Eternos

32.9K 1.6K 95
                                    

El viento azotaba su rostro con fuerza, obligándola a cerrar los ojos y abrazarse a sí misma. Las ropas que llevaba puesta no eran gran ayuda para combatir el clima de ese momento, no se había percatado de ello bajo la superficie marina. Miró a su alrededor, un camino semi rocoso y que en la lejanía se avistaban varios árboles, y más allá de lo que su vista podía alcanzar, se alzaban grandes montañas que parecían no tener fin.

Kim se inclinó para tomar su bolsa de viaje, en la que llevaba los elementos que necesitaría para llegar a su destino: Dos espadas mágicas forjadas por sirenas, cuchillos de distintos tamaños, comida, y un pequeño frasco que tan frágil parecía pero que irónicamente, era su posesión más valiosa. Del contenido del frasco dependería su vida.

Las algas que le había dado su hermana Park, la desiravit humanitis.


—Escucha atentamente a mis palabras —dijo su hermana con mirada seria y a la vez con los ojos llenos de lágrimas sin derramar—. Estas algas te brindarán una semana en tu forma humana, es la única manera de que puedas lograr tu objetivo. Pero no funciona como el poder del templo. Cuando la ingieras notaras, al cabo de unos segundos, que te debilitarás notablemente y que estarás hasta letárgica. Seguramente tendrás que hacer el doble de esfuerzo para caminar y deberás ahorrar energías...

—¿Es peligrosa? —dijo Kim sin miramientos, interrumpiendo a Park.

—Si no consumes la medida adecuada, sí. Debes masticar solo un poco, apenas cinco centímetros. De lo contrario podrían correr peligro tú... y el bebé —Kim tragó duramente tras las palabras de la sirena que tan parecida era a ella—. Además, te daré una advertencia. Las algas pueden ocasionar alucinaciones muy reales. Debes tener mucho cuidado, porque tu mente y cuerpo no estarán de tu lado mientras estén bajo el efecto del desiravit. No confíes en nada ni nadie, hermana, porque no podrás discernir entre la verdad y la mentira. Sólo tienes tu instinto.


Flotaban en el agua salada como anguilas, vertiginosas y luminosas. De un color verde esmeralda, brillaban alumbrando el interior de la bolsa. Kim abrazó sus pertenencias con fuerza, su única compaña por el momento.

—No, no estoy sola, te tengo a ti —dijo, mientras apoyaba sus manos a ambos lados de su vientre, que apenas dejaba ver una pequeña hinchazón. La vida que crecía a cada día dentro de él—. Mi primer y hermoso hijo...

Armándose del valor que no sentía y llena de miedo, pero con convicción pensando en su hija y su futuro hijo, comenzó su larga huida al escondite de Los Eternos. El lugar donde estaría a salvo, y escaparía de las manos de sus depredadores.

Aún le dolía el cuerpo luego de las lastimaduras provocadas por Dessire. Le dolía pensar que su misma sangre pudiera hacerle algo así, pero viniendo de ella nada era sorpresa. La maldad la había atrapado, y era aquello la que la consumiría al final, pensaba Kim. El frío entumecía sus piernas, que con cada pisada parecían endurecerse un poco más. Pero aún tenía su magia, su entereza y vitalidad normal de siempre. El problema real vendría en unas cuantas horas.

Sólo unos días, resiste... Se decía para sus adentros.

El paisaje cambió. El duro suelo bajo sus pies se volvió suave y tierno, la tierra parecía más suelta y húmeda, seguramente había llovido. Los árboles frondosos dificultaban la llegada del poco sol que quedaba en ese día, ya entrada la tarde. Pronto oscurecería y Kim se vería obligada a acampar en algún lugar inhóspito y helado, porque en la noche la temperatura bajaba muchísimo, y más si había llovido.

La noche iba cayendo de a poco, como un fino manto negro cubriendo el cielo, y pequeños destellos plateados que lo adornaban, formando el firmamento. Kim caminaba con una espada corta en la mano izquierda y la derecha preparada para realizar algún hechizo rápido de ser necesario. Nunca se sabían los peligros con los que puedes encontrarte en medio del bosque, y más aún en Umbrarum. Aunque sus conocimientos no eran extraordinarios, su manejo de la espada era excelente y gracias a su amado Yamato conocía muchas habilidades que no habían sido instruidas en sus prácticas del pasado. ¿Dónde estaría ahora? ¿Sabría que estaba huyendo?

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora