Equipo X: Mortal Game

By Bohespirit

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Eran un equipo -el Equipo X- diseñados, desarrollados y utilizados por el gobierno americano para ejecutar su... More

|CAPITULO 2|
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capirulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capítulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
Capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Capitulo X
Capitulo 50
Capitulo 51
Capitulo 52
Nota Rápida
Capitulo 53

|CAPITULO 1|

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By Bohespirit

Desierto Sahara
8:25 p.m.
Skarllet

El estruendo mecánico de las hélices girando mientras atravesaban el oscuro cielo inmaculado del desierto era lo único que alteraba la inquietante paz de la zona. Una paz que se vería perturbada dentro de muy poco sin que nadie estuviera al tanto. Solo estallaría y eso sería todo. Punto. No había vuelta atrás. Cientos de personas inocentes serian abrasadas por llamas y asfixiadas con gases tóxicos hasta la muerte mientras dormían ¿Por qué? Todo para demostrar el poder y avances militares que el gobierno de la Coalición Central tenía, difundiendo así el miedo entre sus naciones rivales en esta guerra sin fin; heredada de abuelos a nietos, llenos de dolor por sus infancias robadas y por las que están por caer. Decían que no era justo, ellos no habían pedido esto, solo querían regresar a los tiempos en que era seguro salir a tomar el sol, a charlar con los vecinos o charlas con amigos en un café comercial; pero no podían hacer nada, se enfrentaban a fuerzas mayores, despiadadas, de temibles intenciones que causarían daño a quien se interpusiera en el camino de los gobiernos de cada nación, los mismo que con tal de conseguir dominio sobre las otras naciones harían hasta lo inimaginable, incluso pasar sobre los inocentes civiles si fuese necesario. Total, solo eran vidas insignificantes, sin sentido alguno en este mundo. Un nuevo mundo pintado con la sangre de sus guerrilleros y construido con el sudor de los familiares. Fragmentado y dividido en 4 jóvenes regiones: la Coalición Central, que abarcaba lo que antes se conocía como Europa y parte de Asia; Las Cordilleras Occidentales, antes conocida como Asia occidental; La Republica Unida, lo que antiguamente era el continente americano;

Vida o muerte.

Eran las únicas dos opciones que se conocían en esta era de la humanidad.

Eran las únicas opciones que se le habían dado a Skarllet desde que tenía memoria. Como agente secreto de altamente capacitada su vida estaba en constante peligro. A la corta edad de 19 años, Skarllet formaba parte del secreto mejor guardado al ojo público por parte de la Republica Unida. La fantasía más descabellada con la que cualquier científico aficionado podría tan solo soñar y que solo se concebía como real en los antiguos libros de ciencia ficción.

Súper humanos.

Cuatro chicos alterados genéticamente con el único propósito de servir como As bajo la manga. Ellos formaban lo que se conocía como el Equipo X por un minúsculo y selecto grupo de científicos, agentes de alto rango y el gobernador. El arma perfecta para los casos más delicados y confidenciales de la Republica. Nadie sabía aun porqué la Republica era tan poderosa o cómo misteriosamente sus rivales desaparecían de la noche a la mañana sin dejar rastro, solo sabían que debían derribarla lo antes posible a como diera lugar pues representaba un peligro latente. Un peligro gracias a ellos cuatro, los únicos súper humanos en el mundo.

Skarllet. Trouble. Demon. Delta.

