Fragmento especial de Lía

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Seguí hasta el comedor, donde ya me esperaban los reyes. Ondina sonrió como de costumbre, invitándome a acompañarlos, mientras que Evans, fiel a sí mismo, comenzó con una para nada sutil indirecta.

—Espero que tu dragón te informara de su partida, porque no lo hizo a nadie aquí —dijo, levantando una de sus manos para que los criados empezaran a servir los platos—. Parece que Alhaster es mucho más importante que su protegida.

No me molesté en responder, pero evidentemente Ondina no pudo callar.

—Lía está en perfecto estado, su hermano lo necesitaba. Elegir no era necesario, estaba claro que marcharse era lo correcto —murmuró, llevando una cucharada de caldo a su boca.

Mordí el pan en mis manos, sobreexcitada por la situación que se había creado. Debía admitir que todavía me sorprendía el hecho que Ondina fuera tan parcial con los dragones, cuando a nivel general nunca refutaba algo que dijera su esposo, pero no dejaba de disfrutar esos momentos.

—Su hermano está con quién amenaza el trono de su protegida, no hay opciones para mí —escupió Evans, golpeando la mesa con su palma y derramando un poco de la comida.

Retiré mis manos de la mesa, satisfecha con el camino que estaba llevando todo y, decidida a mejorar las cosas, presioné otro poco la situación.

—Mamá sabe eso a la perfección, ella siempre te elige a ti, incluso lo hizo sobre su familia...

Ondina, literalmente, se ahogó con la comida en su boca y hasta Evans, no famoso por mantener la calma, permaneció en silencio, observando como los criados auxiliaban a la reina. El perro transmutado de Ondina despertó, preso del pánico por lo que sucedía a su ama, y gruñó apartado a la totalidad de comensales que impedían que ella respirara con normalidad.

Asentí, satisfecha por lograr esquivar la indirecta de Evans, y solicité permiso para retirarme. No esperé una respuesta, de cualquier forma, no creí que alguien quedara con ganas de comer, y me levanté, llevando conmigo un trozo de queso, no sin antes motivar otro poco de culpa en la reina, e ira en el rey.

Una ligera punzada en mi brazo y un nuevo trazo de fuego en mi muñeca fue el sutil recordatorio de lo que acababa de hacer. Las llamas crecían, sin embargo, no me arrepentí de jugar con ellas, me había hecho inmune, ya no quemaban.

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora