Los Spector

By 123porEli

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FATUM NOS IUNGEB IT «-Antes de Romeo y Julieta existieron Tristán e Isolda. Pero nadie dijo que después de T... More

La llegada de los Spector.
Seafair
Primer día.
Ryder Spector.
No más señorita Eastwood.
Semana de examenes superada.
Tranquilo Leprechaun.
Tristán e Isolda.
Jane Eyre
Mi turno, irlandés
Ardamos juntos en el infierno
Steel Fist.
Steel Fist. Pt II
Yo no fui
Las brujas de Salve Regina
Primer día libre
Gato
Gato II
Vuelta a la realidad
La cueva Eastwood
¿Primera vez?
La ley del hielo
¿Dónde estás hermano?
La redención de Steel Fist.
La redención de Steel Fist comienza mal.
Suficiente
¡Feliz acción de gracias!
Cicatrices y recuerdos.
Simpatía por el diablo.
El almuerzo salvaje
Skyler Eastwood debe morir!!
Hiedra Venenosa
Picnic in Pink
Ultralight Beam
Ya no sueñes, se acabó
Huye tan rápido como puedas
Fire Meet Gasoline
Santuario
"Felices" Fiestas
Karma, Skyler. Karma.
Mr. Rochester y Ms. Eyre
Firma
Fiesta irlandesa en tercera clase
La descendencia de JoJoe
Todos alaben a Macbeth
Alguien a quien solía conocer
Huracán Mackey
We are never ever getting back together.
Los recuerdos de Easton Beach.
Todo sobre nosotros
Acostúmbrate a eso.
Knockout
Malas (o buenas) decisiones.
Libres I
Libre II
Simpatía por el otro diablo
Fin de semana.
La única excepción
La tormenta perfecta
Science & Faith
Estoy aquí - Final
Agradecimientos y Soundtrack LS
¿Me permites este baile? - Epílogo
NOTA WHAAAAT?
¿Los Spector se van a los Wattys?
SELF PROMOTION

Skyler sells seashells at the seashore

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By 123porEli

RYDER'S POV



                  

La melena castaña/rubia de Skyler flota a su al rededor debido a la brisa que entra por la ventanilla. Ella ríe. Nunca la había visto reír como ríe cuando está con JoJoe y Mackey, ni siquiera con Jerry. Ellos no son tan mayores, ambos se ven como de treinta y tantos. Cuentan anécdotas graciosas de cuando ella iba a las peleas y le gritaba a su padre lo que tenía que hacer. Pero yo no río, yo ni siquiera sonrío. Los nervios y la ira se apoderan de mí pero sé que si intento cualquier cosa estos dos hombres me patearan el trasero.
           Sky canta, canta Brick By Boring Brick, JoJoe pretende tocar la batería en el aire y Mackey hace los «ba ba ba ba ba» junto con la guitarra eléctrica invisible.

           —Ya estamos por llegar —anuncia ella señalando la entrada de la playa. La misma playa en la que le pico la medusa hace un mes.

          El guardia de Easton Beach la deja entrar y ella aparca en uno de los lugares libres del estacionamiento. JoJoe y Mackey son los primeros en bajar, salen disparados hacia el inicio de la arena, luchan contra sus zapatos y sus calcetines hasta que logran deshacerse de ellos y fundir sus pies en la arena. Sky baja del auto de un salto y yo aún no puedo creer que ella sea Lucky Clover. Mis hermanos y yo no nos perdíamos ninguna pelea de Steel Fist, incluso cuando a mamá le molestaba que viéramos "violencia", hasta que se retiró hace seis años. Los close ups que le hacían a la niña de lentes de pasta gruesa y frenillos no me hubieran revelado nunca que la chica que está cruzando frente al auto hasta el otro lado es esa niña. Y es mía. Sky es mi novia. Incluso cuando me prometí no dejar que se acercara demasiado a mí porque puede salir mal de todo esto, ahora me importa una mierda y sólo espero que mi organismo se comporte y no me haga una jugarreta, o al menos no me haga otra como la de hoy y mucho menos frente a ella.
          Da unos toquecitos en el vidrio con sus nudillos y me saca de mis pensamientos. Ni siquiera me di cuenta que aún seguía aquí arriba, viendo hacia el frente como un idiota.

          —Andando Leprechaun, a esta hora las conchas marinas están a la orden del día —dice efusiva cuando bajo del auto.

          —¿Conchas marinas?

          —¡Oh vamos! Tu olla de oro son las luciérnagas de Seafair, duendesillo —exclama riéndose—. La mía son las conchas marinas.

          Se quita los zapatos junto con los calcetines y salta a la arena. Se ve preciosa con los vaqueros rasgados y la camiseta negra que le queda considerablemente grande, su cabello flota a su al rededor y el aroma de una flor me inunda las fosas nasales, ella siempre huele a esa flor, no logro reconocerla pero sé que la conozco, y si no la conocía antes, gracias a Skyler ahora soy el fan número uno de esa flor.

          —Vamos, Leprechaun, las probabilidades de que haya medusas en la arena son muy pocas —se pone una mano sobre los ojos para cubrir el sol y poder verme.

          —Como sea, no me quitare los zapatos.

          Le tomo de la mano, llevo sus tenis en mi mano libre mientras caminamos entre los demás turistas, siguiendo a Jojoe y a Mackey.
           Miro mis brazos, no hay rastro de puntos ni hematomas, no me ha sangrado nada, pero mis nervios han estado de perros estos días. Según el doctor Doyle las probabilidades de una recaída son muy bajas, pero creo que en estos casos yo sé más que él ya que no es él quien comienza a sufrir cambios de humor y a resentir el peso que las pastillas hacen que aumente. Cuando llegue el momento, y por más que yo intente evitarlo, tendré que dejar a Skyler. No la haré cargar con algo que a ella no le corresponde, ella ya tiene suficiente con que su padre boxeador y famoso haya regresado, se le veía bastante molesta cuando lo vio y me pica la curiosidad por saber qué fue lo que le dijo durante su almuerzo.
          Me comienzo a plantear la idea de preguntarle qué es lo que ha pasado, pero tal vez ella se pone de malas, y se le ve tan radiante hoy, poniéndose en cuclillas para recoger unas cuantas conchas marinas y echándolas en la pequeña bolsa que ha hecho con el frente de su camiseta, y no quiero ponerla de mal humor. No quiero hacer nada que altere el orden de las cosas en este mismo momento, solamente quiero olvidarme de lo que hice y ver lo feliz que es Sky con JoJoe y Mackey.

          —Mark planea volver a pelear —dice, de repente, mas no me mira, sigue con su trabajo de recolectora—. Dice que necesita a su Lucky Clover —se encoge de hombros—, la pelea es en seis semanas en el Madison Square Garden.

          —¿Steel Fist volverá a boxear? —exclamo, no puedo ocultar que estoy emocionado de sabe que el gran Steel Fist volverá a boxear.

         Ella asiente con los labios fruncidos.

          —¿Tienes algo que hacer el veintiséis de noviembre? —me pregunta.

         Abro los ojos. ¿El 26 de noviembre será la redención de Steel Fist? ¡Después de seis años, Steel Fist regresa! Y regresa con Lucky Clover, ¡y Lucky Clover es mi novia! No puedo ni por un momento disimular mi emoción de volver a ver a mi boxeador favorito en acción. De pronto toda la mierda se dispersa.
           Steel Fist fue uno de los mejores durante años, no hubo nadie que lo derrotara, supo retirarse en el momento exacto y pasó a la historia como el mejor boxeador de peso semipesado de la WBA, ¡y ahora regresa!

          —Así que el campeón regresa —digo porque es lo único que puedo procesar.

          —Lo van a hacer mierda —murmura riéndose—. Pero si ya tiene el orgullo como para superar una derrota, estoy dispuesta a ir.

          —¿Tienes idea de la cantidad de perros que querrán un pedazo de Lucky Clover?

          —Por eso llevare a mi irlandés no pelirrojo para que me ayude a sobrellevar todo el caos de las peleas —da un pequeño salto y las conchas se mueven dentro de su camiseta—. Hace mucho que no estoy en esos lugares... Y puede que tengamos asientos en primera fila, junto a la esquina de Mark.

          Me echo a reír. Asientos en primera fila durante una pelea de Steel Fist ha sido mi sueño desde que lo vi pelear por primera vez.

          —Me encantaría ver como Steel Fist le rompe el hocico a su contrincante.

          —Vaya —exclama—. Y yo que pensé que a Ryder Spector no le gustaba la violencia.

          —No para ejercerla yo.

         Ella asiente una sola vez y suspira. Regresa a su tarea de recoger conchas marinas mientras tararea una canción, yo me limito a caminar junto a ella, observando como su cabello cae junto a su cara cuando se agacha, la curva de su nariz llena de pecas forma una media luna, como la de las alas de Seafair.

         —¿Qué ha pasado hoy en Seafair? —pregunta de repente, con un dejo de nerviosismo en su voz. Tal vez porque no sabe si está pisando buen terreno.

         —Pequeña pelea de hermanos. —me encojo de hombros.

         —Ry, eso no ha sido una pequeña pelea de hermanos, eso ha sido la tercera guerra mundial con los Spector —exclama—. Vaya eso ha sonado como el nombre de un libro.

          Me río. No puedo evitar estar feliz siempre que Skyler está cerca.

          —Así son las pequeñas peleas de hermanos con los Spector.

         Resopla. Parece darse por vencida y se agacha para recoger otra pequeña concha marina.

         —Entiendo —musita—. No confías en mí.

         Oh, demonios. Un poderoso artefacto.

          —Sky, usar el "no confías en mí" conmigo no funciona. Quiero contártelo todo pero no puedo, no estoy listo para hacerlo aún.

          Derrotada, gruñe y rueda los ojos, pero me doy cuenta que no ha quedado satisfecha, tiene la nariz y los labios arrugados y siempre hace eso cuando le pica la curiosidad.

         —Te estás muriendo por hacerme preguntas. —afirmo riéndome.

        Se levanta de golpe con el montón de conchitas en la camiseta y me mira, escruta mi expresión por unos segundos hasta que se da por vencida.

         —Quiero bombardearte con preguntas —murmura—, pero no lo haré. Mejor ayúdame a buscar más de estas.

         Asiento. Prefiero ayudarla a hacer esto a que me haga preguntas sobre la razón por la que nos vinimos de Belfast o por qué no hay una mamá Spector. Hago lo mismo que ella con mi camiseta y echo ahí las conchitas que encuentro. La verdad es que no sé para que las querrá Skyler, pero si ella dice que esta es su olla de oro entonces supongo que debo juntar cuantas pueda para ella.

JoJoe y Mackey se encuentran en una pequeña joyería improvisada en un local de madera en uno de los extremos de la playa. Mackey agita un pequeño cuarzo engarzado en un llavero, mostrándoselo a Sky mientras JoJoe mira entre las demás cosas que hay en la joyería.

         —¡Mira Skyler, hay ostras! —exclama Mackey, señalando el bol con agua repleto de ostras que está en el mostrador.

         —Ostras cien por ciento hawaianas —anuncia un chico moreno con el cabello hecho rastas—. Elija una y por solamente catorce dólares yo le saco la perla.

          —¿Tienen perlas? —pregunta Sky sorprendida.

          El chico asiente.

          —¡Demonios! —exclama Mackey—. Pensé que eran para comer, iba a asustar a Skyler comiéndome una.

          El chico, JoJoe y yo nos echamos a reír y Skyler le suelta un golpe a Mackey. Saco un billete de mis vaqueros y lo pongo sobre el mostrador. Skyler merece su perla.

         —Elige una —le pido—. La que tú quieras.

         —¿La que sea? —yo asiento—. Bien, ¿cuál me recomiendas? —le pregunta al chico de rastas.

         —Las más pequeñas y gorditas son las mejores. —dice él, entregándole un par de pinzas de madera para que tome la ostra.

         Sky rebusca entre el bol con las pinzas y toma una pequeña que está en el fondo, escondida entre las demás, la saca y la coloca en el plato que el chico ha puesto a su disposición.

         —¿Estás segura que quieres esa? ¿No quieres una más bonita? —le pregunto con una mueca al ver que el cascarón de la ostra está casi roto y negro. No se ve como si algo bueno pudiera salir de allí, más bien parece que le van a sacar un gusano.

        —¡Hey! No juzgues —me reprime—. Tú también eres feo y aún así estoy contigo, ¿sabes por qué? —susurra cerca de mi oído y yo asiento para que siga hablando—. Eres hermoso por dentro, duende. —se pone de puntillas sobre la arena y planta un rápido beso sobre mis labios, dejando su sabor a miel y a café.

         JoJoe y Mackey se echan a reír y le alborotan el cabello a Sky. El chico aún divertido por nuestra conversación despreocupada se dispone a cumplir con su trabajo de sacarle una perla a mi hermosa novia.

         —Bien, ahora vas a golpear ligeramente la ostra tres veces con las pinzas y cuando termines todos van a gritar «Aloooha»

         Skyler asiente emocionada y golpea los hombros de JoJoe y Mackey. Le da tres ligeros golpecitos a la ostra con las pinzas de madera y exclamamos todos al unísono:

         —¡Alooooha!

         La multitud que se ha proclamado para mirar como abren la ostra nos aplaude y observa atentos hacia la pequeña concha. El chico toma una pequeña pala de metal y abre la ostra en un dos por tres. Una perla nacarada reluce entre el que parece ser el organismo de la ostra. Y la señorita Eastwood tenía razón -otra vez-, es la perla más hermosa que he visto salir de una ostra.

          —Dios mío, es preciosa. —exclama ella al ver la piedra.

          —Puedo hacerte un collar con ella, o un anillo, o lo que tú quieras.

          —¡Un collar! Quiero un collar.

          El chico me lanza una mirada divertida. Yo me encojo de hombros.

          —Lo que la señorita Eastwood pida.

***

Conforme la tarde ha ido avanzando nos hemos ido deshaciendo lentamente de las preocupaciones que pudieran perseguirnos tanto a Skyler como a mí. Ella parece ya no sentirse incómoda como hace unas horas cuando tenía la presencia de su padre cerca. En cierta parte estar en la playa le ha ayudado a despejarse. JoJoe y Mackey han entrado al mar desde hace más o menos una hora y corren de arriba abajo jugando con un pequeño niño al que han ayudado a construir un castillo de arena. En cuanto a Sky se ha despojado de su camiseta y aunque al principio me parecía malísima idea y me incomodaba el hecho de que se paseará pe la playa solamente con sostén, después de varios intentos ella explotó y me gritó que si ella quería hacer un strip-tease a media playa lo haría sin necesidad de pedirme permiso. Así que ganó y ahora clasifica sus conchitas sentada en la arena solamente con sus jeans puestos y la ropa interior de encaje mostrándose ante todos y no le importa nada, ni siquiera que se esté poniendo roja como una langosta, ella quiere seguir aquí y haré lo que sea por verla feliz.

—¡Mira! ¡Irlandés! —grita, soltando un manotazo en mi estómago para llamar mi atención. Volteo a ver hacia dónde está señalando: la perla colgando de su cuello.

—¿Qué pasa?

—¡Está brillando como un arcoíris! —farfulla.