A primera vista eran jóvenes normales, atractivos y de constitución sumamente atlética y desarrollada para su edad. Ya a segunda vista, tras detenerte a analizarlos podías notar sus portes erguidos que daban un aura de autosuficiencia e intimidación a la vez, de ágil caminar y movimientos tan perfectos que casi parecían mecánicos. Pero lo que más alteraba a cualquiera que tuviera la suerte de topárselos -al punto de dar escalofríos- eran sus miradas tan penetrantes y profundas; podrían quitarte el alma de un simple vistazo, miradas de ojos vacíos, sin vida, gracias a todas las atrocidades que habían presenciado y de las cuales, la mayoría de veces, habían sido sus autores. Ojos de colores brillantes y llamativos como consecuencia de las modificaciones genéticas; los científicos creían que era por la sobreproducción de proteínas, otros argumentaban que se debía a su alto grado de desarrollo neuronal. Escarlatas. Azules. Verdes. Ámbar. Eran intensos, abrasadores, sofocantes, hermosos y misteriosos; todo a la vez. Sin embargo no valían nada sin una chispa de vida que los acompañara. Se limitaban a ser ojos con objetivos fijos, cuya única utilidad era analizar, atacar y destruir. Nada más.

Sumida en sus pensamientos, Skarllet repasaba mentalmente una y otra vez la misión: evitar que la bomba fuese lanzada como diera lugar, atacar y destruir todo cuanto se atravesara en su camino, salir lo más rápido posible y no fallar. Fallar, esa palabra era inconcebible bajo cualquier escenario al que se había enfrentado en su vida. Era una súper humana, de las pocas que existían, diseñada para ser perfecta en todo momento por lo que cualquier fallo o error era imposible. Recogió el fino mechón de cabello dorado que nublo su vista por un instante debido a la repentina sacudida. Turbulencia. Justo lo que necesitaba en ese preciso instante. Con un bufido, deshizo la trenza en la que su larga cabellera estaba recogida, volviéndola a hacer, esta vez más apretaba para evitar cualquier cabello suelto durante la misión.

Skarllet era astuta, violenta y misteriosa; sus ojos eran de color escarlata, de tez blanca, cabellos dorados como los rayos del sol mañaneros y alta, midiendo 1.75 metros. Sin duda era considerada como una chica atractiva. Una chica que llevaba las manos manchadas con sangre ajena. Todo rastro de inocencia abandonó su alma hacía mucho tiempo (si es que en algún momento la tuvo). A la edad de 8 años, el Equipo X abordaba el helicóptero militar, listo para su primera misión: aniquilar. Con pistola en mano, cuatro niños fueron enviados al mismísimo infierno. Mataron a diestra y siniestra en el campo de batalla que dividía a la Republica del único país que le faltaba por conquistar en el territorio americano: Canadá. Aun tras 11 años y centenares de muertes después, Skarllet aun recordaba ese día como si estuviese ahí, reviviendo cada instante en sus pesadillas diarias: el ruido de las pistolas al ser vaciadas en los cuerpos enemigos, el olor a pólvora y muerte impregnando el aire, todo el caos y toda la destrucción provocados por sus pequeñas y virginales manos. Pero, por sobre todo, recordaba con mayor intensidad los ojos agonizantes de su primera víctima: celestes como el cielo, llenos de vida durante un último segundo, para que al siguiente se apagaran para siempre. Ojos que intrigaron a Skarllet y la persiguieron por el resto de su vida dado a que vio en ellos por primera vez un sentimiento incomprensible para ella. Esperanza.

—Agentes, hemos llegado. Diríjanse a la puerta para ser despachados.— De inmediato, los 4 agentes se levantaron de sus asientos y formaron una linea perfecta detrás de la puerta aun cerrada. A la cabeza iba Delta, seguido por Trouble, luego Demon y por ultimo Skarllet.

—¿Discos?— Preguntó Delta con un disco metálico aplanado poco más grande que su mano. Los otros 3 imitaron su acción y levantaron los suyos. Al verlos, parecían ser planchas de algún metal cortado con forma circulas, pero en realidad eran uno de los inventos más recientes y de la más última tecnología. Al igual que el Equipo X, estos discos eran otro juguete de los laboratorios secretos de la Republica.

