1. Capítulo 7: Eliden (2ª Parte)

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Solo tienes que pedirlo, no importa la hora o el día, yo vendré hacia ti.

Solo tienes que pedirlo, no importa la hora o el día, yo vendré hacia ti.

Solo tienes que pedirlo, no importa la hora o el día, yo vendré hacia ti.


Lo que parecía ser una acalorada discusión me trajo de vuelta a la realidad. Sentía los párpados pesados y el cuerpo ligero. Un punzante malestar había encontrado sitio en mi abdomen y unas minúsculas punzadas llenaban la totalidad de mis brazos lánguidos. Abrí los ojos con dificultad y no me sorprendí al toparme con dos pares de ojos escaneándome.

Sonreí al encontrarme con Haliee, pero no pude ocultar mi sorpresa al confirmar, en los ojos de mi otro observador, que todo lo que recordaba había sido real. Sin embargo, esta vez su mirada no era sería, sino dulce. Le observé incrédula y tragué un nudo en mi garganta al ver unas magníficas alas rojizas, tan familiares al fuego, tras él.

Un suave asentimiento y sus manos deslizándose en mis mejillas me hicieron encogerme. Mi corazón comenzaba a acelerarse de forma alarmante y, aunque no me incomodaba, me obligué a levantar.

—Tú-tú... No pu-puede se-ser —balbuceé, empujando su mano que intentó acercarse de nuevo y me acomodé junto a la hechicera que me abrazó sin comprender lo que sucedía—. No-no... esto es una locura. ¿Se-se? ¡Dios, no es cierto! —Llevé las manos a mi sien, cerrando los ojos y sacudí mi cabeza desesperada y abrumada con la cantidad de sentimientos que su presencia me generaba—. ¿Sebastián?

—Soy yo, Thesi.

Su cálida voz habría sido suficiente para tranquilizarme hacía algún tiempo. En ese momento no lo era, pero eso no significaba que mi mundo no acabara de congelarse por completo y la vieja herida que intenté cerrar por tres años no sangrara.

—Te creí muerto... —balbuceé, abriendo los ojos y sintiendo como si un par de manos estrujaran mi corazón.

Le había querido, le había querido con la misma intensidad con la que había deseado olvidarlo, sacarlo de mi corazón y no pensarlo una vez más. Pero antes lo había buscado; lo había hecho por cada calle de mi ciudad, había empapelado cada pared de la facultad, había gritado a cientos de ineptos que me dijeron que no lo encontraría, que lo más seguro era que formara parte de las estadísticas de muertos del país. Y les creí, después de varios meses lo hice, aunque ningún cadáver o foto de uno que vi me dijo que era él.

—Nunca fue mi intención dañarte, en serio lo lamento... —susurró, levantándose sobre sus pies y dándome una mirada suplicante.

Y allí desde mi lugar reconocí los miedos que una vez fueron míos y que él sanó. Podría preguntarme cada día qué hice para que se fuera y no regresara, tal vez cuestionarme por qué llegó a mí aquella primera vez en esa feria, podría hacer muchas cosas, excepto negarle una disculpa.

Asentí, sabiendo que no esperaría una palabra más de mi parte y entonces recordé que no debía estar sola allí. Giré con cuidado, observando cada espacio de una más grande y espaciosa celda con barrotes, que nos separaban de estrechos pasillos cercados por gigantes paredes, decoradas con antorchas cada pocos pasos, en tres de los cuatro pórticos que nos rodeaban. Una habitación contigua y menos iluminada seguía a la cuarta entrada, en la que algunos cantaros y paños sucios se desperdigaban por el suelo de manera desordenada.

Brennan y Castiel se encontraban descansando, cada uno perdido en sus propias cavilaciones, mientras que Piwi parecía un alma inerte en la pútrida fachada de lo que sería nuestro nuevo "hogar" y Alhaster permanecía recostado en una esquina de la habitación, observándome. Varias cadenas lo sostenían por sus muñecas y tobillos y su rostro que una vez fue terso, ahora mostraba huellas de cansancio y unas ojeras profundamente marcadas. El dolor era palpable en su mirada, la misma en la que me perdí, tratando de pedirle sin palabras que me dijera lo que estaba pasando y cómo había llegado a esa situación.

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora