un poco para tomar la mano de mi amiga y ponerla en su estómago, junto a la otra. El rostro de Brennan había pasado de preocupado a molesto en cuestión de segundos, por lo que no pude contener mis siguientes palabras:

―Eres un idiota ―dije y él levantó su rostro, como si no creyera lo que escuchaba―. Debiera o no estar sucediendo, ya no puedes revertir lo que pasó ―Brennan intentó detenerme, pero no se lo permití―. No, me vas a dejar terminar. Cassie, por la razón que fuera, decidió protegerte, entonces tú, como el caballero que eres, vas a ser reciproco con ella. Y, excluyendo cualquier sentimiento que haya entre ustedes, debes saber que si antes la prudencia no hacía parte siquiera de tu vocabulario, ahora debería ser tu segundo nombre. Todo lo que hagas o te suceda, ella lo sentirá y creo que merece mucho más que tu respeto, ¿bien?

El silencio fue la única respuesta que recibí por parte del lobo, así que solo le ignoré y busqué a mí alrededor, por mera curiosidad, al resto de nuestro grupo. Me sorprendió solo encontrar a Haliee, cuidando de Piwi; Castiel, Kira y Alhaster brillaban por su ausencia.

—Tu dragón está revisando el área y el elfo fue a cazar algo con Kira, pues necesitamos alimentarnos —explicó Brennan, adivinando mis conclusiones.

―No mejora... —dije para misma.

—No, no lo hace. E incluso anoche, Piwi le pidió a Haliee que terminara con sus cuidados, que estaría bien tan pronto pudiera descansar —Sentí un ligero nudo en mi garganta al escucharlo—. ¿Quieres que, tal como tú lo hiciste, sea honesto contigo?

—Por supuesto —acepté y volví mi atención a los ojos de Brennan.

—Dar falsas esperanzas a alguien es incluso más doloroso que decirle la verdad y esperar que la asuma. No juzgo lo que has hecho, sin embargo, tendrías que tener claro que cuando asumimos un ideal como el nuestro y decidimos perseguirlo estamos asumiendo que podremos morir en el intento.

—Lo entiendo. Créeme que ayer, al decir lo que dije a Haliee fui en contra de todo lo que pienso y creo correcto, pero es que no pude evitar sentirme identificada. Recordé como estuvo Alhaster luego del ataque de los elfos caídos, como estuve yo al verlo inconsciente y, por más que considero los tratamientos de Umbrarum insuficientes, quiero que Piwi tenga una oportunidad, aunque sea la más mínima.

—El problema que hay con la muerte es que nos han enseñado a asimilar la propia, pero no la de quienes amamos. Tú no lo hiciste con tu dragón, él no lo hará contigo, Haliee no lo hará con Piwi y yo no lo hice con Cassie o lo haría con Lu, pero me atrevería a afirmar que si le preguntaras a quién está en la condición indefensa me atrevería a concluir que preferiría morir, antes que ver sufrir a los demás.

Asentí, no sabiendo cómo responder a su afirmación y traté de enfocar mi vista en la hechicera y el ogro. La diaforesis era tan profusa en Piwi que parecía recién bañado y en la castaña, que cambiaba las vendas como si la vida se le fuera en ello, su intento de no derrumbarse era demasiado obvio. El cansancio empezaba a pasarle factura y en su rostro las ojeras eran imposibles de ocultar.

—Daría cualquier cosa por tener la posibilidad de llevar a Piwi conmigo a la tierra —sollocé, cubriendo mis labios con mis manos para que nadie más que Brennan me escuchara.

—No es imposible, Ilora.

—¿A qué te...?

—¡Hermana! —gritó Cassie, sobresaltándonos—. ¡No, no, no quiero! ¡Hermana! ¡Hermana! ¡No me dejes! —Los movimientos del hada se hicieron bruscos y de un momento a otro pasó de estar en mis piernas para estar en los brazos de Brennan.

—No pasa nada —repetía el lobo, sin dejar de abrazarla—. No pasa nada...

Los brazos de Cassie, que antes colgaban lánguidos a los lados, cubrieron a Brennan con fuerza. Ella balbuceaba incoherencias y él solo la sostenía, sin dejar de consolarla. Era una imagen demasiado irreal y conmovedora. Tanto que me era difícil asociar la hermosa pareja que se sostenía el uno al otro, con el hada y el lobo que habían discutido desde el primer día que los conocí.

Froté mis ojos, para alejar las lágrimas que amenazaron con escapar hacía unos pocos segundos, y sonreí al comprender que lo que sucedía frente a mis ojos era la prueba de que no todo estaba tan mal para nosotros. Con Cassie despierta, todas nuestras atenciones serían para Piwi, lo que quizá significaría que podríamos hallar una solución para él.

—Yo no quería, Brennan, yo no quería —dijo Cassie, esta vez con la voz más clara y ya no opacada por sus quejidos lastimeros o abruptas sacudidas—. Lo siento, lo siento...

—No puedo entenderte, pequeña, pero solo deberías saber que no hay nada por lo que debas disculparte. Absolutamente nada... —susurró el lobo y con la delicadeza que solo reservaba para ella, y lo sabía porque era igual a la que había mostrado, mientras la cuidaba en su convalecencia, depositó un suave beso en la cima de su cabeza.

—Y eso es, queridos amigos, lo que yo llamaría amor —Se burló Castiel, apareciendo a mi lado, como si de un lince se tratase, con mi pequeña leona en brazos. La misma cuyo pelaje parecía más gris que blanco.

—Hay formas de ser una aguafiestas, pero sobre todas ellas está tu nombre, ¿cierto, Castiel? —bufé, viendo como Brennan y Cassie se separaban con cuidado y la mirada condescendiente del primero me pedía que simplemente me callara.

—Sí, y también está sobre hermoso, fuerte y valiente elfo, pero eso no tiene importancia, ¿cierto, Ilora? —Rodé los ojos por su cinismo y sonreí a Cassie, cuyos ojos ambarinos me miraron por primera vez en días.

—Bienvenida de vuelta, Cas —dije y obtuve un asentimiento del hada, que se giró, esta vez totalmente, para mirarnos a todos.

—Gracias, Ilora —ofreció y entonces volvió su vista al elfo—. También me alegra verte, Castiel.

—No me sorprende, tiendo a generar esos efectos en las personas —alardeó mi buen amigo—. Pero, antes de ponernos cursis, deberías saber que Ilora sigue con malestares por la raja en su estómago, me duele horrores la espalda que tus amigas caníbales hirieron, tu lobo tiene una patética cojera, Alhaster está furioso con todos, excepto contigo... Bueno, realmente solo conmigo y Brennan, y Piwi está muriendo lentamente, mientras Haliee intenta salvarlo, ¿me salté algo?

—¡Pues sí, la parte en la que eres decente! —grité, al ver como los pequeños y cálidos ojos del hada se fruncían al tratar de asimilar todo la avalancha de información.

—¡Casi nos morimos, mujer, ¿a quién le interesa la decencia?!

—¡Pues a todos, maldición!

Fue instantáneo, en un segundo Cassie estaba con nosotros y al siguiente se arrodillaba frente a un malherido ogro, junto a una Haliee que le acompañaba en silencio, observando sus progresos. Me levanté, no sin la ayuda de Brennan, y caminamos el corto tramo que nos separaba del resto.

―Ilora lo llama septicemia... ―informó el lobo, a la vez que yo me detenía junto a Cassie―. Dice que solo en la tierra puede curarlo y yo estaba pensando que tal vez podamos...

―¿Llevarlo con nosotros? ―inquirió el hada, tomando el rostro de Piwi con sus manos e inclinándose para posar sus labios en su sien.

El ogro se removió un poco y pude ver un pequeño asomo de sonrisa en su boca. Cassie rió al sentir que las manos de él ascendían, para cubrir su pequeño cuerpo, y con un suave susurro le llamó por su nombre. El hada no hizo más que abrazarle, mientras Piwi lloraba explicándole lo mucho que le dolía, que deseaba descansar y que la había extrañado demasiado.