—Agentes, ya pueden saltar— una luz roja comenzó a parpadear y la gran puerta del helicóptero se abrió. Sin titubear, uno a uno fueron saltando del helicóptero, sintiendo el como la gravedad los jalaba hacia el suelo y justo cuando se encontraban exactamente a 2 metros del suelo arenoso, activaron los discos. En sus manos, los discos en menos de un segundo se transformaron de inservibles planchas metálicas en motocicletas de lujo; con ruedas diseñadas para actuar sobre cualquier terreno, tablero central con tecnología de punta y cuerpo cromado en el metal más resistente que el laboratorio había diseñado hasta el momento: la perfecta aleación de acero con titanio. Eran veloces, silenciosas, ligeras, resistentes y cabían en un disco ¿Qué más podían pedir?

Los motores de las bestias alimentadas con hidrogeno puro pedían correr a toda la velocidad que daban (alrededor de 425 mph) y sus conductores no se negaban a ellos. Envueltos en la densa oscuridad nocturna, recorrieron las dunas del desierto a toda velocidad y con una destreza magistral. En una misión, nunca hay tiempo que perder. Cada segundo es tan valioso que por minúsculo que sea, puede afectarlo todo. En menos de 2 minutos llegaron a su destino: una especie de bodega circundada por una malla espesa, con altas torres de control a cada esquina del terreno, soldados que vigilaban con armas cargadas en caso de ser necesarios. Pobres, no tenían ni idea de lo que se avecinaba. Detrás de la última duna que los separaba a escasos metros de su objetivo, transformaron nuevamente las motos en discos y los guardaron en el compartimiento especial de su traje de fibras sintéticas, resistentes a cualquier temperatura, impermeables y sumamente elásticas. Se dividieron, siguiendo el plan. Delta se dirigió al este, Trouble y Demon al ala oeste y Skarllet a la parte trasera del lugar.

—En posición— escuchó a Delta decir por el auricular a los pocos segundos; seguido casi al instante por Trouble y Demon. Al llegar a su posición, Skarllet informó su estado a los demás, escondiéndose la arena. La zona esta iluminada por faroles de luz blanca y brillante, por lo que debía permanecer oculta en lo que Demon daba la señal. Según se les fue notificado, tras el análisis hecho por los drones de la Republica previo a la misión, la zona estaba muy bien resguardada pero tenía un punto débil: un interruptor de apagado. En él se concentraba el centro que controla la energía del lugar, por lo que si lograban destruirlo sin emitir alarma alguna, dejarían ciegos tanto a los soldados como a las cámaras de vigilancia. No dejarían rastro, solo entrarían y cualquier evidencia moriría junto a todo lo demás en el lugar. Todo y todos. Una vez las luces se apagaran, el caos se adueñaría del lugar.

Del otro lado de la zona, Demon y Trouble, esperaban, escondidos entre las sombras en una duna cercana a la carretera principal. Bueno, si a eso se le podía llamar carretera. Eran más bien pedazos rotos de asfalto viejo y descuidado que terminaban en la entrada de la bodega. Según el informe de la prueba de reconocimiento, todos los días a las 20:25 horas un convoy militar entraba por las puertas de la bodega y se estacionaba en la parte trasera de complejo. Justo alado de la planta eléctrica donde se hallaba el panel de control. Justo donde Skarllet aguardaba entre las sombras, analizando el ir y venir de los soldados, cada rincón del complejo y los posibles factores que pudieran sabotear la misión. Sonrió para sí misma, todo iba acorde al plan. Todo iba a ser perfecto.

20:25:01

Tal y como lo tenían previsto, no se retrasó ni un segundo el convoy militar. El estrepitoso sonido de las llantas pasando por los pedazos desquebrajados de pavimento era como música para los oídos de los agentes.

Hora de actuar.

—¿Listo?— Trouble preguntó, sintiendo la descarga de adrenalina correr por sus venas. Sintiendo como su organismo liberaba ceramit, un compuesto biológico que consistía en una aleación de metal con polisacáridos cuya función era soldarse a los huesos de los súper soldados, formando un escudo protector y resistente a grandes magnitudes de fuerza. Podían caer desde el último piso de un edificio que sus huesos resistirán. Una vez inhibida la descargar de adrenalina, el ceramit se descomponía en moléculas de sacáridos simples en sus organismos debido a que, al ser un compuesto añadido, era inestable aun y volvía sus cuerpos en masas pesadas, entorpeciendo su agilidad.