Y así es. La perla destella con millones de colores que se proyectan en la piel ligeramente roja de Skyler y como una niña pequeña emocionada vuelve a darme un manotazo ahora en el brazo y sigue organizando las conchas en la arena.
          Sky siempre se muerde el labio inferior cuando está concentrada. Me he dado cuenta de eso en el tiempo que hemos pasado juntos. Lo mete completamente a su boca y lo muerde, lo succiona y lo chupa hasta que queda enrojecido y húmedo. Se ve preciosa cuando lo hace, aún más de lo normal y yo no puedo resistirme. Me pongo de rodillas y me inclino hacia ella, tomo su rostro entre mis manos y la atraigo hacia mis labios. Si pudiera hacer esto el resto de mi vida, lo haría. Estoy completamente seguro de que lo haría. Ella es la mujer de mis sueños, es la mujer que haría que mi madre se sintiera orgullosa de mí y de mi decisión de quedarme con ella, porque es hermosa, y es fuerte, y es todas esas cosas que un chico busca en una chica. No le importa si se ve bien o mal con cierta ropa, es segura de sí misma y es totalmente ajena a lo mucho que los chicos de la universidad la miran cuando pasa junto a ellos. El sabor de miel y de café de sus labios, el olor a la flor misteriosa y a chispas de sal que emana de su cuerpo es algo que me tiene cautivado. Es su esencia y me encanta. Todo en ella me encanta. Desde el más mínimo detalle hasta el más grande defecto que pueda tener, no me importa nada. Solamente ella. Ella y yo.

         —¡Échenles agua! —grita alguien detrás de nosotros y un cubetas o de agua aterriza sobre nosotros haciéndonos dar un salto por la sorpresa.

         Las carcajadas de JoJoe y de Mackey resuenan en todo el lugar y unas cuantas risitas tímidas de los turistas los acompañan. Volteo a verlos y efectivamente JoJoe sostiene una cubeta de juguete -que supongo es de su amigo de cinco años-, vacía en la mano izquierda y con la otra se agarra el abdomen, igual que Mackey. Varios mechones de cabello me caen sobre la frente sobre los ojos y llegan hasta la comisura de mi boca, vaya que debo cortármelo. Tal vez le pida a Rover que lo haga. Skyler está igual que yo y fulmina a ambos con la mirada, observa que sus conchitas se han dispersado y algunas incluso se han perdido y toma una gran bocanada de aire.

         —Tú vas por Mackey y yo por JoJoe —dice entre dientes.

         —Ay dios. —murmura JoJoe y sale corriendo, pero en cuanto ve que Mackey va en la misma dirección que él lo empuja y este último hace que ambos caigan a la arena de un azotón. Sky se sube encima del trasero de JoJoe, le jala el cabello y aporrea su cara contra la arena. Mackey se ríe y cuando está a punto de levantarse me subo encima de él y me quedo sentado plácidamente sobre su espalda.

***

         —Mark nos va a matar.

         —Ustedes tuvieron la culpa.

         —Disculpa, ¿quién decidió que era buena idea aventarme al agua?

         —¡Ryder! —gritan al unísono.

         —¡A mí no me metan!

         —Mark nos va a matar. —repite con la mirada clavada en un punto inexistente y una expresión perturbada.

         —Cállate Mackey.

         Observamos el BMW atentamente. Por fuera todo esta en orden. Un BMW M4 color blanco impecable que destella aparcado junto a la acera frente la casa de Skyler. Pero por dentro, la tapicería está empapada y con lodo producto de la mezcla de arena con agua.

         —Bueno, yo ya me voy. —murmuro y exprimo mi camiseta a un lado.

         —Ojalá te dé tos. —ataca JoJoe y saca la lengua de una manera más que infantil.

         —Cállate JoJoe. —le dice Sky.

         Nos miramos unos a otros. Es increíble lo que le hemos hecho al pobre auto y sé que si esa fuera mi camioneta yo me pondría hecho una furia.

         —Muchachos. —nos saluda Mark cuando nos ve de pie al otro lado de la calle. Sin percatarse de que estamos completamente mojados y con arena en lugares en donde no debería estar.

        —¿Cuánto creen que tarde en darse cuenta? —inquiere Mackey en voz baja.

        Sky hace una mueca.

        —Tres...

        —¿Minutos?

        Mark abre la puerta del BMW y desde aquí podemos ver perfectamente cómo abre la boca anonadado.

         —Dos...

         —¡¿Qué demonios le han hecho al coche?!

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