Sentí la mano de Castiel en mi espalda, cuando la situación fue demasiado personal para que la escucháramos y, con la prudencia que no esperé en él, el elfo nos retiró uno a uno, esperando que los dejáramos hablar solos. Inlcuso Haliee nos siguió con cuidado y nos acompañó alrededor de una improvisada fogata, que Brennan empezaba a encender.

Insté a la hechicera a que descansara en mi hombro y, mientras veíamos a los chicos trabajar, entoné una canción que me solía cantar Kim:

«Cuando la luz parezca apagar,

solo hazla brillar.

Cuándo sonrisas vienen y van,

canta y vuelve a soñar.

Cuándo tu sueño empieza a faltar,

cierra los ojos y pide sin más,

no hay nada que no puedas lograr.

Cuándo creas que todo acabará,

solo piensa en que será

el comienzo para algo más.

Brilla, tu luz nadie apagará,

las aventuras pronto vendrán.»

Llegaban a mi mente imágenes de mamá, acariciando mi cabello, mientras dormía en sus piernas; papá persiguiéndome en el jardín de la casa; ambos gritando, en el centro comercial, cuando no me hallaban luego de ocultarme entre la ropa en exposición; los viajes en carretera, las vacaciones en la casa de la playa, el primer día de escuela, la universidad, el café preparado por papá y su compañía las noches que amanecía estudiando para la facultad, las veces que se ocultó en los arbustos cuando hablaba con mis amigos y la vez que amenazó a Eliden con una espada, por llevarme una serenata. Había sido horrible en su momento, pero tendría que reconocer que no hubo un día que no riera al recordar esa escena.

Hubo risas, lágrimas de alegría y otras producto de incontables pesadilla y, aunque las de ahora no eran un motivo de celebración estaba agradecida con el destino por permitirme conocer a personas por las que daría mi vida. Cada día de mi vida me preguntaré como habría sido estar con mi verdadera familia, pero nunca cambiaría un solo día de los que viví en la tierra o de los que ahora vivo en Umbrarum, pues cada uno de ellos me trajo aquí.

Haliee y yo recibimos la comida ofrecida por los chicos. Comer era lo de menos en ese momento, pero lo hicimos obedientemente. Todos necesitábamos recuperarnos y eso incluía a Piwi y Cassie, quienes lo hicieron apartados. Ella tomaba ligeros bocados, tan diferente a como la había visto comer siempre, mientras daba agua y secaba con destreza las mejillas y frente del ogro.

—Me pidió que cesara mis cuidados —susurró Haliee, acomodándose mejor para que sus brazos cubrieran sus piernas y su rostro se ocultara en sus rodillas—. Mamá hizo lo mismo antes de morir...

—Sacaremos a Piwi de aquí —afirmó Cassie, sentándose junto a nosotras, con solo el fuego separándonos de Brennan y Castiel.

Ni siquiera me sorprendí por su manera de aparecer y sonreí al sentir que la oscuridad empezaba a disiparse. Era como si solo hubiera necesitado aquello para creer que realmente tendríamos una posibilidad.

―¿Es fácil salir de aquí? Porque yo sé que Alhaster pudo enviarme hace dieciocho años, no debería ser tan complicado.

―De hecho lo es, la ceremonia de abjuración solo es hecha por pocas criaturas, en su mayoría hechiceros, y tengo entendido que no hay otra forma de ir —dijo Brennan—. Entrar es tan complicado como salir, tardé muchos años en volver y no lo habría hecho sin ustedes.

―Alhaster usó algo como una piedra ―aventuré.

―No creo que tu dragón quiera ayudarnos con eso, pero Kim lo haría, solo tendríamos que hallarla y, supongo que en el proceso encontrar a Yamato y Luigi ―continuó Cassie, esta vez con más emoción en su tono―. Pero tendríamos que irnos de aquí rápido, hay que hacerlo antes de que la corte del sol nos abra sus puertas...