—Después de ti, mi bella dama.—

Rodaron por la pendiente de la duna, sin preocuparse por ser vistos dado a que sus trajes contaban con camuflaje en caso de ser necesario, pasaron los dos entre las cuatro llantas en sincronía con el movimiento. Sus ojos eran capaces de enviar señales neuronales al cerebro tan rápido como la luz y este de hacer reaccionar sus músculos ante cualquier estimulo. Por lo que para ellos pasar por debajo de un convoy 150 mph no representaba ningún problema, incluso parecía haber sido ensayado por la increíble sincronía de la escena. Más que increíble, eran las modificaciones en sus cerebros que les permitían verlo todo en cámara lenta si era necesario. Ya debajo del vehículo se adhirieron a este gracias a sus guantes y rodilleras con incrustaciones de Neodimio. Incluso pareció haber sido ensayado. Se mantuvieron rígidos, pegados lo más posible a la base metálica del convoy. Esto era más fácil para Trouble pues no superaba el metro sesenta de altura y era de complexión liviana, pero para Demon representaba mantener suspendido en un espacio extremadamente reducido para su musculoso metro noventa. Tan solo un centímetro de distancia podría significar que su espalda chocara contra el pavimento, duro y áspero, de la dispareja carretera. Trozos de arena, piedras y grava golpeaban sus rostros y el calor abrasador de convoy hacían que su tarea fuera más difícil, pero eran soldados entrenados para resistirlo todo. Ya fuese arena golpeando su rostro o enfrentarse a una víbora venenosa del desierto.

Taciturno, un demonio escamado se acercaba reptando cada vez a su presa: una mujer acostada boca abajo sobre la arena. Veterana en el arte de cazar, la víbora contaba con la experiencia para ser letal y para que con tan solo un movimiento, poder encarnar sus colmillos en su presa, inyectando el más acido de los venenos directo en el torrente sanguíneo. No sobreviviría más de cinco minutos después de la mordida. Bueno, así sería si fuese una presa normal. Skarllet solo sintió como los colmillos de la víbora desgarraban la piel de su muslo derecho, descargando una ráfaga eléctrica cargada de toxinas malignas en su sangre. Sangre con los anticuerpos necesarios para combatir cualquier toxina. Sangre como ninguna otra antes probada por la víbora. La joven ni se inmuto. Sabía que su cuerpo estaba trabajando en ello, podía sentir como eran producidos anticuerpos y como en menos de un minuto estos combatían las toxinas del veneno. Se limitó a voltear a la antes feroz víbora -ahora intimidada por lo que creía su presa del día- y viéndola a los ojos, le sacó la lengua, demostrándole quien era la que en realidad mandaba. La víbora se alejó reptando lo más rápido posible de ella, como si se tratara de un monstruo y no de una chica. Ver el rostro de pánico de la víbora la hizo reír, pero también provoco una punzada en su corazón. Un monstruo, no una chica. Eso era en realidad. Una mutante diseñada para provocar destrucción como un capricho de gente poderosa.

Bañado con la delicada luz plateada de la luna, la cual jugaba con las sombras y luces que le daban vida a todo lo que tocaban, instalado en su posición según el plan, Delta se quitó el cinturón de cuero negro que llevaba en la cintura y lo extendió sobre la arena, con la cara interna hacia arriba. De él, sobresalían 3 bultos, uno con forma cilíndrica y alargada mientras que los otros dos eran más pequeños y redondos. Al igual que los discos, al presionar los botones indicados lo que antes parecían bultos anormales en un cinturón se materializaron y tomaron la forma de un rifle y 2 cajas metálicas. Perfecto. Por cuestiones de rutina, Delta revisaba su más preciada posesión de la misma exactamente de la misma manera en cada misión. A diferencia de los corrientes dragones de pólvora, su rifle era más bien arma electromagnética modificada y armada desde cero por él (basado en lo que en tiempos antiguos era conocido como rifle de Gauss). Cada disparo era como el ronquido de un bebé. Silenciosa pero letal. Era perfecta, toda una obra maestra. Diseñado por él y solamente para él. Sentir el frio acero en sus manos, el agarre amoldado específicamente para sus dedos y el cañón listo para disparar.

La temperatura esa noche era helada, el frio viento soplaba contra su cuerpo, pero nada de eso hizo mella en su concentración; después de todo, fue entrenado para hacer a un lado cualquier sensación, por insoportable que sea, y diseñado para controlar los niveles de su temperatura corporal, por altas o bajas que sean. Revisó la carga de batería de su rifle, luego contó minuciosamente las municiones y por ultimo hizo ajustes para el viento y la caída de cada proyectil; todo de forma metódica, siguiendo la rutina de siempre. Era como ver trabajar una máquina deshumanizada en vez de un personan. Fría. Eficiencia. La única emoción visible entre el claro oscuro de la noche, era ansiedad. Ansiedad por cumplir su único propósito: no defraudar a su familia.

Su familia, el Equipo X. Los cuatro chicos se consideraban a sí mismo como una familia; siempre habían estado juntos, desde que tienen memoria y puede que suene absurdo que siendo letales e insensibles sean sentimentales con respecto a su familia pero son humanos a fin de cuentas, eso nada ni nadie se los puede quitar. Eran maquinas durante la batalla, pero fuera de ellas eran humanos. Jóvenes con anhelo de sentirse reales, de vivir y disfrutar de la vida, de quitarse toda la sangre de sus manos y olvidarse por un momento de las atrocidades que cometían a diario.

Skarllet era fría con sus emociones, las lograba controlar con una magistral destreza. Era la definición de determinación y pasión, todo lo que se proponía luchaba entregándose de lleno a ello hasta que lo lograba. Sedienta por acumular conocimientos debido a su inmensa curiosidad, es la encargada de llevar a cabo todas las investigaciones pertinentes. El sarcasmo era su idioma pero vigilaba todo lo que salía de su boca y toda expresión que delatara lo que estaba pensando. Era precavida dado a que le gustaba mantenerse oculta, por eso usaba el una máscara de misterio como una forma de autoprotección. Pero por sobre todo era una líder natural. Era la soga que mantenía al equipo unido y por eso la seguían sin dudarlo dos veces. Simple y sencillamente daba ese aire de autosuficiencia y harmonía al mismo tiempo.

Por su parte, Delta era como la mano derecha. Era el maestro de las estrategias. Calculador, del tipo de personas que ve la imagen completa. Extremadamente meticuloso, al punto de ser un maniático del orden. Delta siempre se dedicó a cuidar de sus hermanos. Era protector con todo lo que era importante para él, como es el caso de sus hermanos: desde pequeños asumió el rol de hermano mayor y todos confiaban en él, lo adoraban por su sabiduría y porque siempre estaba ahí para apoyarlos. Aunque tenía más que claro que todos eran unas máquinas que causaban destrucción a donde iban, Delta era como la personificación de seguridad y paciencia. Era franco y siempre iba al grano con lo que decía. Por eso solía ser el que se encargaba de planificar, asignar los roles y a la hora de salir en una misión se encargaba de vigilar y proteger a sus hermanos. Mientras más terreno abarcara con su visión de punta, mejor.

De tez morena, mirada de gato y pequeño tamaño, Trouble era la más letal de todos. Tenía aspecto de muñeca de porcelana, frágil, pequeña e indefensa, por lo que la gente solía caer bajo sus encantos. Lo que no sabían era que detrás de esa carita angelical se escondía una maestra en las arte marciales. Con solo una era capaz de derribar a alguien del cuádruple de su tamaño sin siquiera pestañear o esforzarse demasiado. Los puños eran sus aliados y las patadas sus mejores amigas. Contaba con una agilidad impresionante, acompañada de fuerza y creatividad en el combate. Al ser la más pequeña (tanto en altura como complexión) sus hermanos la trataron con delicadeza y ternura, por lo que era como la hermana pequeña del grupo, inocente y juguetona, pero eso no le quitaba lo inteligente y fuerte que era. Se podía valer por sí misma, así como podía hacer que todos rieran a carcajadas tras una mala broma. Era un caso perdido. De los cuatro, era la única que aún conservaba esa chispa de pureza e inocencia, de esperanza y benevolencia

