Semana de examenes superada.

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Viernes, 12 de septiembre de 2014.

         Dejo caer el lápiz del número dos sobre mi mesa. Se acabó, ¡al fin! He terminado mi último examen. Filosofía, ugh. Sonrío de oreja a oreja, aliviada. Probablemente está es la primera vez en toda la semana que me siento aliviada. Es viernes, y esta como todas las noches de viernes, después de salir del trabajo a las ocho -que es la hora en la que Lauren me despacha los fines de semana- iremos a al Jimmy's Saloon que es nuestro bar favorito desde que éramos adolescentes, pero esta vez se nos unirán los Spector, al principio Ryder se negó ya que él no bebe pero entre Rover, Jerry, Rainbow y yo lo hemos convencido para que nos acompañe y no se quede como viejito amargado en Seafair. Probablemente hoy me emborrache. Hace mucho que no me emborracho. Y no lo hago porque siempre soy la conductora del auto de Jerry cuando él termina tirado sobre la barra del Jimmy's, inconsciente y con una deuda de casi cien dólares que pago robándole dinero de la billetera. Miro a Jerry, que está en la otra esquina del salón escribiendo como loco sobre su examen. La profesora Meester lo ha cambiado de lugar ya que sus sospechas de que yo lo dejaría copiar en mi examen se hicieron presentes. Es una bruja. Faltan tan solo cinco minutos para que acabe el examen. Es todo. Mis primeros exámenes del semestre han sido bien logrados y estoy segura que sacare buenas calificaciones, como siempre. En mi mente hago un baile al estilo de los setenta con Disco Inferno de pista, aunque sé muy bien que mis bailes setenteros sólo se ven bien ahí, en mi mente. Jerry deja de escribir y arroja su lápiz al suelo, triunfante. Me mira también con una sonrisa y después se propina un ligero golpecito con su puño en la mandíbula. Yo suelto una risita y le doy pulgares arriba a la distancia.

          Camino a casa, en mi Mercedes, Jerry se enorgullece de sí mismo por recordar todo lo que aprendió en clase y ponerlo en el examen, y por supuesto que no se le olvida recordarle a sus ancestros a la señora Meester, la llama bruja entre otros adjetivos calificativos poco agradables. Comeremos en mi casa con Melissa, que seguramente ya estará preparando alguna de las comidas favoritas de Jerry como todos los viernes, iremos al Mooring y en cuanto termine el turno regresaremos y nos prepararemos para irnos a nuestra borrachera. Aunque estoy segura que la borrachera terminara siendo sólo de Jerry y yo me quedaré a la mitad con unos cuantos caballitos de tequila y alguna que otra cerveza.

          —Skyler hay un regalo para ti.

Jerry está de pie sobre la pequeña tarima frente a la puerta que da a la calle, sosteniendo unas rosas rojas entre sus manos y solamente se me ocurre una persona que las pudo dejar ahí. Bryan.

           —«Para la chica más buena de todo Newport» —lee Jerry, dejando escapar una carcajada.

          —Oh, por dios, quiero darle otra patada en las pelotas para que así me deje en paz de una vez. —exclamo con frustración.

          Le quito las flores a Jerry y camino hasta el contenedor de basura a en una esquina, él me toma del brazo y me jala hasta donde está él.

          —Hay que darles buen uso estúpida —me quita las flores de las manos, rompe la tarjeta y se la mete en el bolsillo trasero de sus vaqueros —. Le daré estas flores a Melissa, a ella le encantaran.

          Entramos a la casa entre risas y le anunció a mi madre que ya llegue. Sé que está aquí porque he visto su Cherokee aparcada en la entrada del garaje.
Cruzamos el living dejando nuestras mochilas en el suelo, hasta que llegamos a la puerta de la cocina. Jerry en cuanto ve a mi madre comienza con sus citas.

         —...Su tocado de vestal es enfermizo y amarillento, y no son sino bufones los que lo usan, ¡Deséchalo! ¡Es mi vida, es mi amor el que aparece!... Habla... más nada se escucha; pero, ¿qué importa? ¡Hablan sus ojos; les responderé!... Soy demasiado atrevido. —hace una reverencia cuanto está frente a ella y le entrega las rosas rojas. Ella se echa a reír y le da dos besos en la mejilla. Quiere a Jerry como su propio hijo.

Los SpectorWhere stories live. Discover now