―No están hablando en serio, ¿cierto? ―interrumpió Castiel, mirándonos de hito en hito―. ¿Cuánto creen que tardarían haciendo todo lo que planean? ¿Es acaso posible que Piwi soporte todo lo que pretenden?

―¡Se llama esperanza y parece que tú no la tienes! ―gritó Cassie, levantándose con rapidez. El fuego entre ellos crepitaba, siendo el único impedimento para que terminaran de cubrir la distancia que los separaba.

―¡Le llaman prudencia y tú no la posees! Ilora tiene una misión y la corte de las flores nos mataría antes de siquiera intentar huir.

―¿Y es que eso importa? Pensé que morir era la primera certeza de un soldado ―escupió Cassie―. Kelium murió, ¿a qué le temes ahora, elfo?

Las manos de Castiel se empuñaron con fuerza y una solitaria lágrima descendió por su mejilla derecha, la misma que limpió con brusquedad, antes de volver a dirigirse al hada. No podía ver la reacción de Cassie, ante aquella escena, pero sí vi como Castiel tragaba un nudo antes de volver a hablar.

—Me gustaría saber lo mismo, nenúfar —dijo y tomó nuevamente su lugar en el suelo, junto a Kira y el lobo, que le miraba al igual que nosotras, esperando que aclarara lo que fuera que acababa de suceder entre ambos.

"¿Por qué la llamaste así, Castiel?", cuestionó Alhaster, quién se sobrevolaba el cielo sobre nosotros, sin embargo, antes de que pudiera recibir su respuesta un suave aroma a flores se hizo presente, junto con una intensa neblina que comenzaba a cubrirnos y eliminar el cálido aire anterior.

Mis deseos de escuchar la explicación de Castiel se desvanecieron justo cuando en frente de nosotras una hermosa hada apareció. Sus cabellos eran de un salvaje y llamativo naranja, pero su pequeño tamaño, su tez pálida y sus delicadas y casi imperceptibles alas, combinadas con el suave color verde de su vestido, la hacían ver indefensa. Todos nos pusimos de pie, esperando lo que sea que fuera suceder.

—Han llegado, creo que nadie irá a la tierra —dijo el elfo, al chasquear los dedos, atrayendo la atención de Kira, quién en pocos segundos se colocó a mis pies con su blanco pelaje encrespado.

Me agaché para tomarla en mis brazos, no sin sentir punzadas en mi vientre, pero me alegró saber que una vez conmigo, la pequeña leoncita pareció más confiada.

—Tres días fueron anunciados y tres días han transcurrido —recitó el hada al elevar, con la elegancia de una bailarina de ballet, su brazo hacia un costado, revelando al instante tres enormes puertas doradas que resplandecían como el sol—. Las tres conducen al reino de las hadas, pero solo podrá ser elegida, y con ella sus consecuencias.

El rostro de aquella hada era inexpresivo, como si con solo vernos pudiera predecir todo lo que haríamos. ¿Cuál debía elegir? Todas las puertas eran iguales y no es como si alguna tuviera un significado especial para mí. Suspiré, sin saber cómo proseguir y di un paso al frente.

—Ya tengo mi elección.

—Es mi decisión, Ilora —Me interrumpió Cassie al acercarse a las enormes puertas doradas, las mismas que irradiaban un precioso halo dorado—. Estoy lista.

—Que así sea —finalizó el hada, mostrando una sonrisa de dientes completos.

"Algo no está bien", inquirió Alhaster, emitiendo un feroz rugido.

Las tres puertas empezaron a vibrar como si estuvieran siendo golpeadas para permitir la salida de quiénes fueran estuvieran tras ellas, mientras Cassie caminaba hacía su elección.

—Las decisiones difíciles forjan el carácter —murmuró y estiró su mano para empujar la puerta del centro, dejando en el lugar un sonido sordo, similar al de un profundo abismo.

—¿Eso es todo? —cuestionó Castiel, relajando visiblemente su postura, al ver como las puertas desaparecían y un oscuro umbral nos daba la bienvenida. El silencio era absoluto, pero en ningún momento aquello parecía presentar una amenaza—. Pensé que...


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