Por otro lado, era Demon silencioso, desconfiado e inexpresivo. Era un analizador innato, perfecto para encontrar fallos y errores. Con sus ojos fríos como el hielo lograba hacer cálculos tanto matemáticos como estratégicos en tiempo record. Alto, musculoso, cabellos color azabache u piel transparente como la de un fantasma. Perfeccionista y detallista, así era él. Por eso, era el mejor en todo lo referente a tecnología; inclusive era considerado por los científicos y agentes en el gobierno como el genio más grande de la tecnología moderna. Delta y Demon hacían un dúo explosivo: mientras uno veía la imagen completa y planear una estrategia, el otro se enfocaba en los pequeños detalles y calcular cualquier margen de error o factores que puedan afectar el resultado. Demon era una estatua casi todo el tiempo, no solía moverse ni hablar; casi parecía que ni respiraba cuando se encontraba rodeado por gente ajena. Eso sí, cuando estaba con sus hermanos era completamente diferente: era un chico relajado, cómplice de Trouble en todas sus travesuras.

Básicamente, así era como el equipo X funcionaba, complementándose los unos a los otros en perfecto orden. Siempre estaban guardándose las espaldas. Unidos, pues eran lo único valioso que tenían; lo único que era de ellos realmente en esta vida.

20:27:41

El golpe final se acercaba.

Desde su posición en una duna cercana del lado este, Delta se encargaría de aniquilar a todos los soldados encargados de vigilar el exterior y, a su vez, de proteger a sus hermanos dado a que él tenía una vista completa del panorama. De los cuatro, Delta sobresalía cuando se trataba de disparos a larga distancia; su vista era la más aguda y mejor desarrollada, por lo que1 milla de distancia desde sus objetivos no eran nada, tampoco si estos se encontraban en movimiento. Todo consistía en respirar y justo en ese breve lapsus de tiempo en que su cuerpo se encontraba en equilibrio completa, jalar el gatillo. Era como si en ese fugaz segundo todo se detuviera y recobraba su ritmo cunado la bala impactaba en su oponente, justo en el corazón. Sin parpadear. Sin titubear. Todo limpio y preciso.

20:28:12

Demon y Trouble entraron infiltrados según lo planeado. Corrieron escondidos entre las sombras sin retrasarse ni un solo segundo. Tenían un tiempo límite: 21:00:00; no podían desperdiciar ni un solo segundo, ninguno de ellos podía. Los segundos eran como oro en una misión de alto riesgo como las que ellos tenían a diario. Eran valiosos y escasos. No les costó encontrar el interruptor, tenían la imagen del plano intacto plasmado en sus mentes. Entre la gigantesca planta de energía y la pared de la bodega, una caja metálica algo corrida por encontrarse en la intemperie. La destaparon y Demon puso toda su concentración en descifrar la maraña de cables que tenía en frente. Manos a la obra. Los cuatro trajes contaban con una pantalla holográfica desplegable en la manga. A través de ella eran capaces de controlar sus dispositivos auxiliares, investigar en la base de datos ilimitada de la agencia y hackear cualquier tecnologia. En eso era un experto Demon. El mejor, de hecho. Trouble rondaba entre las sombras del lugar mientras Demon descifraba la maraña de cables que tenía en frente. Por esta razón, Trouble acompañaba siempre a Demon: en caso de la aparición de algún altercado ella se encargaría de aniquilarlo, evitando que Demon se retrasase al tener que hackear y al mismo tiempo lidiar con un soldado.

—Qué raro...

Pasos.

Inmediatamente mente Trouble cambió, poniéndose en modo combate. Su semblante se endureció, sus pupilas se dilataron, agudizo sus oídos y todas sus células produjeron ceramit nuevo. Sigilosa, trepó por el generador de energía hasta llegar a la cima. Aguardó tal como un búho; pequeña, ágil, rapaz, mezclada en la oscuridad. Sería un ataque sorpresa. Una ejecución insospechada.

Pasos.

Se acercaban e iban justo hacia donde ellos estaban. El traqueteo de sus botas sobre el asfalto era constante, rítmico. Tanto Trouble como Demon pudieron identificar tres soldados bien entrenados por la sincronía de sus pasos y armados puesto que escuchaban el particular susurro de carne contra metal. Sudor, tierra, cansancio; lograron oler esa mezcla de aromas en el aire desprendida por los soldados. Listo, su cerebro tenía toda la información necesaria. Sin siquiera medir palabra, ni siquiera un intercambio de miradas, ambos agentes sabían exactamente qué hacer.

20:28:58

Doblaron la esquina, entrando en la única zona pobremente iluminada de lugar. La zona donde un ave rapaz los esperaba.

—Caballeros, espero estén teniendo una linda noche— dijo Demon, sin despegar su vista de los cables. Los soldados pararon en seco, levantaron sus pesadas metralletas ante el intruso y apuntaron —Porque será la última de todas—

Fue en un efímero instante bajo la pálida luz de la luna cunado la diminuta morena se convirtió en una sinfonía de muerte y destrucción. Todo terminó antes que los guardias supieran que sus miserables vidas habían llegado a su fin. Si, tal era el nivel de dominio de Trouble sobre su letal sinfonía. No tuvieron ocasión de parpadear. Tampoco de respirar. El pequeño búho emprendió su vuelo, saltando de su escondite para atrapar a su primera víctima. Aprovechando el impulso, encajó su rodilla en el cuello del soldado y terminó de dar su giro de 360°. Lo único que se escuchó en ese silencio de muerte fue el estruendoso pero placentero crujir de todas sus vertebras al romperse una a una. Así, su primera víctima cayó inerte en el suelo, mientras Trouble lo hizo de la forma más grácil jamás antes vista; marcando el primer compás de esta letal sinfonía. Volteó a ver por encima de su hombro. Miedo y pánico mezclados con sorpresa y severidad pintaban los rostros. Excelente. Con un poco de aviada, dio dos perfectos mortales, aterrizando justo enfrente de su siguiente víctima; el segundo soldado. Con un puñetazo, desencajó su mandíbula y con un gancho directo en su oreja hizo que se doblara del dolor. Por atrás se aproximaba el siguiente; un tercero. Esperó a que se acercara un poco más y cuando estaba a un paso de distancia encajó su pie en la boca del estómago con una patada; casi era como ver un dragón ondulando su cola. El soldado trastabillo hacia atrás, momento en que Trouble aprovechó para ondular su cola en la dirección del segundo soldado que se acercaba nuevamente. Barrió con ella sus pies, botándolo de lleno en el suelo. Las armas que ambos llevaban cayeron en el suelo con un ruido sordo. Se levantó con un mortal hacia atrás, encarando al tercero y con un revés increíblemente potente, hundió su nariz dentro de su rostro. Sangre salía a borbotones por todos los orificios faciales: ojos, boca, nariz, e incluso de sus orejas. Cayó como un saco de papas en el suelo, levantando un halo de polvo a su alrededor. Uno menos. Quedan dos. Escondido entre las sombras, un curto soldado aguardaba a que Trouble volteara en un momento de distracción para atacar a Demon. Ella lo sabía, había escuchado como sus pasos se acercaban y luego se detenían. Escuchaba su respiración. Escuchaba el latir de su corazón. Escuchaba su miedo. Como el agarre en el mango de su pistola era cada vez más tenso. Fingió no notarlo. Se dio la vuelta, atrapando con su pie la pistola que el soldado en el suelo por un escaso segundo logró tomar en sus manos. Chocaron miradas, quería que la viera a los ojos antes de que los cerrara por siempre. Parecía un pequeño gusano retorciéndose en el suelo. Uno que veía su muerte inminente personificada por un ave rapaz maestra del sigilo y un dragón en las artes marciales. Esperó unos breves segundos para que creciera la tensión y con una sonrisa en los labios se sentó a horcajadas en su espalda, tomó su cabeza entre sus manos y con un rápido y limpio movimiento terminó con él. Trouble podría haber usado su revólver, después de todas sus armas tenían silenciadores incluidos, pero nada se comparaba con sentir el impacto de sus puños en músculos ajenos, o la libertad que moverse le otorgaba en este arte que ella tan bien dominaba. Su arte. Después de todo, ella era la directora de esta sinfonía.

El cuarto soldado sabía que era ahora o nunca. Mientras ese pequeño demonio puso punto final torciendo el cuello de su compañero, él se escabulló entre las sombras, directo hacia el otro intruso. "¿Qué era eso?" se preguntaba. Nunca había visto nada igual. Era irreal y no cerebro solo no podía creer que fuera eso fuera una persona. Imposible. Tragó todos sus miedos, reconfortado con la idea de que no lo había visto y encima le daba la espalda, aun ocupada con su compañero. Solo tenía que deshacerse del otro y luego llamaría refuerzos. Sí, eso haría. Se posicionó justo detrás del intruso. Se percató que era mucho más alto y muscular de lo que vio de lejos, pero estaba desarmado y él tenía su ametralladora cargada. Apuntó, y justo cuando iba a jalar el gatillo, no pudo. Sus dedos no se movieron. Por más que les ordenó hacerlo, ellos se negaron a hacerlo.

Desconcierto. Pánico. Adrenalina.

Todas esas emociones evitaron que el soldado sintiera los dedos de Trouble en su espalda, en un punto nervioso clave para inmovilizar a la persona.

El soldado giro su cabeza un poco sobre su hombro, topándose con un ángel. Topándose con el pequeño demonio a sus espaldas. Inmediatamente supo que estaba perdido. Durante su último suspiro, el dragón incrustó sus garras en diferentes puntos de su columna; en las terminaciones nerviosas más importantes pero sensibles en el cuerpo humano. Fue rápido y preciso. Fue frio y calculado. Fue un pequeño demonio con cara de ángel.

Con su pie, barrió el cuerpo hacia un lado.

Eso estuvo fácil dijo humorísticamente mientras sacudía el polvo y la sangre sus manos. Demon sonrió a modo de respuesta. Así era su pequeña hermana: cómica pero letal y siempre guardaba sus espaldas. Ellos eran la pareja perfecta por excelencia, tanto dentro como fuera del campo de batalla.

— Delta— se escuchó la voz de Skarllet por el audífono

—Todo despejado y listo— tras tantos años juntos, ya era indispensable que se hicieran preguntas tan banales como esas.

20:31:09

La tensión crecía. Demon se había demorado más de lo habitual. Trouble estaba preocupada, veía como la mandíbula de su hermano se ponía cada vez más tensa, su mirada cada vez más fija y se desconectaba por completo de su alrededor.

—Sí, Demon está en ellos— contestó Trouble por Demon al ver que él no hizo el más mínimo intento por mover su boca para contestar. Incluso dedujo que ni siquiera había escuchado a Skarllet hablarle. Esto era serio. Y se puso peor cuando vio la primera gota correr por su frente.

—Chicos...— comenzó a decir Trouble, pero un pequeño sonido proveniente del interruptor hizo que cortara en seco.

—Listo— anunció Demon lleno de alivio.

Regreso en sí y volteo a ver a su hermana. En sus ojos se veía satisfacción mezclado con preocupación. En los de él desconcierto puro, el cual fue sustituido por determinación. No tenían tiempo para ello, los segundos avanzaban y tenían una misión que terminar

Justo así, sin que se escapara un solo segundo más, Delta jaló el gatillo por primera vez esa noche.

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